¡Hola a todo el mundo!
Aquí os traigo la nueva historia Brittana que llevaba prometiendo tanto tiempo.
Espero que os guste.
Revista Rolling Stone. Año 2016. Febrero. Stephanie Watson.
Hoy, se presenta Nueva York el primer disco del cantante de origen canadiense James Dick, conocido desde hace dos meses por el lanzamiento de su single "Help me find a way". Su descubrimiento en un local de los bajos de Nueva York por la jovencísima propietaria de la discográfica LópezRecord de veinticinco años Santana López, ha sido el mayor acierto en el mundo de la música en estos últimos años.
Tras un gran trabajo en el estudio de grabación, el joven artista ha alcanzado el número uno en nuestro país solamente con su single y en Europa, lo están esperando con los brazos abiertos para comenzar su gira con su nuevo disco.
A pesar de estar tan ocupados, nos han concedido una pequeña entrevista para nuestra revista.
Stephanie W.: Hola a los dos, estoy encantada de estar con vosotros. Hoy es la presentación oficial de tu primer disco de estudio "Time". Ayer se puso a la venta en iTunes y ya es número uno, ¿estás contento con todo esto?
James: Todo esto para mí es como un sueño. Jamás me hubiera imaginado poder estar aquí, para promocionar mi disco, hacer una gira, conciertos… es genial poder tener esta oportunidad.
St.: Según nos han comentado, Santana te encontró cantando en un pequeño bar en el que llevabas trabajando poco tiempo. ¿Es verdad?
J.: Si, lo hemos contado en varias entrevistas, la verdad que la historia es divertida (ambos ríen). Prefiero que lo cuente San, que lo hace mejor.
Santana: Suelo ir por pequeños lugares en algunas zonas de la ciudad con frecuencia para encontrar talentos escondidos como el caso de James. Esa noche me avisaron que cantaba un chico con una voz genial en el Tomorrow y me acerqué sin dudarlo. Fue genial verlo en vivo, sin la presión típica de una entrevista. Tras un par de días observándole, me acerqué para proponerle un trabajo, a pesar de que él fue incapaz de contestarme.
J.: (Riéndose) Me quedé bloqueado totalmente cuando la reconocí. La gran Santana López preguntándome si me gustaría ir a una entrevista para trabajar en su sello discográfico. Tengo que agradecerla muchas cosas.
S.: Es una suerte haberlo encontrado.
St.: Prácticamente se trata de su historia repetida ¿cierto? Usted también cantaba en locales antes de su gran éxito como cantante.
S.: Si, al igual que James y otros muchos que por desgracia no tendrán nuestra suerte, me dediqué a cantar por locales compaginándolo con otros trabajos como camarera, dependienta... Tuve suerte de toparme con John Stefant, mi antiguo mánager y productor que estaba tomando una copa y fue el que me dio la oportunidad con mi primer disco.
St.: Resulta aún un enigma el porqué se retiró en la cumbre, tras la gira de su tercer disco cuando sus fans pedían más. ¿Mereció la pena cambiar el escenario por los despachos?
S.: Amo a todos los fans que día tras día me dan su apoyo en todo lo que hago en persona y por las redes sociales. Sé que fue algo drástico pero en mi situación, si mereció la pena. Siempre he sido muy familiar y me costaba un mundo separarme de ellos cuando estaba tantos meses de gira. Además, estoy enamorada de la música pero con el tiempo me di cuenta que no era de los escenarios, sino de la producción y composición de canciones para artistas que llegarán tan lejos como él (rio señalando al chico).
St.: Es decir que SnixL ¿nunca volverá a los escenarios?
S.: Nunca se puede decir jamás, pero probablemente no. Estoy feliz con mi trabajo actualmente. Como ya he dicho, amo componer y producir.
St.: Hay dos preguntas recurrentes en nuestros seguidores de twitter. "¿Comenzará pronto la nueva gira por Europa?"
J.: Si, las fechas están en mi página web. Será una gira de dos meses por las principales capitales europeas: Madrid, París, Londres…
St.: "¿Habrá gira americana?"
S.: Por supuesto. El single ha tenido una gran aceptación y tenemos algunos lugares ya pactados para una futura gira. Pero debemos ir con tranquilidad. Quedan dos meses por delante en Europa.
St.: Esto es una pregunta más personal: sobre el amor. Santana, desde su última relación con la también cantante Julie Morrison con la que se escucharon campanas de boda hace dos años, no se la ha visto con otra persona. Se ha comentado en muchos tabloides que James y tú estáis saliendo desde hace unos meses, ¿es cierto?
(Ambos se miran por un instante y comienzan a reírse)
S.: A pesar de que James es guapísimo y muy simpático, no creo que su encantadora novia Emma quiera compartirlo.
