I.
—¿Estás burlándote de mí? —la voz de Ichimatsu cada vez iba apagándose más, sentía que le faltaba el aliento, mientras Karamatsu seguía besando su cuello.
—¿Por qué me hablas de ese modo? —susurró Karamatsu e Ichimatsu tuvo que aferrarse a la espalda de éste para evitar resbalarse—. ¿Acaso estás tratando de seducirme, eh…?
La manera en que le hablaba mientras le besaba, con ese tono sugerente. Ichimatsu le miró y se mordió los labios. Él era el único que estaba provocándole.
Joder, que apestaba a alcohol, y aún así Ichimatsu lo quería en su boca, robándole la respiración.
Karamatsu entrecerró los ojos ante la falta de respuesta y le empujó aún más contra la fría superficie de la pared.
—Vamos, dime —jadeó, acercándose a su oído. Dejó que su respiración desigual chocara en el lóbulo de Ichimatsu antes de dirigirse a su boca.
No fue suave ni gentil. Ichimatsu no pudo evitar estremecerse al sentir los dedos de Karamatsu colándose bajo la prenda que llevaba, mientras éste le mordía los labios y deslizaba su lengua dentro, sin darle tiempo para nada.
Era demasiado rudo y a Ichimatsu le gustaba. Realmente le gustaba.
Karamatsu se separó un poco de su boca. Tomó una de las manos de Ichimatsu y la dirigió hacia su entrepierna, oprimiendo.
—Toca aquí… —masculló, juntando sus labios una vez más. Ichimatsu sintió sus mejillas acalorarse, había sido demasiado directo—. ¿Puedes sentir… cómo me tienes?
—Oh… —Ichimatsu exhaló con dificultad. Frotó lentamente el bulto que sobresalía entre los pantalones de su hermano, algo conmocionado y confundido sobre qué debía realmente hacer.
Podía incluso sentir su propia parte baja incomodarle, la ropa interior se estaba sintiendo demasiado ajustada. Estaba metiéndose en un real lío. Miró alrededor por si alguno de los demás andaba cerca, pero entonces Karamatsu presionó aún más su mano.
—Quiero que cuando me toques—susurró pausadamente—...me mires a los ojos.
Una media sonrisa apareció en los labios de Ichimatsu.
—¿Ah, sí? ¿Y qué pasa si no lo hago? —habló en voz baja, con un ligero tono desafiante.
Karamatsu pareció notarlo porque indiscriminadamente hizo que Ichimatsu moviese la mano en su erección, restregando la palma en lentos y desesperantes movimientos circulares.
—¿Crees que es correcto dejar a tu hermano mayor en estas condiciones?
Ichimatsu pestañeó varias veces para poder acostumbrarse a la cegadora luz del día que se había colado en la habitación. Incorporándose lentamente, miró a su alrededor. Casi todos los demás ya se habían levantado a excepción de Karamatsu, que prácticamente dormía boca abajo.
No era de extrañarse, anoche había bebido demasiado.
Ichimatsu se levantó del futón encaminando hacia la salida. Sus comisuras se alzaron en una media sonrisa al ver a su hermano mayor de ese modo. Ni siquiera recordaba con claridad en qué había quedado lo de anoche, por su mente pasaban tantas situaciones posibles. Karamatsu era una persona totalmente diferente cuando llevaba varios vasos de alcohol encima.
Al salir, se encontró con Choromatsu leyendo algo y Osomatsu sentado junto a él. Ambos levantaron la vista al verle cruzar el umbral y le saludaron como de costumbre a cada mañana.
Ichimatsu tomó su parte del desayuno, y tras cambiarse de ropa salió a comprar un poco de alimento para gatos, ya que el día anterior se había acabado los últimos paquetes que había traído. En el camino incluso se había topado con Jyushimatsu en su práctica de béisbol diaria, todo parecía ir como siempre. Al volver casa después de su compra, ni siquiera se impresionó al ver una nota en la sala de estar.
«Pajamatsu, Totty y yo fuimos al Pachinko. No te esperamos porque supusimos que no habrías querido ir. Y Karamatsu, bueno, mejor que siga durmiendo. No quemes la casa.
