Hola. Bueno este fic lleva en mi mente por miles de años ya, y aunque desde hace tiempo tengo escritos varios capítulos, me di cuenta de que quería publicarlo y así tener una razón para terminarlo.
Esta inspirado en dos dramas coreanos que me gustaban mucho hace tiempo, y que tienen cosas similares. Así que hay algunas escenas que pueden tener un parecido muy notorio con dichos dramas.
Creo que es importante que tengan en cuenta dos cosas: la primera es que este fic no cuenta con beta reader, así que desde lo más profundo de mi corazón espero que esté bien. Lo segundo, que Kurt nunca conoció a Blaine ni a los Warblers, y mucho menos a Sebastian.
Eso es todo. Espero que les guste y no olviden comentar :)
Chapter Management
—No lo conseguí.
Las palabras salieron de sus labios tan fácilmente que parecía que no tuvieran importancia. Sentía como las lágrimas se acumulaban en sus ojos y el papel se deslizaba por sus dedos hasta llegar al suelo. Nada tenía sentido. El mundo estaba pasando en cámara lenta a su alrededor y era poco lo que podía procesar.
Rachel se acercó a él y lo abrazó mientras Finn ponía su mano en su espalda y lo acariciaba lentamente, tratando de consolarlo.
—No lo conseguí— repitió.
De repente, el mundo cambió. Rachel y Finn ya no estaban. Miro alrededor y estaba oscuro, se movió y lo que sintió era familiar, horriblemente familiar. Conociendo el procedimiento se sentó lentamente y levantó su mano para levantar la tapa. Sabía perfectamente cómo se sentía estar dentro de un contenedor de basura, tantos años de terminar allí no te dejan olvidarlo así de fácil, pero ¿Qué hacía en una contenedor de basura? ¿Dónde estaban Rachel y Finn?
Levantó la tapa lentamente y vio que no estaba en la escuela. Salió del contenedor y tuvo que sostenerse para no desmayarse al ver la ropa que llevaba. Parecían trapos viejos y olían mal, tocó su rostro y este estaba lleno de cabello facial, sus manos estaban sucias y su boca sabía como si hubiera comido del contenedor. Entró en pánico, no sabía en donde estaba y al mirar alrededor no reconoció el lugar.
Empezó a caminar para buscar un teléfono o a alguien, y notó que no llevaba zapatos y sus pies estaban sucios también. Salió del, ahora aparente, callejón tratando de buscar ayuda y al doblar la esquina vio a una pequeña chica saliendo de un restaurante con un alto chico a su lado, junto a ellos habían dos adultos también. Rachel, Finn, Carole y Burt estaban ahí para alivio de Kurt. Corrió hasta ellos gritando sus nombres y sintiendo que nunca antes había estado tan feliz de verlos, pero cuando los aludidos voltearon sus rostros, estos se tornaron en una mueca de desagrado y se fueron.
Kurt corría tras ellos y gritaba.
—¡Esperen! ¡No se vayan!
Ellos se reían y Kurt no sabía qué era tan gracioso.
—Vete—dijo su padre—, no quiero un hijo fracasado.
—Amigo, te ves asqueroso— dijo Finn con una mueca de asco mayor.
—Cariño, vete antes de que llamemos a la policía— Carole parecía avergonzada
—Tu sentido de la moda murió Kurt, al igual que tu voz y tu carrera—terminó Rachel.
Y entonces desparecieron dejando a Kurt solo. Lágrimas empezaron a salir de sus ojos nuevamente mientras las palabras de su familia se repetían una y otra vez en su cabeza.
Abrió los ojos lentamente y la pesadez en su corazón no le permitía ver en donde estaba. Suspiro en señal de alivio al ver que estaba en su cuarto y que, de nuevo, todo eso solo fue una pesadilla. Tener pesadillas sobre su familia abandonándolo por no haber conseguido la beca para entrar a NYADA, era algo común para Kurt ya que se hacían más y más frecuentes con el pasar de los días.
Hacía ya un mes después de la graduación y aún era verano. Después de recibir su carta de NYADA, su mundo se había venido abajo. Tenía todo planeado; vivir en Nueva York, estudiar en NYADA, volver los fines de semana a Lima para visitar a su padre y trabajar en Broadway algún día. Todo se había ido al olvido.
Sin embargo, Kurt Hummel no se rendiría, si debía esperar para volver a audicionar entonces esperaría. Después de todo, Kurt sí paso a NYADA, pero no había conseguido la beca que necesitaba para estudiar allí. Según lo que decía la carta, Kurt, como hijo de un congresista, no podía aplicar al programa de becas totales ya que sería injusto para los demás aspirantes. La beca total que Kurt había solicitado cubría todos sus gastos, desde matricula hasta los gastos del campus y su estadía allí. Pero como Burt ahora era congresista, Kurt ya no podía aplicar a ese programa de becas, debía aplicar a otro, uno que cubría ciertos gastos, pero no todos. Así que, en consecuencia, Kurt debía conseguir el 60% restante (aproximadamente 9 mil dólares) de los gastos que no cubría la beca durante cada semestre, debía presentarse de nuevo (por suerte, su aplicación a NYADA y los resultados de su audición seguirían intactos así que no tendría que competir contra nadie), hacer todos los papeleos de la beca del 40% y empezar sus clases en la primavera.
La carta terminaba con un "Lo invitamos a aplicar en alguno de los programas con los que cuenta la Academia De Artes Dramáticas De Nueva York el año siguiente" Y era justo lo que Kurt haría. No era como si su vida se hubiera acabado, como pensó al principio, solo era un pequeño inconveniente en el camino a Broadway de Kurt Hummel. Obviamente, no fue fácil conseguir calmarse y pensar así. Luego de que recibió su carta, Kurt estaba en pánico, creyendo que su familia y amigos se decepcionarían de él y lo abandonarían; pero todo lo que paso fue "no te preocupes hijo, pensaremos en la manera de conseguir el dinero" y "Estuviste genial en tu audición de todas formas". Todos parecían creer que Kurt era perfecto para esa escuela, y le decían que solo era un inconveniente o "Sigue adelante y no dejes de creer" en palabras del señor Schue.
