Advertencia: Ha llegado la hora de la tan ansiada continuación, y aquí lo tienen. Supongo que Lio se impresionará con lo que leerá, y así lo espero también
Prólogo
Una gigantesca polvareda se había levantado donde apenas minutos atrás se encontraba erigida una magnífica y amplia mansión cuyo armazón estaba parcialmente conformado por oro y mármol. Una chica trepa con dificultad entre aquel amasijo informe de tubos, trozos de pared, vidrios, cerámicas de distintos colores y un sinfín de materiales que sin duda revelaban lo majestuoso que pudo haber sido el edificio cuando estaba en pie. Hubo un punto en que esa chica ya no se sentía capaz de escalar más, y empieza a excavar entre esa infinidad de escombros, esperanzada de encontrar aquello que tan afanosamente buscaba.
─ "Tiene que estar por aquí… Debe estar viva… Ella me lo prometió…"
No le importaba en lo más mínimo que sus manos resultaran heridas por los bordes afilados de los pedazos de concreto y mármol. Su prioridad era encontrar a aquella que buscaba, sin importar lo que tuviera que hacer para lograrlo. No podía sacudirse la angustia desde que había visto aquel horroroso derrumbamiento que redujo la mansión más grande que jamás haya existido a aquella montaña funesta. Sus ojos miraban en todas direcciones. La chica permanecía cauta en caso que más mercenarios desalmados se pudieran acercar, o que apareciera aquella a la que deseaba encontrar.
Estaba profundamente angustiada. Le daba pavor el pensar que algo le hubiera pasado. Sigue excavando durante lo que le parecieron horas y horas. El agotamiento la abatía, pero no le importaba en absoluto. Nunca se había sentido de esa manera, ni se había mostrado nunca tan agitada, y ahora lo hacía para encontrar a aquella pequeña perdida.
─ Hinaichigo… Hinaichigo…
Estaba muy oscuro. Había anochecido hace un buen rato. Y la gente que antes estaba por los alrededores del siniestro habían continuado su camino, como si el colosal suceso del derrumbe de aquella mansión careciera de emoción o interés, con la única excepción de Tomoe Kashiwaba.
Flashback
Tomoe había sido capturada por un grupo armado que se había propuesto a interrogarle por el paradero de las Rozen Maiden. Llevaban varias horas aplicando horribles torturas contra Tomoe para obligarla a hablar, pero la delegada se negaba rotundamente a soltar lo que sabía sobre Hinaichigo, pues sabía que esa gente armada estaba allí con la misión de aniquilar a la muñeca fresa.
─ No me gusta tener que repetir las preguntas, princesita ─ dice un hombre alto y fornido antes de darle una fuerte bofetada a Tomoe, haciendo que le saliera una línea de sangre de la boca ─ ¿Dónde están las Rozen Maiden y qué están haciendo? ¡Habla si no quieres morir ahora, perra!
Tomoe no contesta. El dolor que la aquejaba era intenso, insoportable, pero no estaba dispuesta, por nada del mundo, a responder esa pregunta. Para ella, la seguridad de Hinaichigo era más valiosa que su propia vida.
─ Parece que no tiene caso ─ sugiere otro hombre alto, aunque un tanto menos musculoso ─. Esta niña no va a hablar. No después de todo lo que hemos intentado para que lo haga.
─ Entonces ya no nos sirve de nada tenerla aquí, ¿verdad? ─ dice una mujer con cara de aburrida, y el segundo hombre asiente ─ Bueno, entonces supongo que eres libre para asesinarla, cabo.
El primer hombre sonríe de forma desquiciada y apunta su rifle directamente a la frente de Tomoe, preparado para disparar a quemarropa. El tiempo parecía pasar muy lentamente, o tal vez ese desgraciado disfrutaba haciendo que Tomoe se angustiara a mares antes de matarla. Sea cual fuere el caso, Tomoe sabía que su destino ya estaba sellado y no podía hacer nada para luchar contra eso. Iba a morir, pero al menos Hinaichigo estaría a salvo. Era lo que importaba.
Justo cuando el cabo empezaba a apretar el gatillo, una explosión ocurre, haciendo que enormes trozos de pared volaran hasta los hombres armados y estampándolos contra la pared opuesta. Tomoe no podía creerse que había logrado sobrevivir milagrosamente. Se supone que ya debería estar muerta, pero allí estaba: consciente de lo que acontecía a su alrededor, adolorida de pies a cabeza, y lo más importante es que respiraba, señal inequívoca de que su hora no había llegado todavía.
