Prólogo

Media noche, las 12 pm. La hora cero. Muchas almas duermen tranquilas a esas horas. Otras cuantas, la pasan de fiesta en fiesta. Y otros pocos, menos afortunados, se la pasan trabajando. Para mi pesar, pertenezco a esos últimos. Y más encima, no me pagan. Suena como la peor pega del mundo, y a ratos lo es. Desgraciadamente es importante, muy importante... Y además soy buena en ello. Demasiado, para mi propio bien.

Casi nadie lo sabe pero, es precisamente a esta hora, ni un segundo antes ni un segundo después, que los problemas inician. La luna se vuelve opaca y triste, y si te fijas bien, puede que incluso la veas... La gran sonrisa en su rostro. Esa gran e intimidante sonrisa, si sangra sólo significa una cosa. Es hora de trabajar.

-Es hora… -exclama una figura desde lo alto de un edificio, bostezando en el proceso. Todos los relojes marcan las 12 en punto, y como es usual todas las noches, la luna muestra una gran sonrisa

-No vas a reportarte en servicio? –le pregunta una de las dos figuras a su espalda. Ambas más altas que la primera, en un tono serio

-Para qué? ese anciano es un fastidio- exclama la tercera figura, estirándose. Su voz suena más despreocupada que la anterior. Un grito los calla, rompiendo el silencio de la noche, casi de inmediato la sonrisa de la luna comienza a sangrar- Oi, Kari…

-Hai -la primera figura se para, esperando por un segundo grito que no llega- Vamos! –el par de figuras detrás de ella, comienzan a resplandecer hasta ser un par de destellos de color azul. Estos destellos finalmente cesan, quedando en su lugar un par de pistolas gemelas de color negro. Ésta las toma y las coloca en su funda, para luego saltar al vacío, y movilizarse de techo en techo con gran agilidad

Deben de estar confundidos, o quizás no. Todo depende de si han oído la palabra SHIBUSEN. Si es así, no ha de ser necesaria una explicación; si no es así, será mejor que empiece, es una larga historia. En resumidas cuentas, SHIBUSEN era una escuela que entrenaba tanto técnicos como armas para proteger al mundo del mal. Digo "era", porque ya no se encuentra en funcionamiento. Si esto les sorprende, me temo que se han perdido mucho. Por lo pronto solo necesitan saber una cosa. Trabajo para Shinigami-sama como mercenaria. Mi trabajo es simple, rápido, y riesgoso. Eliminar la basura que se trata de infiltrar a nuestro lado.

-Segura que es aquí? –pregunta una voz, proveniente de su pistola izquierda

-Si, este lugar apesta a locura… -dice la figura, mostrándose por fin a la luz, luego de bajar de un techo. Se trata de una muchacha de unos 14 años. Los tres se quedan en silencio un momento, avanzando por el angosto y oscuro pasaje con los sentidos alertas

-Restos de comida a las 3- le dice otra voz, esta vez de su pistola derecha. Efectivamente, había un cuerpo humano, totalmente destrozado e irreconocible. A medida que avanzaban más "restos" aparecían

-No hay duda, es un Kishin- dice la muchacha, guardando su pistola izquierda, y sacando de un pequeño bolso amarrado en su muslo, una pequeña capsula blanca

-Es el tercero en este mes- dice la pistola, al ser nuevamente desfondada- De verdad deberías reportarlo- la muchacha asiente en silencio. De repente, se oye un crujido, como el de un cráneo siendo mordido. La muchacha de inmediato se orilla a una pared, viendo desde el rabillo de su ojo. Una grotesca figura humanoide destrozaba con torpeza unos cuantos cuerpos, solo para alimentarse de las almas

-Bien, aquí vamos- levanta ambas pistolas, poniendo sus dedos en los gatillos- Sai! Sei! –dice, levantando respectivamente las pistolas- Let´s go!!

Como dije, este trabajo es simple, sólo tengo que hacer una cosa. Matar al enemigo. Es rápido, tengo sólo 60 segundos para terminar el trabajo, ni más, ni menos. Y riesgoso, pues no es cualquier enemigo, es un demonio. De los peores. Un ser de conducta básica, que lo único que quiere es comer. Y su alimento, no es otra cosa, que las almas. Muchos pueden postular a este trabajo, no hay muchos requisitos en verdad. Pero pocos, pueden realmente llevarlo a cabo sin morir en el proceso.

-Oi! Kishin! –la muchacha sale de detrás de la muralla, disparando cuatro balas al ser, que se retuerce de dolor. Pero pronto las heridas se regeneran sin problemas, y éste la mira, sacando su lengua saboreándose- Quieres mi alma? –el ser se para, observándola- Ven… -por detrás, con una de sus manos mueve la cápsula que saco, haciendo que esta suene- …por ella! –el ser se lanza al ataque, y ella lanza la cápsula al suelo. El tiempo se detiene, y de la capsula surge un campo de energía que abarca un cierto radio. El tiempo vuelve a la normalidad, y en la cápsula los números van bajando, del 60 para abajo

-Puedes derribarlo en 60 segundos? –le pregunta una de sus pistolas

-Créeme, 30 serán suficientes! –responde la otra pistola

-Concéntrense! –de inmediato se callan. Ahora, cada uno de los balazos que ella dispara realmente provocan daño en el demonio. Las heridas no vuelven a sanar, lo que comienza a desesperarlo. Pero su agresora es hábil, y esquiva sus grandes garras con cierta facilidad y sin dejar de disparar. La pequeña cápsula en el suelo marca el número 30- Terminemos con esto! –la muchacha se barre, pasando por debajo del demonio, quedando detrás de él- Resonancia del Alma!

