Ya no soy un niño...
Me desperté sobresaltado, el despertador empezó a sonar como loco, emitiendo en los Cuarenta Magistrales una nueva canción de Las Brujas de McBeth. No sabía por que me gustaba tanto esa música, aquel ritmo, aquella melodía... me hacía recordar a los viejos tiempos, en los que estaba con sus mejores amigos. Oí los pequeños pasos de Mrs. Cleentroom acercándose a la habitación, hasta que llegó a la puerta y, poniéndose las manos en la cintura y sonriendo alegremente, dijo: -Buenos días, Sr. Weasley, espero que haya dormido estupendamente; hoy es su día libre, me ocuparé de que la casa esté limpia y ordenada... ah, por cierto... - mientras ella iba subiendo los estores - Le han traído ya su nuevo Afton Cartin V12 Panquish. Estallé en una sonora carcajada, la señora no estaba acostumbrada a los nombres muggles, era normal, después de todo, ni siquiera algunos muggles lo decían bien. Le corregí: -Se dice Aston Martín V12 Vanquish, Mrs. Cleentroom; un coche fantástico, para mí. Aunque algunos magos ni siquiera lo conozcan o hagan falsas copias o manipulaciones a dicha preciosidad.
Como era de esperar, la señora se quedó callada y dijo: -Bueno, usted tómese el día libre, Sr. Weasley. Y así iba a hacer, aquel día probablemente era de los pocos que tenía libre, iba a ser una buena semana, de descanso, además de que había trabajado durante dos años sin fines de semana y estaba totalmente agotado, me lo merecía. Me vestí y aseé y bajé a desayunar al gran salón en la mansión, y Charles , el mayordomo estaba sirviendo el café. Yo fui ágil y corrí hacia la mesa, cogí una rebanada de pan con mantequilla y me la llevé a la boca a la vez que decía: -Hoy no me apetece desayunar, Charles, me voy por ahí a probar el coche. El mayordomo, servicial y atento, dijo con una reverencia: -Lo que usted mande, Sr. Weasley.
Muchos de vosotros os preguntaréis cómo conseguí tanto dinero para vivir como vivía, era simple y fácil, todo se comenzó cuando salí de Hogwarts. Me puse a buscar trabajo como loco, no encontré nada, así que decidí probar por hacer un negocio propio... en el colegio había aprendido muchas cosas del mundo muggle, de manera que mezclé dicho conocimiento con cosas mágicas. El resultado fue asombroso, con un ligero hechizo Imperius y un teléfono móvil, creé el Impemovil, un comunicador telepático que transmitía voz y datos por el aire hasta el cerebro de los magos. Para los que estén totalmente enterados del mundo mágico y sus leyes, sabrán que el hechizo Imperius, junto con Avada Kedavra y Cruciatus constituyen las tres maldiciones imperdonables, castigadas con la cadena perpetua en la prisión de Azkaban. Para suerte mía, ésta era una variante del Imperius, así que no se incluía en la lista. Dos meses después, cuando obtuve el permiso de envío de ondas a través del aire en el Mundo Mágico, lo empecé a vender al por mayor. En una semana gané tres millones de euros con las ventas en todo el mundo, y cada semana gano más y más, a parte de que cada persona que lo utilice necesita pagar una cuota mensual.
Corrí hacia el oeste de la mansión, donde se situaba el garaje de coches y me encontré con el nuevo coche. Flamante, de un color titanio metalizado, con todos los nuevos equipamientos de serie, brillaba imponente esperando a que lo condujera. Y así hice, corrí hacia el coche, salté por encima del coche descapotable para después sentarme. Inmediatamente, el ordenador de a bordo reconoció mi presencia y una voz electrónica dijo: -Buenos días, Sr. Weasley, ¿a dónde quiere ir hoy? Le habían implantado un robot automovilístico, lo cual estaba de moda en el mundo muggle, entre la gente rica o famosos. -Llévame a la Rockefeller Plaza. Pero conduciré yo. Arranqué el motor con el sonido de un verdadero motor V12 y salí disparado hacia el mundo muggle para pasar un divertido y diferente día.
