Bloody Madara
Saludos, fujoshis (y fundashis). Venimos en son de paz.
Ok, mejor olviden eso.
Queremos presentarnos. Somos Sasuki y Katze, un par de fujoshis amantes del SasuNaru, y este es un fic que escribimos entre las dos gracias a la magia del GoogleDocs (en serio, es muy útil para hacer rol).
No es muy largo, pero disfrutamos mucho escribiéndolo y esperamos que ustedes también disfruten leyéndolo.
¡Nos vemos abajo!
Summary:
Tu amor de la infancia te reta a una apuesta. "Si vas al cementerio a la hora de los muertos y repites "Bloody Madara" tres veces, éste aparecerá y te arrancará los ojos" -se detuvo al terminar de leer. ¡Era la venganza perfecta!-. Ya que te parece una estupidez, te reto a que lo hagas." SasuNaru. AU.
Advertencias:
El lector puede morir de aburrimiento o convertirse en fujoshi/fundashi.
Relación HombreXHombre.
Descargo de responsabilidad:
Ni Naruto ni Sasuke nos pertenecen, si fuese así… *Hemorragia nasal*. Sólo los usamos para nuestro entretenimiento y el de nuestros lectores.
Capítulo I: Te reto
- ¡Maldita sea, eso no se vale, teme!
- ¿No se vale ganar? Entonces ríndete de una vez y ahórrate la molestia.
- ¡Ya quisieras!
Así era como se desarrollaba una tarde post-universidad común en casa de la familia Uzumaki, específicamente, en la habitación del único heredero. Era el sitio perfecto para distraerse, ya que solían llevarse a cabo unas arduas rondas a muerte de videojuegos varias veces por semana. Como era ya una costumbre desde la infancia, Naruto y Sasuke, gastaban sus vidas como jóvenes normales y corrientes distrayéndose con la consola durante horas, en las cuales el rubio no hacía más que quejarse por las numerosas derrotas que llegaban una tras otra sin compasión. Lo peor del caso es que no era una racha de mala suerte, sino los resultados comunes desde que tenía uso de razón.
Era demasiado frustrante que el bastardo de Sasuke ganara cada condenada partida sin hacer el mayor esfuerzo, mientras él casi destrozaba los botones del mando y arrancaba los cables a tirones, pero aún así el sucio personaje nunca hacía lo que él quería. Algo debía andar mal ahí, estaba seguro de eso; es decir, ¿el Uchiha acumulaba 17 victorias consecutivas? o lo que era lo mismo, ¿él acumulaba 17 derrotas seguidas? No podía ser cierto. ¡Era Uzumaki Naruto, el rey de los juegos de video!
- Estúpido juego... -murmuró el rubio, con el rostro casi pegado al televisor para asegurarse de que no hubiese alguna equivocación, pero no, había perdido. Debía ser una conspiración en su contra.
- Naruto, aquí hay algo estúpido y no es el juego precisamente -comentó altanero el otro, sonriendo con superioridad.
En esos momentos el Uzumaki estaba muy ocupado puesto de rodillas y con las manos en el piso en dirección al aparato, observándolo con rabia, por lo que le apuntaba a él con la "otra cara". No era una vista que le molestara, particularmente, pero con toda la basura que el rubio solía comer, no quería perder el olfato por un "accidente".
- Quita el trasero, no puedo ver la pantalla.
- ¡Cambiemos de nuevo! -ordenó Naruto sin prestarle atención, arrojándole su mando al moreno cuando se convenció de haber sido el perdedor, otra vez.
- Dobe, hemos intercambiado mandos unas diez veces en los últimos treinta minutos. ¿Podrías dejar de fastidiar y admitir que soy mejor que tú?
- Te digo que los botones están averiados. Y no eres mejor, es sólo que te doy una considerable ventaja para que después tu caída sea aún peor.
- Llevas 19 años diciendo lo mismo. Admítelo, nunca me vencerás. Los videojuegos son una ciencia demasiado profunda para ti, usuratonkachi.
- ¡Teme!
Ese maldito Uchiha con su maldito ego de Uchiha siempre tan... Uchiha. Y ese complejo de omnipotencia que emanaba de todo su egocéntrico ser. Todo en conjunto lo sacaba de quicio. Sólo por tener facciones perfectas y rostro de actor porno se creía la última gaseosa del desierto.