Esperaría seis meses antes de entrar, mientras tanto podía juntar el dinero necesario, conseguiría trabajos y ahorraría todo para pagar NYADA el año próximo. Con el dinero extra del empleo de Burt como congresista solo le harían falta 7 mil dólares.
Su familia ya había decidido ayudarle; Burt gastaría menos y trabajaría en el taller los domingos también, Carole conseguiría un empleo de fin de semana para poder ganar más, y Finn dijo que comería menos, lo cual fue lo más difícil de creer. A pesar de que les dijera que no debían hacerlo, ellos no escucharon, diciendo que Kurt merecía entrar a esa escuela y que ellos lo ayudarían a hacerlo.
Al principio, el plan de su familia era efectivo (y adorable), pero a medida que pasaban las semanas, su padre y Carol parecían más agotados que nunca y Finn se veía más delgado (lo cual era extraño ya que comía en casa de Puck). La culpa lo consumía al verlos así, cansados y trabajando por conseguir que lograra su sueño. Lo peor de todo, era que el trabajo de Kurt no era muy bueno. Trabajaba en el mismo lugar en el que solía estar todas las tardes antes de graduarse. No, no era la escuela, era el Lima Bean. Era el nuevo vendedor de caja del café. El lugar era familiar y Kurt conocía a la perfección el menú, pero la paga era miserable, su jefe era mezquino y no estaba ganando mucho para NYADA.
Era sábado en la mañana y Kurt trataba de deshacerse de dolor que sentía tras tener aquella pesadilla. Se levantó rápidamente ya que debía llegar al trabajo en dos horas y si llegaba tarde le descontarían eso de su sueldo.
Luego de bañarse, vestirse y peinar su cabello Kurt bajó las escaleras para ir a la cocina y desayunar. Para su sorpresa, Finn ya estaba despierto y comía un plato de cereal mientras veía televisión en la cocina.
—Buenos días.
—Buenos días ¿Ya vas a trabajar?
—Sí— respondió. No quería sonar tan desanimado ya que, después de todo, estaba haciendo esto para entrar a la escuela de sus sueños.
En otras noticias, ayer, el heredero del grupo S&S, Sebastian Smythe fue detenido por las autoridades del distrito de Westerville, en Ohio, por conducir en estado de embriaguez. Según las autoridades, el joven llevaba tres pasajeros más, los cuales también se encontraban bajo efectos del alcohol. Aquí el video de cuando nuestros periodistas trataron de conseguir una declaración del joven, esta fue su reacción.
"Aléjense"
"¿Considera usted que es este el comportamiento que el heredero del grupo S&S debe tener?"
"Bastardos ¡Aléjense!"
Esta mañana la ex presidenta del grupo, Amanda Smythe, habló en representación de su nieto diciendo que el joven aparentemente está bajo demasiada presión y que en nombre de la familia Smythe pide una disculpa a los reporteros, a los policías y a todos los americanos que pueden sentirse ofendidos por su comportamiento.
Recordemos que el joven Smythe volvió de Paris, lugar de residencia de su madre, para ser la cabeza de la empresa familiar y está previsto que tomará control completo de la reconocida cadena de centros comerciales y hoteles a principios del mes de Agosto.
Continuando con otras noticias, Hoy, la embajada de Corea Del sur en…
—Finn, baja el volumen— dijo Kurt, quien había escuchado y visto toda la noticia.
—Amigo, ese chico tiene problemas— comentó Finn.
—Claro que no— dijo Kurt, de repente irritado por el comentario de Finn-, es solo un engreído y malcriado niño mimado que tiene que sentarse en una silla lujosa y esperar que todos trabajen para él, mientras decide qué hacer con todos sus millones de dólares.
Finn no fue capaz de comentar nada más ya que había notado la amargura en el tono de Kurt.
—Como sea. Me voy o llegaré tarde.
—Adiós Kurt— Pero ya era tarde, Kurt ya había abandonado la cocina de mal humor.
Llegó con veinte minutos de retraso y rogó a quien fuera que estuviera allá arriba que su jefe no lo notara. Entró sigilosamente para no ser visto pero, como todo en su vida últimamente, falló. Su jefe se acercaba a la entrada en donde se encontraba Kurt, con una expresión de enfado.
—Veinte minutos tarde, señor Hummel— dijo el hombre. Era más bajo que Kurt, incluso más bajo que Rachel y tenía una enorme barriga acompañándolo a todos lados.
—Lo lamento señor Parker.
—Muchacho ¿En serio quieres que te descuente el tiempo de tu sueldo?
¡Bah! Son solo veinte minutos, Pensó Kurt. Sin embargo, decidió responder:
—No, señor.
—Entonces intenta cumplir con el horario de manera estricta como está establecido en el reglamento de empleados, página 12 artículo 4.
El señor Parker siempre hablaba del reglamento de empleados como si fuera la Biblia o el Corán, solía citar las reglas a la perfección.
—Sí, señor.
—Espero que haya quedado claro, no toleraré una falta más. Ahora, ve a trabajar muchacho y no me hagas arrepentirme— Y con esto el hombrecito barrigón se fue.
Sería un largo día en el Lima Bean para Kurt.
Para cuando el reloj marcaba las cuatro y treinta de la tarde, Kurt estaba empezando a creer que el tiempo dentro del café no corría. Lo que más deseaba era poder ir a su casa y descansar en su enorme sofá mientras vencía a Finn y Sam jugando videojuegos.
Y si tan solo esa niñita se apresurara en ordenar, todo sería menos abrumador para Kurt.
—Mmmmm quiero…..mmmmm— La niñita de cabello rubio y aparentes seis años, tenía uno de sus dedos en su boca, mientras trataba de decidir que galleta quería—Mmmm… ¡Chispas de chocolate!— dijo finalmente.
Aliviado de que no durara más tiempo y no hiciera esperar a más personas, Kurt le pasó la galleta a la niña y cobró. Clientes así son molestos, pensó Kurt, pero estaba casi seguro de que él mismo debió ser así cuando pequeño.
El alivio se fue de su cuerpo cuando vio que la siguiente persona era una anciana de muchos, muchos años de edad y que llevaba un pequeño bastón con ella.
