Resumen: hombre interesante, mujeriego, sin intención de comprometerse... vamos, un viva la vida. ¿Qué pasaría si una chica, Slytherin, pusiera tras su mira conquistar al inconquistable según las habladurías? Pues sigan leyendo y averígüenlo.

Prólogo. Mantén a tus enemigos vigilados, nunca sabes lo que puede ocurrir.

"No puedo creerme que me hiciera esto", pensaba una chica ex-rubia. En estos momentos tenía su corta melena teñida de negro, con lo cual, con su pálida piel, le daba un cierto aspecto... oscuro. Sí, esa sería la palabra. Sus ojos se estrecharon un poco, comprobando el resultado, asegurándose de que realmente le favorecía.

"Y todo por una apuesta. Cuando pille a Blaise lo castro", seguía pensando, sin darse cuenta de que una chica con los pelos de loca la miraba desde la puerta con una sonrisa maliciosa. Sabría Merlín lo que pensaba, o no. Esa chica era Hermione –soy perfecta hasta decir basta-Granger. Si, esa Granger que todos conocemos. La mejor amiga de Harry Potter. Integrante del Trío de Oro, bla bla y más bla. La pobre aún no superaba que la Slytherin la hubiera superado el otro día en pociones. Pobre, la competencia la abrumaba... ¡Qué dura la vida de estudiante!

-Vaya, parece que ya no te gusta ser la típica rubia tonta del bote –le habló mordazmente la de los pelos de loca.

Pansy puso su mejor cara de asco, y se giró para encararla. No se que iba a rebajar a hablar con algo como eso, pero tampoco podía dejar que se metieran con ella.

-Si fuera eso, no te hubiera supera en pociones, ¿no crees? –le contesto con una sonrisita inocente-. Pero claro, solo Granger (nótese el asco con el que pronunció esa palabra) está capacitada para realizar pociones. Mira, un poco de competencia no te vendrá mal. Haber si se te bajan los humos, que aquí no eres nada.

-Ya, y ha hablado la perfecta Slytherin, ¿verdad? –le hablo irónicamente-. Dime una cosa, Parkinson, ¿si eres tan buena, cómo aun no as conseguido que Malfoy se fije en ti?

-¿Malfoy? –le preguntó extrañada-.¿Draco Malfoy? ¿Ese Malfoy? –se extrañó la Sly. Granger asintió mientras mirada a Pansy extrañamente-. Jajajajajaja, ¡No me lo puedo creer! ¡Eres más tonta de lo que pensé!

Pansy seguí carcajeándose de la Gryffindor. No es que Draco no se hubiera fijado, no, es que estaba comprometidos. No que ella quisiera, pero sus padres, son sus padres. Más bien, quién no hacia caso del otro era ella, pero sus padres la habían obligado a aparentar, ya que Draco tenía que ser perfecto, y como tal, no podía ser rechazado por una chica. En Slytherin todos sabían el desprecio que ella le profesaba al rubio. Vale que estuviera buenísimo, fuera sangre pura, bastante inteligente y con mucho dinero, pero ¡¡no era su tipo!

Era quería un chico más, como decirlo, más ¿normal? Si esa sería la palabra. ¿Para que iba ella a comprometerse con un chico que tenía más ego y arrogancia que todos los Slytherin habidos desde Salazar? No, ella quería un chico guapo, sangre pura, rico, inteligente, que estuviera comiendo en su mano y que le permitiera hacer con su dinero lo que le diera la gana. Eso quería: ¿Tampoco era tanto? ¿No?

-¡Ay, Granger! –Exclamó mientras se secaba algunas lágrimas que bajaban por sus mejillas-. Abre los ojos, no todo es lo que parece.

-Por lo menos yo consigo lo que quiero –le respondió airadamente pues no había entendido las carcajadas de Pansy.

-¿Lo consigues? –le pregunto la nueva morena, abriendo los ojos desmesuradamente y con voz afligida-. ¿De verdad? –Siguió, mientras su rostro adquiría cierto tono malicioso-. ¿Y entonces como es que Weasley casi se tira a la Parvati delante de tus narices? –le acabó pregunto sonriendo inocentemente, con las manos en su espalda, girando su cuerpo y con la cabeza agachada, poniendo morritos. Vamos, como hacen los pequeñajos cuando quieren pasar desapercibidos después de una trastada.

La Gryffindor se quedó en blanco. Frunció los labios hasta convertirlos en una sutil línea y estaba echando fuego por los ojos. La Sly intentó mantener su expresión, pero la sonrisa malicioso aparecía muy seguida.

Granger, no sabía que decir, así que optó por la postura menos habitual de los Gryffindor's: en vez de gritar, chillar, patalear y maldecir, se giró con la cabeza en alto, y salió del baño, para deleite de Pansy.

-Pansy dos, Granger cero –dijo con un susurro la morena. Y dado a su victoria, se permitió el lujo de sonreír abiertamente mientras saltaba en los baños y daba palmitas. Si, ella también tenía unos deslices infantiles que procuraba no enseñar. ¡Qué desgracia si alguien la veía así y perdía su máscara Slytherin! ¡Por Merlín! Que nadie lo considerara.

Sabiendo que se lo tenía merecido, se dirigió tranquilamente a los baños de los prefectos. Por el camino, quitó solo veinte puntos (¡Es que estaba de buen humor!) a unos Hufflepuff que estaban haciendo demasiado ruido (los pobres solamente se habían reído de la caída de un niño de primero de Slytherin). Unos treinta a unos Gryffindor's por que sí, y solo quitó diez a Ravenclaw, pues estaba consiguiendo demasiados puntos y podrían ganar la copa, cosa que no se podían permitir.