J.: Es celosa, pero ya te dijo la última vez que cenamos juntos, que por ti haría una excepción.
S.: Realmente nos hemos hecho muy amigos, James es un cielo y es un placer tanto trabajar con él como conocerle de manera personal, pero no tenemos ningún interés amoroso. Nos llevamos muy bien y eso quizás ha podido llevar a confusiones. Pero él y Emma hacen una pareja estupenda.
St.: Siguiendo con la entrevista…
Febrero 2016
- No lo entiendo, ¿Cómo podéis tener tantas cosas si apenas lleváis unos meses en Nueva York?
- No te quejes tanto, llorona. Ahora seremos prácticamente vecinas y no tendrás excusa para venir más a vernos –sonrió Rachel mirándola mientras se sentaba en una silla aun con el plástico de embalaje.
- Eso no es un alivio enana, sino todo lo contrario.
La morena más bajita, la ignoró y suspiró cansada viendo todas las cajas desperdigadas por el suelo del apartamento que aun quedaban por colocar.
Rachel, era la hermana mayor de Santana, encargada actualmente del área de pediatría del Hospital NewYork-Presbyterian. No eran hermanas biológicas como tal, sino que los padres de la pediatra adoptaron a Santana cuando era una niña. A pesar de los muchos encontronazos que tuvieron entre ellas al principio, al poco tiempo se hicieron inseparables.
- ¿Qué has hecho esta vez San? –suspiró con una pequeña sonrisa Quinn saliendo de las habitaciones- no saques de quicio a tu hermana, que luego lo paga conmigo.
Quinn había sido la mejor amiga de Santana desde el colegio. Habían crecido juntas y en algún punto de su vida adolescente, la rubia se enamoró perdidamente de Rachel, convirtiéndose más tarde en la cuñada de la latina. Había estudiado fotografía y era bastante conocida en el mundillo.
- Esta mañana desayunando en la cafetería de siempre, hemos visto tu nueva entrevista para Rolling Stone. James y tú salís muy guapos en la foto.
- Él sale especialmente favorecido. Conociendo a su novia seguro que la enmarca –rió la morena mientras se sacudía el polvo de los pantalones- lo que no entiendo es el porqué de que en más de la mitad de la entrevista hablan de mi carrera en lugar de la de él.
- Es normal, aun no entienden porque dejaste los escenarios. Al no conceder ninguna entrevista personal con respecto a ese tema, siempre que apareces en los medios es un buen momento para poder preguntar y conseguir la respuesta.
- Cada vez aguanto menos las entrevistas…
- Santana, no seas así. No lo pienses más –comentó Rachel poniendo rumbo a la gran cocina de su nuevo piso- nuestros padres me enviaron sus falafels especiales. ¿Te quedas a comer?
- Lo siento mucho Rach, no puedo. Tengo que acercarme a la discográfica para hablar de la colaboración de un nuevo grupo con James para una canción. Además toda su gira americana está aún por solucionar: las ciudades a las que irá, posibles colaboraciones… tengo muchas cosas que tramitar.
- Sé que no me harás caso como siempre, pero deberías de relajarte un poco, delegar algunos trabajos en alguien. Tanto trabajo no es bueno.
Santana negó con una sonrisa. Los pocos años que llevaba en este mundillo la habían servido para demostrar que no podía confiar algunas cosas a determinada gente. Desde que era famosa, la mayoría de personas se habían acercado solamente por interés y eso, la había hecho ser más introvertida y desconfiada de lo que ya era.
- Tengo que hacer las cosas por mi misma para…
- Saber que están bien hechas, si, lo sabemos Santana –protestó Quinn terminando la frase de su amiga con cara de enfado- pero Beth te echa de menos… ¿desde cuándo no tenéis una tarde tía/sobrina?
Beth. La historia del origen de la niña era larga de contar. En su último año de clase, Quinn tuvo un "encuentro" con su antiguo ex novio pensando que se quitaría de la cabeza la obsesión que tenía por Rachel. Pero lo único que consiguió fue quedarse embarazada, que el chico la repudiara y que sus padres la echaran de su hogar. Su abuela paterna la acogió encantada en su casa hasta que pudo valerse por sí misma.
Siete años después, estaba casada con Rachel y Beth estaba más que feliz con sus dos madres.
- Ya lo sé, sabes que yo la echo muchísimo de menos. Pero ahora, con los nuevos horarios apenas salgo del estudio.
- Santana, eso no es escusa…
- Quinn, déjala, ya sabes como es. Por cierto, te lo quería haber contado pero apenas hablas con nosotras –contestó de mala manera Rachel sin dejar de mirar a su hermana- ayer estuve hablando con una compañera de pediatría de ti. Podíamos ir de cena las cuatro, es muy guapa, lista, lesbiana y…
- No, Rachel. Nada de hacer de celestina. Estoy bien como estoy.