- Post-data: no te daré mi mando.
- ¡Dámelo de una vez!
Y allí iban de nuevo. Míseros tres minutos en compañía del otro eran tiempo suficiente para que encontraran el clavo por el cual discutir y así acabar en una pelea verbal sin fin. Sasuke lo miró con molestia por la chillona voz taladrándole los tímpanos, pero antes de poder decir alguno de sus inteligentes comentarios, el otro se abalanzó sobre él sin ninguna delicadeza. Sasuke, quien momentos antes estaba sentado en el borde de la cama, cayó de espaldas en ésta con el Uzumaki encima, produciéndose un sonoro chirrido de los resortes debido al rebote.
- ¡Quítate de encima, dobe!
- ¡No hasta que me lo des!
El rubio hacía todo tipo de intentos para adueñarse del aparato mientras Sasuke lo imitaba en acciones contrarias, alejándolo lo más posible de su objetivo.
- ¡Dámelo, lo necesito!
- Naruto -se escuchó que le llamaban desde la entrada de su habitación-. No le hables así a tu invitado. Al menos ten un poco de dignidad y no ruegues tan pronto.
Kushina hizo acto de presencia en la estancia cargando una bandeja con algunos refrigerios caseros en una mano, y la otra la mantenía en su cadera adquiriendo esa pose de madre gruñona. Tenía una especie de sonrisa en los labios con ciertos aires picarones, que trataba de disimular con una mueca de reproche, pero en realidad no le estaba funcionando muy bien la discreción.
Ante el comentario, los jóvenes voltearon a mirar a la mujer por unos segundos intentando digerir la información. El proceso mental se retrasó unos instantes al captar que había datos entre líneas, comprendiendo a los segundos el pequeño malentendido; obviamente a Naruto le tomó unos cuantos segundos más que al moreno. Sasuke se fijó en que su amigo se hallaba sentado en un lugar prohibido, reteniéndole las manos por encima de la cabeza con la intención de tomar el mando.
- Bájate -le ordenó con voz gutural, pero Naruto sólo volteó a verlo con ingenuidad sin moverse un ápice de su posición actual. Aún no asimilaba el significado de las palabras de Kushina-. ¿Estás sordo?
- Iba a tocar la puerta pero en el pasillo escuché algo parecido a resortes rechinando, bien acompañados de algunas súplicas desesperadas -explicó la pelirroja con naturalidad-. Pero veo que pensé un poquito mal.
- ¡Mamá! -y Naruto entendió de lo que su madre estaba hablando.
- ¿Qué? Les traje unos bocadillos -comentó, haciéndose la desentendida mientras dejaba la pequeña bandeja sobre la mesita de noche junto a la cama.
Sasuke se sentó de un sólo impulso, en vista de que la lentitud mental del rubio no le permitía mover su trasero, y mantuvo su imperturbable serenidad. A causa del movimiento repentino, el menor terminó aterrizando en el suelo sobre su retaguardia.
- ¡Ah, Sasuke! ¡Me dolerá el trasero por una semana!
- Gracias, Kushina-san -dijo el moreno ignorando toda queja que viniera de parte del Uzumaki. Tomó una de las galletas y se la llevó a la boca, y en una fracción de segundo su rostro se contrajo en una mueca de asco mal disimulado que desapareció tan rápido como se formó. Para su suerte, la mujer se encontraba distraída pensando en las connotaciones poco decentes que podían adquirir las palabras de su hijito.
- Por nada, Sasuke-kun -respondió ella al volver en sí, para luego reprocharse mentalmente por su descuido y casi dejarse en evidencia a causa de sus inadecuados pensamientos-. Espero que sean de tu agrado -le ofreció una sonrisa, estando dispuesta a marcharse.
El moreno mantuvo la boca sellada y asintió tímidamente, haciendo parecer que degustaba maravillado las obras de arte culinaria de Kushina, pero en realidad se trataba de las peores galletas jamás cocinadas en la historia. Demonios, ¡incluso eran más desagradables que las del mismo Itachi! Cuando la pelirroja al fin dejó la habitación, el Uchiha se levantó de la cama rápidamente buscando un sitio apropiado para devolver tan repugnante "alimento". La pequeña lámpara de ranitas de Naruto parecía una buena opción, después de todo, siempre había pensado que era muy pintoresca y ridícula, incluso para una persona como Naruto.