—Bienvenida al Lima Bean ¿Qué desea comprar?— Dijo Kurt, dispuesto a tener aún más paciencia con la anciana, porque, al parecer, necesitaría mucha más.
La anciana miraba confundida alrededor y Kurt comprendió que no respondería a su pregunta.
—¿Le gustaría probar nuestro café?— preguntó tratando de agilizar las cosas ya que aún había una enorme fila de clientes esperando.
—¿Ca- café?— Su confusión hacia que Kurt pensara que estaba perdida o algo parecido.
La gente comenzaba a murmurar y a verse impaciente, había algunas caras molestas y resoplos enojados. Kurt intentó ignorar cómo la gente dirigía las miradas a él y se concentró en ayudar a la anciana.
—¿Viene a comprar algo?— preguntó Kurt, usando su tono más cortés.
Y de nuevo, la indecisión en su rostro le dijo que no respondería. Ella dirigía una mirada inocente a Kurt que lo hacía sentir apenado, casi culpable, y que lo desconcentraba aún más.
—¡Ah! ¡No tengo todo el jodido día para esto!
Una voz fría y llena de enojo se oyó al final de la fila. Un chico alto, de cabello castaño claro perfectamente arreglado, que llevaba puestos unos lentes de sol y su ropa, que a pesar de lucir costosa, no estaba muy a la moda, se acercaba decididamente a la registradora entre los demás clientes, haciéndolos a un lado. La increíble arrogancia con la que caminaba hacia él hizo que el estómago de Kurt se retorciera.
Cuando el chico finalmente llegó al mostrador, apartó con su mano a la anciana, haciéndola tambalear.
—Te daré cien dólares si me das uno grande negro sin azúcar, un latte y una de esas galletas— dijo en un tono demandante señalando al mostrador en donde se encontraban las enormes galletas. Por alguna razón, Kurt de inmediato supuso que era así como el chico solía pedir las cosas.
—¿Disculpa?— dijo Kurt sin poder entender lo que estaba ocurriendo.
—¿Eres sordo?— el chico hizo un sonido de exasperación—. Dije que te daré cien dólares de propina si tomas mi orden ahora.
Kurt tenía el presentimiento de que esto no terminaría bien.
—¿Tu orden?— Kurt aún no podía creer lo cínico que este arrogante estaba siendo, era como si en serio planeara pasar primero en la fila ofreciendo dinero.
Se quitó los lentes y Kurt no pudo evitar sentir que lo había visto antes, solo que no recordaba en dónde.
—¿Eres estúpido o qué? Te dije que tomaras mi jodida orden.
Y entonces Kurt perdió la paciencia. Su día no podía empeorar. Llegó tarde al trabajo, el día pasaba lo más lento posible, tenía clientes indecisos y otros molestos, y como si fuera poco, tenía a un patán de primera en frente suyo con el que lidiar.
—¿Y tú, quién crees que eres para ser atendido antes que todas las personas que sí se formaron? ¿Crees que solo porque tienes dinero todo será como quieres?
La mueca del rostro del arrogante patán cambió por un segundo a un gesto de confusión, como si no esperara una respuesta así. Pero una vez más volvió a la mueca de antes.
—Mira cariño, no tienes idea de quién soy. Así que ¿por qué no tomas mi orden de una vez y aceptas el dinero? Dado que al parecer lo necesitas— El tono con el que terminó de hablar y la mirada que le dio, hicieron que en el fondo, muy en el fondo algo en el corazón de Kurt se comprimiera. En parte era verdad, pensó. Sí necesitaba el estúpido dinero y cien dólares de propina no le caerían mal, pero por ningún motivo dejaría a un patán como él salirse con la suya.
—Yo no necesito dinero de alguien como tú.
—¿Como yo?
—Sí, como tú, un engreído que cree que todo lo puede conseguir con dinero. Solo vas por la vida creyendo que todo lo que quieras te será dado. Eres un malcriado y mimado niñito que no tiene modales. Ahora si me disculpas, tenía a un cliente que atender antes de que…— Kurt no pudo terminar la frase ya que al voltearse a buscar a la ancianita que momentos antes había sido echada a un lado, ésta no estaba.
Y al parecer, el niño mimado no consideraba terminada la conversación ya que siguió hablando.
—¡Ah! por favor ¿vas a negar que no necesitas el dinero? Solo mírate.
—Sebastian, por favor detente— Una mujer mayor apareció al lado del engreído imbécil y trataba en vano de tomarlo por el brazo. Llevaba lentes oscuros y ropas aparentemente costosas al igual que él. Era bastante familiar pero Kurt no podía decir en dónde la había visto.
—Mira— dijo Kurt frotándose la sien, en serio estaba molesto y lo último que quería era seguir discutiendo—. Si quieres que te atienda, fórmate como todos los demás. Que tengas más dinero no te hace especial.
—¿Hay algún problema?— El señor Parker se aproximaba. Dirigía una de sus muy famosas miradas de Te estoy vigilando hacia Kurt.
—Mmm— Esto no podía empeorar para Kurt.
—Oh por supuesto que lo hay. Este empleado se niega a tomar mi orden— El idiota hizo un gran énfasis en la palabra empleado.
—¿Cómo es eso posible, Kurt?
—Señor Parker, puedo explicarlo.
—¿Por qué te negaste a atender a un cliente?
—Porque él se saltó la fila, estaba allá atrás y luego vino a ofrecerme dinero para atenderlo, él…— pero Kurt fue interrumpido por el señor Parker.
—¿Dinero?
—Sí, cien dólares de propina si tomaba mi orden— dijo el chico como si el asunto no fuera nada más allá de lo normal.
Por un segundo, Kurt pudo ver el brillo avaro en los ojos de su jefe y suspiro porque ya sabía lo que seguía.
—Kurt— su mirada estaba llena de codicia—, sigo sin entender la razón del por qué no atendiste a este caballero.
—Porque, señor Parker, él se saltó la fila, atenderlo no sería justo para todas las personas que han esperado formados.
—No seas tonto y atiéndelo— el señor Parker se había aproximado a Kurt y había susurrado en su oído.