- Pero Santana…
Quinn lazó una mirada a Rachel que la hizo suspirar al instante dejando el tema. La pareja se complementaba a la perfección. En muchas ocasiones Santana sentía una envidia sana por su relación, por tener a alguien así en su vida.
- ¿Te apetece un café San? Antes de ir a trabajar.
Santana bajaba por las escaleras prácticamente corriendo. Acababan de llamarla del despacho para una reunión urgente con un nuevo grupo de Los Ángeles. Aun estaba pensando en la conversación que se había quedado pendiente con Quinn. La había dejado con mal sabor de boca. Obviamente sabía que Beth la echaba de menos, pero no podía estar con ella todo el tiempo que quisiera, la discográfica la tenía completamente ocupada.
De repente, se chocó contra algo que andaba en dirección contraria a ella. Santana al levantar la mirada se encontró con los ojos más bonitos y más azules que jamás había visto, dejándola sin habla.
- ¿Estás bien? –comentó la chica apoyando su mano en el hombro de Santana- Lo siento de veras, creo que te he manchado la cazadora y la bufanda con mi café.
- Ehh –la morena pareció reaccionar, limpiándose un poco con sus manos, que estaban cubiertas con guantes- No pasa nada, ha sido un accidente, además yo era la que iba bajando como una loca por las escaleras.
Santana seguía intentando quitarse las gotas de café de encima cuando levantó la cabeza y vio la chica la seguía mirando. Era un poco más alta que ella, rubia, con unos ojos azules especialmente bonitos. Iba vestida como si acabara de venir de hacer footing, mostrando un cuerpo excelente. La latina volvió a mirarla a los ojos viendo como sonreía y la tendía un pañuelo que sacó de su bolsillo.
- ¿Vives por aquí?
- No, no -carraspeó Santana intentando que su voz saliera normal- no vivo aquí. Mi hermana, mi cuñada y mi sobrina se han mudado aquí hace nada.
- Oh... yo también me he mudado hace poco a este edificio, apenas conozco a nadie del bloque.
Santana por más que intentaba centrarse en la conversación, no podía evitar mirar a la chica sin escuchar lo que estaba diciendo. Simplemente observándola embobada. Nunca había visto una chica como ella.
- ¿Sigues ahí?
Santana sacudió la cabeza y observó a la rubia que la miraba con una sonrisa.
- Uhh lo siento, no sé lo que ha pasado… -susurró evitando en todo lo posible ponerse roja- ¿qué decías?
- Nada importante –rió la otra mientras se metía algunos mechones de pelo detrás de su oreja- Creo que me suenas de algo…
Y ahí iba de nuevo, la historia de siempre. La reconocería y ya no sería Santana "la persona" con la que poder entablar una conversación al mismo nivel, sino "SnixL" una famosa a la que hay que agasajar a toda costa por el bien propio.
- Puede ser. Antes era cantante y ahora dirijo una discográfica, LopezRecord.
Brittany giró levemente la cabeza con un gesto de confusión que a Santana le pareció adorable. Después puso una leve cara de sorpresa.
- Uhh… ya sé, ¿eres SnixL?
Santana asintió con una leve sonrisa y pero a la vez, sintió una leve decepción por dentro.
- Soy Brittany Pierce –dijo la chica tendiéndole la mano con una sonrisa- encantada.
- Encantada Brittany.
- Y bueno, ¿tú cómo te llamas? Dudo que te llames SnixL…
- En realidad no –rió la morena - me llamo Santana. Santana López.
Ambas chicas sonrieron. Por primera vez desde hace mucho tiempo, Santana se sentía a gusto hablando con una persona que no era de su círculo más cercano. Pero su móvil sonó rompiendo el encanto del momento.
- ¿Quién es? –preguntó Santana de mala manera- No, no podéis tratar eso con mi ayudante. Simplemente esperar, yo llegaré cuando pueda, un poco de paciencia. Vivimos en Nueva York, hay grandes atascos, la gente se retrasa.
Colgó su Iphone y se lo metió al bolsillo de golpe. Brittany la miró con una leve sonrisa mientras Santana gruñía insultos por lo bajo.
- Creo que tienes algo de prisa… Supongo que nos veremos alguna vez por aquí. Siento mucho lo de tu ropa, de verdad –dijo la chica mientras seguía subiendo las escaleras- hasta luego.
La latina asintió a Brittany y continuó su camino por la puerta.
- ¿¡QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ!?
Santana acababa de entrar en la discográfica viendo todo descontrolado. Su ayudante personal, Blaine, estaba intentando retener al nuevo grupo de música de moda, Belle Notte, mientras que los chicos intentaban salir enfadados por la puerta.
- Llevamos media hora esperando a que se presente la señorita López en su despacho y no aparece.
