Nada mío, solo la idea. El resto es de JK
Severus intentaba dormir, per le resultaba muy complicado. Desde hacía muchas horas, su pequeña hija Emily, no podía dormir. La miró en silencio, mientras Hermione trataba de arrullarla y calmar su constante lloriqueo. Costaba más de lo que esperaba y con almohadas en la cabeza, trataba de descansar.
Pero Hermione le pedía que tuviera paciencia. Tenía solo cuatro años y estaba asustada. No podía pedir más. Cuatro años, asustada y temiéndole al monstruo del armario. Aunque él le abriera el armario y le enseñara que nada de lo que estaba dentro, iba a comérsela. Ella seguía insistiendo, señalando el armario.
¿Por qué?
— Severus, debe haber algo dentro que la asusta. ¿Por qué no miras?
— ¿Nuevamente? Ya le expliqué que no hay nada dentro.
Hermione se encogió de hombros y caminó con su hija entre sus brazos, hacia la cama familiar. La recostó entre ellos, que al encontrar la protección de sus padres, se pudo dormir.
Mientras dormían, Severus sentía un movimiento inquieto. Abrió un ojo y miró a un lado. Su hija estaba sentada en la cama y con sus manos entre sus piernas. Conocía ese gesto.
— Emily... tienes que ir al baño. Ya estás grande para bajarte de la cama tú sola e ir al pequeño retrete.
Ella negó con la cabeza y seguía pataleando en la cama. Con un suspiro, Snape se rehusó a moverse. Ella tenía que aprender que todo estaba bien y no debía tener miedo. Pero ella trataba de empujarlo con sus manos, para que se levantara y la acompañara.
Esfuerzo inutil, puesto que ella era pequeña en comparación con su padre.
Pero antes de incluso ceder, sintió algo cálido bajo su cuerpo y se inclinó para mirar. La pequeña Emily había hecho de las suyas y Snape simplemente estaba muy cerca de ella.
— Severus... ¿no estás grande para eso ya?
— No he sido yo. Ha sido Emily. No quería irse al baño. Y yo no iba a llevarla. Tiene que aprender a perder el miedo.
— Por dios...ven Emy, vamos a cambiarte y a decirle a papá "malo". Malo papá.
Snape negó con la cabeza y apartó las sábanas. Al menos podía con su varita, secar las cobijas y el colchón. Mientras buscaba su varita, un pensamiento llegó a su cabeza.
Tenía cinco años y estaba parado con un enorme palo, frente a su armario. Estaba seguro de que dentro vivía un monstruo que todas las noches, iba a asustarlo.
Se había orinado un par de veces y resultó que era su malicioso padre, gastándole una broma. Luego recordó que cuando Hermione y ella jugaban a las escondidas, Hermione solía ocultarse en el armario y sorprenderla.
Era todo eso.
— Emily...
— Está parada junto al armario.
— Nadie va a salir de allí. Ya nadie nos va a asustar. Te lo prometo.
