(adaptación)

ninguno de los personajes de once upon time me pertenecen, es una historia sin fines de lucro.

que lo disfruten


—Ya está otra vez aquí la tipa rara esa.

Como de costumbre, Zelena entró en el despacho sin molestarse en llamar, con un vaso de plástico lleno de café solo en cada mano.

—Gracias.

la detective en jefe Regina Mills tomó el vaso que le tendía su compañera y hermana y le dio un trago, saboreando con placer el líquido oscuro y caliente. En el fondo, se alegraba de que Zelena hubiera interrumpido la aburrida tarea que suponía elaborar el informe de la última operación; llevaba tres días encerrada en el despacho y ya empezaba a sentir claustrofobia—.

—¿De quién hablas?

—Esa que está ahí. — Zelena señaló con disimulo a una joven rubia con cara de cansancio que esperaba, paciente, sentada en una de las deterioradas sillas de plástico de la sala de espera.

La Brigada Central de Delitos contra las Personas (BCDP) ocupaba una planta entera de un destartalado edificio de hormigón, fiel exponente de la maciza arquitectura franquista. El espacio era diáfano en su mayor parte y hasta las paredes de los pocos despachos eran de cristal, así que se podía observar lo que ocurría alrededor en todo momento. Cuando la detective en jefe necesitaba un poco de intimidad, no le quedaba más remedio que recurrir a una desvencijada persiana de lamas que alguna vez fue blanca.

—Parece una mujer bastante normal. — Regina examinó el pálido rostro sin maquillaje, las anticuadas gafas de concha, y el cabello recogido en un moño tirante y fue incapaz de decidir si le parecía guapa o fea.

—Es una mujer muy extraña, créeme, es la tercera vez que viene. Ha denunciado la desaparición de una alumna suya o algo así. Traté de ser amable con ella, pero en cuanto eché un vistazo al historial de la pájara de la niña le dije que era el típico perfil de adolescente que se fuga de casa, y que lo más probable era que en ese mismo instante estuviese inhalando coca con algún muchacho en un callejón oscuro de cualquier ciudad de Boston Pero la tipa, no; está empeñada en que alguien la ha asesinado. —Zelena se derrumbó sobre la silla que había frente a la mesa llevaba una camisa beige y unos pantalones de vestir negros—. Dice que la ha visto en un sueño o en una visión o en algún otro lugar igualmente siniestro. A pesar de ese aspecto modesto, no cabe duda de que es una auténtica rara.

—Igual dice la verdad, la mente humana es una máquina poderosa de la que aún desconocemos bien el funcionamiento. —La sonrisa de Regina era irónica; creía en las visiones y en los temas paranormales casi tanto como en los Reyes Magos.

—Si claro, listo, pues por gracioso te vas a cagar. Le voy a decir que pase, que tú la atenderás. —Zelena esbozó una mueca maliciosa y se levantó en el acto.

"—¡No jodas, Zelena, no la traigas aquí! Todavía tengo que terminar el informe del caso Valinsky y empezar con el del cadáver que apareció el otro día en el puente...

Pero sin hacerle el menor caso, Zelena salió del despacho y se dirigió hacia donde esperaba la chica. Impotente, Regina observó que hacía un gesto con la cabeza indicándole que le siguiera y la condujo a su despacho.

—Señorita Swan, le presento a la detective en jefe Mills, una de las mujeres más brillantes de la brigada. —Zelena ignoró la mirada asesina que le dirigió su hermana y siguió hablando—: Si hay alguien en la sección de homicidios y desaparecidos que pueda ayudarle, es ella, créame.

A Emma no se le escaparon las miradas que cruzaron las dos; sin embargo, se encogió de hombros en un gesto ligero que pasó desapercibido. Estaba acostumbrada a que la gente no la tomara en serio, así que no se molesto y, decidida, se enfrentó a la mujer que acababan de presentarle. Había algo en el tal Mills que le pareció inquietante. Tal vez era su tamaño amenazador, demasiado alta, en su opinión, claro por las zapatillas que llevaba pero aún así, era amenazadora—ella le llegaba a la barbilla—quizá fuera, se veía muy ancha, como poderosa, de un lado a otro se paseaba como la reina del lugar, tal vez simplemente, por el hecho de que era policía. A Emma nunca le habían gustado los polis. A pesar de todo, trató de hacer esa incómoda sensación a un lado; necesitaba la ayuda de esa mujer y estaba decidida a hacer todo lo que estuviera en su mano para conseguirla.