─ ¡TOMOE! ¡TOMOEEE!
Kashiwaba gira lentamente la vista para comprobar que su salvadora era efectivamente Hinaichigo, precisamente la muñeca que hasta hace un momento defendía con su propia vida. Le hacía feliz tener esa oportunidad de verla nuevamente. Nunca en la vida se había sentido tanta felicidad como en ese momento en que Hinaichigo salta hacia ella, le deshace las amarras y la abraza con cariño y afecto. Le aliviaba de sobremanera saber que su muñeca estaba a salvo, y seguía sin tomar en cuenta lo gravemente dañada que se encontraba.
Hinaichigo no había llegado sola. Detrás de ella se encontraban Kanaria, Suiseiseki y Souseiseki, las cuales se mostraban también contentas por haber llegado a tiempo en la misión de rescate.
─ Qué bueno que lo logramos. Y pensar que Kanaria ya se hacía a la idea de que no íbamos a llegar-desu ─ manifiesta Suiseiseki secándose la frente.
─ ¿Qué cosas dices? Yo siempre supe que estábamos a tiempo para conseguirlo-kashira ─ se defiende Kanaria con presunción.
Tomoe veía graciosa la pelea entre las muñecas mayores frente a ella, y abraza muy feliz a Hinaichigo. La chica tenía alguna dificultad para levantarse por las largas horas que llevaba atada y recibiendo aquellos brutales tratos de parte de esos mercenarios cuya procedencia desconocía. Cuando las piernas ya le respondían de mejor manera, pudo asomarse por la ventana de su casa, comprobando que afuera había decenas de mercenarios muertos, sin duda obra de las Rozen Maiden cuando se abrían paso para salvarla. No podía comprender cómo había sido posible que alguien pudiera saber de la existencia de las Rozen Maiden y buscar su destrucción, razón por la cual había procurado que se escondieran mientras esperaban que las cosas se calmaran, pero la situación era mucho más grave de lo que había jamás imaginado.
─ Nosotras tampoco sabemos cómo es posible que haya algún humano intentando destruirnos ─ dice Souseiseki de pronto ─. Hemos podido descubrir dónde se encuentra ese humano. Está en aquella mansión. Ojalá que Shinku y Suigintou estén bien. No las hemos visto desde hace tiempo.
Desde la ventana era perfectamente visible, en la oscuridad de la noche, un inmenso edificio de color dorado y blanco. Un rascacielos a toda regla, refulgente y distinguido de entre todas las otras estructuras que hacían un lamentable esfuerzo por flanquearlo. Tomoe había oído hablar de la persona que había ordenado su construcción, pues el edificio era la residencia de apenas unas pocas personas. Había rumores de que aquel hombre había hecho billones de billones de dólares con magia, otros decían que tenía el poder de ver el futuro y la manera de agarrar dinero y llenarse los bolsillos en cada ocasión, pero hasta el momento nunca lo había tomado seriamente en cuenta. Hinaichigo, Kanaria, Suiseiseki y Souseiseki saltan juntas la ventana y van a la calle, alarmando a Tomoe.
─ ¿A dónde van ustedes?
─ Tenemos que buscar a ese humano y detenerlo ─ dice Kanaria con seriedad ─. Sólo Jun y Micchan siguen vivos como nuestros médiums, y nuestro deber es defenderlos del peligro que representa ese humano tan destructivo, y además también debemos defenderte, como antigua médium de Hinaichigo que eres. Hace poco conocimos a Kirakishou, y logramos llegar a un acuerdo para cooperar en esta pelea, por lo que estamos bien cubiertas para afrontar esta situación-kashira.
Tomoe siente una fuerte presión en el pecho. Algo le estaba diciendo que esa misión autoimpuesta de las Rozen Maiden podría acabar mal. Algo le aterraba sobre todo eso. Con precariedad salta la ventana y trata de alcanzar a Hinaichigo para impedirle ir, pero las muñecas se ponen en marcha, impidiendo su alcance.
─ Hinaichigo…
─ No te preocupes, Tomoe ─ dice Hinaichigo con una serenidad que sólo sirve para aterrar aún más a la chica ─. Hina promete dar lo mejor de sí, y entonces estaremos juntas otra vez. Sólo espera a Hina, y verás cómo todos reiremos juntos-nano.