Blaine suspiró interponiéndose en la puerta para evitar que saliesen. Era un chico bastante apuesto, moreno, ojos verdes y gay. Eso quizás era por lo que se llevaban tan bien entre ellos. De hecho era con uno de los pocos que Santana que se mostraba familiar en el trabajo, como realmente era.
- Santana, están bastante enfadados…
- Déjales que se vayan si quieren… -contestó de manera autoritaria la morena- James tiene muchas propuestas para colaborar con él. No quiero tener a personas que no pueden adaptarse a un simple imprevisto.
Los chicos se miraron y tras hablar en voz baja entre ellos, suspiraron. Santana los invitó a entrar de nuevo viendo como volvían a pasar.
- Una buena decisión, creerme. Será todo un éxito vuestra colaboración. Voy a consultar con mi ayudante algunos datos para nuestra reunión y ahora mismo comenzamos.
Cuando cerró la puerta tras ella dejándolos en el despacho, suspiró aliviada mientras Blaine la sonreía apretándola suavemente el hombro.
- Bien jugado San.
Santana asintió con una sonrisa. Cogió unos papeles al azar para no entrar con las manos vacías y abrió de nuevo las puertas. Con paso decidido se sentó en su gran silla, bajo la atenta mirada de los allí presentes.
- Y ahora, que todos estamos más calmados, vamos a negociar.
Dos horas después y tras una larga negociación, salieron con un acuerdo. Santana se levantó con una sonrisa y los acompañó hasta la puerta del ascensor. Después, volvió a su despacho cerrando las puertas tras ella, relajándose en su gran sofá que tenía situado justo al lado de la ventana, dándola una vista espectacular desde lo alto de su edificio, en el piso veintitrés.
- Perdona San -interrumpió Blaine pasando tras tocar la puerta- su sobrina está al teléfono. Me ha comentado su hermana que tiene el móvil desconectado.
Santana comenzó a rebuscar en su bolso que estaba en el perchero, buscando el teléfono. Al encontrarlo, vio como estaba en silencio y tenía multitud de llamadas.
- Siempre me pasa lo mismo cuando pongo el móvil en silencio, que se me olvida volverlo a poner con sonido. Pásamela a este teléfono directamente –dijo la morena señalando el teléfono fijo, después de observar el reloj de pared- Muchas gracias Blaine, puedes irte a casa a comer.
Blaine asintió con una sonrisa mientras salía. A los pocos segundos, el teléfono de Santana comenzó a sonar.
- ¡Tía Sanny!
- Hola cariño, tenía muchas ganas de hablar contigo. ¿Qué tal el colegio?
- Bien. Hoy he conocido a una niña nueva que ha venido de intercambio desde Taiwan. Mi mejor amiga Ann y el niño rubio que se sienta con ella Steve y yo, hemos ido a hablar con ella para ver si nos entendía, pero…
Beth comenzó a divagar como solía hacerlo Rachel, lo que le hizo que una enorme sonrisa se plasmara en su cara. En algunas ocasiones la niña y su hermana se mimetizaban casi por completo.
- ¿Tía?
- Lo siento cariño, me he distraído un segundo, ¿Qué me has dicho?
- Que mami me he apuntado a clases de baile en una academia. Me ha dicho que me llevará mañana.
- Rachel siempre está intentando que seas artista ¿eh?. Que bien cielo, era lo que querías ¿no?
- Si… -la niña suspiró y se quedó en silencio por un instante- te echo mucho de menos Sanny, ya no vienes a verme tanto como antes.
- He ido esta mañana.
- Si, pero no te he visto…
- Ya sabes cómo es mi trabajo… pero hacemos una cosa ¿Vale? ¿Quieres que mañana te lleve yo a la academia? Pasarás todo el día conmigo.
- Claro claro claro si si si…
Santana rió porque aun sin verla, era capaz de imaginarla saltando y dando gritos por el salón de sus madres. A veces, Beth era un autentico torbellino. Había sido siempre una niña muy activa, como Quinn cuando tenía su edad.
El día había pasado con normalidad y ya había llegado la noche. Como todos los días, estaba en su despacho, con un montón de papeles bajo la luz de su escritorio. Frente a ella, tras una gran cristalera, se extendía la ciudad de Nueva York.
Su casa era un gran ático situado en el centro de la ciudad. Estaba decorado de manera moderna, de lo cual se había encargado Blaine, que tenía un don para la decoración. Su despacho, era la habitación más grande, seguida de su estudio de música personal y su sala de cine. Tenía dos dormitorios, el suyo propio y el de invitados, que prácticamente pertenecía a Beth. La cocina estaba comunicada con el salón mediante una barra americana. Pero lo que más gustaba a Santana, era la gran terraza de la parte superior del edificio, que pertenecía a su piso.
