Resumen: Porque todo se resume a esto. Harry, Draco y una serie de malas interpretaciones. Y todas ellas producto de pervertidas mentes. DRARRY

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Rowling y Warner Bro.

Notas de la autora: ¡Hola a todos! Como verán, esta vez he vuelto antes de lo previsto. ¡Agradecimientos y aplausos para mi musa que está súper trabajadora últimamente! Acá voy a dejarles una serie de One-Shots de mi pareja favorita. Por ahora no sé cuántos capítulos serán, todo depende de la inspiración que llegue a mí. Pero con suerte serán más de cuatro.

Capítulo dedicado a Comodín que siempre está alentándome a escribir. No hace falta decir que te quiero, nena.

En fin, espero que les guste. Ahora sí, a leer.

Advertencias: El fic no posee Lemon en sí, pero contiene insinuaciones a prácticas sexuales y el correspondiente lenguaje a ello. Queda a su completa responsabilidad continuar leyendo si no poseen la edad correspondiente o no es de su agrado tales temáticas en un fic.


Malas Interpretaciones

Harry Potter era una persona madrugadora. Desde una muy temprana edad se acostumbró a ser despertado por los incesantes golpes en la puerta de su alacena, que con mucho "cariño" su tía Petunia se encargaba de realizar, imitando la función de un despertador. Por desgracia, al levantarse no le esperaba ningún día de aventuras y risas. Merlín sabía que a veces ni el desayuno recibía.

Una vez que comenzó sus estudios en Hogwarts, creyó que quizás podría disfrutar del dichoso placer de dormir hasta entradas horas de la mañana. Sin embargo, esto no fue así. Su mente se despertaba incluso antes de que el astro rey asomara por el este. Con el tiempo, Harry tuvo que resignarse y aceptarse tal cual era, una persona madrugadora.

Una vez admitida esta verdad, todo pareció retomar su curso establecido. No obstante, esta tranquilidad se rompió en el momento que su pareja le propuso que vivieran juntos. El mayor temor de Harry era que su novio no tolerara esta insólita característica y debido al gran historial entre ambos, no era extraño suponer que eso ocasionaría peligrosas disputas. A diferencia de él, Draco no era madrugador. Despertarlo era casi más terrorífico que hacerle cosquillas a un Colacuerno Húngaro. Y no, no estaba exagerando, todavía recuerda vívidamente la vez que se le ocurrió molestarlo a las cinco de la mañana, para que se tomaran una fotografía junto al hermoso amanecer que se vislumbraba desde el balcón de su habitación. Un escalofrío recorre su cuerpo al acordarse de la gélida mirada y el venenoso tono impregnado en las palabras que recibió. No, definitivamente Draco no era alguien agradable de ver cuando despertaba.

Pero Harry no se rindió y haciendo gala de su enorme valor Gryffindor, junto a la astucia que casi lo hace quedar en Slytherin, encontró la forma de despertar a su novio y salir indemne en el proceso. Está bien, quizás no fue su "astucia" la que descubrió esto pero nadie puede negar que fuera idea suya preguntarle al mejor amigo de su novio una forma de lidiar con su humor en las mañanas.

Por primera vez en su vida, Blaise lo miró con admiración y algo de lástima, cuando le contó sobre el "hecatombe de las cinco a.m.", como había decidido llamarlo. Sin dudarlo, le dijo el gran secreto que volvería a su peligroso dragón más inofensivo que un Puffskein. La primera reacción de Harry fue intentar hechizarlo. Después de todo, él no tenía ningún derecho de saber esas cosas tan privadas de su novio y teniendo en cuenta la bisexualidad del Slytherin no era de extrañar que hubiera sido él el que descubriera eso. La temible bestia de los celos que vive en él quiso destrozar todo a su paso. Afortunadamente, Blaise le explicó con calma y sin dejar de lado su mejor sonrisa ladina, que los Slytherin hablaban de tales cosas como si del clima se tratara. Un rubor recorrió sus mejillas al comprender sus injustificados celos, por lo que con un rápido agradecimiento y una pequeña disculpa, salió dispuesto a poner en práctica el consejo.


Harry regresa en sí de sus recuerdos y no consigue evitar que una sonrisa se instale en su rostro. Después de todo, sí había valido la pena todo el bochorno que pasó frente a Zabini meses atrás. Con renovadas energías, se desliza de las sábanas que lo recubren y rodea la cama dispuesto a comenzar con la tal dichosa tarea. Cuando llega al lugar, sujeta el protuberante aparato de más o menos veinte centímetros. Sopesándolo con curiosidad, Harry se entretiene un rato en apreciar los finos y albinos bellos que se encuentran en una punta del mismo. Inconscientemente, pasa su pulgar por ellos y un escalofrío lo recorre por completo.

No deseando retrasar más el momento, toma del tronco el aparato y lo introduce con cuidado en su cavidad bucal, intentando no atragantarse con él. Lentos y sincronizados movimientos comienzan a producirse con parsimonia, arriba y abajo, afuera y adentro, asegurándose de recorrer cada zona de su boca con él. Un pequeño rastro de saliva cae por la comisura derecha de su boca pero no le presta atención, demasiado concentrado en el espeso y pastoso líquido blanquecino que empieza a percibir en su boca. Realizando un esfuerzo sobrehumano por no tragar el delicioso néctar, Harry acelera los movimientos con el fin de acabar con esta tortura cuanto antes y obtener mayor cantidad del espumoso líquido. Con un gruñido que escapa de lo más profundo de su garganta, quita el aparato de su boca y escupe toda la aguada pasta, mientras una línea del pegajoso residuo blanco escurre de sus labios.

