Ágape: Amor incondicional
Eres bálsamo, eres droga, eres lanza.
Eres todo y eres nada.
No debería quererte, y, sin embargo, te quiero.
Porque pasas a mi lado y ríes, y tu risa es en mis oídos como el sonido de miles de cascabeles. Porque pasas a mi lado y sonríes, e inclinas la cabeza, y en tus ojos hay un brillo imperceptible, e inexplicablemente delicioso.
Porque pareces de humo, pero eres de fuego, y eres de tierra.
Porque eres de otro, porque esperas, porque lloras, porque sufres.
Porque no puedo evitar estremecerme cuando te introduces de noche silenciosamente en mi cama- sólo los dioses saben como- y te aprietas contra mi cuerpo murmurando que lo quieres, que lo extrañas, que lo necesitas.
Porque él tiene razón y, oh dioses, tu cabello huele a flores.
Porque no se puede pretender que no te consuele, que no te abrace, que no te acaricie, que no te adore, que no te quiera.
Porque no puedo evitar acompañarte hombro con hombro- piel con piel- en las aventuras en las que arriesgas tu vida- en nombre de él, pero conmigo.
Porque no se puede pretender que no quiera darte mi vida y más- si pudiera dar más- por tan sólo volver a verte sonreír, por devolverte todas esas sonrisas que él te ha robado.
Porque, no puedo evitar apreciarte por encima de todas las cosas, porque, si algo te sucediera, no quedaría nada de los pobres despojos en los que ya has convertido mi coherencia- si alguna vez la he tenido, la perdí en el preciso momento en que el primer rizo pelirrojo me hizo cosquillas en la nariz.
Porque hay amores que son incondicionales, que no esperan retribución, que no esperan nada.
Porque eres fuego, eres vicio, eres sarna.
No soy nada, pero lo eres todo.
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El Ginny/Luna es adicción. Bah, Ginny/quien-venga, es adicción. Dios, debo volver a escribir Harry/Ginny antes de que sea demasiado tarde. Nota: Las próximas dos historias serán Luna/alguien-más –seguramente Neville y Theodore Nott.
Lean, escriban, sueñen, amen, bailen, sonrían
Estrella
