El valle de las rosas

El valle de las rosas

By: Angel Zafiro.

Summary: Ellugar donde se conocieron... el lugar donde vivieron su amor... y donde ocurrió lo inevitable... El valle de las rosas.

Capitulo uno:

"Nuestra historia"

Era un hermoso día de verano, el cielo se veía increíblemente limpio, ni una sola nube amenazaba con tormenta, era un día perfecto… nada lo podría estropear.

En una ciudad, donde la paz prevalecía, pues durante mucho tiempo, hubo guerra con otras naciones, y las familias eran separadas; hijos, esposos, hermanos iban a la guerra, sabiendo que quizás no regresarían nunca más. Es que a veces el poder corrompe la razón y el corazón de los hombres, ambicionando lo ajeno, y lo inalcanzable… sin importar cuantas vidas se lleven en eso.

Y es en este lugar, que creció alrededor de un majestuoso castillo sobre un risco, a lo lejos dos grandes montañas se levantan orgullosas sirviendo de muralla a la imponente ciudad, y a través de ellas baja un río que se encontraba a las afueras del pueblo, y era el abastecimiento de la comunidad. Además de un bosque tan inmenso como la misma.

Un niño, de unos diez años de edad, vestía ropas elegante, como de un pequeño príncipe, caminaba por los anchos pasillos del castillo, admirando la belleza de la cuidad por cada ventana por donde sus pasos iban, hasta que llego a las escaleras que lo conducirían a la planta de arriba.

Pero lo que más llamó su atención fue, sin duda, la pintura que se encontraba en la pared, y que era adornada por un florero con las rosas más grandes y hermosas que hubiese visto.

Cuando se acercó al cuadro, observo que en él se encontraba una pareja; una mujer que estaba sentada, con un enorme vestido blanco adornado en rojo. Esos adornos, parecían ser hermosas rosas que se abrían con todo su esplendor.

La tez de la mujer era blanca, un poco bronceada, de cabellos castaños, y que caían en cascada por encima de sus hombros; era sin duda, una mujer hermosa, pero lo que más podía destacarse de tal belleza, eran sus ojos verde esmeralda… en ellos se veía la felicidad… una felicidad que no muchos llegaban a alcanzar.

Por otro lado su acompañante, reflejaba que era todo un caballero, su traje al estilo militar en color azul, con decoraciones en oro, y con su espada en uno de sus costados.

Él, se encontraba a la derecha de la mujer, sus cabellos eran de un color chocolate, al igual que sus ojos, solo que éstos tenían un tono ambarino. Y al igual que su acompañante, lucía inmensamente feliz.

El niño quedó viéndolo y preguntándose quienes eran los personajes de aquel hermoso cuadro.

­ -"¡Satoshi!"- le grito una mujer desde el inicio de las escaleras. Una mujer que a pesar de llevar en sus hombros casi media centena, aun conservaba el color de su cabellera casi en totalidad, de un negro con tonalidades grisáceas; aunque la edad no se podía ocultar, pues unas canas empezaban a salir de su prominente cabellera.

-"¡Abuela!"- dijo el niño con una cara de sorpresa, ya que por fin lo habían encontrado.

-"Querido, ¿donde habías estado? Te han estado buscando por todo el lugar"- dijo la mujer abrazando al pequeño, demostrando de esta manera su preocupación.

-"Lo siento mucho, abuela, pero las clases me aburren un poco"- dijo Satoshi, ya por fin separando se su abuela.

El niño era la viva imagen del padre y del abuelo, de ojos azul zafiro, y su cabello negro con reflejos azulados, sin duda era un niño encantador.

-"Pues entonces… ¿que te parece si te tomas un descanso?… mientras tomamos el té juntos, ¿qué te parece?"- cuestionó la mujer mientras le mostraba una enorme sonrisa.

-"De acuerdo, abuela… pero…"- dijo dubitativo mientras volvía a ver el retrato que se encontraba a sus espaldas. –"me gustaría que me platicaras sobre estas personas, ¿quienes son?".

La mujer levantó su vista y miro el cuadro, le fascinaba esa pintura. El artista no necesitó que esas personas posaran para él. Había dicho que cuando los veía una sola vez, no era necesario que posaran, simplemente lo hizo por el hecho de que no podía dejar pasar semejante momento.