—Pero… No— no importaba cuán tonto pareciera, Kurt Hummel había sido educado de esta manera y no iba a hacer algo como eso solo por alguien que se sentía superior a los demás por su dinero—. No lo haré.
—¿Cómo te atreves a desobedecer? ¿Quieres que lo saque te tu sueldo?
La sonrisa malévola en los labios del imbécil después de esto no podía ser más grande, miraba a Kurt con algo muy parecido a desprecio.
Y en ese momento Kurt no lo soporto más. Tal vez fue el cansancio del día, tal vez las ganas de irse del café o tal vez la mueca burlona en los labios del engreído, pero Kurt explotó y nada más importaba.
—Bien, hágalo. No me importa— respiró una y dos veces—, renuncio. No voy a soportar esto una vez más. No atenderé a un niñito mimado y engreído que cree que es mejor que el resto del planeta solo porque tiene más dinero— apuntaba con su dedo al idiota y su voz fue poco a poco subiendo de volumen—. Me largo. Y para su información señor Parker, esa es la combinación de zapatos y pantalón más patética que he visto en mi vida—para cuando terminó de quitarse el delantal oficial del Lima Bean, tanto el señor Parker como los demás clientes lo miraban en silencio con la boca semi abierta. No se molestó siquiera en voltear a ver qué cara tenía el idiota, ya no importaba.
No supo realmente cuándo había llegado a su cuarto, pero mientras se recostaba y se permitía a si mismo envolverse en la música, nada era importante. Más tarde pensaría en dónde buscar otro empleo y en cómo decirle a su papá que había renunciado.
—Kurt. Amigo, despierta.
Abrió lentamente los ojos y pudo ver a Finn.
—¿Qué pasa, Finn?
—Hay alguien en la puerta que quiere verte.
—Si es Britt de nuevo dile que estoy bien o que me mudé a Canadá.
—¿Qué? No, no es ella. Es una señora.
—¿Una señora? ¿Qué señora?
—La de la televisión, la que estaba en las noticias esta mañana.
Ante esto, Kurt se sentó completamente. Por fin lo había recordado. La mujer que había visto en el café junto al engreído era la antigua presidenta del grupo S&S y el idiota que le ofreció dinero era el heredero.
—Tienes que estar bromeando— dijo, más para sí mismo que para Finn.
—No amigo, es ella. Creí que vendría con el heredero, el ebrio, pero no. Está sola… bueno, viene con tres hombres vestidos de negro. Amigo, parecen agentes secretos— Era difícil rodar los ojos ante eso ya que la tímida luz que siempre aparecía en los ojos de Finn cuando estaba muy emocionado, estaba allí y Kurt adoraba cuán feliz se veía.
—Eh… Dile que voy en seguida.
En cuanto Finn abandonó el cuarto, Kurt dejó que toda la confusión y la ansiedad se apoderaran de él.
¿Y si venía a hablarle sobre lo que pasó en el café? ¿Y si venía a demandarlo o algo parecido? Bueno, el engreído se lo había buscado, pero ciertamente no estaba de ánimos para lidiar con otro engreído Smythe. Además ¿Cómo había podido localizarlo?
Arregló su cabello y su ropa. Lentamente bajaba las escaleras cuando vio algo que no esperaba ver. Tres hombres altos (Uno de ellos se veía aún más alto que Finn) estaban parados en la entrada de la casa, y en la sala estaban Finn y la señora Smythe jugando videojuegos.
Kurt aclaró su garganta y tanto Finn como la señora voltearon a verlo. Ella era hermosa: su cabello lacio era de un color castaño claro y caía sobre sus hombros, sus ojos eran de un resplandeciente verde esmeralda y su sonrisa era cálida.
—Hola Kurt, mi nombre es Amanda, Amanda Smythe— se levantó y caminó hasta la escalera, extendiendo su mano para que Kurt la tomara.
—Hola— Kurt tomó la mano de la mujer y la estrechó—¿Puedo saber cómo llegó aquí y cómo sabe mi nombre?
—¡Ah! eso, espero que no te moleste, le pregunté al hombre de la barriga enorme— parecía que sus disculpas eran serias y que de verdad lo sentía, ya que una expresión de vergüenza había apareció en su rostro—. Y antes de que preguntes si vengo a demandarte o a exigir disculpas o algo parecido, no, no vengo a eso— había leído los pensamientos anteriores de Kurt a la perfección, tal vez era porque solía sucederle a menudo. Continuó: —De hecho, vengo a que hablemos de negocios, quiero proponerte un trabajo ya que, bueno… renunciaste al del café ¿o me equivoco?
—¿Renunciaste al Lima Bean?— la pregunta de Finn no era acusatoria, por el contrario, parecía aliviado. Finn había notado lo mucho que odiaba ese empleo.
—Luego te explico— dijo Kurt dándole a Finn una mirada de súplica para que no hiciera más preguntas al respecto. Se giró hacia donde Amanda se encontraba— Sí, sí renuncié. Pero no entiendo ¿Viene a ofrecerme un empleo? Pero si yo… bueno, no fui muy amable con su nieto así que…
—Oh no te preocupes por eso querido. Me alegra que lo hicieras, fue sorprendente. Sebastian se lo merecía— tenía una gran sonrisa burlona en los labios mientras le guiñaba un ojo a Kurt —. Y es debido a eso que quiero que trabajes para mí.
—¿Qué clase de empleo?— por alguna razón, el estómago de Kurt se revolvía en anticipación. Esto no podía ser bueno.
—Bueno, verás, mi nieto es el heredero de la compañía de la familia, pero su actitud es…
—Es un cretino— dijo Finn y, aunque Kurt quería decirle que eso era irrespetuoso, tenía razón.
—¡Finn!
