ChiBol
Latin Hetalia no me pertenece.
Personajes: Jose Manuel González Rodríguez (Chile) y Julio Paz (Bolivia)
Borrachera incierta
Julio sabía desde cierta edad lo que era estar tomado y qué era realmente una borrachera, podía distinguir ese estado de alegría despreocupada y los tambaleos de no recordar nada de nada en la mañana. Con sus amigos (y en ocasiones con su hermano) había estado repetidas veces abierto una botella, dos o tres, y se habían sentado en un murito o en alguna banca del parque, cuando ya estaba algo oscuro pero no completamente, y se habían pasado de mano en mano el pico. Se reían y bromeaban, y ocasionalmente alguien lo retaría a besar a Daniel, porque todos sabían que a los dos amigos esas cosas no los molestaba. También habían habido ocasiones en las que había despertado en la casa de un amigo, tirado boca abajo en el sofá y con un dolor penetrante atravesándolo de sien a sien, pero eso había sucedido contadas veces y como no eran muy de su agrado, trataba de evitar emborracharse de esa manera. Prefería aquella sensación de mareo ligero y risas taradas.
Aquella vez sin embargo no supo clasificarla bien, era una sensación borrosa y lo hacía sentirse perdido, a la vez extasiado y feliz. Feliz pero sin reirse, solamente pasando sus dedos por el cabello castaño de su compañero, una y otra vez como si estuviese acariciando a un animalito. Podía sentir sus manos atraerlo y sus bocas chocaron varias veces, mas nunca siendo un beso de verdad. Manuel soltó una risita, murmurando algo que a Julio le sonó a poesía de borrachos. Por su mente no pasó la pregunta de qué haría Miguel lo encontraba toqueteándose con su ex. No estaba seguro de qué había bebido, ni por qué terminó saliendo por la puerta trasera con Manuel, quien le besaba ahora el cuello, mordiendo ocasionalmente.
Le gustaban los pequeños estremecimientos que lo recorrían, le gustaban sus propios jadeos y cómo las manos de Manuel se habían colado bajo su ropa, acariciando. Le pareció en algún momento que succionaba sobre su piel, mas no le dio mayor importancia, tomando a Manuel del rostro para estamparle un beso y Manuel abrió los ojos, sorprendido tanto por la acción del menor como por el hecho de que besaba bastante bien. Mucho mejor que Miguel, y Dios, le encantaba esa boca.
Mordisqueó un par de veces los labios del boliviano antes de dejar que este profundizase más el beso. Ambos ladearon ligeramente sus cabezas y Julio invadió su boca. Cerró los ojos y lo atrajo más por la cintura, acariciando su espalda baja mientras correspondía.
