Hola, es bueno volver a estar aquí. Les traigo una nueva historia. Será un poco larga, me ando inspirando mucho, hahahaha, en verdad, espero que les guste, ojalá y me dejen algunos reviews con sus dudas o con lo que quieran... pues bueno, espero y lo disfruten :3

Disclaimer: Naruto ©Masashi Kishimoto.


Corre, corre lejos… sin mirar atrás, no sientas miedo; éste de todas formas te atrapará.

1.- Flores

Los colores del atardecer siempre son cálidos. No importa la estación del año o el clima. Sin embargo, este atardecer no mantuvo su continuidad, fue algo más allá de lo "normal", sus ojos de zafiro miraban la espalda perfecta de esa chica con cabello azul oscuro. Aún no podía creer lo que ella le acababa de confesar.

-Hinata, yo no sé qué debo decir. –Respondió el chico frotándose la cabeza de manera nerviosa.

-No es necesario que digas algo, Naruto-kun. –Volteó la chica sonriendo mientras unas traviesas lágrimas salieron de sus ojos.

En ese instante Naruto se percató de la fina belleza de esa chica, no era el color de su cabello o su sonrisa, sus ojos, o su caminar rápido con pasos cortos, no, no era nada de eso. Vio algo más allá que esa mundana belleza que algún día puede acabar, el tiempo se congeló en tres segundos, segundos en los que la imagen quedó registrada en la memoria del rubio. Sintió el beso del sol, sintió la suave brisa de la noche, sintió por primera vez el amor.

Dentro de una oscura ciudad en dónde todo parece ser claro, existe un profundo secreto el cual ha sido guardado durante varios siglos. Todos los subordinados de este gran gremio esperan ansiosos la llegada de la hija de la luna, y sobre todo los ojos que le darán vida a lo que en un momento se perdió. El poder.

En el mundo existen diferentes seres, los cuales tienen dones o virtudes, y éstos están destinados a algo. Hace mucho tiempo existió una doncella, ella fue enviada por los grandes ancestros para restablecer la paz en aquel reino. Las disputas por el poder cada vez se hacían más grandes, al igual que el miedo de los habitantes… hasta que nació ella. La hija de la luna.

Con su bondad purificó a ese lugar del mal. Una oscuridad tan atroz como la misma tormenta. Y la paz fue regresada con el sacrificio de aquella niña.

Algunas fuerzas malignas sobrevivieron a aquella revolución, quedaron escondidos en las sombras planeando su gran ataque, esperando la llegada del día de la gran oscuridad. Para su mal fortunio ese día llegaría dentro de los próximos mil doscientos cincuenta y un años, justo el día en que el lado oscuro de la luna esté en su punto máximo, un veintisiete de diciembre.

-No te preocupes Naruto-kun. No es tu culpa, tú qué ibas a saber que soy huérfana, si apenas nos conocimos. –Dijo la chica bajando la mirada. –Es por eso que me molesté cuando hablabas así de tus padres, disculpa, no debí haber reaccionado así. –Comenzó a caminar hacia Naruto, se detuvo le sonrió nuevamente, tomo su mejilla y la acarició suavemente. –Perdón, Naruto-kun.

El chico se quedó tieso, nadie lo había tratado así, primero lo cachetea y después le da una caricia. No era normal. Y menos para él, el chico más popular y cotizado en toda la preparatoria. Ese día había llegado Hinata más temprano de lo habitual a pesar de que siempre es puntual. Entró tan sigilosa que Naruto no se percató de su presencia, hasta que ¡PUM! Sintió el golpe.

Él se quedó perplejo, primero se molestó y justo cuando iba a reclamar, vio la mirada de esa chica, tan fría fue que le congeló las ganas de discutir. Hinata se sentó en su lugar, sacó un libro, comenzó a leerlo, mientras él intentaba hacer aspavientos inútiles e ignorados por ella. Prefirió salir de ese lugar, estaba malhumorado, buscó que hacer en lo que esperaba a su mejor amigo Sasuke Uchiha, el segundo chico más cotizado en toda la región. No obstante, sólo se quedó fuera del salón pensando.

"¿Pero qué se ha creído esa mocosa?" pensó Naruto. "Llega como si nada, y me da una bofetada, pero esto no se quedará así". Entre tanto Hinata cerró el libro y se posó sobre sus codos, Naruto decidido a enfrentarla se quedó en seco cuando diviso a la chica mirando de manera profunda hacía la ventana, ella se sentía mal, en cierta forma sabía que no hizo mal al hacerle eso. "Pero, es un tonto, no debió expresarse así de sus padres, ellos le dan todo, y él sólo hace un berrinche, aunque en realidad no sé bien que sucedió… que tal si sus papás no estaban siendo injustos… No, no, Hinata Yugha, nunca te retractes" se expresó la chica en voz alta, sus ademanes eran tan graciosos que Naruto tuvo que salir de ahí para no llamar más su atención.

Las clases transcurrieron de forma cotidiana. Hinata no tenía muchos amigos cómo el resto del grupo, a ella le gustaba su tranquilidad y en cierta forma su soledad. No era alguien muy sociable, de vez en cuando hablaba con un muchacho de cabello negro con lentes oscuros, enfermo de glaucoma, llamado Shino Aburame. A veces también le hablaba a sus compañeras, sin embargo con ninguna había hecho una gran amistad. Sin embargo, ella anhelaba algún día ser necesitada o por lo menos tomada en cuenta por aquellas personas que la rodeaban. Tal vez era tímida, tal vez era reservada, tal vez le gustaba más el silencio, o tal vez… nadie se había preguntado quien era.

