Capítulo 1
*Biiip* *Biiip*
Franziska se despertó por el ruido de su teléfono móvil. A duras penas, aún medio inconsciente lo cogió y lo descolgó. Ahora mismo no estaba trabajando en ningún caso, ¿Quién podía ser?
-¿Si? - Dijo, con una voz que le salió extraña debido a que se le entremezcló con un bostezo.
-¿Franziska? - Dijo una voz al otro lado de la línea telefónica. Ella se dio cuenta al momento de que era Miles Edgeworth, lo que hizo que abriera los ojos de golpe. - ¿Te ocurre algo?
- ¿A mí? - pregunto ella con una voz más normal.- Salvo que hasta hace medio minuto estaba profundamente dormida, no; no me pasa nada en absoluto – Respondió ella, con una voz menos irritada de lo que quería denotar, aún recostada y con los ojos cerrados.
Aquello pareció aturdir a Miles durante el segundo que tardó en digerir sus palabras
-Oh, perdóname - Dijo rápidamente. - No he tenido en cuenta el cambio horario. ¿Qué hora es en Alemania ahora mismo?
Franziska se sentó en el borde de su cama y miró el despertador.
-Son las 5:36 de la mañana - Franziska se estiró ligeramente sin hacer ningún ruido para que Miles no pudiera oírla.
-Siento haberte despertado. -Dijo él, con una voz que denotaba que se sentía un poco estúpido- No es nada urgente, puede esperar. Te llamaré en unas horas.
-E-espera - Dijo Franziska sin pensar. Siempre que hablaba con Miles le pasaba lo mismo, involuntariamente no quería colgar, deseaba conversar más con él. Aquello no era propio de ella, de una Von Karma. Sin duda era una imperfección que iba a pulir. Pero en aquel momento... sentía verdadera curiosidad por saber que quería Miles, o al menos esa fue la excusa que se puso a sí misma para continuar hablando con él. - N-no pasa nada, de todos modos no faltaba mucho tiempo para despertarme. Dime, ¿Que querías?
-Bueno, es algo largo de explicar, ¿Seguro que no prefieres esperar a un momento más oportuno?
-No me hagas perder mi tiempo más de lo necesario, Miles Edgeworth. - Soltó ella, ya completamente despierta.
Él soltó una pequeña risa apenas audible por el otro lado de la línea
-Nunca cambiarás – Dijo él. Franziska se sonrojó y dio gracias al cielo por qué esa conversación fuera telefónica.- Está bien, te explicaré a que se debe mi llamada. Verás, hay algo que me gustaría proponerte. Tengo entendido que ahora mismo te han relevado de tus tareas de la Interpol, ¿Es eso cierto?
Franziska decidió replicarle, el tono de Miles prácticamente le daba a entender que era como si la hubiesen despedido.
- No me "han" relevado, me "he" relevado a mí misma de mis tareas con la Interpol.- Contestó ella, ligeramente irritada.- Ahora mismo soy una agente inactiva, y por mis méritos me dejan tomármelo con calma hasta que desee volver a estar activa.- La fiscal se levantó de la cama y pulsó un interruptor para que se levantaran las persianas de su habitación. - ¿A qué se debe esta curiosidad por mi persona?
- Ya te lo he dicho, quiero proponerte algo, y necesitaba saberlo. Si tuvieras trabajo como agente de la Interpol no podría proponerte nada.
- ¿Quieres decirme ya de una vez que es lo que quieres de mí? - Dijo ella, más con un tono curioso que irritado, puesto que no le gustaba gritarle a Miles.
-Verás... hace poco me han ascendido a Fiscal del Distrito.
-Felicidades - Dijo ella, secamente.
-No es nada comparado con una agente de la Interpol, pero en fin, no es el tema. La cosa es que en mi fiscalía estamos escasos de personal, y me gustaría que vinieras a trabajar aquí, aunque solo fuera temporalmente. Sé que puedes aspirar a mucho más, pero como te he dicho, me gustaría que vinieras aunque solo fuera de modo temporal.