Bostezó ligeramente quitándose las gafas de lectura, dejándolas encima de los papeles. Se levantó estirándose, y se dirigió a la habitación dónde abrió su cama y se metió, apagando las luces.
Tras unos instantes mirando el techo en silencio, suspiró y una lágrima se derramó por su mejilla.
Estaba tan sola...
El día siguiente fue bastante tranquilo. Había tenido un par de reuniones pero nada excesivamente importante. Miró su reloj y observó que casi era la hora de irse. Dejó todos los documentos apilados en un extremo de su escritorio y se levantó cogiendo su chaqueta y su bolso.
Al abrir la puerta de su despacho se encontró a Blaine sentado mirando algunos correos y respondiendo al teléfono. Esperó pacientemente a que colgara para hablar con él.
- Blaine, me voy ya, tengo que llevar a mi sobrina a clase y no quiero llegar tarde. Si ocurre cualquier cosa, confío en tu buen criterio ¿ok?
- Claro, tranquila Jefa –dijo con una sonrisa- estará todo bien San. Dale un beso a Beth de mi parte.
Santana asintió guiñándole un ojo y salió corriendo al garaje dónde tenía aparcado su Audi A8 blanco. Le encantaban los coches desde que era pequeña y tenía uso de razón. Entró por la puerta, se puso el cinturón, el móvil en el manos libres y arrancó. Encendió la música a todo volumen mientras conducía por unas de las calles principales de Nueva York.
Tras una canción de Justin Timberlake, empezó a escuchar a James cantar y sonrió.
"Y este, es el adelanto del disco del espectacular James Dick que muchas lenguas ponen como ganador de algún Grammy este año..."
Sonó su móvil sacándola del trance. Bajó el volumen de la radio y contestó a la llamada.
- ¿Quién es?
- Santana soy Quinn. Espero que no te hayas olvidado de que tenías una cita con tu sobrina y…
- Q, relájate. Voy ya para allá, he salido con bastante tiempo para no llegar tarde, no te preocupes. Hablamos luego que estoy conduciendo. Ciao.
El tráfico de Nueva York era realmente estresante. Santana a pesar de llevar años en la ciudad, aun no se acostumbraba a tener que pasar tanto tiempo en el coche para ir de un punto a otro. Aparcó en un rincón un poco alejado en la puerta del colegio. Otro punto negativo de la ciudad, los sitios para aparcar eran prácticamente inexistentes con tanta cantidad de coches.
Cuando Santana vio por primera vez el colegio de la niña, se quedó alucinada. Quinn y Rachel habían inscrito a la niña en uno de los mejores colegios de la ciudad.
Armándose con sus gafas de sol y su abrigo con capucha, salió por la puerta de su coche para buscar a la niña. A pesar que la encantaba mantener relación con sus fans, había veces que la situación se tornaba peligrosa y por eso prefería evitar cualquier tipo de problema cuando tenía que estar entre multitudes.
Una nube de niños comenzó a salir por la gran verja de hierro que bordeaba la escuela. La pequeña Beth salía corriendo junto a una niña, de la que rápidamente se despidió buscando con ganas a Santana. Al verla, rápidamente corrió a sus brazos, colgándose automáticamente de su cuello cuando Santana la elevó.
- ¡SANNY!
- Hola cariño. ¿Estás lista para irnos?
Beth asintió con una sonrisa enorme mientras daba la mano a Santana. La latina rió al ser prácticamente arrastrada por su sobrina al coche, era una calcomanía del físico y la vitalidad Quinn. En cambio, el carácter, era totalmente igual que Rachel. Una mezcla perfecta.
Santana desbloqueó el coche y rápidamente la niña se subió al asiento del copiloto dónde había un asiento para niños homologado. La morena rápidamente dio la vuelta y se subió al sitio del conductor. Se puso el cinturón y encendió el motor.
- ¿Estás lista para tu clase?
- Si… -sonrió la niña- Me encanta tu coche. Parece que vamos volando.
- Cuando tengas dieciocho años quizás te deje coger a Sombra Gris –rió la latina- Mientras te tendrás que conformar con ir de copiloto. No todo el mundo puede hacerlo.
Si, a la mayoría de la gente le resultaría absurdo poner un apodo a un coche. Pero Santana estaba encantada con su coche, al cual nombró Sombra Gris por el caballo de Gandalf del Señor de los Anillos. La encantaba el cine, era un poco freak del tema.
Tardaron un rato en llegar a la academia. Como siempre, Santana iba con sus gafas oscuras que la cubrían gran parte de su cara y una bufanda. Al entrar, se quitó el abrigo, ya que el cambio de temperatura era muy grande.
Tía y sobrina se dirigieron a la recepción dónde estaba una mujer de la edad de Santana, bastante guapa. Al instante de reconocer a la latina, se puso colorada, intentando por todos los medios que no se la notase.