—No, déjalo, es cierto— el rostro de la bella mujer se había opacado por la tristeza—. Me temo que no le hemos enseñado bien. Hemos estado diciéndole a la prensa que Sebastian solo está bajo mucha presión, pero no es cierto. Si continua siendo rebelde y comportándose como un niño, su padre se verá en la obligación de cederle el puesto a su primo político, Michael. Mike es nieto de la hermana de mi difunto esposo, Albert. Siendo mujer, al casarse, ella cambio su apellido al de Symour como el de su esposo y así pasó a su hijo Cameron y de Cameron a Mike. Robert, mi hijo, es el único que conservó el apellido Smythe y por lo tanto, Sebastian y Oliver también— se aclaró la garganta después de la explicación y continuó—.Oliver es el hermano menor de Sebastian, tiene tan solo diez años y… sinceramente, no teníamos previsto darle la compañía a Sebastian sino dentro de siete años por lo menos, pero Robert está sufriendo de serios problemas de salud y esto le hace imposible seguir manejando la compañía, así que necesitamos que el siguiente heredero, Sebastian, se ocupe de ella.
«En vista de que necesitamos que Robert abandone su puesto lo más pronto posible, no podemos esperar hasta que Oliver tenga edad, así que Mike sería el siguiente candidato. Supongo que habrán escuchado algo de esto en las noticias…—dijo Amanda mirando entre Kurt y Finn, y al ver que ambos chicos negaron con la cabeza, continuó— Sebastian y Michael tienen la misma edad, y, a pesar de que no tiene el apellido Smythe, también tiene el derecho a calificar para el puesto solo por ser nieto de uno. Pero, como nuestro anhelo es que la compañía quede en manos de un Smythe de apellido, necesitamos que Sebastian se haga cargo de ella. Y él… bueno, él no lo merece en lo absoluto. Es irresponsable, mimado y no toma en serio las cuestiones familiares.
—Aún no entiendo para qué exactamente me necesita— dijo Kurt, asimilando la nueva información.
—Mira Kurt, vi la manera en la que le hablaste a Sebastian en el Lima Bean, pocas personas lo hacen, así que Seb tiene la seguridad de que nadie fuera de su familia lo hará. Él te respondió de manera grosera y tú lo manejaste a la perfección, Sebastian suele ser extremadamente mezquino así que me sorprendió la manera en que no dejaste que te humillara— había una luz en sus ojos mientras hablaba y estaba claramente llena de esperanza—. Sé que tú no tienes miedo de lo que pueda decir porque sabes cómo manejarlo. Sebastian, por el contrario, nunca se había enfrentado a alguien que le respondiera, a excepción de su padre, claro— pausó de nuevo y parecía estar luchando con algo en su interior, y Kurt supo a dónde iría esto—. Necesito que por favor seas el mayordomo personal de Sebastian.
Mayordomo personal.
De Sebastian
Del engreído imbécil.
Las palabras cayeron como un bloque de cemento sobre la cabeza de Kurt. No había manera de que él aceptara ser el monigote del engreído, eso solo aumentaría el estrés en su vida.
—No, no puedo— se sentía mal ya que la manera en que Amanda había dicho necesito en vez de quiero parecía muy desesperada. No obstante, Kurt tenía que ser egoísta esta vez. Ser el mayordomo personal de alguien era un gran trabajo y más si se trataba de un mimado como Sebastian Smythe. Además, Kurt no tenía experiencia en lo que fuera que un mayordomo hiciera.
—Escucha Kurt, no esperaba que aceptaras a la primera. Pero por lo menos déjame decirte todo y luego podrás pensarlo.
Kurt asintió y Amanda se frotó la sien, buscando un buen punto para comenzar. Kurt notó que Finn estaba sorprendentemente silencioso y con una expresión de confusión el rostro.
—No tendrás que ser un mayordomo como tal, solo te pido que estés con él. Desde que volvió de Paris, Sebastian suele escapar en las noches y como ningún empleado es capaz de oponerse a él… no porque no deban, es porque temen que Sebastian sea muy mezquino. En fin, él siempre logra huir. Hemos contratado empleados para Seb antes, pero ninguno duro más de una semana. Siempre renunciaban porque Sebastian era excesivamente molesto. Kurt, tú tienes el temple y la personalidad con la que Sebastian nunca ha lidiado antes, lo sé. Eres perfecto. Solo tendrás que vigilarlo, evitar que escape y que asista a las lecciones para manejar la empresa. No tendrás que asistirlo en todo lo que él desee, solo en cosas como mantener su agenda. Serias como un agente o como un guardaespaldas. No, espera, mejor como un policía.
—¿Y qué si no puedo controlarlo como usted dice?— de alguna manera Kurt sintió alivio al saber que no tendría que ser el esclavo de Sebastian, sin embargo, aún estaba lejos de aceptar el empleo.
—Créeme, podrás. Tienes un brillo en los ojos que me hace pensar que eres muy fuerte. Hay algo en ti, Kurt Hummel, que solo he visto en la madre de Sebastian antes. Sé que podrás con él, puedo sentirlo. Apesto a que eres tan testarudo y audaz con las palabras como él, justo lo que le hace falta a mi nieto.
Lo dudaba, era difícil para Kurt confiar en lo que ella decía. Por supuesto que había lidiado con cretinos antes, sus experiencias con los jugadores del equipo de fútbol de la escuela lo habían hecho muy fuerte. Pero no se sentía capaz de lidiar con un niño mimado que lo tiene todo y con el que obviamente no se llevaba bien.
—No lo sé. No creo que quiera hacerlo— bebía ser muy sincero y la verdad era que no quería. Amanda suspiró derrotada y se levantó del sofá en el que se encontraba, sacó un sobre de papel de su bolsillo y lo extendió a Kurt.
—Toma, aquí están los detalles del contrato. Míralos, piénsalo bien y cuando hayas decidido, llámame. No quiero presionarte Kurt, pero por favor prométeme que lo pensaras muy, muy bien ¿sí?
—Ésta bien. ¿Sebastian sabe algo de esto?
—No, sólo yo. Kurt, en serio quiero que lo consideres a detalle— se ajustó el abrigo y caminó hacia la puerta— Finn, cariño, fue un placer conocerte. La próxima vez esfuérzate más y tal vez podrás ganarme— guiñó un ojo a Finn y este solo asistió— Kurt, eres un chico genial, fue un verdadero placer conocerte. Ahora si me disculpan, buenas noches a ambos—con una sonrisa genuina se volteó y salió con sus acompañantes de negro por la puerta con rumbo a su auto, después de que Kurt y Finn dijeron sus Buenas noches también.