Franziska comenzó a darle vueltas a la cabeza. Por algún motivo la idea de trabajar en el mismo lugar que Miles Edgeworth le producía una sensación de alegría, un pequeño cosquilleo que le recorría de pies a cabeza. Sabía que aquello era irrazonable, pero era así. Un Von Karma podía aspirar a mucho más que a trabajar en una fiscalía de distrito. De hecho ella ya era una agente internacional. Inactiva, pero una agente internacional al fin y al cabo.
Sin embargo, de algún modo en aquél momento se sentía débil. No era propio de una Von Karma sentirse así. Pero estaba sola en Alemania en aquél momento. En la impresionante mansión de los Von Karma, que había comenzado a odiar desde que se encontraba sola en ella con el mayordomo y la ama de llaves. De algún modo deseaba estar con Miles, era el único resquicio de familia que le quedaba.
-Recomponte, Franziska - Pensó ella en su fuero interno.
- U-un momento- Dijo Franziska. Continuó hablando al mismo tiempo que las ideas pasaban fugazmente por su cabeza.- Me estas ofreciendo un trabajo... ¿En el que soy tu subordinada? ¡Soy una Von Karma!- Dijo ella con un tono notablemente alterado.- ¿Quién te crees que soy?
Ella pudo oír un leve suspiro de Miles al otro lado de la línea.
-Franziska, sabes que aunque sea el fiscal del distrito no estarías a mis órdenes, serías una fiscal independiente. Además... -Miles calló, reflexionando sobre si decir o no lo que pensaba en aquel momento.- Tu padre trabajó en un puesto idéntico al que te estoy ofreciendo. No es incompatible con ser Von Karma.
Aquello la pilló completamente desprevenida. Pudo notar como su corazón se aceleraba y la adrenalina corría por sus venas. No era nada habitual en ella que algo la pusiera tan nerviosa.
-Escúchame con atención, Miles Edgeworth, porque no pienso repetirlo.-Dijo ella con una voz deliberadamente lenta, marcando fuertemente todas las consonantes.- Vuelve a compararme con mi padre y no volverás a verme en toda tu vida. Yo no soy como mi padre. -Sentenció ella.
Aquello dejó sin habla a Miles durante varios segundos.
-P-perdóname, siento que mi comentario te haya molestado.
Hubo silencio durante otros segundos, hasta que Miles volvió a tomar la palabra.
-Bueno, ya te he dicho lo que quería decirte. Por favor, prométeme que al menos te lo pensarás y no lo desecharás de un modo cabezota. Al menos prométeme eso. Por cierto... en cuanto te decidas házmelo saber, cuanto antes mejor.
-Veré lo que hago. Hablamos en otra ocasión -Dijo ella, ya calmada
-Está bien, hasta luego -Dijo Miles antes de colgar.
Franziska tiró el móvil sobre la cama, y después se recostó ella misma hecha un ovillo. Le daba vueltas a todo: A Miles, su oferta, los pros y contras de esta, a su padre...
Se puso a reflexionar sobre la conversación que acababa de tener con Miles. Quizás se había pasado un poco cuando la comparó con su padre, pero odiaba que lo hubiera hecho. Su padre ya no era digno de ser llamado un Von Karma. Era un vulgar asesino que fue condenado a muerte, y murió como el criminal que fue. Como un asesino. Franziska no había ido a verle a la cárcel, y ni siquiera fue a su entierro -al que por cierto Miles sí que asistió- y no se arrepentía de haber actuado así.
Pero lo que más le costaba entender era por qué razón veía tan atractiva la oferta de Miles. El trabajo no era nada del otro mundo. Tendría que buscar un alojamiento, trasladar sus cosas más valiosas, acostumbrarse a hablar todo el tiempo una lengua extranjera... ¿Y que tenía de beneficio? Una sola cosa.
¿Es un motivo suficiente?