─ No, Hinaichigo…
Las piernas no le estaban respondiendo en ese momento. Algo le impedía seguirlas para impedir que se alejaran. Sus ojos se anegaban en lágrimas a medida que las veía avanzar hasta que desaparecen al doblar la calle, y entonces cae sobre sus rodillas y mira al vacío con impotencia.
En ese momento sabía, sin saberlo, que esa sería la última vez que vería a su muñeca consentida, casi su hija.
Fin del flashback
Ya habría pasado un día desde la última vez que vio a Hinaichigo y las demás, y desde entonces no había recibido ninguna noticia sobre lo que les había pasado, angustiándola más y más con el paso de las horas. Aquellos hombres armados habían matado a toda su familia antes de proceder a su interrogatorio, y por eso la chica se encontró sola durante todo el tiempo que duró la espera. Hinaichigo era lo único que le quedaba en todo el mundo, y nada le daba más miedo que pensar que incluso a ella la habría perdido.
Llega un punto en que sus manos estaban demasiado maltratadas, agarrotadas y heridas como para excavar más, Tomoe se limita a bufar de decepción por no poder aguantar más, por no ser más fuerte por el bien de Hinaichigo. Tampoco había rastro de las demás que pudiera decirle nada. Tomoe se sienta en un enorme pedrusco de mármol y se queda durante un tiempo a meditar, tratando de superar el dolor de sus manos, porque el dolor que atormentaba su alma no se aliviaría hasta ver a Hinaichigo.
De entre ese mundo de escombros surge poco a poco una sombra que Tomoe no pudo advertir al estar distraída en sus pensamientos. Esa sombra se acerca más y más hasta que Tomoe logra verla y voltea asustada, en caso que se tratara de otro esbirro de aquel hombre que intentaba destruir a las Rozen Maiden.
─ ¿Q-quién es?
─ ¿Tomoe? ¿De verdad eres tú? ─ dice la dueña de aquella sombra, pero por su voz era claro que no era Hinaichigo.
Tomoe se siente terriblemente decepcionada por no tratarse de su antigua muñeca, pero al menos no le haría falta huir o esconderse. La dueña de la sombra se continúa acercando hasta que Tomoe pudo distinguirla: era Suiseiseki, y parecía haberlo pasado bastante mal y el vestido estaba bastante sucio y raído, pero por lo demás estaba en mejores condiciones que Tomoe.
─ ¿Qué pasó cuando vinieron aquí a pelear? ¿Qué pasó con las demás?
Suiseiseki no responde. En lugar de eso toma asiento junto a Tomoe y mira un rato al cielo, en completa serenidad. Tomoe se abstiene a preguntar otra vez, pensando que Suiseiseki intentaba formular una respuesta adecuada en medio de ese silencio que las rodeaba, y al final Suiseiseki rompe en llanto.
─ Todas… todas han… Ese humano miserable disfrutaba cada vez que nos hacía daño-desu ─ dice la muñeca con voz cortada y lenta ─. Primero fue Kirakishou, luego Kanaria, y después chibi-ichigo ─ Tomoe siente como si su corazón estuviera recibiendo una profunda puñalada, el horror y el dolor eran muy evidentes en su rostro ─. Al final… Souseiseki también… No entiendo cómo puede un humano ser tan cruel y resistente… Sus cuerpos… sus cuerpos… Ese humano destruyó completamente sus cuerpos… No quedó nada-desu.
Suiseiseki invoca a los espíritus artificiales Lempicka, Pizzicato, Rosary y Berry Bell, y esta última flota hasta estar justo enfrente del rostro de Tomoe y toca la punta de su nariz, como si de un pequeño beso se tratara. Tomoe también rompe en llanto al ser consciente completamente de lo que había pasado. Había perdido a Hinaichigo. No había sobrevivido a aquella batalla, y su cuerpo jamás podría recuperarlo.
Deseaba morir en ese momento. Tomoe había perdido todo lo que tenía en ese mundo, empezando por su familia, y ahora Hinachigo la había abandonado para siempre. El corazón le dolía horrores, haciéndole desear que se detuviera de una buena vez para así no tener que cargar con eso ni con nada más. Quería arrancarlo para no tener que sentir más dolor, ni más tormento, ni más angustia. Todo había perdido sentido. No deseaba saber nada más. Tenía que ser una cruel broma que Hinaichigo haya muerto. Hinaichigo le había prometido que regresaría y reirían juntas después de todo el caos y el miedo por el que tuvieron que pasar, y ahora resultaba que esa promesa jamás sería cumplida.