-"Esta bien… pero es una historia bastante larga"- dijo la mujer cuando empezaban a bajar las escaleras.

Caminaron hacia un salón del palacio, tenia un gran ventanal, y por él entraba la brisa del cálido aire veraniego; se sentaron alrededor de una mesa, donde les servirían el té y una bocadillos.

Satoshi admiraba a su abuela, era una mujer hermosa, tal vez su belleza se comparaba a la chica del cuadro, su abuela tenia los ojos del color de una piedra que su profesor le había mencionado en cierta ocasión. Si, recordaba bien, se llamaba amatista. Su tez era del color de la porcelana, y siempre llevaba vestidos enormes, con muchos olanes, y adornos en oro. Él aun se preguntaba como es que las mujeres podían caminar y respirar con todo eso puesto. Sonrió… nunca lo sabría a menos que se pusiera uno de esos vestidos. Y la idea estaba descartada.

Observó nuevamente a la mujer que respondía al nombre Tomoyo Daidouji, y era la reina de ese lugar, la reina de la ciudad de Nottingham.

Las personas del servicio les trajeron todo lo necesario para comenzar su plática; les sirvieron el té, y la mujer tomó un sorbo, mientras el niño la observaba.

-"¿Y… entonces… quienes son esas personas?... nunca las he visto por esta ciudad"- comentó Satoshi que aun no había probado su té.

-"Esas personas, querido, son mi hermano, y la chica a la que él más amo en este mundo"- dijo Tomoyo mientras dejaba su taza y dejaba escapar un suspiro de añoranza.

-"¿Tu hermano?..."- dijo Satoshi muy sorprendido, nunca le habían dicho que su abuela tenia hermanos. -"¿y donde esta?"

-"Si quieres que te cuente la historia tendrás que esperar…" -dijo Tomoyo con una sonrisa en su rostro, sabía que su nieto era muy inquieto y le gustaba que la gente le contara cosas interesantes.

-"Esta bien, y ¿por donde vas a empezar?"- preguntó.

-"Bueno, quizás deberíamos empezar por…"

Hace muchos años, en una época de reyes, de guerras por el poder, y de conquistas… en la ciudad de Nottingham, una ciudad que vivía pacíficamente, estaba rebosante de felicidad, pues ese día nacería el futuro heredero al trono. Todo el mundo deseaba que fuera varón, incluso el propio rey, quien estaba muy impaciente afuera de la habitación de su esposa.

-"Mi señor porque no se tranquiliza, la reina es muy fuerte, además ya casi va a nacer"- le dijo un hombre de cabello canoso y gafas, al rey observando toda la inquietud que se reflejaba en sus ojos.

-"Lo sé Wei… pero es algo que no puedo evitar"- le respondió el rey a su consejero personal.

Hien Li, rey de Nottingham, era un hombre orgulloso, pero también era el hombre más paciente y amoroso del mundo. La gente lo quería por ser muy sabio y por dar paz y bienestar a su nación.

-"¡Es un varón…!"- salió la partera del cuarto de la reina a gritarle a todo el mundo que se encontraba en los pasillos del palacio- "¡es un varón su majestad!".

Hien entró corriendo al cuarto de su esposa, siguiéndolo por detrás, Wei, feliz por el nacimiento del primer hijo del rey.

Ieran Li reina de Nottingham estaba agotada, y en sus brazos sostenía a un hermoso bebé de poca cabellera, pero que sin duda era de color chocolate.

Sus ojitos aun no se abrían del todo, pero cuando el rey se acerco a él, los abrió por un momento, pudiendo descubrir, de esa forma que eran de un color castaño ambarino. El rey lo sostuvo en brazos y en ese momento, se sintió el hombre más feliz y más afortunado en la faz de la tierra.

-"Hien…"- lo llamó Ieran, él se acercó con el niño en brazos y dijo- "llamémosle… Shaoran".

El rey asintió de acuerdo, le dio el niño a su mujer, y se acostó a su lado, ahora eran una familia… una verdadera familia.

Amó a esa mujer desde el primer momento en el que la había visto en un baile hacía tanto tiempo para él. Quería pasar el resto de sus días a su lado… y ahora que ella le daba un hijo, serian una gran familia.

La pareja admiraba a su bebé, quien estaba empezando a dormirse en los brazos de su madre, y ante la mirada de amor de su padre.