Kurt se paró justo allí, sin moverse, mientras miraba tentativamente el sobre de papel en sus manos y trataba de entender qué era lo que había acabado de pasar. Finn debió saber lo que estaba en su cabeza porque se movió hasta donde estaba él y puso su mano en su hombro.
—Amigo ¿quieres mi opinión?— sin embargo Finn no espero a que Kurt respondiera— Aunque no sé qué fue lo que pasó en el café, yo si creo que puedas lidiar con el cretino. Además, piensa en cuánto dinero te darán. Digo, son los Smythe.
Kurt sabía que debía decirle a Finn que el dinero no era lo único importante, pero no podía porque, de hecho, no había pensado en el dinero antes. La familia Smythe era mundialmente conocida, eran multimillonarios (aunque Kurt no sabía qué hacía a alguien ser "multi" en cuanto a fortunas) y podían pagar muy bien. Miro a Finn y este hizo un gesto hacia el sobre de papel, diciéndole sin palabras que lo abriera. Kurt lo hizo y leyó con cuidado, cuando vio el numero sus piernas dejaron de funcionar.
—¿¡14.000 DOLARES AL MES?!
La voz de Finn aún resonaba en la sala. La respiración de Kurt estaba rápidamente acelerando y su cerebro no era capaz de procesar la información. 14 mil dólares era una suma demasiado alta, al menos para Kurt lo era.
Si trabajara durante cinco meses con los Smythe, tendría el dinero suficiente para cubrir el resto de los costos durante todos los cinco años que duraba el programa. Parecía que Finn había hecho el cálculo porque su sonrisa se había agrandado y de repente abrazo a Kurt.
—¡Amigo! Ahí lo tienes, con eso podrás pagar NYADA.
Era muy fácil resolver todo en la cabeza de Finn, pero para Kurt aún había un inconveniente: Él no quería trabajar para Sebastian.
—No lo sé Finn. Tendré que trabajar para ese tonto— era egoísta, sí. Kurt sabía que si no tomaba la oferta sería egoísta. Su padre, Carole y Finn se habían esforzado y no aceptar un oportunidad que podría librarlos del trabajo extra seria muy, muy egoísta.
—Piénsalo bien, Kurt. Yo sé que debe ser difícil para ti lidiar con otro imbécil pero lo has hecho antes. Además, tu trabajo es hacer miserable la vida de Sebastian ¿cierto?— dijo Finn luego de un rato, terminando la última frase con una sonrisa cómplice.
Si debía ser sincero, no lo había visto de esa forma antes. El trabajo de Kurt sería evitar que Sebastian no escapara y estar pendiente de que realizara su trabajo, y, teniendo en cuenta que a Sebastian no parecía gustarle su trabajo, ser su policía podría llegar a ser muy divertido.
—Creo que lo pensaré. Buenas noches, Finn.
Después de que Finn se despidiera también, Kurt subió a su habitación y, luego de hacer su rutina de piel, se fue a la cama. Su último pensamiento fue "No puede ser tan malo".
Eran alrededor de las 11 am y Kurt luchaba con la ansiedad. Tenía el dedo sobre el botón de llamar y estaba a punto de hablar con Amanda de nuevo. Luego de pensarlo muchas veces, llegó a la conclusión de que debería al menos intentarlo. Después de todo, solo llevaba 24 horas de conocer a Sebastian o bueno, de saber de su existencia, y había hablado con él por unos pocos minutos…molestos pocos minutos.
Su padre y Carole aún estaban en DC y Finn seguía en la cama. A pesar de todo el estrés del día anterior, Kurt no durmió mucho, se despertó varias veces y en una de esas no puedo conciliar el sueño de nuevo. El trabajo que le había ofrecido Amanda era, en sí, fácil y muy bien pago, pero todo el asunto de Sebastian Smythe en él solo lo hacía mil veces peor. No obstante, Kurt sabía que debía intentarlo por lo menos. Con este último pensamiento, reunió todo su valor y presionó el botón.
Dentro del sobre de papel estaba el teléfono de Amanda, junto con información de su sueldo, la residencia Smythe y algunas cosas como seguro médico y de prevención riesgos. No era exactamente lo que Kurt necesitaba saber acerca del empleo pero estaba aliviado de saber que era un empleo real.
«Hola» Era la voz de Amanda.
—Hola Amanda, habla Kurt.
« ¡Kurt! Me alegra que llamaras ¿Cómo está todo, cariño?» Su voz estaba llena de alegría y no era la primera vez que Kurt se encontraba a sí mismo preguntándose qué clase de abuela sería Amanda, dado que jugaba a los videojuegos lo suficientemente bien como para derrotar a Finn (No que nadie pudiera derrotar a Finn, de hecho, Kurt siempre le ganaba) y lucía como si los años no le hubieran afectado en nada, algo inusual en muchas mujeres mayores.
—Bien, gracias, Mmm… esto— respira, se dijo a sí mismo— Quisiera hablarle sobre su propuesta.
« ¿Ya tomaste una decisión? Porque si aún te sientes presionado recuerda que puedes tomarte todo el tiempo para decidir»
—No es necesario, gracias. Lo pensé y creo que me gustaría saber más acerca del trabajo, quiero decir, cosas como horarios y obligaciones…
«Oh» su voz sonaba sorprendida de escuchar que Kurt casi había aceptado el puesto «En ese caso ¿Qué te parece venir a tomar el té conmigo? No te preocupes por llegar, ya mismo enviare un auto para que te recoja ¿está bien?»
—Perfecto.
«Entonces te veré aquí, querido»
—Gracias— terminó la llamada y se miró en el espejo una vez más para comprobar si estaba presentable.
El auto tardó casi 2 horas en llegar. Un hombre de bastante edad descendió del auto y le abrió la puerta a Kurt.
—Gracias— Kurt se subió al auto incómodamente, no estaba acostumbrado a que la gente hiciera eso por él.