- ¡Lo olvidaba! -se escuchó nuevamente la voz de la mujer, quien apareció una vez más por el umbral de la puerta. Todo intento por parte del moreno para deshacerse de las galletas quedó en el olvido-. Sasuke-kun, tu bolsa de dormir sufrió un pequeño accidente -en ese momento, el aludido temió lo peor-. Sucede que Minato la confundió con la vieja bolsa de dormir de Naruto y por error se la regalamos a un vagabundo.
- ¡Lo tienes bien merecido, teme! -el rubio no se molestó siquiera en disimular su alegría por lo que para él era una victoria recién obtenida.
- Así que sugiero que mejor dejen de discutir o terminarán echándose a patadas mutuamente de la cama.
- ¡¿Qué?! -lo que fácil viene, fácil se va-. ¡Yo no dormiré con Sasuke!
- Eso no parecía ser un problema cuando te echaste encima de mí.
- Si no te agrada la idea, puedes dormir en el sofá, Naruto -la pelirroja sonrió cándidamente y con un movimiento de la mano abandonó la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
- Tú no vas a tocar mi cama -le dijo el rubio al moreno con una mirada de advertencia.
Luego de un sonido de escupitajo y un berrido de asco, el azabache se limpió la boca con la almohada del Uzumaki y pudo responder.
- Ni que no hubiéramos dormido en la misma cama otras veces -ahí supo que habría sido mejor tragarse la galleta antes de decir semejante cosa. Pero sabía que Naruto era bastante lento con ese tipo de acertijos en las frases dobles, seguro ni había reparado en el detalle.
- Sasuke, por favor, estamos en horario infantil -bromeó el rubio mientras se dirigía al escritorio de su ordenador. En el camino pasó frente a su compañero, sabiendo que lo observaba con un tic de vergüenza en la ceja, y se detuvo al notar algo... curioso-. ¿Qué se supone que le haces a mi almohada, baka? -se la arrebató y percibió que ahora tenía algunos trazos de saliva del moreno-. ¿No ves que ahí pongo la cabeza por las noches? Sólo puede tener mi saliva.
- No te ofendas, pero tu madre cocina peor que mi hermano, y eso ya es decir mucho.
- Te advertí que no tocaras nada de lo que ella trajera. Nunca ha sido muy buena cocinera, y papá normalmente está trabajando. ¿Crees que sobrevivo a base de ramen sólo por gusto? Idiota.
Sasuke arrugó el ceño. El único con derecho ahí de llamar idiota a alguien era él, Sasuke Uchiha, no Naruto. Antes de que el rubio se diera cuenta, le quitó la acolchada almohada naranja de nuevo y se la restregó por la cara con malicia, enfatizando la acción en el área de su boca.
- ¡Oye! ¡Quién sabe qué tipo de enfermedades tengas! -se apoderó nuevamente de ella y la abrazó sobreprotectoramente, como si hubiese corrido un gran riesgo de muerte.
- Eso no pareció importante cuando...
- ¿Cuando qué, teme? -le cortó de golpe, encarándolo con rapidez.
- Cuando... nada, yo no he dicho nada -alzó ambas palmas a los lados de su cuerpo para denotar inocencia, yendo a sentarse de nuevo con el mando de la consola aún en su poder-. ¿Dispuesto a una decimoctava patada en el trasero en tu juego preferido?
- Nah, ya me aburrí de dejarte ganar. Hagamos otra cosa -profirió el rubio ubicándose frente al computador. Al menos estar en internet era individual y no había forma de que Sasuke pudiera ganarle ahí también.
¿Por qué tenía que ser el mejor amigo del chico más condenadamente perfecto del planeta? Es decir, ¿qué tenía el Uchiha que no tuviera él? El bastardo atraía a todas las chicas en un radio de dos kilómetros de distancia, era el más inteligente de la clase, educado -con cualquier otro ser humano que no fuera él, claro está-, bueno en los deportes, bien parecido, y un largo y muy molesto etcétera.
- Como quieras -dijo de pronto el moreno y se echó junto a la cama, usándola como respaldo, e inició una partida con el objetivo de sobrepasar todos los récords que Naruto había marcado con arduo trabajo en sus últimos cinco años de vida. Después de todo, el juego no era realmente difícil ni tenía una trama muy complicada: Una simple historia sobre ninjas en la que el protagonista era casi tan molesto como el mismísimo Naruto. De pronto una sonrisa ladeada, que sabía que el otro no podía ver, apareció en sus comisuras al momento de soltar lo que se había reservado-. …Cuando bebiste más que una colegiala despechada con problemas existenciales -murmuró, sabiendo que el Uzumaki tendría el oído agudizado y atento cual antena parabólica.