Harry se sobresalta al sentir unas pálidas manos tomarlo con firmeza de su cadera, a la vez que percibe un importante bulto enterrarse con incontrolable deseo entre sus nalgas. Un necesitado gemido abandona la sucia boca del moreno y se encarga de mover su cuerpo de tal manera que está prácticamente enterrado en esa deliciosa protuberancia.

─ ¡Demonios, Harry! ¿Cómo puedes hacer que el simple hecho de cepillar tus dientes sea tan caliente? ¡Parecía como si te lo estuvieras follando! ─ Draco deja salir con gran excitación, repartiendo húmedos besos en el cuello de su novio.

─ ¿Acaso estás celoso de un cepillo de dientes, Draco? ─ Responde con diversión, moviendo sus caderas de tal modo que una exquisita fricción recorra la entrepierna del rubio.

─ ¡No seas imbécil, Potter! Ahora, si ya terminaste con tu extraño fetiche, por qué mejor no pones a trabajar esa sucia boca en un aparato más grande y grueso que este. ─ Murmura con un seductor tono, mientras señala con disgusto y algo de odio hacia el olvidado cepillo. ─ Después de todo, también te dejará un viscoso y blanco líquido en la boca. Te puedo asegurar que su sabor es de otro mundo. Y sólo para que lo sepas… este sí puedes tragarlo.

Las verdes iris se tornan prácticamente negras al escuchar el último susurro de su novio. Con la mente totalmente embotada en ese intercambio de ardientes insinuaciones, Harry se gira y besa a Draco con gran voracidad, repleto de puro y llano deseo sexual. Ambos se pierden en la boca del otro, compartiendo el delicioso sabor a menta que el residuo de pasta dental aún ensucia la cavidad del Gryffindor. Sólo se separan cuando sus despiertas erecciones se rozan a través de la fina tela de sus pijamas, obligándolos a abandonar un necesitado jadeo.

─ Enjuágate esa boca y prepárala para usarla en otro lugar. Si te portas bien, quizás hasta te deje conservar ese condenado cepillo.

Draco le murmura al oído, haciendo un gran hincapié en ese otro lugar al refregar su excitación contra la de su pareja. Harry deja salir una nerviosa risita al comprobar que su retorcida serpiente sí está celosa del pobre y olvidado cepillo. Más divertido y caliente que nunca, el moreno se gira y llena un vaso con agua, dispuesto a enjuagar los restos de pasta dental. Y justo cuando Draco está saliendo por la puerta del baño, Harry deja salir con fingido desinterés algo que sabe que lo volverá incluso más salvaje en la cama.

─ Cómo quieras, Draco. Pero te advierto algo, el cepillo no es mío sino tuyo. Creo que aún estaba algo dormido cuando lo tomé y por eso lo… confundí.

Un ahogado gemido intenta salir de los finos labios del Slytherin al descubrir que Harry utilizó su cepillo adrede, imaginando quizás que es su miembro el que se lleva a la boca y con el cual realiza tal "honorable" tarea. Lanzándole su mirada más depredadora, levanta tres dedos hacia el rostro del otro.

─ Tres segundos, Potter. Sólo tienes tres segundos para estar de vuelta en la habitación.

Sin decir nada más, Draco cierra la puerta del baño y se coloca cómodamente en la cama, sin desvestirse. Esperando que su travieso león trabaje en ello como castigo a su explícita provocación. Dentro del cuarto de baño, Harry reprime una divertida risita, apresurándose a limpiar su boca e ir al encuentro de su ahora no tan peligroso dragón.

Su intención no era excitarlo al lavarse sus dientes. Ya que sólo fue a cepillarse porque a Draco no le gusta que ponga su boca con aliento matutino en ciertas partes de su anatomía. Pero debe reconocer que esto salió mejor de lo esperado. Sólo necesita recordar esconder al inocente cepillo de dientes de su posesivo novio. No quiere ni imaginar lo que le hará una vez que su cordura vuelva en sí.

─ ¡POTTER! ¡Si no vienes aquí en un segundo te juro que voy a…!

Riendo por el enfadado grito, Harry sale apresurado del baño. Dispuesto a utilizar su pulcra boca en otro menester más… interesante. ¿Quién hubiera pensado que lo único que se necesitaba para calmar el humor matutino de su dragón era simplemente un buen trabajo oral?


oOoOoOo

Notas finales: si han llegado hasta acá, se los agradezco infinitamente. Realmente espero que disfrutaran el capítulo y les haya podido sacar al menos una sonrisa, que es la idea en esto.

No olviden dejarme sus opiniones en un comentario. Ya sea porque quieran que siga subiendo capítulos, para cuestionar mi salud mental o para dejar sus halagos. Todo es bienvenido. ^.^

Ahora sí, los dejo. Besito enorme y nos leeremos pronto. :3