Debilidad
Porque es Misa, su Misa, no hay otra explicación posible para que le cautive a ese punto. Jealous no ha perdido por completo la razón: sabe que aquel ser al que observa día tras día, es humano. Misa Amane era al principio un punto de luz latiendo en el medio del espacio, distinguiéndose entre todos los demás por su claridad. Ante la más mínima perspectiva de que fuese apagada, Jealous temblaba, se estremecía y sus ojos de cal se llenaban de lágrimas.
-¿Qué ves en ella? Es como cualquier otro mortal. No veo nada fuera de lo normal. Jealous, ¿has comido de esos dulces que preparan los humanos? Tal vez te ha hecho daño.
-Mi corazón se sacude de gozo ante su presencia, hermana mía.-Pronunció nasalmente, casi convulsionándose de emoción.
Un aire tibio se escapó de entre los agujeros de su cráneo. Rem suspiró (o al menos, contuvo lo que en un ser humano hubiese pasado por ese gesto y no lo expresó por ignorancia. Demasiados siglos sin necesidad de ello) y avanzó a zancadas hasta alejarse un par de metros, para ver jugar a Shidoh y Ryuuk.
Misa es a penas un fuego fatuo que ilumina cada día a su alrededor. Sus padres le dan todo lo que pide y sus hermanas, más que envidiarla, le tienen pena por su enorme inocencia.
Todos los días le pide al Ángel de su guarda que proteja a su familia, que son sol, luna y etcétera, todos orbitando a su alrededor.
Jealous no hace nada al respecto cuando sus padres son asesinados. Bueno, en realidad solloza, se muerde el puño y odia para adentro, cada tanto lanzando gemidos agonizantes al cielo. Pero eso no detiene veinticinco puñaladas distribuidas sobre los cuerpos narcotizados de dos actores under.
Misa es un secreto. No le ha dicho más que a Rem. Desea tomarla por esposa, robarla del mundo mortal. Pero está al tanto de que esa descolorida existencia no le sentaría bien. En cierta forma, lo agradece. Misa espera demasiado del ser humano. No ve su propia luz y belleza. Está consciente sólo a medias y lo usa como juguete, ignorando que es un arma de doble filo y que atenta contra su seguridad (moral y física). No entiende que deambular a altas horas, pudiere costarle la vida (en cierta forma, eso busca, tal vez, pero es una sugerencia apelmazada de Rem). Jealus grita/llora, alargando sus brazos fantasmales, esqueléticos, hacia su imagen esfumada.
Al final, decide tomar una decisión. Mientras que Rem juega a aventar huevos con Shidoh, se mete en la cabina telefónica, abandonada y llena de arañas muertas. En el interior de la misma, se despoja de su túnica negra y deja que emerja el símbolo rojo y amarillo sobre su pecho: la "J" con la que comienza su heroíco nombre.
De todas las cosas hermosas y bizarras que Misa había contemplado desde su primer abrir de ojos, Jealous en capa roja era la más interesante y erótica de todas.
No le costó demasiado dejarse llevar por sus emociones, abrazar ese cuello corto que temblaba debajo del cráneo pétreo y mirar en los ojos de su salvador, encontrando el mayor resguardo. Todo tras escribir el nombre del asesino, ante la mirada atónita de Rem.
-Ya te lo he dicho, el amor puede todo, hermana.
De más está decir que ya era polvo, el desgraciado.