- ¡Juramos que eso quedaría olvidado en el pasado, bastardo! -estalló, haciendo girar la silla para que Sasuke pudiera apreciar su mirada aniquiladora en su máxima expresión.
- No exactamente -recalcó sin apartar su atención del videojuego-. Tú juraste que nunca volverías a tocar una botella de sake, y yo juré que nunca más en mi vida te acompañaría a otra fiesta como esa. ¿Recuerdas?
- Maldito...
- Al menos yo no me embriago y beso a mi mejor amigo al confundirlo con alguien más.
- ¡Yo no te confundí! ...No, digo... yo... -se sonrojó hasta las orejas viendo el semblante sorprendido e incrédulo del azabache, quien ahora centraba toda su atención en él. Inclusive podía verse en la pantalla del televisor que había perdido la partida por distraerse-. ¡Sólo cállate, Uchiha! -giró la silla a su posición original para darle la espalda y simuló sumergirse por completo en el mundo informático, pero en realidad tenía todas las ganas de golpear su cabeza muy fuerte contra el monitor hasta morir.
Por el repetitivo sonido de los botones y la resonancia de la música de fondo, adivinó que Sasuke había vuelto al juego con normalidad. No le sorprendía, pues el azabache solía ser de "sorpresas cortas": nada lograba perturbarlo lo suficiente como para dejarlo en una mala postura. Por su parte, él se complicaba la vida por lo que fuese, así de sencillo, y más si lo que sea que hubiese pasado ponía en duda su masculinidad a ojos de otros. Sabía que al Uchiha no le importaban verdaderamente ese tipo de "detalles", como accidentes bochornosos durante una borrachera. No era alguien prejuicioso, tal vez sí algo vengativo, pero se mantenía tranquilo la mayoría del tiempo sin importar lo que sucediera.
Pero de igual manera él no lograba controlar la sangre que se le subía al rostro cuando surgía el tema, y eso lo molestaba en demasía. Y obviamente su molestia debía ser dirigida a algo o alguien, quien en todos los casos terminaba siendo el mismo Sasuke. Así que había llegado el momento de hacer cualquier tontería que le ayudara a descargar su rabia de una forma madura, que no fuese a los golpes.
Tecleó "maldito Uchiha" con todo su odio en la barra del buscador de internet y oprimió el botón para buscar. Por lo menos debía haber algún jueguito online que se basara en la muerte de Sasuke o algo por el estilo, o al menos un video embarazoso del moreno que estuviese circulando por la red. Él no podía ser el único que odiara al Uchiha, alguien más debía haberse puesto creativo en su contra también. La búsqueda no arrojó resultados tan interesantes como esperaba, nada vergonzoso ni comprometedor sobre él. Una página web sobre la compañía Uchiha de la que la familia del bastardo era dueña fue lo más destacado.
El rubio suspiró al darse cuenta de que sus intentos por hacer quedar mal al moreno no estaban dando frutos. Sin embargo, cuando estaba a punto de darse por vencido, uno de los sitios llamó su atención.
"El Panteón Uchiha está maldito"
Siendo naturalmente curioso, no dudó en acceder a la página, encontrándose con una leyenda urbana que giraba en torno a una supuesta maldición relacionada con la familia Uchiha. Eran tan interesantes que hasta maldición privada tenían.
- Oye, teme. Escucha esto: "Cementerio maldito. Espíritu de Madara Uchiha revive la popular leyenda".
- ¿Y? -agregó el Uchiha con indiferencia.
- ¿Cómo que "¿y?"? Eres Uchiha, deberías saber si es cierto.
- He escuchado la leyenda. Todos en la ciudad la conocen -mencionó el moreno enfocándose en el juego, que se volvía más y más difícil y requería mayor concentración, cosa que no podía mantener con el rubio parloteando sobre sus tonterías. Pasaron algunos segundos en un extraño silencio, sólo se escuchaba la presión que él mismo ejercía sobre los botones del mando, y eso lo desconcertó. Al sentir una mirada penetrante en la nuca, decidió pausar el juego. Volteó lentamente a exigir una explicación de tan raro comportamiento; tanto silencio por parte de Naruto no era normal-. ¿Y ahora qué quieres, dobe?