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Cinco minutos después de haber salido de casa llegué a la barrera dimensional al mundo muggle, allí me detuve para hacer gala del coche. Me puse el cinturón, y apreté el acelerador hasta el fondo. El coche empezó a rugir y en unos segundos atravesé la barrera temporal y me vi en el Puente de Manhattan, casi muy cerca de la plaza de Rockefeller. Tardé cinco minutos en llegar al ambiente ajetreado de la plaza, llena de gente que pasaba corriendo por el paso de cebra y el sonido incesante de los cláxons. Cuando estaba a punto de llegar a la plaza, se me puso un semáforo en rojo justo cuando estaba punto de atravesarlo y entonces pegué un frenazo por que casi atropellé a una joven de cabello rubio que pasaba en ese momento. La joven se sorprendió y me gritó enfurecida: -¡Maldito cabrón, es que pretende matar a alguien, muggle loco! No fue la expresión despectiva lo que me atrajo, si no su pelo, me sonaba a alguien, tenía ojos verdes brillantes, cabello rubio, y medía más o menos un metro y setenta centímetros. -¡Eh, cuidado con lo que dices, que muggle lo serás tú, pedazo de trol! - respondí yo.
Entonces cuando la expresión de la joven cambió por completo, en vez de mostrar las muecas enfurecidas de su rostro, contorsionó una ligera sonrisa y se acercó a la puerta del conductor: -¿Sabes lo que es un trol, acaso? Probablemente la joven tenía que andarse con cuidado, tenía que averiguar primero si era mago, sería peligroso en caso de ser un muggle. Entonces, para mi sorpresa, recordé quién tenía en frente, mirándome con ojos de sarcasmo. Decidí que era el momento de sorprender a alguien que no veía desde hacía cinco años.
Un trol es lo que te estuvo a punto de matar cuando tenías once años... - dije yo. ¡¿Cómo demonios sab...?! - respondió ella. Por que yo fui quien te salvó la vida - dije yo con una ceja levantada y una ligera sonrisa. - ¿O acaso no te acuerdas, Hermione?
Entonces, las leves contracciones de la cara de Hermione se suavizaron y gritó: ¡Ron, cuánto tiempo!
Definitivamente iba a ser uno de los mejores días de mi vida.
______________________________********** Tonino ************____________________________ |Dentro de muy poco, en el segundo capítulo, Ron conocerá más a fondo a Hermione que nunca | |y habrá más acción que nunca cuando alguien no esté totalmente... de acuerdo en que Ron se | |encuentre a Hermione. | ____________________________________________________________________________ ____
Me desperté sobresaltado, el despertador empezó a sonar como loco, emitiendo en los Cuarenta Magistrales una nueva canción de Las Brujas de McBeth. No sabía por que me gustaba tanto esa música, aquel ritmo, aquella melodía... me hacía recordar a los viejos tiempos, en los que estaba con sus mejores amigos. Oí los pequeños pasos de Mrs. Cleentroom acercándose a la habitación, hasta que llegó a la puerta y, poniéndose las manos en la cintura y sonriendo alegremente, dijo: -Buenos días, Sr. Weasley, espero que haya dormido estupendamente; hoy es su día libre, me ocuparé de que la casa esté limpia y ordenada... ah, por cierto... - mientras ella iba subiendo los estores - Le han traído ya su nuevo Afton Cartin V12 Panquish. Estallé en una sonora carcajada, la señora no estaba acostumbrada a los nombres muggles, era normal, después de todo, ni siquiera algunos muggles lo decían bien. Le corregí: -Se dice Aston Martín V12 Vanquish, Mrs. Cleentroom; un coche fantástico, para mí. Aunque algunos magos ni siquiera lo conozcan o hagan falsas copias o manipulaciones a dicha preciosidad.
Como era de esperar, la señora se quedó callada y dijo: -Bueno, usted tómese el día libre, Sr. Weasley. Y así iba a hacer, aquel día probablemente era de los pocos que tenía libre, iba a ser una buena semana, de descanso, además de que había trabajado durante dos años sin fines de semana y estaba totalmente agotado, me lo merecía. Me vestí y aseé y bajé a desayunar al gran salón en la mansión, y Charles , el mayordomo estaba sirviendo el café. Yo fui ágil y corrí hacia la mesa, cogí una rebanada de pan con mantequilla y me la llevé a la boca a la vez que decía: -Hoy no me apetece desayunar, Charles, me voy por ahí a probar el coche. El mayordomo, servicial y atento, dijo con una reverencia: -Lo que usted mande, Sr. Weasley.