La detective la miró con fijeza y Emma se dio cuenta de que ella había notado su inquietud. Nada parecía escaparse a esos observadores y arrogantes ojos color marrón oscuro.

—Buenos días, detective. Imagino que su compañera le ha informado ya de por qué estoy aquí.

—Buenos días, señorita Swan. En efecto, la detective Zelena me ha dicho que busca a una joven desaparecida. —Una vez más, a Emma no se le escapó el énfasis irónico que inyectó en la palabra, pero le contestó sin perder la calma.

"—No solo ha desaparecido, detective Mills , estoy segura de que ha sido asesinada.

A Regina le sorprendió la dulzura de la voz femenina y su tono sereno. Tenía que reconocer que la señorita Swan no parecía una loca. Sus ojos, de un color que no podía apreciar bien tras los cristales de las gafas, lo miraban con aplomo; estaba claro que creía todos los hechos que acababa de contarle. La detective recorrió de arriba abajo su cuerpo menudo con curiosidad. El amplio chaquetón de color marrón que llevaba impedía adivinar sus formas, y lo único que asomaba por debajo eran unos vaqueros negros y unas viejas zapatillas de deporte. En resumen: el atuendo propio de una mujer insignificante que no le da la menor importancia a su aspecto físico. No obstante, no sabía por qué, algo en la apariencia de la señorita Swan no parecía encajar y ella Regina Mills , siempre se fiaba de su instinto.

—¿Y por qué está tan segura? —Regina volvió de nuevo su atención al pálido rostro que se alzaba hacia ella.

—Verá, soy la directora de un pequeño centro de acogida para jóvenes con problemas. Hace dos noches que Katheryn no regresa a dormir. La primera vez que no vino, puse una denuncia a la mañana siguiente en en el cuartel de la Guardia Civil del pueblo más cercano, pero al igual que su compañera —hizo un gesto despectivo con la mano señalando a Zelena—, en cuanto los agentes leyeron el historial de Katheryn no le dieron la menor importancia. Esa misma noche...

Al ver que interrumpía de pronto su explicación, la detective se limitó a alzar las cejas, impaciente, invitándola a continuar.

—Verá... —Por un instante Emma vaciló, pero se recuperó en el acto y mirándola a los ojos con certeza declaró—: He tenido una visión de Katheryn Muerta.

—¿Una visión? —preguntó la detective muy seria, procurando no mirar a su compañera que, a espaldas de la chica, se llevaba un dedo a la sien y ponía los ojos en blanco.

—Ya sé que es difícil de creer. —La melodiosa voz continuo su explicación—. De hecho, soy concierte de que la detective Zelena piensa que estoy completamente loca, pero le juro que no es así. Desde pequeña, he sido capaz de percibir cosas que otros no ven...

—Así que me lo que viene a decirme es que el espíritu de esa tal Katheryn se le apareció para decirle que estaba muerta. —En el despacho se escuchó el sonido inconfundible que hace una persona al reprimir una carcajada—. Mire, señorita Swan, en este momento estoy muy ocupada con varios asesinatos muy reales y no tengo tiempo para apariciones.

Emma se mordió el labio inferior con frustración; era evidente que tampoco aquella policía iba a creer nada de lo que dijera. Le entraron ganas de darse media vuelta y largarse de ahí sin despedirse de esas dos estúpidas que la trataban como a una lunática, pero estaba en juego algo mucho más importante que un ataque de amor propio.

—Yo no veo espíritus, detective, le he dicho que he tenido una visión de Katheryn, muerta. Hay sangre por todos lados y una gran superficie de agua cerca. No parece un río, más bien una laguna o un pantano. Creo que lo cruza un camino o... En este punto la visión no es muy nítida, distingo una construcción de gran tamaño, pero no sé qué es exactamente.

La seguridad con la que la joven describía los detalles le hizo sentir incómoda. Zelena tenía razón, se dijo Regina ; a pesar de su aspecto, tan normal, la tipa estaba como una regadera. No obstante, no quería ser brusca con ella; de alguna manera, la señorita Swan, con su aspecto frágil y desamparado, despertaba en ella un extraño instinto protector que le desconcertaba.

"—Verá, señorita Swan...

—Llámeme Emma, por favor —lo interrumpió la chica.

