Sólo han pasado un par de meses desde que comenzamos nuestra vida juntos y yo ya he comenzado a dudar. Me siento dichosa estando a su lado, ¿y quién no lo estaría? Es un hombre maravilloso, lleno de una alegría contagiosa que sin siquiera pretenderlo te hace querer ser mejor persona día con día. Es solo que la mayor parte del tiempo siento que él únicamente me ve como su compañera y no como lo que de verdad soy: su esposa. Siempre está contento, regalándome sus sonrisas, cuidando de mí pero todo esos pequeños gestos han dejado de ser suficientes.
El día en el que todo cambió comenzó como cualquier otro, con una rutina a excepción de una cosa; no besé su mejilla cuando me levanté de la cama. Quizá suene como un gesto insignificante, pero para mí era parte importante de mi día a día, sin embargo, en esa ocasión no tuve ganas ni de acercarme a su cuerpo. Me vestí, intentando no hacer ruido para no despertarlo y bajé a la cocina para comenzar a preparar el desayuno. Estaba inmersa en mis pensamientos, dándole la espalda a la puerta, cuando escuché su cálida voz.
—Milk —me llamó. Di media vuelta y mis ojos se encontraron con el hombre más atractivo del planeta; vestía solamente con ropa interior y permanecía de pie mirándome con los brazos cruzados y una amplia sonrisa en el rostro.
—Buenos días, Goku —le saludé, sin mucho ánimo.
—¿Te sucede algo? —preguntó—. Llevo aquí un rato mirándote y ni si quiera lo notaste.
—¿En serio? —fingí sorpresa—. No es nada, sólo estaba un poco distraída.
—Pues entonces has estado muy distraída últimamente. Van varias veces que te encuentro así.
Pasó su brazo detrás de su cabeza y rascó su nuca, con una expresión un tanto graciosa en el rostro. No le quedaba nada bien fruncir el entrecejo, a él le iban mejor las sonrisas. La verdad era que me moría de ganas de contarle lo que me estaba pasando, pero no sabía cómo hacerlo. Goku no es una persona con la que se pueda hablar seriamente. A veces es tan ingenuo que siento que hablo con un niño pequeño.
—¿Tienes hambre? —le pregunté, aunque ya sabia la respuesta. Fue lo único que se me ocurrió para distraerlo y poder cambiar el tema—. El desayuno está casi listo.
—¡Sí! Ahora que lo dices, ¡me estoy muriendo de hambre!
Ahí estaba otra vez esa sonrisa que me volvía loca pero que al mismo tiempo había dejado de ser suficiente para apaciguar mis dudas. En esos momentos no podía evitar pensar que él solo permanecía a mi lado por la comida y no por sentir algo por mí.
Tomó asiento en una de las sillas del comedor, dándome la espalda, y esperó con paciencia a que todo estuviera listo. «Me pregunto si le gustaré como mujer, si me querrá aunque sea un poquito» pensé mientras iba colocando todos los platillos que había preparado esa mañana. Goku de inmediato comenzó a devorarlo todo, sin ni siquiera mirarme o esperar a que yo también hubiera tomado asiento, para desayunar juntos como la familia, que se suponía, éramos en ese momento.
Las cosas no pueden seguir así. No seré capaz de vivir con esas dudas el resto de mi vida. «Si al menos supieras y entendieras lo mucho que te amo» pensé, pero tal vez debí decirlo.
