Disclaimer: Ningún personaje me pertenece, todo es propiedad de sus respectivos autores, etc. Este fic no es de ninguna forma elaborado bajo fines de lucro.
Este fic intentará plasmar lo que mi retorcida mente (?) se figuró del final de la película de Gundam 00, y lo que fue de la vida de los integrantes de Celestial Being.
–Eso… –murmuró Sumeragi, impactada por lo que sus ojos veían. Una flor de dimensiones colosales lograba vislumbrarse en medio del espacio, donde antes se encontrara Júpiter.
–Setsuna… –fue lo único que Feldt logró articular, como eco a sus pensamientos. La guerra al fin había terminado, todo había llegado a su fin.
… Dos años más tarde…
–¿Estás segura? –cuestionó Lasse, a la vez que dejaba los mandos de la nave para voltear a ver a su capitana. Sumeragi asintió con seguridad y firmeza, inculcándole un poco de ésta a su piloto, que parecía no muy convencido al respecto.
–No podemos seguir dejando la vida pasar, es hora de disfrutar un poco de la paz por la que tanto predicamos. –añadió tranquilamente.
Momentos después, una reunión se alzaba en uno de los cuartos del Ptolemaios 2, todos se preguntaban qué sería esta vez, hace tiempo que ya no había guerras, ni necesidad de intervenciones. Podría decirse que el mundo estaba en paz, y con ello, no había demasiado por hacer en aquella nave.
–Bien, ¿puedes decirnos de una vez para qué nos llamas? Estaba a la mitad de una película y… –Lockon no pudo continuar hablando, puesto fue interrumpido por la recién llegada.
–Nos vamos. –fue todo lo que Sumeragi Lee Noriega anunció.
–¿Nos vamos? –repitió confundida Feldt, mirando a su capitana, al igual que el resto de los presentes. Cuando recayó en la vestimenta de la mujer, entonces todo comenzó a aclararse. Ésta vestía unos sencillos pantalones de jean y una camiseta ceñida a su cuerpo color lavanda. No había uniforme, no había Celestial Being en su persona.
–Así es, he decidido que ya es hora de que regresen a la Tierra, y aprovechen el tiempo. Celestial Being se declara fuera de actividades por tiempo indefinido a partir de hoy. Así que, ¿qué piensan hacer? –les cuestionó la mujer al mando, mirando a cada uno de sus compañeros, quienes lucían aún confundidos o estupefactos.
Allelujah fue el primero en sonreír con calma, y responder. –Marie y yo aún queremos recorrer el mundo, queda mucho por ver, ¿cierto? –cuestionó buscando aprobación de la mujer de platinos cabellos a su lado, la cual asintió apaciblemente.
–Supongo entonces que yo voy a regresar a Irlanda. –afirmó Lockon encogiéndose de hombros, no es que tuviese mucho que hacer allí, pero a fin de cuentas, tampoco lo tenía en la nave.
–Creo que nosotros vamos a volver a LaGrange, y quizás bajemos a la Tierra para que Mileina conozca un par de lugares. –fue lo que propuso Ian, mientras su esposa Linda asentía, con su hija al lado.
–¿Qué hay de ti, Feldt? –inquirió Sumeragi, logrando que todos volteasen a ver a la pelirrosada, que bajó la vista sin articular palabra alguna.
–Quiero esperar un poco más… –respondió luego de pensarlo un momento, la aludida. Una tensión casi palpable invadió el ambiente al instante. Todos sabían lo que ella esperaba, todos tenían más que asumido que Feldt aún albergaba esperanzas de que Setsuna regresara, aún si las chances eran de una en mil. Pero también sabían que ella no podría simplemente pasar su vida esperando, no era sano.
–Feldt… –comenzó Sumeragi, suspirando suavemente, simplemente no sabía qué decir a la muchacha, no podía prohibirle amar, ¿no?
–Ven conmigo. –todos abrieron los ojos con sorpresa, y voltearon a ver al portador de la voz, Lockon Stratos. –Ven conmigo, a Irlanda. Si Setsuna regresa, estoy seguro de que irá por ti. –aseguró el irlandés, y cuando Feldt volteó a verle, confundida, él sólo sonrió a ella, con algo de camaradería.
–Lockon… –comenzó Allelujah, que al igual que todos, preocupaba un poco aquella actitud hacia Feldt, a sabiendas de lo que años atrás había ocurrido entre los dos.
–No te preocupes, no pienso hacerle nada… ¿pero no sería mejor que alguien se quede con ella? ¿O simplemente vamos a abandonarla aquí? No pienso dejar a un compañero atrás. –aseveró el joven, mirando de forma decidida a su compañero, el cual asintió silenciosamente.
Lockon sintió de alguna manera que se ayudaba a él también, no iba a mentir, estar solo lo volvía algo –o demasiado- irresponsable. Miró entonces por la ventana al espacio, si fuera capaz, juraría que Neil estaba sonriendo desde el cielo.
