¡Hola a todos! Por fin me he animado a hacer algo más que un one-shot, así que voy a ir escribiendo y los iré subiendo progresivamente. ^^
La verdad es que, para ser el primero soy consciente de que es muy cortito, pero si no luego, mañana, subiré el siguiente.
Estoy bastante ilusionada con mi primera historia de varios capítulos, aunque la verdad es que no creo que vaya a ser excesivamente larga, ya que el motivo principal de los capítulos es que contendrá escenas y spoilers de "En llamas" y "Sinsajo".
Espero que guste y muchas gracias por leer. ^^
Personajes e historia, de Suzanne Collins, lo demás, sale de mi cabezota. ^^
¡Saludos!
Miro a Peeta mientras noto por su respiración cómo va subiéndole la fiebre mientras duerme... El dolor de su pierna debe ser atroz, puesto que pese a haberle aplicado la medicina del Capitolio que Haymitch nos envió gracias a los patrocinadores, la herida está aún más hinchada y, aunque sin pus, su aspecto es bastante preocupante...
Le cambio la venda húmeda de la frente y me permito acariciar los rubios rizos que caen sobre su frente y mirar con atención sus rubísimas pestañas, tan rubias y rizadas que cuesta verlas, pero al hacerlo, hipnotizan.
Por alguna razón todo cuanto deseo ahora mismo es mantenerlo a salvo de toda ésta tortura llamada Juegos del Hambre a la que nos ha expuesto el Capitolio...
Me recuesto a su lado y me doy el gran lujo de cerrar los ojos por un momento, y mi cuerpo capta el calor del cuerpo del chico del pan, mezcla de su calor corporal y el producido por la alta temperatura de la fiebre. Ésa sensación es como estar en casa, sensación de protección, de calor con el que podría relajarme e incluso dormirme.
Como si hubiese leído mis pensamientos, Peeta mueve uno de sus fuertes brazos para hacer hueco a mi cabeza en su hombro, de forma que pueda usarlo como almohada, mientras que con el otro me rodea, protegiéndome y dándome más calor.
Me sonrojo ante el acercamiento, pero veo que él está profundamente dormido... Incluso dormido se preocupa por mí y ése simple gesto parece llenar mi corazón de algo que no sé muy bien cómo definir.
Sí, definitivamente, he de proteger al chico del pan para que nada pueda hacerle daño.