- Espero a que me hables de la leyenda.
- ¿Es en serio? -preguntó incrédulo, y el enérgico asentimiento del rubio además de su clásica mirada determinada le produjo muchas ganas de golpearse la frente-. Naruto, tu nivel de estupidez sobrepasaría los límites establecidos si de verdad crees en esa leyenda.
- Pues a mí me parece que tienes miedo, si no, no te importaría contarme.
- ¿Por qué no mejor lees el artículo y dejas de observarme de esa manera? Me abrirás un hoyo en la frente.
Naruto bufó molesto y sin más se resignó a leer por su cuenta la información por internet. Odiaba tener que ser autodidacta, pero había ocasiones en las que el teme no colaboraba y le hacía leer, investigar y estudiar por su cuenta. Qué desconsiderado podía ser a veces.
- Bueno -comenzó-. La leyenda dice que en el panteón Uchiha hay un espíritu que...
- Eso puede intuirse con sólo leer el título.
- … -lo miró por encima del hombro con reproche y continuó-. Como venía diciendo, antes de que me interrumpieras... el espíritu de un fulano Madara Uchiha tiene el lugar maldito o algo así.
- ¿Por qué supones que me interesa?
- … -nuevamente, hizo caso omiso a las palabras del moreno y prosiguió con el relato a pesar de que en el fondo quería estrangularlo hasta que se pusiera de todos los colores posibles-. Aquí dice que si vas al cementerio a la hora de los muertos, que es a las tres de la madrugada, y repites "Bloody Madara" tres veces estando dentro del panteón, aparecerá y te arrancará los ojos -se detuvo al terminar de leer y procesar la información. Luego, como un rayo, una idea surcó su mente. ¡Era la venganza perfecta!-. Ya que te parece una estupidez, te reto a que lo hagas.
- ¿Que haga qué cosa?
- Lo que acabo de leer.
- ¿Estabas leyendo? Deja de bromear, tú y yo sabemos que no puedes hacer eso. Leer es para personas cuyos procesos cognitivos funcionan correctamente.
- ¡Teme! ¡Aquí el único cognitivo eres tú!
- … Lo sé. De eso no hay duda.
- Por lo menos lo admites.
- Háblame de nuevo sobre el reto -rodó los ojos con cansancio por la lentitud de su amigo y simuló no haber escuchado realmente la última parte de la conversación.
- Decía que no eres capaz de ir al cementerio y decir "Bloody Madara" sin hacerte en los pantalones.
- Ja, claro. Lo dice la persona que se asustó viendo Monsters Inc a los 12 años.
- N-no me asusté, es sólo que se veían muy reales -ante el comentario, el azabache soltó un pequeño bufido burlesco-. ¡No me cambies el tema! Para ganar tienes que decir "Bloody Madara" tres veces a las tres de la mañana dentro del panteón. Además la condición es que permanezcas en el cementerio al menos una hora, desde las 2:30 hasta las 3:30, y deberás grabarlo todo para probarlo; de lo contrario, perderás la apuesta.
- ¿Eso es todo? ¿Para qué querrías hacer una apuesta en la que es seguro que vas a perder?
- ¡Gallina! -empezó a cacarear a modo de burla, moviendo los brazos como un ave - ¡Gallina!
- Ya cállate -demonios, el rubio podía ser realmente molesto cuando se lo proponía-. Además, aún no has dicho cuál será tu parte en la apuesta.
- Tú decide. Sé que no perderé porque eres un... ¡gallina! -antes de que retomara su tarea de imitar al animal, el Uchiha le tapó la boca con impaciencia y posó una mano en el respaldo de la silla a modo de barrera para que el Uzumaki no pudiera moverse de allí.
- Descuida, ya me encargaré de decidir cuál será tu castigo -mencionó casi en un murmullo que, a los ojos de Naruto, tuvo cierto aire de picardía, por lo que no tuvo más remedio que recurrir al método que toda persona normal usaría para librarse del agarre-. ¡Eres un puerco! -exclamó Sasuke asqueado, limpiándose la palma de la mano contra el pantalón al tiempo que se alejaba del rubio. Naruto le sonrió sacando la lengua en un cómico gesto de triunfo.