-Hemos localizado a la chica. Al parecer ella desconoce su gran poder. –Dijo un hombre de cabello grisáceo con unos anteojos redondos.

-Muy bien Kabuto, es mejor así. –Se relamió los labios dentro de la oscuridad un hombre sumamente asqueroso de cabello largo, graso y negro.

El lugar donde se encontraban estos dos hombres, aparecía a los ojos de ciertas personas, no era un lugar común como una preparatoria o un centro comercial. Era la guarida secreta en dónde por siglos se había esperado el regreso de la oscuridad. Su más grande súbdito, un extraño sujeto de comportamiento cuestionable, un tal Orochimaru.

Hinata estaba recogiendo sus útiles cuando en eso un chico de cabello negro con mirada indiferente le pasó una nota. Ella se quedó perpleja, aunque este hecho no significó tanto para que se le quedara mirando cómo lo hacían el resto de las chicas. Sakura Haruno que era la delegada del salón, acabó de dar un discurso por lo que estaba al frente y vio este suceso. Le incomodó mucho, sobre todo porque sentía que Hinata era como un fantasma en ese lugar. Y justo, él, el chico que más le gustaba le estaba pasando una nota… ¡¿Pero qué demonios se cree ella?! Pensó Sakura con mucha furia.

Hinata leyó la nota, no era de Sasuke Uchiha, sino del chico que en la mañana había agredido. Se sorprendió sobre todo porque jamás pensó que le volvería a hablar o dar alguna señal de existencia, estaba tan acostumbrada a que las personas se alejaran de ella así que otra persona más, ya le daba igual.

Creo que debemos hablar, te espero en la salida.

-Naruto Namikaze.

Guardó rápidamente la nota antes de que Sakura la viera. Salió disparada de su asiento, en cierta medida le emocionaba el hecho de que alguien la llamara, sin importar mucho el motivo. Aunque se lo imaginaba, tal vez era para reclamar lo de la mañana. No tenía miedo, y eso la hacía libre. Pero también algo indefensa; no se dio cuenta de que la seguían, una de esas personas era Sakura, y la otra, alguien que siempre se interesó en ella.

-Objetivo localizado. –Dijo un muchacho de ojos azules, cabello largo, rubio y unos extraños tatuajes en sus manos, apretando un intercomunicador.

-Muy bien, Deidara, aunque aún no es tiempo de que te presentes. Por el momento tan sólo obsérvala. –Habló una voz a través de un auricular.

Pero no todo el panorama era tan malo, había guardianes que se encargaban de cuidar y de proteger a la hija de la luna. La organización se llamaba "luna roja" o Akatsuki, y estos eran los encargados de investigar el paradero de la chica antes de que Orochimaru lo hiciera.

Hinata encontró a Naruto en la salida. Éste le hizo una seña para que se acercara y le siguiera, sin más ni menos la chica entendió las señales y le siguió. Sus pasos se habían hecho paralelos, sin embargo, Naruto no la miraba, quería darle una lección mostrándole su "indiferencia". Hinata no comprendía que sucedía así que sólo lo siguió. Llegaron a un parque el cual tenía una bonita vista de toda la ciudad.

Sakura al darse cuenta de lo que sucedía, decepcionada y enojada pensó "vaya ese tonto de Naruto otra vez causando problemas, no tenía que meter a Sasuke, me siento tan tonta de dudar de Hinata… ". Se fue en dirección hacia su casa, pero justo antes de eso, se percató de la presencia de otro participante en la escena, dejándola con la duda.

-Hinata.

-Naruto. –Dijeron los dos al mismo tiempo.

-Primero las damas. –Respondió el chico, haciendo un ademan de cortesía, cosa que le pareció graciosísima a Hinata, sin embargo aguantó la risa, para no causar otro problema.

-Yo, yo. –Comenzó a balbucear la chica, así que se volteó y caminó hacía el peñasco, posó sus manos sobre el barandal, tomó un gran respiro, volvió a hablar. –Yo, soy huérfana, Naruto-kun. Jamás conocí a mis padres, es más no sé de dónde vengo o quién soy. Las personas con las que vivo, me encontraron fuera de su casa cuando yo era muy pequeña. Sin embargo, a pesar de que se han hecho cargo de mí, jamás he sentido ese calor o amor de hogar… los ancianos con los que vivo son personas buenas y muy amables, pero, a veces dudo sobre si me recogieron por lastima o por amor. –Razonó la chica.

Naruto salió de su trance, posó su mano sobre la mejilla en donde la chica le había dado una caricia, antes de que ella diera vuelta a la calle, corrió para detenerla. La alcanzó, tomó su brazo, la jaló hacía él y la abrazó. La chica se quedó congelada, no sabía cómo reaccionar, nadie la había abrazado antes.

-No sé que tienes, no sé por qué, y me siento como un completo idiota porque en todo este tiempo no me había dado cuenta de lo mal que he hecho, no sólo como hijo, sino como persona. No te conozco, pero ahora muero por hacerlo, no sé que tienes, tal vez es que eres tan bonita como las flores. –Susurró el chico al oído de ella, la agarro de los hombros y la separó de él. Hinata se quedó muda, sonrojada y muy, muy confundida.