Caminó cabeza gacha por unas escaleras en subida, sabía qué ocurriría, sabía lo débil que había sido y sabía las cosas horribles que había hecho a los débiles. Ella era una debilucha. "Tranquila, lo peor que puede hacer es dejarte morir, ¿no es eso lo que quieres?" Pensó amargamente, morir era la solución más rápida a sus problemas.
Golpeó la puerta dos veces y ésta se abrió sola, estaba todo helado, y sentía mucho, mucho miedo.
-Hija, ¿qué me has traído esta noche? –Preguntó un ser aterrador, mitad ángel, mitad demonio.
-Nada, no me fue muy bien hoy… Lo lamento tanto –Dijo la chica con tristeza.
-Yo también –Le dio una bofetada que le dejó ardiendo, no sólo la cara, sino que también el orgullo, ella casi se abalanzó para golpearle de vuelta –Hija, a mi no me puedes engañar y eso lo sabes, tuviste la oportunidad y no la aprovechaste.
-Lucemon yo…
-Nada, LadyDevimon. No existen excusas para tu debilidad.
-¡Lucemon déjala tranquila! –Una patada en la puerta la hizo añicos y quien propinó el golpe apareció de una nube de humo.
-Beelzemon, que visita poco agradable me has hecho, ¿que trae por estos lugares?
-Vine a buscar lo que me pertenece, ella es mía. Los ángeles caídos son míos, no de alguien que no se sabe qué es –Beelzemon gruño –LadyDevimon, ven.
Ella obedeció, era verdad, no le pertenecía a Lucemon, pero tampoco quería pertenecer a Beelzemon, quería ser buena.
-Ahora deja a mis ángeles tranquilos, no deben rendirte tributos, de ningún tipo.
-Nos volveremos a ver, señorita LadyDevimon –Se despidió burlonamente haciendo un ademán de quitarse el sombrero.
Salieron de su torre y LadyDevimon llevaba la mirada perdida, caminaba detrás de Beelzemon, pensando en escapar.
-¿Qué pasó hoy, LadyDevimon?
-Nada, sufrí un momento de debilidad. Lo siento tanto –Se disculpó ella.
-Está bien, de todos modos… Intentemos que no vuelva a pasar –Beelzemon empujó a LadyDevimon a una pared, se acercó a sus labios y la rodeó con sus fornidos brazos –Podemos dejarlo pasar si quieres… -Susurró –De todos modos, siempre has sido mi favorita… -Posó su mano en su mejilla y la acarició suavemente.
-Aléjate por favor –Dijo LadyDevimon alejando su rostro.
Beelzemon ignoró su petición y apretó sus labios sobre los de ella, un beso forzado, lleno de rabia… Pero muy, muy, apasionado y sincero, increíblemente sincero…
De forma automática, los brazos del ángel caído se posaron en la cintura de su compañera y la apegó a su pelvis, lo que causó que ella soltara un suspiro. Siguió besándolo, amaba ese sabor, era como un licor muy fuerte, pero tan dulce y refrescante como agua pura. "No, sé fuerte sólo esta vez". Era tan difícil controlar esta sensación, si bien lo odiaba por ser tan maligno, amaba esta pasión que le proveía, era la única vez donde podía pensar en algo más que su miseria. ¿Lo amaba? Probablemente no. ¿Lo quería? Eso era difícil de saber. Como sus manos aún estaban a sus lados, su brazo izquierdo que terminaba en una gran mano con garras empujó a Beelzemon lejos, hasta la otra pared. Aún apoyada en la pared, jadeaba para recuperar el aliento que aquel beso le había quitado. Beelzemon quedó inconsciente en la polvareda que dejó la pared destruida.
Entonces echó a correr, lejos. Sus largas piernas no parecían cansarse, y cuando estuvo lo suficientemente lejos del área Oscura, echó a volar, con lágrimas en los ojos y con el toque de Beelzemon grabado en su memoria y en su cuerpo.
Voló durante horas, no sabía dónde iba, ni hacia dónde iba, sólo sabía que por fin comenzaba a ver el cielo más claro. De pronto vio como un aro dorado rodeaba su cuerpo, haciéndola prisionera. "¡Los ángeles! me encontraron, estoy salvada… Me matarán y todo este sufrimiento terminará de una vez por todas…"
Y todo se fue a negro.