—Osomatsu»
Ichimatsu depositó la bolsa donde llevaba el alimento de gatos a un costado y arrugó la nota, volviendo a dejarla en su lugar con total desinterés.
—Ah, mi cabeza… —unos pasos acercándose hicieron que Ichimatsu se voltease. Saliendo de la habitación, Karamatsu caminaba apenas sosteniéndose de las paredes. No tardó en darse cuenta de su presencia—. Ah… Ichimatsu, my brother —saludó, aproximándose como pudo a éste. Ichimatsu le miró en silencio. Lucía patético intentando parecer genial aún en ese estado—. ¿Y los demás?
—Pachinko —contestó Ichimatsu con simpleza.
—¿No quisiste ir? —le preguntó Karamatsu tras un instante, sentándose en torno a la pequeña mesilla de la sala central.
—Se fueron antes que volviese de comprar —respondió Ichimatsu, alzándose ligeramente de hombros antes de mirar a Karamatsu. Éste fue asintiendo lentamente, desviando la vista, comprendía que de igual modo Ichimatsu no hubiese ido, nunca había parecido realmente interesado en eso.
—Ya veo —exhaló Karamatsu.
Pero Ichimatsu no le había mirado precisamente por ello.
Alzando una ceja, continuó observando a su hermano mayor sin decir nada. ¿Qué pasaba con esa actitud tan… casual?
¿Tan "nada ha pasado"?
No era que fuese la primera vez que sucedía algo parecido, pero Karamatsu tenía la costumbre de hacer alusiones implícitas, decir algo al respecto. Hacer de cuenta que nada había sucedido era su trabajo, no el de él.
Para Karamatsu fue sencillo darse cuenta de lo incómodo que se había tornado el ambiente.
—¿Pasa algo? —preguntó. Ichimatsu chasqueó la lengua y rodó los ojos.
—Hueles demasiado a alcohol —se quejó en voz baja—. Es molesto.
No era cierto, pero qué importaba. Ichimatsu se dio la vuelta dispuesto a ir en busca de su compra para ir a alimentar a sus amigos gatos, cuando escuchó a Karamatsu tras él.
—¿Tú crees? —Ichimatsu se detuvo al oírle—. Creí que ayer te gustaba.
—Te equivocas —susurró aún de espaldas a su hermano, y tras unos segundos volvió a encaminarse en dirección a la bolsa que yacía a un costado de la sala—. Ni siquiera sé de lo que hablas.
—Ichimatsu —le llamó entonces Karamatsu.
Algo en su voz había sonado diferente. Ichimatsu no pudo evitar sentirse particularmente atraído.
—¿Qué?
Ichimatsu no se percató de que Karamatsu se había levantado de su lugar hasta que le obtuvo rodeándole por detrás, acercándose a su oído.
—No creas que se me olvida que tenemos algo pendiente.
…Por supuesto que no.
Los labios de su hermano mayor fueron deslizándose por su cuello, haciendo que temblara, removiéndose débilmente contra él.
—Tienes una marca aquí —Karamatsu dijo. Aquella vaga sensación de complacencia en su voz era sencilla de interpretar—…¿Quién será el culpable?
Ichimatsu sonrió de lado. Probablemente era de la noche anterior.
—Pues no lo sé.
—¿No lo sabes? —continuó Karamatsu, levantando un poco la prenda superior que su hermano menor llevaba. Le provocaba demasiado que Ichimatsu se hiciese el desentendido.
—No… —jadeó Ichimatsu al sentir el contacto de los dedos de Karamatsu chocando contra su piel en lentas caricias—…Por favor, recuérdamelo…
Karamatsu no pudo contenerse más.
Sin perder tiempo, llevó a Ichimatsu hacia el cuarto de baño, cerrando la puerta, y apenas puso el seguro detrás de sí, Karamatsu le atrajo hasta su boca, besándole.
Ichimatsu estuvo muy lejos de querer negarse, y mentiría si dijese que no le gustaba el modo en que Karamatsu le obligaba a abrir los labios para meter su lengua, mordiéndolos, mientras sentía cómo crecía la erección de éste ahí abajo.
—Nii-san… —Ichimatsu susurró, separándose un poco para coger aire, frotándose contra la entrepierna de su hermano mayor—Nii-san, estás poniéndote demasiado duro.