Ambas se quedan llorando por un rato indefinido. A ninguna de las dos le interesaba el tiempo que habría pasado desde que se encontraron, sólo había dolor en sus corazones. No era para menos, pues habían perdido de pronto lo más importante en sus vidas, y ahora se sentían terriblemente desamparadas y solas. Era como si la felicidad las hubiera abandonado para siempre, procurando alejarse lo más posible para asegurarse de que su calor jamás las pueda alcanzar.
─ ¿Cómo es posible? ─ dice Tomoe entre lágrimas y una enorme angustia ─ ¿Por qué tuvo que morir Hinaichigo? ¡Se supone que iba a volver! ¿Cómo es que este infierno empezó?
─ Chibi-ichigo no está muerta ─ dice Suiseiseki con voz igualmente dolida ─. Las Rozen Maiden no podemos morir, aunque nuestros cuerpos sean destruidos y reducidos a polvo-desu. Nuestra alma… la verdadera esencia de nuestras vidas permanece intacta mientras esto siga existiendo… ─ de los cuatro espíritus artificiales surgen cuatro trozos de cristal que brillaban con luz propia, las cuales se juntan hasta estar en manos de Suiseiseki ─ Las Rosas Místicas de todas. El juego de Alice siempre consistió en que teníamos que pelear para apoderarnos de cada una de estas, pues así obtendríamos los poderes y cualidades de cada una, acercándonos así a la perfección de Alice. Pero… ─ suspira un par de veces, antes de cambiar su rostro de dolor a uno cargado de rabia y resentimiento ─ Esta manera de obtener las Rosas Místicas está completamente mal. Alice no puede ser creada en base a esta manera tan sucia y repugnante de recolectar las Rosas Místicas. Por eso seré yo quien las cuide-desu.
─ ¿De qué hablas, Suiseiseki?
─ Fueron ellas… ─ Suiseiseki absorbe las cuatro Rosas Místicas y su cuerpo brilla con intensidad durante un momento, y Tomoe tuvo la ligera impresión de ver a Hinaichigo en el lugar de Suiseiseki durante una minúscula fracción de segundo ─ Shinku y Suigintou nos han traicionado. Resulta que ese humano miserable y asqueroso se dio cuenta de nuestra existencia y se inspiró en destruirnos gracias a ellas. Shinku y Suigintou fueron quienes azuzaron y liberaron aquel monstruo, todo para tener fácilmente las Rosas Místicas de todas-desu. Pero ahora tendrán que pasar por encima de mí… ─ Suiseiseki levanta su mano, y los espíritus artificiales empiezan a girar a su alrededor hasta que aparecen unas tijeras y un violín ─. Tomoe, quédate con Berry Bell y acéptala de ahora en adelante. Chibi-ichigo me dijo antes de desaparecer que Berry Bell te hará compañía-desu. Yo mientras tanto prepararé el terreno para cuando esas rastreras aparezcan nuevamente. Las haré gritar de dolor y miedo. Las haré dormir para que nunca vuelvan a despertar. Les haré arrepentirse por todo el daño que han causado a mis hermanas. Se arrepentirán por esta traición… ¡NUESTRA VENGANZA SERÁ IMPLACABLE Y TERRIBLE!
De entre los escombros de la mansión surgen rápidamente enredaderas y espinas blancas precedidas por gigantescos troncos que se levantan hasta alcanzar la altura que había tenido la mansión apartando o absorbiendo los escombros que cubrían todo el lugar. La enredaderas y espinas hacen el papel de amarras para unir y soldar cada uno de los troncos y establecer el orden de una estructura bastante parecida a la mansión. Suiseiseki toma el violín de Kanaria y lo toca, creando ondas que compactan las paredes y dan forma a una serie de pisos que dividen la nueva fortaleza, así como también las paredes y el techo, cosa que le toma un buen rato, pero a Tomoe le impresiona la velocidad y presteza con que lo hacía. Toma las tijeras en último lugar y las hace volar para hacer puertas, ventanas y escaleras, creando así, en cuestión de varios minutos, tal vez un par de horas, una torre de madera no menos espectacular que la mansión del enemigo, y Tomoe y Suiseiseki se encontraban en la azotea del mismo.