Una vez en los baños, abrió un par de grifos, consiguiendo una fragancia que le encantaba: madreselva mezclado con clorofila. Sí, también le iban las plantas verdes. Slytherin hasta la médula, para que negarlo. Se fue desvistiendo, y al meterse en el agua caliente, suspiró. Era agradable estar allí. Se merecía ese descanso. Solo había empezado el colegio dos días antes y ya estaba harta de todo. Lo único a destacar que había ocurrido había sido la apuesta de Blaise y la clase de pociones.

La apuesta, básicamente, había consistido en que tenía que conseguir que la castigaran el primer día de clases en dos horas o teñirse. Claro, eso hubiera resultado fácil si las dos primeras horas no hubieran sido de pociones. Si pociones un lunes en la mañana y a primera hora. Un trauma hasta para los Slytherin's. Lo bueno fue que ella le había dicho a Blaise que si superaba a Granger en esa clase él tendría que hacerle los deberes durante dos meses. Y claro, él, confiado en que no lo lograría, aceptó. Draco lo había mirado fijamente, había sonreía malvadamente y había negado como los burros, con la cabeza. "Si es que consigo engañar a quien me propongo". La sorpresa fue mayúscula cuando su poción estuvo perfecta. Incluso Snape la felicitó y no perdió la oportunidad de darle 50 puntos por ello. Granger se subía por las paredes, y eso fue lo mejor de ese día: Hermione Granger, la alumna más inteligente de su curso, no lo era; había sido superada por una "tonta rubia de bote". Lo que hubiera pagado por una cámara de fotos en ese momento. Si incluso Potter sonreía, seguramente pensado que se lo tenía merecido.

Si lo que escuchaba era cierto, ya les había dado un calendario con todos los planes necesarios y más para estudiar para los EXTASIS. Sí, estaban aún en sexto, y acababan de iniciar el curso, pero ella ya pensaba en los exámenes, como si fuera a sacar mejores notas que ella. Si es que de ilusiones también se vive. Este curso iba a lograr que los profesores la bajaran del pedestal en el cual la tenían: nadie, absolutamente nadie, era mejor que ella cuando se lo proponía. Era hora de hacer pagar a esa sangre sucia sus aires de grandeza y superioridad.

Mientras Pansy se daba un baño, Granger se había marchado a su habitación gruñendo y bufando por la doble humillación sufrida en dos días. Esa Slytherin no tenía ningún derecho. Ella siempre había sido la mejor alumna. Siempre tenía las pociones p-e-r-f-e-c-t-a-s y nunca conseguía nada. Y por una poción que había realizado bien, ya se daba aires de grandeza. Tendría que hacer algo, aunque no sabía muy bien lo que... Granger se mordió el labio, pensativa. Pronto, se pudo notar una sonrisa en su cara. Había tenido una idea, o si, una idea perfecta. La haría desaparecer durante una semana, y cuando volviera, seguro que la expulsaban. Un problema menos para su cabeza y para el mundo un mortífago menos. Dudaba que Voldemort la quisiera en su grupo si no había completado su educación. ¿Para qué iba a querer un mortífago inútil?

Granger se levanto de su cama, cogió un colgante y fue hasta la habitación de los chicos. Sabía que no estaban allí pues habían ido a entrenar. Con cuidado, buscó el mapa merodeador en el baúl de Harry. Nada más conseguirlo, susurro "juro que mis intenciones no son buenas", y busco a Parkinson. La Slytherin se encontraba en los baños de los perfectos. Bien, así sería más fácil y más vergonzoso para ella.

Pansy salió de la bañera / piscina y se enroscó una toalla alrededor de su cuerpo. La verdad, la toalla no es que fuera muy grande, pero tapaba lo necesario. Total, ¿quién iba a entrar en el baño? Tendrías que saber la contraseña y los chicos tenían otro distinto, así que no había problema. Tampoco que le importara. Según había entendido, esa separación se había producido hacía como cinco o seis años. A saber que había ocurrido. Cogió su varita y se dispuso a secarse su cabello. Lo llevaba bastante largo, ya se había aburrido de su corte. Ahora tenía un poco de flequillo y lo tenía todo capeado. Le llegaba por la mitad de la espalda. Lo destacable era que ahora, con el color negro, la hacía ver más frágil. Quien lo hubiera dicho, ella siendo morena... lo que se veía.

Granger entró discretamente en el baño. La chica estaba al fondo y se estaba viendo en el espejo con una minúscula toalla alrededor de su cuerpo. Eso le venía de perlas...

-Parkinson –la llamó

Pansy giró rápidamente y la apuntó con la varita. Granger estaba parada en el umbral de la puerta, con un extraño colgante en sus manos. No tenía la varita a mano, pero la expresión que tenía no presagiaba nada bueno. Si fuera una Slytherin le hubiera sido más complicado adivinar sus intenciones.

-¿Qué quieres? –le respondió de manera borde-. No ves que el baño está ocupado, o es que ahora necesitas usar gafas.

-No, solo te quería dar algo –la Gryffindor le lanzó el colgante.

Pansy lo dejó caer al suelo. No iba a coger nada lanzado por la sangre sucia. El colgante paró delante de sus pies. Se agachó sin quitarle la vista de encima. Esa Gryffindor la miraba muy fijamente, demasiado. Bajó levemente la cabeza, y vio una cadena plateada con un extraño reloj. Lo cogió con cuidado y lo observó de cerca. Sus ojos se abrieron como platas, y le lanzó una mirada de puro odio a la Gryffindor.

-¡TE ODIO, GRANGER! –eso fue lo último que escucharon de su voz en ese lugar durante mucho tiempo.

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