Disclaimer: Blue Gender y sus personajes son propiedad de Ryousuke Takahashi

Hola, gracias por entrar n.n

Aunque no puedo decir que este animé me haya gustado mucho, siempre me resulta por demás interesante imaginar un futuro apocalíptico, es uno de mis temas favoritos en cuanto a ciencia ficción. La escena que he imaginado es muy sencilla, sólo quise hacer mi aporte al fandom.

Disculpen por los posibles fallos que puedan encontrar y gracias por leer :D


El azul del cielo


Yuji tendió la copa primero.

-Por el azul del cielo.

Aunque sonó algo melancólico, Marlene le siguió con una sonrisa.

-Por el azul del cielo, nuestro regalo para nuestro bebé.

El vientre crecía con salud. A pesar de la escasez de recursos, sabían apañárselas para subsistir gracias a lo aprendido en las pequeñas aldeas sobrevivientes, aquellas que nunca perdieron la fe en la tierra. Ahora les tocaba a ellos darse la oportunidad.

Que el único azul amenazante fuese el del cielo cubriéndose de nubes ya era todo un milagro. A veces, todavía se despertaban sobresaltados en el medio de la noche después de haber oído un ruido o después de un sueño ambiguo y angustiante, para comprobar que sólo se trataba de sus propios temores. Ya no había nada, ya ningún blue podría destruirlos.

Pero habían sido soldados, guerreros, y como tales aún actuaban. No podían evitarlo. A Yuji le costó semanas convencer a Marlene que las trampas no eran necesarias, que los sistemas de alarma les hacían perder tiempo y material… Pero hasta él mismo en ocasiones volvía a observar sobre su hombro, como si una sombra lo estuviera acechando.

Sólo se trataba de sus propios temores…

-Por esta segunda vida que se nos ha concedido –murmuró Yuji volviendo a llenar los vasos con el agua conseguida del deshielo.

-Por esta segunda vida, y por la nueva que está por venir –le siguió Marlene, que comprendía aquella tristeza así como aquél tímido asomo de esperanza.

El cielo se extendía tan pródigo sobre sus cabezas… Y por eso mismo, de tiempo en tiempo, les agobiaba cierta incertidumbre. Sin embargo, a Marlene le bastaba acariciar su vientre para calmarse y tomar la mano de Yuji para recordar que seguían siendo dos, que pronto serían tres y que el azul sobre sus cabezas ya no podía hacerles daño.

-Porque algún día recordemos lo que era sentirse dichoso.

Marlene nunca había experimentado antes esa sensación.

-Por conocer la dicha, por la promesa que crece en mi vientre.

Bebieron y guardaron silencio. En lo alto, el cielo del día trocaba en otro más oscuro, aunque las estrellas mitigaban en parte el desasosiego que generaba. Había demasiadas variedades de azul, y no todos los reconfortaban.

Luego se acostaron tomados de las manos, de cara al azul del cielo al que querían, al que deseaban acostumbrarse.

-Cuando crezca, le diremos que somos pocos en la tierra porque recién estamos empezando.

Marlene sonrió con entendimiento.

-Cuando sea capaz de observar lo que vive a su alrededor, lo amará y sabrá adónde pertenece.

Yuji suspiró, profundamente aliviado. No sabía a quién agradecerle por ese regalo para su hijo, un regalo que ni el miedo ni la incertidumbre podrían profanar. En todo caso, cuando le tocase experimentarlos, tendría a quiénes recurrir y un lugar al que llamar hogar.