- Ay, sí. Qué delicadito. Un poco de saliva y sales del clóset. Dentro de poco te veré haciéndote la manicura con Sakura-chan -se mofó Naruto haciendo gestos exagerados con las manos-. Entonces, ¿lo harás?
- Sí, esta misma noche. No puedo esperar para hacerte sufrir como yo quiera.
- ¿Seguro? -preguntó alzando la mano hacia el moreno.
- Por supuesto -mostró su típica sonrisa ladeada con suficiencia.
- Bien, es un trato.
- Y como todo buen trato hecho entre hombres, debemos cerrarlo adecuadamente -vio el asentimiento despistado del rubio y en un rápido movimiento que éste no notó, se escupió en la mano y atrapó la del contrario con fuerza.
- Así me gusta, teme -se miraron con determinación de rivales hasta que el Uzumaki sintió una pegajosa sustancia deslizándose por su piel-. ¡Qué asco! ¡Tengo toda tu baba escurriéndome por el brazo! -el azabache soltó una pequeña risa victoriosa y esquivó los intentos del rubio por limpiarse de su ropa-. ¡Sasuke!
- Hablas como si no hubiéramos compartido saliva antes. Como cuando te emborrachaste y...
- ¡Que te calles, deja de repetirlo!
- No es mi culpa que te hubieses embriagado hasta tal punto que inclusive me agarraste el trasero. Dobe aprovechado.
- ¡Aparte de asqueroso, eres un pervertido! -los colores se le subieron al rostro ante la burla del moreno, quien evitaba contacto con él encaminándose hacia la salida de la habitación-. ¡Y te dije que no lo repitieras más! -salió detrás de él haciendo un escándalo que posiblemente todo el vecindario escuchó-. ¡Hey! ¡Deja de ignorarme, sabes que te gustó! ¡Teme!
- Puedes llevar esto, y también esto... -decía el rubio al tiempo que empacaba ciertos implementos en una mochila que le serían útiles al Uchiha en su visita al camposanto. Sasuke lo observaba fijamente ir de un lado a otro como una madre preparando a su hijo para el primer día de escuela-. ¿Dónde está mi linterna?
- No puedo hacer las estupideces que me pides dejando a conocimiento público dónde estudio. Préstame una de tus camisas.
El rubio detuvo su búsqueda para mirarlo de manera ingenua como si no hubiese entendido el mensaje. Chasqueó la lengua al comprender y le tendió la primera prenda que consiguió por ahí, una de un fluorescente color naranja. El moreno retrocedió dos pasos casi cegado por lo brillante y llamativa que era.
- Tienes que estar bromeando.
- ¿Qué tiene? Estaba en la silla y no en el piso, eso significa que está limpia, o impregnada en perfume.
Sasuke lo ignoró y se dirigió al clóset con su típica cara de estirado, sacó de las profundidades lo que parecía ser una camiseta decente de color negro aparentemente sin estrenar siquiera. Se notaba que el escandaloso rubio aún no la había tocado. Naruto por su parte se encogió de hombros y aprovechó para cambiar su vestimenta también.
- Tú y tu complejo de funerario -soltó mientras se sacaba la camisa. Al darse la vuelta se encontró con que ambos estaban en las mismas condiciones. Su mirada recorrió detalladamente el cuerpo del contrario con poca discreción, pero sólo por el hecho de que ahora se veía mucho más trabajado que la última vez que lo había visto. El Uchiha no pasó por alto ese tipo de inspección de la que estaba siendo objeto.
- Si me tomas una foto, te va a durar más -picó, ladeando su sonrisa de altanería y luego posó las manos a cada costado para un mejor ángulo de su bien formado torso.
- ¡No te hagas ilusiones, teme! -bufó con un evidente sonrojo ante el comentario de su amigo-. Ni que estuvieras tan bueno.
- Pero sigo estándolo, ¿o no? Y tú has estado ejercitándote también, ¿verdad? Ese gimnasio que te recomendó Kiba debe ser muy bueno -comentaba mientras se tomaba su tiempo para estudiarlo sin escrúpulos.
El rubio abrió la boca para objetar pero la vergüenza del momento no se lo permitió, por lo que se tragó el orgullo e, ignorándolo, se agachó para buscar la linterna que de seguro estaba enterrada debajo de su cama. Sasuke permaneció estático, observando lo que el otro hacía, o si quería ser sincero, contemplando la peculiar redondez de las posaderas de Naruto.
