Capítulo 1 El comienzo

Me llamo Takato .Y soy un ninja. Un shinobi de la aldea oculta de la Ventisca, en el País del Aire. Tengo el pelo corto y castaño con destellos dorados y soy de complexión atlética. Tengo gafas de color azul cobalto y mis ojos son de color azul verdoso.

El día de mi graduación fue de los días más duros, aunque también de los más felices de mi vida.

Ese día, todos los aspirantes realizábamos las funestas y tan temidas pruebas finales.

Comenzamos con el examen teórico. Puras preguntas simples y estúpidas que, a mi parecer, se respondían todas de la misma manera.

Mis compañeros de clase tenían la misma actitud de siempre. Itsumi despreocupada y sonriente aunque apenas había estudiado. Ella tenía el pelo castaño, al igual que sus ojos, y era un poco bajita y delgada, pero eso no limitaba su fuerza.

Mi mejor amigo Kairi, era rubio con unos ojos azules y una complexión fuerte, pero era inteligente y atolondrado, no era solo músculo. Probablemente aprobaría por las horas de estudio con Aneire. Tenía muchas ganas de comprobar el resultado de sus desquiciantes y arduas tardes de trabajo y esfuerzo. Y Aneire, tenía el pelo largo y castaño oscuro, y sus ojos tenían un color más claro que su pelo, por el examen estaba en tensión, pero ella, normalmente, era tranquila y tímida. Ella, bueno ella... ella se retorcía las manos sudorosas por los nervios y se aislaba del mundo dentro de su casi impenetrable caparazón de preocupaciones y repasos de último minuto, aunque estudió durante horas la tarde anterior. Yo, por mi parte, no estudié. Nunca lo hago. Simplemente contesto a los ejercicios en blanco y lo que salió quedó. No me preocupo demasiado.

Una hora después, lo peor ya había acabado. Al escapar de la acusadora vista de los examinadores, aquel panorama era digno de ser retratado. Todos estaban pálidos y desesperados, excepto Itsumi, Kairi y yo. Siempre fuimos los más despreocupados.

En el examen práctico, me pidieron que hiciera la técnica más difícil: la manipulación del viento. Había practicado mucho, con propósito de aprobar, y me esforcé lo más que pude.

Después de todo, al ser mi chackra del elemento viento, tenía cierta ventaja sobre ese tipo de técnicas y, además, nuestra profesora Kaname, de la academia ninja, nos instruyó bien en el control del chackra.

No hubo problemas. ¡Me convertí en genin con el equipo Blackspot!

Sí, Blackspot. Aquí en Ventisca somos un tanto preculiares en cuanto a organizar nuestros equipos. Les ponemos nombre, no número.

Normalmente, el nombre del equipo se escoge el primer día en el que se forman los mismos, por voto y acuerdo unánime de todos los integrantes. El nuestro... sólo digamos que nuestra sensei sabe imponerse bastante bien. Mis compañeras de equipo fueron Itsumi-chan y An-chan. Nuestra maestra, la hermana de An, Caroní-sensei.

Caroní no sería muy mayor, tan sólo dieciocho años de edad. Pero su experiencia, su habilidad en combate y su título especial -todo hay que decirlo- eran tal que compensaban su juventud. Ella era alta y delgada, con el pelo largo y oscuro, y con unos ojos pardos además de una complexión atlética.

La personalidad explosiva de Itsumi, chocaba constantemente con la mía y, a menudo, nuestras riñas desembocaban en un vano intento de violencia física. Intentos que la mayoría de las veces no acababan en nada porque An-chan los impedía o aplacaba. Ella era siempre la mediadora y la pacifista del grupo. Cuando luchaba, parecía otra persona. En el combate cuerpo a cuerpo era la mejor de los genin.

Itsumi no sabía mucho de su tipo de chackra ni del control del mismo, pero se especializó en ataques a larga distancia. La especialidad de Caroní-sensei y la mía, era la batalla a media distancia.

Rápidamente, me hice amigo de todas ellas. En su relación no hubo problemas, ya que se conocían bien desde hacía varios años. Nuestra maestra y mi compañera de equipo, se peleaban poco para ser hermanas con cinco años de diferencia, cosa que me pareció extraña.

Yo no sentía mucho aprecio por mi hermano mayor, Otora.

Aún recuerdo la primera misión que tuvimos en conjunto. Ahí se dieron a conocer más a fondo las técnicas, habilidades y personalidades de cada uno de nosotros.

Separados no éramos gran cosa, mejoraríamos con el entrenamiento. Pero juntos, éramos el equipo más compenetrado. Juntos éramos invencibles.