No muy lejos de ahí, casi a las afueras de la ciudad, en una de las zonas pobres del lugar, una mujer estaba también a punto de dar a luz a su segundo hijo. Su marido se encontraba afuera de la casa esperando junto a su hijo, noticias sobre su esposa y el bebé.

-"Papá… ¿como le van a poner a mi hermanito?"- preguntó el chico de cabellos negros y ojos castaños.

-"¿Cómo estás tan seguro de que será un varón, Touya?"-preguntó el hombre al muchacho, con una sonrisa en el rostro.

-"Es obvio que será un hombre"- dijo el chico con una sonrisa, estaba tan ilusionado de que fuera niño, podría jugar con él… enseñarle tantas cosas.

-"De todas formas… sea hombre o sea mujer, lo amaremos y lo protegeremos siempre… ahora serás el hermano mayor"- volvió a decir el hombre con una amable sonrisa.

-"Lo cuidaré mucho, papá"- dijo Touya a su padre.

La puerta de la habitación del matrimonio Kinomoto se abrió y una mujer salió de allí muy conmovida.

-"Fujitaka… es una niña"- le dijo la mujer al hombre ahí presente.

Fujitaka entró a la habitación donde se encontraba su amada esposa, Nadeshiko, a pesar de que él era unos años más grande que ella, eso no importó y se casaron. Hacía siete años tuvieron a su primogénito, Touya, y ahora Nadeshiko le daba otro regalo realmente maravilloso… el regalo de ser padre por segunda vez; pero ahora de una bellísima niña.

Nadeshiko estaba sentada en la cama con la bebé en brazos. Cuando vio entrar a su esposo, le dio una enorme sonrisa.

-"Es una niña, querido… mira que hermosa es"- dijo Nadeshiko pasándole con mucho cuidado, la bebé a su esposo.

El primer encuentro entre padre e hija fue emotivo, Fujitaka ahora era realmente feliz, por fin tenía lo que siempre había soñado, una bella esposa y unos hijos extraordinarios.

Touya se fue acercando discretamente, no quería arruinar la felicidad de sus padres en ese momento, sin embargo ellos si se dieron cuenta de la presencia de su hijo.

-"Touya, mira ven aquí y saluda a tu hermanita"- dijo Fujitaka quien se había sentado al lado de su mujer, quien cargaba a la bebé.

El muchacho se fue acercando poco a poco a la cama de sus padres, y se subió en ella para ver mejor. Él habría preferido que hubiese sido un niño, pero al ver la cara de angelito de su hermanita, sonrió.

-"¡Sakura!"- dijo de repente Touya.

Sus padres lo miraron extrañados, y escucharon que la bebé se reía, al parecer la forma en la que su hermano la había llamado la puso muy contenta. Fujitaka y Nadeshiko sonrieron.

-"Entonces, angelito mío, te llamaras, Sakura"- dijo Nadeshiko aprobando el nombre que había dicho su hijo.

Y fue así como ambos niños fueron creciendo, cada uno en su mundo, cada uno viendo la vida de modos distintos, cada uno formando su propio carácter y forma de ser.

11 años después.

Era un hermoso día de Abril, el sol brilló esa mañana para saludar a un chico de cabellera castaña y ojos ambarinos, pues ese día cumplía años, y se estaba escondiendo en estos momentos de sus padres. Él deseaba conocer un poco la ciudad, pero sin necesidad de llevar a toda la guarda real detrás de él.

Shaoran Li príncipe de Nottingham nació en cuna de oro, siempre tuvo lo que quiso, a la hora que lo quisiera, había estudiado todo lo que se habría escrito: ideas filosóficas de una era un tanto problemática, pues a las afueras de su ciudad había una guerra, por conquistar todo a su paso.

A pesar de todo Shaoran era un chico con un carácter encantador, no tenía los complejos de otros niños de su edad que pertenecían a la nobleza como él. Sus amigos, eran insoportables, solo se juntaban con él porque sería el futuro gobernante del reino y querían relacionarse bien desde antes.

Pero Shaoran no quería eso, quería amigos de verdad, que fueran sinceros, y que no lo vieran como algo que les servirá en el futuro, y fue por eso, que desde su primera visita a la ciudad (acompañado de sus padres y la guardia real), quiso saber más sobre ese lugar, conocer que había más allá de las montañas en el horizonte.