- Dobe, no me veas con esa cara. Créeme que el panorama no es tan bueno.
Apenas lo escuchó, el Uzumaki se puso de pie con linterna en mano, apuntándole acusadoramente con ella.
- ¡Ajá! ¡Sabía que estabas viéndome el trasero, pervertido!
- No tengo la culpa de que sea de un tamaño descomunalmente grande.
- ¿Me estás llamando gordo?
Otra discusión se dio lugar en la habitación. Aparentemente era una tradición el que todas y cada una de sus reuniones, o simples conversaciones en la mayoría de los casos, acabaran en una o más disputas. Naruto se había enrojecido por la molestia que le causaba el que se metiera con su lindo trasero, mientras Sasuke sólo soltaba una que otra risa burlona y seguía echándole leña al fuego, y así hasta que se encaminaron a la salida de la casa.
La fuente de diversión del Uchiha siempre había sido molestar al dobe. Aún después de salir de la residencia con la mochila al hombro, dejando a su amigo en el umbral de la puerta, las quejas de éste seguían oyéndose, pero luego de unos instantes pasaron a ser advertencias para que tuviera el debido cuidado por la calle a esas horas. El Uchiha emprendió su camino dándole la espalda, simulando ignorar lo que el rubio le decía, y con un leve movimiento de la mano se despidió.
No había recorrido tanto camino cuando las comisuras de sus labios se curvaron levemente en una sonrisa, debido a una repentina lluvia de recuerdos que vino a él de sus tantas salidas nocturnas con el Uzumaki. Un par de adolescentes que buscaban diversión de vez en cuando, o lo que era lo mismo, un Naruto que convencía a Sasuke de acompañarlo a estúpidas fiestas. Siempre se las apañaba para arrastrarlo junto a él en sus ridículas "aventuras", como el rubio solía llamarles, pero en su opinión eran sólo una gran pérdida de tiempo.
Sin embargo, por mucho que le desagradaba el hecho de tener que dejar su cómoda morada y se mentalizara para rechazar las invitaciones del rubio, no sabía por qué, pero siempre lograba hacerlo cambiar de opinión en el último instante. Era la única persona que lo conseguía con tanta facilidad. Aunque quizá, muy en el fondo, el azabache sí era consciente del verdadero motivo. Sólo era necesario recordar lo sucedido tres años atrás para dar con la respuesta, donde el escenario era el patio trasero de la secundaria a la que ambos asistían.
- Naruto, sé que no es normal lo que voy a hacer, pero... -le había dicho al rubio como introducción, luego de asegurarse de que estaban completamente solos y de que nadie los hubiese seguido.
-¿Qué sucede, teme? –no comprendía por qué tanto aire de misterio. Había sido víctima de un secuestro express durante la preciada hora del almuerzo y ahora se moría de hambre, cosa que lo irritaba un poco.
-Primero, júrame por lo que más quieras que no importa lo que aquí suceda, no dejarás de ser mi amigo.
-Pero... -esa súplica del moreno confirmó sus sospechas. Aquello que Sasuke quería decirle debía ser importante, y por la seriedad que mostraba comenzó a temerse lo peor. Posiblemente había terminado enamorándose de Sakura, el primer amor de Naruto, luego de que ésta le insistiera tanto. Y el Uchiha no encontraba la manera de contárselo sin herirlo-. ¿De qué…?
-Sólo júralo y cállate.
-Ajá, lo juro y toda la cosa, mandón –lo vio de manera infantil y Sasuke le respondió con una severa mirada, dejándole claro que iba en serio.
- Yo… -comenzó, pero las palabras que tanto había ensayado mentalmente para ese momento se habían ido a dar una vuelta. Tardó más de lo que la paciencia de Naruto podía soportar.
-Me haces perder el tiempo, teme –dijo el más bajo con intenciones de partir, pero el cuerpo del moreno se opuso al tiempo que capturaba uno de sus brazos-. Muévete, baka. ¡Tengo mucha hambre!
-Aguarda, he esperado mucho. Ahora te esperas hasta que…
-¡Suéltame, teme! ¡Mi intestino grueso se come al delgado! –él no obedecería los comandos del señor quisquilloso, y menos si se lo decía de esa manera tan poco cortés cuando él estaba desesperado por beber al menos un sorbito de agua. Forcejeó para apartarse, pero Sasuke no se la dejó fácil.