—No hay problema— el hombre le dio a Kurt una cálida sonrisa y cerró la puerta. Tenía un claro acento francés y a sus ojos, el hombre podría estar en sus tardíos cincuenta, pero era difícil saber. Llevaba un traje completamente negro, un sombrero negro típico de chofer y guantes blancos—Mi nombre es August di Fermat, soy el chofer principal de la familia Smythe, Mucho gusto hijo— en su asiento, se volteó y extendió su mano a Kurt con una sonrisa.
—Kurt Hummel— tomó la mano y le devolvió la sonrisa.
—Así que…— August se volteó en su silla y se dispuso a conducir el auto—, la señora Amanda me dijo que serás el nuevo mayordomo personal del joven Sebastian ¿me equivoco?
—Bueno, aún no he dicho que sí…
—¿Dirás que no?— al ver que Kurt no respondía, continuo— También me contó lo que pasó en el café.
—¿Ah, sí?— la vergüenza se dibujó en el rostro de Kurt y August sonrió a través del retrovisor.
—No te preocupes, creo que hiciste lo correcto. El joven señor es un buen chico pero ha sido muy consentido.
—Eso noté— dijo Kurt con un tono amargo, odiaba recordar lo sucedido justo en el momento en el que se dirigía asu casa. August se rió abiertamente y le dirigió una mirada de disculpa a Kurt.
—Oh, ya veo por qué es esto.
—¿Qué?
—Ya veo el porqué del que dudes trabajar para él, pero no te preocupes, el joven señor es un buen chico una vez que lo conoces bien. Solo que nadie lo ve.
—¿Nadie lo ve?
—Nadie lo ve, nadie ve a la persona dentro de Sebastian. Últimamente todos lo ven como "el heredero"… ah, bueno, todos a excepción de mí, supongo.
—¿Lo conoce hace mucho? ¿Trabaja para ellos hace mucho?— en ese momento Kurt se encontraba realmente curioso de saber cómo era trabajar para la casa Smythe.
—Desde que el señor Robert nació. Llevo trabajando para la familia Smythe aproximadamente 39 años—pausó, enfocando sus ojos en la carretera —, cuando yo tenía 19 años, la señora Amanda y el señor Albert me encontraron y me ofrecieron un empleo… Pero no quiero aburrirte con toda la historia…
—No, adelante por favor…
—Está bien… mmmm— August tardó un momento en responder mientras recapitulaba todo lo que diría en su cabeza— Yo era un chico de esos que solo iban por la vida disfrutando de los placeres, ya sabes, como el alcohol y los amoríos, hasta que un día mi madre murió y mi padre huyó. Entonces la señora Amanda me vio en una de las muchas calles de Paris y tuvo compasión de mi situación—un brillo pasó por sus ojos mientras hablaba— Ella estaba embarazada y de repente cayó al suelo. Nadie parecía notarlo y nadie se molestaba en ayudarla, así que lo hice yo. Ese día nació el señor Robert. Entonces, en pago por ayudarla, la señora Amanda y su difunto esposo, el señor Albert, me ofrecieron un empleo y estadía en la mansión Smythe—el hombre parecía sumergido en la historia y Kurt se vio a si mismo prestándole toda su atención— He visto crecer al señor Robert y sus hijos: Sebastian y Oliver.
August se detuvo y Kurt se preguntaba si continuaría hablando. Y entonces, luego de unos diez minutos August continuó.
—El señor Robert es ahora una persona sumamente seria y estricta, pero solía ser un niño mimado y rebelde justo como el señor Sebastian lo es ahora, yendo por la vida, creyendo que todo era dinero y mujeres. Hasta que un día la señora Angélica apareció. La señora Angélica era fuerte, tenía una personalidad dulce y, a diferencia del señor Robert, se tomaba muy en serio su vida. Ella pudo cambiar al señor Robert y pronto ambos sentaron cabeza y tuvieron dos hijos— pausó, parecía haber salido de una especie de transe. Tenía un aire casi poético y sus ojos brillaban de solo recordar—.Ella es la persona que estabiliza al señor Robert.
—Ya veo…-—hasta ahora, todo lo que Kurt sabía de la familia Smythe no era suficiente para decirle cómo exactamente sería su vida si decidiera aceptar el empleo. Y ni hablar de lo que sabía de Sebastian: mujeriego, rebelde y se la pasa en fiestas. Típico niño rico, pensó Kurt.
August le contó a Kurt acerca de cómo había aprendido a conducir y de algunos de sus más hermosos recuerdos con Luppé, el auto. A pesar de todo, August consiguió hacer reír a Kurt y además, hacer que olvidara en que se estaba metiendo.
Cuando llegaron, dos horas después, Kurt tuvo que sostenerse de la puerta del auto para no caer. Claro que esperaba una bonita casa cuando casi al llegar tuvieron que presentarse a un guardia en una enorme puerta de seguridad, pero Kurt esperaba que fuera la puerta de algún lugar de residencias de clase alta o algo así. No obstante, se encontró a si mismo parado en frente de la casa (¿se le podía llamar así?) más grande e imponente que jamás hubiera visto. Estaba compuesta de tres secciones o edificios, por lo que Kurt podía ver. Las secciones estaban todas pegadas. La sección del medio, que era la más grande, tenía tres pisos y las dos de los lados eran de solo dos. La mansión era de un color blanco marfil. Había unos enormes jardines a cada lado de la entrada y justo atrás de donde el auto se encontraba estacionado, había una gran fuente de agua con estatuas de ángeles. Era simplemente hermosa.
—¿Te gusta?— August preguntó y en medio de su sorpresa, Kurt solo pudo asentir.
Por la entrada dorada de la casa salía una figura conocida.
—Hola Kurt, querido ¿Cómo estás?— Amanda se aproximaba a Kurt.
—Hola— respondió Kurt, aún deslumbrado por la casa.
—¿Te dijo August la historia de Luppé?— cuando Kurt asintió, Amanda le dirigió una mirada de falso enojo al chofer, con una sonrisa en los labios— Bueno, ya que estas aquí, sígueme— dirigió a Kurt hacia la entrada y August desapareció en el auto. Cuando entraron, extrañó la puerta del auto en la que se había apoyado para no caer— Bienvenido a la casa Smythe.