- Perdone, mi sobrina viene por primera vez a las clases. No sabemos muy bien con quien tenemos que hablar ni en qué clase estaría.
- Si claro… mmmm ¿puede decirme los datos de la niña?
- Elisabeth Fabrey-Berry.
La chica se puso a buscar rápidamente en el ordenador los datos, mientras Santana miraba a la niña con una sonrisa por lo nerviosa que estaba. Agachándose para quedarse a la altura de los ojos, la acarició la mejilla.
- Pequeña, lo harás bien. Ya sabes que tienes un don natural, no te preocupes.
La niña asintió con una sonrisa mientras se volvía al mostrador. Al levantarse, la latina vio a la recepcionista tendiéndola un papel sin apenas mirarla.
- Su clase es la 202, en la segunda planta, tienes que girar a la derecha y te la encontrarás de frente.
- Muchas gracias.
Beth tiró rápidamente de su tía nerviosa por empezar, mientras esta, iba riéndose de nuevo. Al llegar a la segunda planta, Santana cogió la pequeña mochila que la rubia llevaba y dándola un beso en la frente, se despidió.
- Cariño, yo me tengo que quedar fuera. Cuando salgas, estaré esperándote en la planta de abajo.
La pequeña rubia asintió mientras besó la mejilla de la chica. Al abrir la puerta, se encontró con un grupo de adolescentes que acaban de salir de su clase. El primero, al darse cuenta de quién era, se quedó parado con una cara de asombro.
- ¿Eres SnixL? ¿Me firmas un autógrafo?
- Ehh claro.
Rápidamente la rodearon por completo. No hubo ningún problema, Santana con una sonrisa fue firmando y haciéndose fotos con todos los que se lo pedían. Obviamente quería a todos sus fans pero no quería causar mucho revuelo así que se despidió de ellos cuando pudo prometiendo volver en otra ocasión.
Dos horas después, Santana salió de la cafetería en la que había estado esperando tomándose un café y trabajando a través de su móvil. Beth, al verla aparecer, se lanzó en brazos haciendo que su tía la cogiera y la diese un par de vueltas en el aire.
- ¿Qué tal cariño?
- Muy bien… me ha dicho mi profesora que quiere hablar con mis padres, pero la he dicho que tengo dos madres y me ha dicho que entonces quiere hablar con mis madres, pero la he dicho que has venido tú y me ha dicho que vayas a hablar con ella y que lo he hecho muy bien y que…
- Tranquila Beth, tienes que respirar mientras que hablas –rió la latina- ¿Dónde está tu profesora?
La niña cogió de la chaqueta a Santana mientras la iba arrastrando por los pasillos. Al entrar en la clase, no se lo podía creer. Se encontró de nuevo con esos ojos azules que le habían dejado sin habla el otro día. La otra miró sorprendida mientras que se acercaba rápidamente.
- Beth, ¿Santana es tu tía?
- Si, es la hermana de mi mamá Rachel, ¿tú ya conocías a mi tía Sanny?
- Si cielo, el otro día nos cruzamos por las escaleras de nuestro edificio. La manché la ropa de café.
- Se enfadaría mucho, no le gusta ensuciarse. Muchas veces cuando jugamos me lo dice.
Beth comenzó a reírse mientras miraba a Santana y esta ponía los ojos en blanco. Brittany sonrió haciendo que salieran de clase y que los niños que estaban en ella siguieran calentando.
- El mundo es un pañuelo ¿eh? –rió la rubia mirando la morena.
- Supongo –sonrió- bueno… Beth me ha dicho que querías hablar con sus familiares. Hoy la he traído yo, pero seguramente mañana venga mi hermana.
- Puedo hablar con ella también, solamente es para deciros que tenéis a una niña natural para el baile. Tiene un don espectacular. Cualquier cosa que la enseñas automáticamente lo aprende. Veo que los dones artísticos son cosa de familia.
Santana rió mientras la niña la cogía por la mano sonriéndola. Brittany rápidamente entró a clase, cogió su bolsa de detrás de la puerta, bebiendo un poco de agua y salió de nuevo junto a ellas.
- Bueno, como lo has hecho estupendamente -comentó la latina- creo que lo justo es llevarte a merendar… ¿Qué te parece?
La niña comenzó a saltar dando vueltas alrededor de Santana mientras la miraba con una sonrisa. Brittany se quedó observando la escena, con una expresión que la morena definió como pensativa.
- Tía me apetece ir a comer tortitas… -susurró Beth tirando de su mano.
- Claro, te voy a llevar a comer las mejores tortitas de todo Nueva York…
- Wow, que suerte tienes. Con lo que me gustan las tortitas… -comentó Brittany con una sonrisa acariciando la cabeza de Beth dispuesta para despedirse e irse.