-Hai! –responden ambas pistolas. Éstas comienzan a brillar aún más, mientras ella las acerca. Finalmente se vuelven un solo resplandor, que una vez extinto revela una gran bazuca sobre el hombro de la muchacha- Comete esto! Death Bomb!! –el gatillo es disparado, y de este sale una bomba cómicamente grande, con cara burlesca encima. Pese a su aspecto, es realmente poderosa. Y provoca una gran explosión, destruyendo casi todo el lugar. El humo se disipa y sólo quedan miles de almas humanas, las que fueron alguna vez, el alimento del demonio- Otro trabajo bien hecho! –la bazuca se ilumina, separándose en dos, formando esta vez la figura de dos jóvenes

-Pues ya era hora! Muero de hambre! –dice uno de los jóvenes, de unos 18, tomando una de las tantas almas rojas, y llevándosela a la boca. Éste tiene su ojo izquierdo tapado con un parche, por lo que sólo el derecho es visible

-Oi! Sei! No te las comas todas! –lo reta la muchacha, más el otro esta de lo más feliz devorándose las almas infestadas- Déjale algo a Sai!

-Descuida Kari- le dice el otro muchacho, idéntico al otro, sólo que él tiene el parche cubriendo su ojo derecho, por lo que el izquierdo esta a la vista- Yo no tengo tanta hambre- La muchacha lo mira, de forma severa- Esta bien, tranquila –le sonríe, tomando una de las almas cercanas y pasándola por su garganta con placer. Una vez todas las almas son consumidas, el tiempo limite llega y la cápsula se rompe. El campo desaparece, y vuelven a estar en el primer callejón, lleno de cuerpos- Ne, no vas a reportarlo a Shinigami-sama. Mató a mas personas que el anterior –dice, mirando a su alrededor

-Eres un fastidio lo sabías?- la muchacha se rinde, y de su bolso en su muslo saca, esta vez, un espejo de dos caras- 42 42 562 –con uno de sus dedos escribe los números. Listo eso, tres ondas luminosas recorren el espejo, formándose la imagen de un ser encapuchado, y con una máscara de calavera en forma graciosa- Contento? –le dice, mirando al muchacho frente a ella, que ignora su cara de fastidio

-Buenas, Shinigami-sama! –dice Sai, de manera casual. Su hermano gemelo también se les une, colocándose al lado derecho de la muchacha, y saludando con un gesto de la mano. La muchacha sólo tiene cara de fastidio pues ambos se aprovechan de su tamaño y se apoyan en su cabeza

-Buenas. Kari, Sai, Sei veo que cumplieron con la misión una vez más- dice la figura, con voz ronca y seria, pese a su graciosa imagen que podría indicar lo contrario

-Sí, como siempre tenemos que andar haciendo tu trabajo –le resalta la menor, en voz baja. Los dos jovenes se rien. El dios la mira, levantando la mano como si fuera a darle un zape- Cuántos Kishin más dejaras que se escapen de Death City!

-Más allá no puedo hacer, jovencita- le responde el dios- Por qué creen que trabajan para mi!

-Si, claro, tratas de tapar tu incompetencia con eso no? ya nadie te cree anciano, acéptalo! –le dice Sei, hundiendo la cabeza de su "dueña" para acaparar el espejo

-Lo que quieren decir señor es que… Los Kishin infiltrados cada vez se hacen más frecuentes y más agresivos- dice Sai, quitándole el espejo a los otros dos, para reportar el suceso como se debe

-Lo tendré en cuenta- responde simplemente el dios, sin inmutarse- Una nueva misión les será encomendada, hasta entonces, que descansen- la imagen del espejo se va, por lo que vuelve a ser un espejo normal. Los otros dos lo miran con cara de pocos amigos –Que?

-Aguafiestas! –le dicen ambos. Pronto todo vuelve a la normalidad y los tres salen caminando del callejón, pero al estar bajo la luz de la luna, que vuelve a ser normal y sin rostro, solo la figura de la muchacha se observa

Lo sé, lo sé. Demasiada información. Empecemos otra vez quieren? Desde el inicio. Mi nombre es Karen Evans, 14. Mis amigos me dicen Kari. Escolar de muy bajo rendimiento y graves problemas de conducta y concentración, de día al menos, porque de noche soy una de las mercenarias de Shinigami-sama. Soy técnica en armas de fuego, y mi arma es un par de pistolas gemelas. Sus nombres son Sai y Sei, gemelos de 18. Somos un excelente equipo, debo agregar, aún cuando sean un dolor de cabeza el resto del tiempo. Todo comenzo hace ya algunos meses, los primeros dias de clases.