Como si no la hubiera oído la detective repitió:

—Verá, señorita Swan, me imagino que comprende que los datos que nos da son escasos y poco concretos. Es imposible que la policía inicie una investigación con semejante material.

—Créame que la comprendo detective, pero cuanto más tiempo pase más difícil será dar con el asesino. Podrían tratar de averiguar los movimientos de Katheryn el día que desapareció..., quién fue la última persona que la vio con vida, yo... yo intentaré darles más datos... —Su tono era apremiante y, por primera vez, la policía tuvo la sensación de que la joven estaba a punto de perder algo de su férrea calma, así que alzó la mano con un gesto hastiado y observó con ojos entornados el esfuerzo que hacía ella para controlarse.

—No se enoje, señorita Swan, le diré lo que haremos. Déjeme el nombre de la muchacha, alguna foto y toda la documentación que pueda aportar y veré si puedo hacer algo. —Al ver que el rostro femenino se iluminaba, esperanzado, Regina se sintió incómoda de nuevo y se vio obligada a añadir en un tono seco—: Pero debo advertirle que no se haga ilusiones. No le prometo nada.

—Lo entiendo, de verdad, detective. Tome, he metido dentro todo lo que he pensado que podría ayudarla.

Emma le entregó un abultado sobre marrón que sacó del enorme bolso que llevaba colgado en el bolso. La detective Regina lo cogió y, con un indolente giro de muñeca, lo arrojó sobre la desordenada mesa de su despacho."

"—Ya no la molesto más, detective Mills . Le agradezco mucho el tiempo que me ha dedicado. —Regina miró la delicada mano, de dedos largos y delgados y uñas muy cortas, que la joven le tendía y la estrechó en su mano,, con cuidado de no apretarla mucho. La delicada señorita Swan le producía la perturbadora sensación de que podría quebrarla en cualquier momento; sin embargo, la detective no estaba preparada para lo que ocurrió a continuación. Tocarla fue como agarrar un cable de alta tensión. Un violento calambre la recorrió desde los dedos hasta el hombro, dejándole el brazo paralizado. Al instante, Regina bajó la mirada hasta el rostro de Emma, que parecía levemente ida, y apenas pudo descifrar la exclamación que brotó de aquellos labios llenos, ahora sin apenas color.

—¡Cuidado con el dragón!

Un rápido parpadeo, y las pupilas vidriosas la enfocaron de nuevo. Al percatarse de lo que acababa de ocurrir, la señorita Swan soltó su mano como si quemara, y una ola de rubor subió desde su cuello y tiñó por completo su pálida tez. Con rapidez, Emma se despidió de ambas y abandonó el despacho a toda prisa.

—Ey,, te has quedado blanca "¿qué cosa te ha dicho esa bruja de pacotilla?

Regina sacudió la cabeza, todavía perturbada.

"—Me ha dicho: «Cuidado con el dragón».

—¡Jarl, el dragón! ¡Cuidadín! —Zelena empezó a dar pasitos cortos para delante y para atrás, en una mala imitación de Chiquita de la Calzada.

—¡Basta, payasa! —Regina no pudo evitar una carcajada.

—¿Por qué le has dicho que verías lo que puedes hacer? —prosiguió su hermana—. ¿Te has vuelto loca tú también? Creo que te ha dejado atontada con uno de sus hechizos, y eso que no es el tipo de chica que a ti te suele poner... demasiado delgada y demasiado plana para tu gusto. Además, a pesar de estar como una cabra no parece tonta.

—Mira, Zelena, no voy a discutir contigo sobre mi tipo de mujer y no digas idioteses, que suena fatal.

—¡Ay, detective en jefe Mills , cómo se nota que vienes de la escala ejecutiva! Los pobres diablos que han ido trepando por la básica carecen de ese maravilloso dominio del lenguaje."—Zelena lo miró con fingida sorpresa, mientras retorcía con dos dedos uno de los extremos de sus enormes mechones.

—Pues ya sabes, a ver si empiezas a leer algo que no sea pura tontería —replicó Regina, pero, casi al instante, recuperó la seriedad—. La verdad es que no sé por qué demonios lo he dicho. De repente, me ha dado lástima verla tan convencida de las tonterías que estaba diciendo.