- Puedes venir con nosotras si quieres –comentó Beth con una sonrisa exactamente igual que la que solía poner Quinn cuando quería algo.
- No quiero molestar…
- Es una idea genial, ven a comer tortitas con nosotras –Santana hizo un puchero a la vez que Beth con el que la rubia comenzó a reír- para comer unas buenas tortitas. hay que hacerlo en buena compañía.
Brittany sonrió de medio lado, cogiendo con más fuerza su bolsa.
- Voy a ducharme y a hacer una llamada, no tardo.
La rubia puso rumbo al vestuario mientras que Santana no apartó la mirada de su trasero hasta que desapareció de la vista.
En la cafetería, Santana pidió un café para ella y un zumo para Beth. Tras un rato en silencio, Beth miró a los ojos a su tía haciendo que esta arrugara su rostro confusa.
- ¿Qué pasa?
- Te gusta mi profe.
- ¿¡Qué!?
- Que te gusta mi profe –rió la niña mirando a la latina señalándola con una mano y tapándose la boca con la otra.
- No, no me gusta tu profesora… -murmuró Santana viendo que la niña no dejaba de reírse- y no se te ocurra decir esto delante de ella señorita.
- Es muy bonita.
- Si, es muy guapa, pero…
Miró a su sobrina mientras no dejaba de reírse. Siempre había dicho que Beth era muy lista para su edad y tenía un don para saber las emociones de los demás. Un don que a veces odiaba, como ahora.
- ¿De qué os reis?
Santana se quedó congelada cuando escuchó la voz de Brittany. Al girarse se encontró con lo que ella creía que era un ángel. Llevaba aun el pelo ligeramente húmedo recogido en una coleta alta, un jersey blanco de cuello vuelto y unos vaqueros pitillo. De su brazo colgaba un bolso y en la mano llevaba su móvil.
La latina negó rápidamente con la cabeza evitando el tema, arrastrándolas rápidamente por la puerta de atrás, despidiéndose de la recepcionista.
- ¿Has traído coche? –preguntó cogiendo la mano de su sobrina ya en el parking, mirando a Brittany que negaba con la cabeza- te puedo traer aquí de nuevo o llevarte directamente a casa si quieres, tengo que acercar también a Beth y como las dos vivís al lado…
Brittany asintió con una sonrisa. Santana se acercó a su Audi, desbloqueando las puertas con el mando.
- Wow… -miró sorprendida la rubia a la morena- ¿este es tu coche?
Santana miró algo cortada a Brittany. No la gustaba aparentar de que tuviera mucho dinero.
- Se llama Sombra Gris, como el caballo de Gando –interrumpió Beth corriendo hacia él.
La latina se tapó la cara con ambas manos mientras se sonrojaba aún más. Brittany comenzó a reírse.
- Es Gandalf cariño –susurró la latina mirando de reojo a su invitada.
- Es un buen nombre –consiguió decir la rubia entre risas. Veo que te gusta mucho el cine.
- Si, bastante.
Brittany asintió mientras se fue a sentar en la parte de atrás, pero Beth la empujó hacia la parte delantera.
- Mis mamas me dice que cuando hay alguien mayor, a mi me toca ir detrás.
Tras mover el asiento de Beth, las tres se subieron al coche y se pusieron el cinturón. Brittany comenzó a hablar sobre la actuación de fin de año de los niños, en la que Beth podría tener un papel importante. Santana iba conduciendo riéndose de algunos comentarios de la pequeña rubia.
Santana señaló con el intermitente la entrada a una calle sin salida y aparcó junto a una antigua cafetería. Era muy pequeña y con un aspecto hogareño, raro en la zona de la ciudad en la que se encontraban.
- Aquí señora y señorita, hacen las mejores tortitas de toda Nueva York.
- Esto está muy escondido, veo que investigaste.
Santana sonrió triste evitando la mirada de la otra chica, mientras ayudaba a Beth a ponerse el abrigo.
- Digamos que pasé una época en la que necesité mucho azúcar. Esto está cerca de mi trabajo y lo encontré por casualidad.
Brittany asintió con una cara de confusión. Sin decir nada más, las tres entraron y se acercaron a la barra de la cafetería. Rápidamente la encargada se acercó a la latina dándola un fuerte abrazo bajo la atenta mirada de Brittany.
La mujer tenía alrededor de cincuenta años, algo gordita y de la misma altura que Santana.
- ¡Santana cariño! Hacía mucho que no venías por aquí…
- Lo siento mucho Julie, ya sabes lo complicado que es llevar la discográfica en muchas ocasiones.
- Lo sé niña –comentó la mujer mientras dirigía la vista ahora a sus acompañantes- veo que hoy has venido bien acompañada.
- Esta es mi sobrina Beth –comenzó la latina con una sonrisa mientras señalaba a la niña que rápidamente se acercó a la mujer dándola la mano haciendo que esta se riera- y ella es su profesora de baile. Hemos venido a tomar unas tortitas de esas tan buenas que haces tú.