El salón de la entrada de la mansión Smythe era más que imponente, era fantasioso. El techo dorado tenia diseños de ángeles y nubes, y las columnas que salían del piso hacia el techo eran completamente doradas. El piso era tan resplandeciente que Kurt podía ver a la perfección su reflejo en él. Al final del salón había una enorme escalera de tapiz rojo. Todo era como sacado de una película.
Amanda guió a Kurt a través de un pasillo en el costado izquierdo del salón. Pasaron al lado de muchas puertas antes de llegar a lo que parecía ser un estudio, uno enorme. Tenía flores por doquier, una gran ventana dejaba pasar el cálido sol de la tarde y los estantes repletos de innumerables libros rodeaban la habitación. Todo el estudio tenía un aire cálido y Kurt pensó que reflejaba bastante la personalidad de Amanda.
—Toma asiento, cariño— Amanda le indicó con el dedo a Kurt un pequeño sofá cerca de la ventana.
—Gracias.
—No hay problema. Kaede, Kaede — llamó Amanda. Una mujer mayor con rasgos orientales y en un traje de sirvienta apareció— ¿Podrías por favor traernos el té, querida?
—Sí, señora— dijo la mujer antes de desaparecer por donde había venido.
Amanda tomó asiento en el pequeño sofá en frente de Kurt y se aclaró la garganta.
—Puedo ver que algo te inquieta— dijo mirando las manos de Kurt. Él no lo había notado, pero éstas estaban temblando.
—Eh…—No había notado lo nervioso que estaba.
—¿Aún tienes preguntas acerca de nuestro trato?
Kurt asintió y la sonrisa de Amanda se suavizó.
—¿Puedo preguntar por qué razón llamaste tan rápido? Quiero decir, ayer parecías muy indeciso, no esperaba que llamaras tan pronto— Su voz era suave y Kurt supo que Amanda quería oírlo decir todo. Todo.
—Necesito el dinero— simple y corto. Era toda la verdad, sin embargo, no era como Kurt quería que sonara así que volvió a hablar— Yo… me sorprendí mucho cuando vi el número ¿No cree que es demasiado?
—¿No lo quieres?
—No es eso, es que… si aceptara, no sé cómo me sentiría al recibir tanto dinero. Después de todo mi trabajo no es tan difícil— pero si lo era y era todo gracias a Sebastian.
—Mira Kurt, puede que no parezca difícil y tal vez no lo sea, pero es de suprema importancia para nosotros— y esto fue suficiente para callar a Kurt —¿Puedo hacerte una pregunta?— Kurt asintió— ¿Para qué necesitas el dinero?
Había algo en Amanda que hacía que Kurt no desconfiara de ella en lo absoluto. La mayoría del tiempo no quería hablar ni recordar nada acerca de NYADA, pero ese algo acerca de Amanda le dio el valor para hacerlo.
—Lo necesito para pagar la escuela.
—¿Escuela?
—NYADA, siempre he querido ir allí, quiero estar en Broadway algún día.
—Ya veo, pero ¿no es posible que consigas una beca?
—La tengo, pero no cubre todos los gastos y aún necesito conseguir el dinero para enero— respiró profundo— Amanda, agradezco mucho la oferta, en serio, pero ¿En realidad crees que puedo hacerlo?
—Positivamente sí, entonces ¿Es un sí?
Kurt respiró hondo, entendiendo que este era el momento en el que su vida cambiaría, en el que se involucraría con esta gente y su extraño mundo lleno de lujos y nombres importantes —Sí.
—¡Fantástico! en ese caso, tan pronto como tomemos el té, te llevaré a conocer tu habitación y te mostraré el resto de la mansión.
—¿Habitación?
—Sí, es mejor que estés aquí así no tendrás que lidiar con las dos horas de trayecto. Además, Sebastian suele huir en medio de la noche por eso te necesito aquí. Obviamente tendrás días libres para que vayas a casa… ¿Hay algún problema con eso?
Kurt no había pensado en eso. Era obvio que los mayordomos vivían en las casas en las que trabajaban.
—No, no lo hay— hace un poco más de dos horas, Kurt hubiera dicho que no deseaba vivir en la casa Smythe, pero en ese momento, Kurt estaba algo contento de poder vivir en una casa tan bella. Luego le explicaría a Finn, Carole y Burt.
Luego del té, Amanda llevó a Kurt a conocer la casa y a los empleados. Le mostró la cocina y al chef Joseph, también la localización de algunos cuartos, el estudio del padre de Sebastian, el salón de estudios de Oliver, el garaje, el cuarto de empleados, los establos (Kurt estaba muy sorprendido de saber que los Smythe practicaban equitación), la piscina, el patio trasero, la habitación de Sebastian y, por último, la habitación que pertenecería a Kurt. Algo muy parecido al miedo hizo que el estómago de Kurt diera un salto al ver que su habitación estaba junto a la de Sebastian.
El cuarto tenía grandes ventanas al igual que el estudio de Amanda, estaba ubicado en el segundo piso del ala este y era bastante amplio.
—No solemos darle la habitación de huéspedes a los empleados, pero quiero que estés lo más cerca a Sebastian que puedas— Amanda sonrió y Kurt le dio una sonrisa falsa. Estar lo más cerca posible de Sebastian era lo último que Kurt quería hacer— Por cierto, aquí está tu uniforme— Amanda abrió el closet y sacó un traje completamente negro con guantes blancos— ¿Puedes medírtelo? Quiero saber si es tu talla.
Kurt asintió y se dirigió al baño privado de su habitación para cambiarse. El traje se ajustaba perfectamente a su cuerpo y Kurt estaba algo avergonzado de admitir que le gustaba cómo lucía en él.
—Creo que es perfecto— dijo mientras salía del baño unos diez minutos después. Cuando salió por completo, su respiración se perdió y sus ojos de agrandaron al ver qué, o más bien quién estaba en el cuarto.
Allí, en la mitad de su nueva habitación, estaba parado Sebastian Smythe mirando a Kurt con la misma expresión de sorpresa. Un silencio se apoderó de la habitación y Amanda habló:
—Seb, amor, te presento a Kurt Hummel, él será tu nuevo mayordomo personal.
