Paul contemplaba el techo de su habitación con una sonrisa en el rostro. Tenía las manos debajo de su nuca, estaba cansado porque acababa de tener la mejor sesión de sexo con la persona que dormía a su lado y a pesar de que era tarde aún no había dormido.

Paul suspiró y se puso de costado para ver mejor a su pareja. Esta descansaba bocabajo y completamente desnudo a excepción de que una de las sábanas que le tapaba una pantorrilla. Paul alzó el dedo índice y acarició toda la columna vertebral de este, desde el cuello hasta el cóccix donde Paul aún pudo notar como estaba húmedo del semen que había dejado allí hacía poco.

- Creo que ahora me toca a mí… - dijo la voz de Óscar sobresaltando a Paul

Este se sonrojó y se quedó mirando a Óscar. Este de un movimiento rápido se quedó sobre el cuerpo de Paul, levantó un poco la cabeza para poder mirarle a la cara.

- Ahora me toca a mí ver como duermes. – le dijo Óscar mirando a Paul con las cejas alzadas

- Es que eres más guapo cuando duermes… - le dijo Paul mirándole a los ojos

Óscar sonrió y la sonrisa de Paul se ensanchó más. El rostro de niño que tenía Óscar y los ojos siempre tan brillosos hacía que estuviera más enamorado de él. Paul agarró ambos lados de la cara de Óscar, la atrajo hacia si y lo besó con suavidad. Al poco, y ante la iniciativa del latino el beso se fue tomando a uno más apasionado.

Óscar se separó y fue besando el cuello de Paul dejando rastros de saliva por donde pasaban sus tiernos labios. Los besos siguieron y cambiaron de lugar para ir depositándolos por el pecho.

Paul cerró los ojos, los nervios como siempre a flor de piel ya que el placer que le otorgaba Óscar era fabuloso. Acarició la cabeza de Óscar mientras le dejaba que vagara por su cuerpo más allá del ombligo.

Emitió un gemido de placer cuando notó como la lengua de Óscar pasaba por su ingle y luego por su miembro que, gracias a las caricias anteriores, se estaba poniendo erecto. Óscar siguió jugando con la lengua hasta que consiguió que su miembro quedara completamente duro.

Una vez así se quedó bocabajo en la cama y dejó que Paul lo penetrara y embistiera una y otra vez hasta que el placer se hizo notar por grandes gemidos que llenaron la habitación…

Paul se levantó de golpe. Se quedó sentado notando las sábanas húmedas. Miró a su izquierda y se encontró allí a Steph dormida. Imposible. Era imposible que quisiera a Óscar. Pero sabía que se debía de callar. Tenía dos hijas pequeñas y Óscar tenía su tercer hijo así que sabía que siempre sería un amor imposible.

A pesar de que tuviera esas fantasías sexuales todas las noches.