Salió lo más sigilosamente posible, no vio a nadie en su camino, así que camino en silencio hasta los establos. Se alegró de que no hubiera nadie; tomó a su caballo, de color blanco como la nieve, 'Thunder'. Aunque a su madre no le había gustado, ya que ella le temía a los rayos.

Montó en su caballo y se dispuso a salir… a descubrir lo que siempre quiso conocer… y ese día había llegado, pasaría las grandes colinas para encontrar lo que había más allá.

Se despertó más temprano de lo normal, no era común en ella, pero estaba muy feliz, ese día cumplía 11 años. Era increíble como pasaba el tiempo, a pesar de que no vivían en las mejores condiciones, ella estaba muy contenta con lo que tenia; ¿qué más podía pedirle a la vida?, sus padres la amaban, y ella a ellos.

Su hermano… bueno él era un caso especial. Se la pasaba molestándola, pero sabia que la quería, pues la protegía mucho de las personas (algunos niños que querían jugar con ella sobre todo).

Ese día había decidió ir a dar un paseo. Sería un auto-regalo de cumpleaños… siempre quiso conocer que había más allá de las colinas que protegían la ciudad, por eso salió de su casa sin hacer ruido para no despertar a su familia y dirigirse a una aventura con la que siempre soñó.

Empezó a salir de la ciudad, la verdad no le daba mucho miedo, pero esperaba no perderse. Se adentró en el bosque, y fue ahí donde escuchó el sonido del río. Sabía que por ahí había una cascada, pero después visitaría ese lugar… por ahora su objetivo se encontraba mas allá de las montañas, donde decían que se encontraba un gran valle…

Y fue en esos momentos, a medida que avanzaba, que el bosque comenzaba a quedar atrás, y se descubría un risco desde donde se podía divisar un gran valle… un valle lleno de rosas. Aunque aún se encontraban en botón, sabía que pronto se abrirían y entonces el espectáculo seria mucho mejor… mucho más hermoso.

Bajó de su caballo, y miró hacia abajo del risco. Una caída desde ahí sería mortal. Eso le dio un escalofrío.

Descubrió un camino seguro para llegar al valle y poder mirar más de cerca las rosas, así que fue por ahí. Llegó a él y empezó a correr a través de los rosales… no le importó que su ropa fuera a ensuciarse… sintió la brisa del viento y el aroma de las flores… se sentía libre al fin.

Pero su sorpresa fue mayor al descubrir algo… no eran las rosas, era una niña que lo miraba de una forma misteriosa. Su rostro, demostraba sorpresa, pero lo que sin duda le llamo la atención fueron sus ojos, verdes con ese brillo tan intenso… nunca había visto un espectáculo que se le pareciera, eran mucho más brillantes que las joyas de su madre… y pensó en ese momento que nunca se cansaría de mirar esos ojos… que le gustaría conocer a esa chica… y nunca dejarla ir………

Porque quizás… sólo quizás…

Su vida podría cambiar…

Continuara…….

Notas de la autora:

¡Wow!, que alguien me de un pellizco, todavía no me la trago esa de que estoy escribiendo una historia… pero créanme es emocionante hacerlo.

Ejem, bueno para aquellos que no lo sepan, soy Angel Zafiro, y lo único que he hecho durante 3 años a sido mandar comentarios a las historias… pero ahora, y por iniciativa de personas que son un tesoro para mi… he decidido hacer esta historia.

El titulo de este drama, viene de un libro que leí que habla sobre este valle, porque ¡¡SI EXISTE!! Y se encuentra en la ciudad de Kazanluk, Bulgaria; y es el centro de la industria de la esencia de las rosas. Solo por si querían saber jeje

Quisiera dedicarle este capitulo a dos chicas muy valiosas para mí, en primer lugar a mi Marisol Onee-sama, que se acaba de graduar en la carrera de Ingeniería Bioquímica ¡¡MUCHAS FELICIDADES HERMANITA!! , y además me apoyo para escribir (dice que si me sale P), y también pero no menos importante a Goddess Aeris, pues se tomo la molestia de revisar el contenido de este escrito, ¡¡INFINITAS GRACIAS!!

Y todos ustedes que se tomaron la molestia de leer el capitulo, también muchas gracias, y espero sus comentarios, sugerencias, ideas, criticas (no tan fuertes porfitas uu) a través de un review.

Saludos y besos.

Angel Zafiro.