- Eso está hecho. ¿Qué queréis para beber?
- Yo quiero un café bien cargado, ¿Y vosotras?
Beth señaló un zumo enorme de la carta de bebidas y Brittany pidió un café con leche. Se sentaron en una pequeña mesa del rincón a esperar la comida, mientras que la niña, comenzó en ese mismo instante a contar historias sobre Santana algo embarazosas.
- Y Sanny salió llena de nieve detrás del árbol... -rió Beth acompañada de Brittany mientras Santana estaba totalmente roja.
- Señoritas –interrumpió Julie con varios platos en la mano- aquí tienen sus tortitas.
- Justo a tiempo Julie, gracias... -murmuró la latina mirando a su sobrina.
Al dar el primer bocado, todas estaban de acuerdo de que eran las mejores tortitas que habían probado.
- ¿Hace mucho que trabajas de profesora? –preguntó Santana a Brittany, partiendo un trozo de tortita.
- Prácticamente desde que salí del instituto. Nunca llegué a estudiar pero gracias a un amigo y pasando unas pruebas conseguí trabajo en la academia.
- ¿Nunca has estudiado y conseguiste entrar en una importante academia de Nueva York? –preguntó impresionada la morena- es impresionante.
- Tú eres una estrella y tienes tu propia discográfica casi con mi misma edad… -dijo la rubia sin mirarla- eso es más impresionante.
- Yo creo que tiene mucho mérito -murmuró la morena volviendo al plato de comida- no es fácil abrirse un hueco en esta ciudad.
Brittany la miró con una expresión que Santana no consiguió descifrar. Vio que se quitó la chaqueta a pesar de que hacía algo de frío y dejó su bolso encima.
- Mi intención es montar con Mike, el amigo que me ayudo, nuestra propia academia de baile profesional -comentó con una sonrisa que hasta ahora no había visto la morena- estamos ahorrando desde hace un tiempo.
El resto de la comida siguió con conversaciones sobre historias que le habían ocurrido a la rubia en su aventura en la ciudad y las anécdotas de Santana en las giras. Brittany se mostró mucho más relajada, cosa que encantó a Santana.
Tras varias horas, Santana miró el reloj y se dio cuenta de que era bastante tarde. Había pasado la tarde sin apenas darse cuenta.
- Creo que es hora de irnos. Beth tiene que llegar pronto a casa si no quiero que me mate mi hermana –comentó la morena.
- Claro, ya es bastante tarde. Yo debería de llegar pronto a casa también, que me estarán esperando.
Santana después de esa frase, sintió una sensación extraña dentro de su cuerpo. No sabía que tuviera pareja. Tampoco era una cosa que tenía que importarla.
- ¿Estás bien?
Las dos rubias miraban extrañadas a Santana que acababa de salir de sus pensamientos.
- Si si, no sé que me ha pasado. Vamos fuera. Adiós Julie, intentaré venir más a menudo.
- Adiós niña y a vosotras dos espero también veros pronto.
Después de salir de la tienda. Pusieron rumbo al coche y al bloque de pisos donde vivían las dos rubias.
Santana aparcó en la puerta de la casa de las chicas en pocos minutos y las tres comenzaron a subir las escaleras. Al llegar a la altura del piso de Quinn y Rachel, Brittany se dispuso a despedirse ya que ella debía seguir subiendo.
- Me lo he pasado genial esta tarde con vosotras dos Santana –comentó la rubia mirando el pasamanos y evitando la mirada de la morena- y tenías razón, son las mejores tortitas que he probado nunca. Beth te veré mañana en clase.
La niña asintió con una sonrisa mientras llamaba al timbre de su casa.
- Me alegro…. –sonrió la morena, mostrando en sus mejillas el hoyuelo que solamente mostraba en las sonrisas sinceras.
- Ya nos veremos. Adiós.
Santana hizo un gesto de despedida con la cabeza. Cuando Brittany desapareció de su vista suspiró mirando ahora a la puerta. Rápidamente se abrió mostrando a Rachel con una sonrisa.
- ¿Qué tal cariño, cómo lo habéis pasado?
La niña pasó corriendo mientras no dejaba de hablar, seguida de Santana que besó en la mejilla a su hermana y cerró la puerta tras de sí. No se dieron cuenta que aun estaban siendo observadas por un par de ojos azules que estaban mirando desde las escaleras. Pero no eran los únicos que las observaban.
- Brittany, lo estás haciendo muy bien…
Y esto es todo por hoy. Espero sus comentarios más que nunca, para saber si continuo con la historia o no.
Si quieren contactar, pueden hacerlo vía mensaje privado o twitter (mune9117)
Un saludo a todos.
...Mune9117...
