Viendo estrellas

Después de mucho tiempo de pensar y reflexionar, finalmente Peridot se decidió. Caminó a paso tembloroso y abrió lentamente la puerta del granero, Garnet aún estaba ahí sentada con esa serena sonrisa en su rostro mirando al cielo.

-Ejem, Garnet- carraspeó Peridot tímida con los botes de pintura que le había regalado Steven en sus pies. Garnet la miró y su sonrisa aumentó iluminándole el rostro –Garnet, luego de considerar las opciones he llegado a la conclusión de que sería oportuno si pudiera recopilar información sobre nuestro fallido experimento de esta tarde y quizás pudiera...-

-¿Quieres intentar la fusión de nuevo?- Intervino Garnet. Peridot se sonrojó y asintió con la vista en el piso.

-Podemos… -

-Vamos al granero, te sentirás más cómoda allí ¿Verdad?- Peridot no respondió, solo dio media vuelta y caminó hacia el granero sintiendo la monumental presencia de Garnet a su espalda.

El granero estaba oscuro pero más cálido y Peridot ya se había acostumbrado tanto al lugar que se sentía ligeramente más tranquila, aunque el nerviosismo volvió a ella cuando se giró y vio a la enorme fusión que le extendía las manos con gesto amable. Tragó saliva y volvió a intentarlo.

Ambas se pasaron un buen rato bailando, girando y dando brincos de acá para allá. Garnet siempre era quien guiaba la danza y ya entrada la medianoche al menos había logrado que Peridot se relajara un poco más.

-¿Quieres descansar?- preguntó mientras se sentaba con las piernas extendidas apoyándose en uno de los pilares.

-No, creo que ya estamos cerca- La determinación en el rostro de Peridot desconcertó tanto a Garnet, como a Ruby y a Sapphire. Había algo tan familiar como nuevo en ella.

-Tal vez deberías probar sin los zancos-

La pequeña gema se miró los pies y se bajó de los botes de pintura, notó la ligereza de movimientos y probó dar giros y saltos por el granero mientras sentía la mirada constante de esos tres ojos sobre ella, pero no se sintió avergonzada, sentía orgullo, se sentía segura, incluso deseaba que Garnet no apartara sus ojos de ella. Recordó lo que le había explicado acerca de la fusión, recordó a Percy y a Pierre y se detuvo. Caminó hacia ella a paso lento pero decidido. Sin la altura de sus zancos sus rostros quedaban frente a frente. Peridot se inclinó un poco y besó a Garnet en la boca tomando con suavidad su rostro con sus pequeñas manos. El beso no fue corto.

Cuando finalmente sus labios se separaron Peridot permaneció con los ojos cerrados algo temerosa y avergonzada, pero los abrió en cuanto sintió la mano en la cintura que la empujaba con suavidad. Se sentó en el inmenso regazo y sintió las gemas de Garnet en su rostro, estaban extrañamente tibias, y luego un segundo beso. Aun no estaba segura de cómo reaccionar. Había sentido curiosidad por lo del beso desde hacía tiempo y ahora creyó que podía ayudar en el asunto de la fusión. La verdad es que su mente no pensaba con claridad, solo sabía que, fuera lo que fuese que estuviera pasando en ese instante, le gustaba.

Con su rostro aún aprisionado y sus manos apoyadas en los hombros de la gema que la miraba tan fijo que sentía que leía su mente esperaba por un tercer beso que llegó tan repentino como el primero. Sus manos se apretaron con fuerza cuando sintió la lengua de Garnet entrando en su boca.

-¿Qué haces?- Preguntó en un jadeo mientras sentía un extraño calor subiendo por su cuerpo.

-¿Quieres que me detenga?- Los ojos de Peridot reflejaban miedo, un miedo enorme a lo que estaba pasando, pero un terror aún mayor a que se acabara. La respuesta fue otro beso con una lengua algo tímida que buscaba la de Garnet. Las manos de ésta bajaron con suavidad a los pequeños muslos de Peridot y los presionaron contra su cuerpo, ella soltó otro pequeño gemido y volvió a separarse mirando el rostro rojo que seguía con las gafas puestas. Como si leyera su mente y con un ágil movimiento de una mano las gafas desaparecieron. El siguiente beso fue al cuello y luego fue bajando lentamente mientras otra hábil mano iba descubriendo su pecho del traje que siempre había vestido orgullosa, pero del que ahora deseaba deshacerse.

Otro gemido resonó en el granero cuando los carnosos labios de Garnet alcanzaron los ya desnudos pechos de Peridot que la tenía tomada por la cintura y presionaba rítmicamente sus caderas contra ella. La lengua frenética dejaba sin aliento a la inexperta gema que no paraba de jadear y que enterraba sus dedos en la enorme cabellera. Reacomodó una de sus piernas para sentarse solo en una de esas gigantescas piernas y frotarse contra ella, no sabía por qué lo hacía, solo sabía que no podía detenerse por nada del mundo y que debía hacerlo cada vez más rápido y más fuerte.

Violentas corrientes eléctricas recorrían todo su cuerpo hasta que, con una mano que presionó con fuerza su cintura hacia una pierna que, a su vez, empujaba en dirección opuesta, todas las corrientes se dispararon al unísono. Sus dientes se apretaron y los dedos de sus manos se abrieron. Todo el aire de sus pulmones salió disparado por su nariz en un gemido ahogado que quedó flotando en el amplio granero. Luego sintió que no podía sostener su cuerpo y se dejó caer hacia atrás donde Garnet ya la sujetaba.

La recostó sobre el suelo y la dejó ahí mientras la observaba con atención. Garnet sonrió y Peridot notó que era la misma sonrisa que tenía mientras miraba las estrellas. Luego recordó que podía ver el futuro y se cubrió el rostro, avergonzada.

-Si te sirve de consuelo- Un resplandor llenaba todo el ambiente mientras la fusión se deshacía

-Yo podría ayudarte a vengarte de ella- Dijo Ruby al oído de Peridot. Ambas miraron a Sapphire que fingía coquetamente que se moría de miedo.