Karamatsu se apoyó contra la puerta, Ichimatsu rara vez solía llamarle de ese modo, sentía que iba a correrse ahí mismo.
Levantando una de sus manos, Karamatsu la ubicó en el mentón de Ichimatsu, alzándolo hacia él.
—¿Disfrutas haciéndome esto, Ichimatsu? —habló con voz rasposa frente a su boca—¿Por qué no… te haces cargo, mhn?
Ichimatsu se mordisqueó el labio inferior, ver a su hermano mayor en ese estado, tan caliente y necesitado por él era precisamente lo que buscaba. Le hacía sentir un poco culpable.
Pero le tenía exactamente donde quería.
Bajo la atenta mirada de Karamatsu, Ichimatsu se sentó sobre sus rodillas frente a él, entrecerrando los ojos, jugando un poco con la cremallera del pantalón de Karamatsu hasta abrirla por completo.
Mientras movía sus dedos sobre la húmeda tela del bóxer, pensaba en lo de la noche anterior. ¿Cómo habrá terminado? Descendió los bordes de la ropa interior de su hermano, dejando al descubierto su miembro, tomándolo con ambas manos. Karamatsu exhaló el aire retenido e Ichimatsu fue acercando su boca. Latía demasiado.
Aquello le hizo recordar lo de hace unos días atrás, cuando estaban bebiendo los seis en casa. Karamatsu, jadeante, le había susurrado al oído lo mucho que quería ver de nuevo «esos bonitos labios suyos, hinchados, en su entrepierna», a sabiendas de que no podían hacer nada porque los demás estaban rondando allí a cada momento. Esa noche Ichimatsu tuvo que encerrarse en el baño, masturbándose, imaginando a Karamatsu follarse su boca, gimiéndole frases sucias en inglés.
Dejó que su aliento caliente chocara en la palpitante erección de Karamatsu, apretando la lengua contra la punta, sonriendo al oír a su hermano mayor exhalar con dificultad. Ichimatsu aún no se lo metía a la boca y Karamatsu ya estaba en su límite; principalmente por la idea de tener a su hermano menor de rodillas frente a él, tentándole de esa manera.
Quería ya sentir la humedad de su boca.
Arrastrando la lengua por la base, finalmente Ichimatsu introdujo en su boca la mayor cantidad de él como pudo. Karamatsu cerró los ojos y siseó en voz baja, con las comisuras de los labios temblándole. Estaba perdiéndose en la sensación de la boca de Ichimatsu y la forma en que sus labios se adaptaban perfectamente a su longitud.
Ichimatsu deslizó el duro miembro de Karamatsu en su boca un par de veces, chupando y lamiendo la parte trasera de su pene. Karamatsu, por su parte, buscaba inútilmente aferrar sus manos a algo, preso de la desesperación; no era difícil de adivinar que quería tomarle del cabello y empujarle contra su erección, obligarlo a metérsela toda en la boca, pero estaba conteniéndose, de modo que Ichimatsu alcanzó una de sus manos y la llevó hasta su nuca. Karamatsu tragó en seco y enredó los dedos en el cabello de su hermano menor, tirando suavemente. Ichimatsu soltó un quejido que no hizo nada más que hacerle perder la poca razón que le seguía quedando.
Supo que no iba a poder seguir así mucho tiempo.
Con un silencioso jadeo, comenzó a mover sus caderas lentamente, halándole del cabello. Los ojos de Ichimatsu se humedecieron y sostuvo con su mano la parte que no podía abarcar, tocando, frotando. Karamatsu tiró más de su cabello e Ichimatsu no pudo evitar ahogar un gemido contra su pene.
Fueron sólo unos empujes antes de que Karamatsu se corriera profundamente en su boca, con la mano enredada en su cabello.
Ichimatsu se levantó. Mirando a Karamatsu con una sonrisa de medio lado, se abrió paso y salió del cuarto de baño mientras se limpiaba los labios con el dorso de su mano.
A Karamatsu le tomó un momento reaccionar. Agitado, se cerró los pantalones dispuesto a seguirle, pero entonces se escuchó a distancia el ruido de la puerta principal de la casa abriéndose, haciendo que se detuviera. Tras ello, pudo oírse la voz de Jyushimatsu y Osomatsu.
—¡Estamos en casa!
