Tuve que perderte para encontrarme, para aprender que la vida es una sola, que mi camino sólo culmina en una dirección, que cada paso que di llevaba impreso solamente un nombre: el tuyo.
Te fuiste tantas veces que, cuando estabas junto a mí, pensaba que tan sólo era un sueño; así, de pronto te desvanecías, dejando mi corazón marcado con tu ausencia.
Llegaste, siempre llegaste en el momento justo y preciso para levantarme de mis caídas y te quedaste sólo el tiempo suficiente para conseguir que estuviera en pie nuevamente.
Te perdí tantas veces, que sólo puede ser un milagro el tenerte conmigo ahora; sin límites ni reservas.
Tuve que perderte, para saber que te pertenezco sólo a tí...