Muchos de vosotros os preguntaréis cómo conseguí tanto dinero para vivir como vivía, era simple y fácil, todo se comenzó cuando salí de Hogwarts. Me puse a buscar trabajo como loco, no encontré nada, así que decidí probar por hacer un negocio propio... en el colegio había aprendido muchas cosas del mundo muggle, de manera que mezclé dicho conocimiento con cosas mágicas. El resultado fue asombroso, con un ligero hechizo Imperius y un teléfono móvil, creé el Impemovil, un comunicador telepático que transmitía voz y datos por el aire hasta el cerebro de los magos. Para los que estén totalmente enterados del mundo mágico y sus leyes, sabrán que el hechizo Imperius, junto con Avada Kedavra y Cruciatus constituyen las tres maldiciones imperdonables, castigadas con la cadena perpetua en la prisión de Azkaban. Para suerte mía, ésta era una variante del Imperius, así que no se incluía en la lista. Dos meses después, cuando obtuve el permiso de envío de ondas a través del aire en el Mundo Mágico, lo empecé a vender al por mayor. En una semana gané tres millones de euros con las ventas en todo el mundo, y cada semana gano más y más, a parte de que cada persona que lo utilice necesita pagar una cuota mensual.
Corrí hacia el oeste de la mansión, donde se situaba el garaje de coches y me encontré con el nuevo coche. Flamante, de un color titanio metalizado, con todos los nuevos equipamientos de serie, brillaba imponente esperando a que lo condujera. Y así hice, corrí hacia el coche, salté por encima del coche descapotable para después sentarme. Inmediatamente, el ordenador de a bordo reconoció mi presencia y una voz electrónica dijo: -Buenos días, Sr. Weasley, ¿a dónde quiere ir hoy? Le habían implantado un robot automovilístico, lo cual estaba de moda en el mundo muggle, entre la gente rica o famosos. -Llévame a la Rockefeller Plaza. Pero conduciré yo. Arranqué el motor con el sonido de un verdadero motor V12 y salí disparado hacia el mundo muggle para pasar un divertido y diferente día.
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Cinco minutos después de haber salido de casa llegué a la barrera dimensional al mundo muggle, allí me detuve para hacer gala del coche. Me puse el cinturón, y apreté el acelerador hasta el fondo. El coche empezó a rugir y en unos segundos atravesé la barrera temporal y me vi en el Puente de Manhattan, casi muy cerca de la plaza de Rockefeller. Tardé cinco minutos en llegar al ambiente ajetreado de la plaza, llena de gente que pasaba corriendo por el paso de cebra y el sonido incesante de los cláxons. Cuando estaba a punto de llegar a la plaza, se me puso un semáforo en rojo justo cuando estaba punto de atravesarlo y entonces pegué un frenazo por que casi atropellé a una joven de cabello rubio que pasaba en ese momento. La joven se sorprendió y me gritó enfurecida: -¡Maldito cabrón, es que pretende matar a alguien, muggle loco! No fue la expresión despectiva lo que me atrajo, si no su pelo, me sonaba a alguien, tenía ojos verdes brillantes, cabello rubio, y medía más o menos un metro y setenta centímetros. -¡Eh, cuidado con lo que dices, que muggle lo serás tú, pedazo de trol! - respondí yo.
Entonces cuando la expresión de la joven cambió por completo, en vez de mostrar las muecas enfurecidas de su rostro, contorsionó una ligera sonrisa y se acercó a la puerta del conductor: -¿Sabes lo que es un trol, acaso? Probablemente la joven tenía que andarse con cuidado, tenía que averiguar primero si era mago, sería peligroso en caso de ser un muggle. Entonces, para mi sorpresa, recordé quién tenía en frente, mirándome con ojos de sarcasmo. Decidí que era el momento de sorprender a alguien que no veía desde hacía cinco años.
Un trol es lo que te estuvo a punto de matar cuando tenías once años... - dije yo. ¡¿Cómo demonios sab...?! - respondió ella. Por que yo fui quien te salvó la vida - dije yo con una ceja levantada y una ligera sonrisa. - ¿O acaso no te acuerdas, Hermione?
Entonces, las leves contracciones de la cara de Hermione se suavizaron y gritó: ¡Ron, cuánto tiempo!
Definitivamente iba a ser uno de los mejores días de mi vida.
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