─ ¿Qué es esto? ¿Dónde estamos, Suiseiseki? ─ pregunta Tomoe bastante sorprendida.
─ Se trata de mi primer paso ─ responde Suiseiseki con una sombra oscura en su mirada ─. Sobre la tumba de nuestra tragedia y nuestros sentimientos de tristeza, confusión, dolor y rencor he construido el monumento final a la unión de las Rozen Maiden, y también será un magnífico mausoleo para Shinku y Suigintou. Ya ellas verán el alcance de nuestra furia y nuestra fuerza-desu.
Tomoe se acerca a la orilla y ve lo alto que se encontraba al estar en el techo de aquella colosal torre de plantas. Toma a Berry Bell entre sus manos y decide que lo mejor que podía hacer era regresar a su casa e intentar hacer su vida de un modo distinto, pero antes de retirarse se acuerda de algo importante.
─ Suiseiseki ─ la muñeca la voltea a ver ─, ¿qué será de Sakurada-kun y Kusabue-san, sobre todo después que consumas esa venganza?
─ Jun y Micchan no tienen la culpa de nada. Más bien son también víctimas de este cruel engaño, de esta tragicomedia tan bien elaborada. Sé que Jun se sentirá terriblemente mal cuando sepa quién es realmente Shinku, pero es inevitable que en algún momento lo sepa-desu. Micchan también se sentirá mal cuando sepa lo que pasó con Kanaria, supongo que incluso se olvidará de sus tontos abrazos y reacciones. Lo que importa ahora es que Shinku y Suigintou paguen caro todos sus crímenes, y así lo harán-desu. Jun y Micchan sólo se involucrarán si así lo desean, aunque pienso que lo mejor sería que no lo hagan-desu.
Tomoe no dice ni hace nada más, sólo se acerca una vez más a Suiseiseki y se apoya sobre una rodilla, en clara señal de prestar su juramento ante el anillo de la muñeca jade. Suiseiseki se muestra bastante sorprendida por la decisión de la humana, y comprende de inmediato que lo hacía sólo por no perder aquel lazo que tanto la unía a Hinaichigo. Ambas se ponen de acuerdo y llevan a cabo el juramento. Tomoe besa el anillo de Suiseiseki y mira que en su mano se forma un anillo, en medio de un destello de color rosa, exactamente igual como cuando pasó con Hinaichigo. Luego de eso, humana y muñeca se miran largamente antes de separarse, sabiendo que no tenía caso decirse nada en despedida. Un adiós no sería conveniente para cortar ese encuentro. Tomoe entra en la torre para poder bajar, y comprueba que cerca de las escaleras se encontraba un elevador de madera cuya cuerda estaba hecha de enredaderas, justo como en una película de la selva. Le hubiese parecido gracioso si no estuviera pasando por un momento terrible, tanto mental como sentimental. Se sube al elevador y lo activa para dirigirse a la planta baja, y entonces se formula en su cabeza una pregunta que, con toda seguridad, también se estaría haciendo Suiseiseki en ese momento.
─ "¿Por qué, Shinku?"
En su mente sólo podía aparecer la Shinku que conoció cuando la salvó del descontrol e inmadurez de Hinaichigo, en aquel campo N, hace tanto tiempo al parecer de la chica. No podía creer que esa Shinku que conoció aquella vez fuese la misma que traicionó a todas las demás muñecas y manipuló a un humano para destruirlas como lo hizo. Algo debió haber pasado. Debía haber una explicación a lo que pasó para tener que estar en esa situación. Pero al mismo tiempo había germinado en ella esa semilla de rencor al darse cuenta de lo que había ocurrido. Pensaba que debía haber un por qué de las cosas, pero al mismo tiempo sentía un terrible odio hacia Shinku.
CONTINUARÁ…
¿Les pareció este capítulo demasiado anacrónico con respecto al primer fic del Viaje temporal de Shinku y Suigintou? Este capítulo tiene sentido que lo haya puesto, aunque no se lo crean, sólo denme algo de tiempo para que se los demuestre, en cuanto comience la segunda parte como tal. Hasta aquí lo dejo. Cuídense mucho y no se metan en problemas, ¿de acuerdo? ;)
Hasta otra