—Hermana, te conozco desde siempre y aquí te conocen como la mejor tipa que jamás a pasado por la brigada, tienes un corazón demasiado grande —respondió su hermana, palmeándole la espalda con fingida consideración—. Me voy a dar una vuelta por ahí, a ver si me entero de algo nuevo sobre el fiambre del vertedero.

—Qué envidia me das, Zelena. A mí todavía me quedan varias horas aquí encerrada. Creo que fue un error aceptar el ascenso a detective en jefe. Me da la sensación de que llevo años lejos de la verdadera acción."

"— Regina Mills se pasó una mano por su revuelto pelo castaño y se sentó de nuevo tras el escritorio.

—No llores tanto, nenaza —se burló su hermana Zelena antes de salir del despacho—. Recuerda que mañana vas a tener toda la acción que tú quieras en cuanto entremos por fin en el almacén.

A las ocho, Regina acabó por fin de redactar los informes que tenía entre manos. El teléfono no había dejado de sonar en todo el día y no le había resultado fácil concentrarse. Estaba a punto de recoger y marcharse a su casa cuando, por el rabillo del ojo, advirtió una esquina del sobre que le había dejado la señorita Swan medio escondido bajo un montón de documentos.

Alargó la mano y lo cogió sin decidirse a abrirlo. Después de dudar unos instantes, suspiró y, por fin, rasgó el sobre. Lo primero que cayó sobre su escritorio fue la foto de una adolescente de unos dieciséis años que sonreía alegre a la cámara. Era una chica bonita "—como la mayoría de las jóvenes a esa edad—, con una larga melena que caía lisa a ambos lados de su rostro. En cuanto vio la mirada llena de vida de la muchacha, Regina supo que había cometido un grave error: después de conocer los rasgos de la presunta víctima, ya no le sería tan fácil hacerla a un lado.

Enfadada consigo misma, tecleó unas palabras en el ordenador y enseguida apareció en la pantalla el historial que buscaba. Mientras leía, no pudo evitar soltar un silbido silencioso; era increíble lo mucho que podían dar de sí dieciséis añitos, se dijo. Malos tratos, fracaso escolar, drogas, prostitución... El expediente de Katheryn Nolan era el perfecto manual de cómo fabricar un delincuente juvenil. No le extrañaba que ni los agentes del pueblo de Storybrooke, ni Zelena Mills le hubieran prestado mucha atención a su desaparición. Continuó leyendo y, varios párrafos más abajo, descubrió que la joven Katheryn llevaba casi dos meses en el centro de acogida que dirigía Emma Swan."

"Siguiendo un impulso, Regina introdujo aquel nombre en la base de datos y, sorprendida. observó como se abría otro extenso historial. En teoría, esa información debería haber sido borrada hace años, pero al parecer nadie se había tomado la molestia de hacerlo. Ahí estaba una jovencísima Emma Swan mirando a la cámara, desafiante. A pesar de la mala calidad de la fotografía, Regina pensó que era una de las adolescentes más bonitas que había visto en su vida. Intrigada, empezó a leer. Varios padres de acogida que por algún motivo decidieron devolverla a la custodia estatal, fugas de algunos de esos hogares, numerosas condenas por robo que acabaron en continuas entradas y salidas del centro de menores... La señorita Swan era una caja de sorpresas; tras ese aspecto de mosquita muerta, se escondía una auténtica Bonnie Parker. Con perezosa curiosidad, Regina se preguntó si habría también un Clyde Barrow a su lado.

Regina siguió leyendo con interés. Por causas desconocidas, la vida de Emma Swan había dado un giro de ciento ochenta grados al cumplir los dieciocho. Licenciada en psicología con unas notas excelentes, se doctoró con honores dos años más tarde y el tema de su tesis fue: El tratamiento de la ansiedad por maltrato infantil y conductas autodestructivas en adolescentes.

—Desde luego, no me extraña que se sacara el doctorado con semejante rapidez, debe ser toda una experta en el tema —comentó en voz alta, irónicamente.

Estuvo leyendo casi una hora más y después se marchó a su casa. Sentada frente al televisor en su sofá favorito y con los pies en alto, se comió los dos bocadillos que había comprado en una mercado de abajo, sin apenas prestar atención al programa de cocina que había elegido al azar. El intenso y sorprendente pasado de la señorita Swan no se le iba de la cabeza."


Hola nuevo fic, espero les guste mucho, como a mi, dejen reviews para saber que les gusta y actualizar, nos vemos en el proximo capítulo.

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