-¡Sólo escúchame, maldita sea!
El rubio detuvo todo movimiento ante el arranque de rudeza del otro y permaneció callado. Se observaron por largo rato sin moverse, él aguardó mirándolo directamente. Naruto dejó caer su peso sobre una de sus piernas con impaciencia, sabiendo lo lento que era el azabache a la hora de hablar de algo "de suma importancia". Luego de unos instantes rodó los ojos con fastidio, desesperándose al ver que el otro no se movía. El muy descarado ni siquiera lo estaba viendo a los ojos, más bien parecía observar su barbilla o algo por la parte baja de su rostro.
Sasuke sentía los músculos tensos en demasía, le daba demasiada vergüenza toda la situación, tanto como preocupación al no saber si Naruto lo odiaría luego de lo que venía.
-¡Habla de una vez! –de un empujón el Uzumaki consiguió quedar libre, pero no terminó de huir ya que la mirada que Sasuke le mandó le heló la sangre.
-¡Cállate y quédate quieto!
Sasuke se acercó con velocidad y le atrapó ambos brazos, sosteniéndolos de las muñecas sobre el estómago del rubio. Con una mano le sostuvo firmemente el cuello de la camisa, evitando así que pudiera moverse y lo empujó contra la pared. Naruto lo miró sorprendido por la rapidez de los movimientos del otro, que dejaron su velocidad de reacción reducida a cero.
-Sasuke…
El escuchar su nombre salir de la garganta del rubio le hizo apretar el agarre de la camiseta. Tiró de ella con rudeza provocando que la boca del rubio impactara contra la suya, en un contacto firme entre sus labios. Los presionaba con fuerza, para evitar la sensación que pudiera producirle el seguro rechazo que recibiría en breve.
Naruto quedó impactado en el acto. Eso no podía estar sucediendo, Sasuke, su mejor amigo de toda la vida estaba besándolo. ¡Tenía los labios de Sasuke sobre los suyos! Y el azabache no le permitía realizar ningún movimiento a modo de réplica.
Sasuke se sentía liberado al sentir los tibios labios del rubio contra su boca. Había sido el contacto más deseado y esperado desde que tenía uso de razón y había conocido a ese revoltoso rubio tan feliz que le transmitía esa molesta alegría con sólo sonreír. Queriendo un poco más de la normalmente escandalosa boca del ojiazul, movió los labios sobre los contrarios, con el deseo de ser correspondido, aunque sabía que eso no sucedería. El rubio no reaccionaba ante nada, no le correspondía pero tampoco lo apartaba de ninguna manera. Esto le hizo sentir cierta emoción en el pecho.
-Na-Naruto-kun… ¡Aaahh!
Sasuke se sobresaltó y se vio obligado a separarse del chico, pero sin soltarlo. Naruto aún casi completamente petrificado logró voltear a un lado, encontrándose con una Hinata sonrojada a más no poder cubriéndose la boca con sorpresa. Podía notarse como su cuerpo temblaba ligeramente por la impresión. Sasuke recobró su compostura al ver que sólo se trataba de la chica Hyuuga, e impaciente esperó a que se fuera. Pero la joven se quedó como si estuviese adherida al césped. ¿Acaso no pretendía irse? Eso no era espectáculo público gratuito.
Casi como si le leyera el pensamiento y sintiera el aura asesina por la interrupción, la peliazul emprendió una carrera a quién sabe dónde. Naruto abrió los ojos, estupefacto; le rogaría a Dios para que no se lo dijera a nadie. La siguió con la mirada hasta que la imagen desapareció por la pequeña entrada, y sólo entonces se dedicó a observar a su amigo.
El dolor que sintió el moreno recorriéndole el pecho fue mucho mayor de lo que esperaba que sería. Lo que transmitían los ojos de Naruto era respuesta suficiente. Le escrutaba con algo parecido a la nostalgia en su mirada. Lástima, eso fue lo primero que surcó la mente del mayor. Odiaba el simple hecho de que alguien pensara en sentir eso por él, aún más si esa persona era a la que más...
- Sasuke... yo... no... -en ese momento no hizo falta nada más. El Uchiha ya lo había dejado libre y se había marchado.
¡Y este es el primer capítulo!
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