Cap. 1: Volviendo a los orígenes
Los rayos de sol filtrándose a través del cristal llevaban a que la pequeña Kate tuviese que entrecerrar los ojos mientras oía, sin dar síntomas de hacerlo, hablar a su madre.
-Cariño, ¿qué te parece?
Estoy segura de que este será un gran verano… ya sabes, podremos perfeccionar tu natación, salir a contemplar libélulas a las noches, pasear por los caminos de arena… practicar ese deporte que tanto te gusta..
Se sorbió la nariz intentando mantenerse calmada y relajada mientras fijaba su atención al volante a la par que le enumeraba a su hija las ventajas de ese primer verano de chicas… el primer verano en ese pueblo que ella ya había dejado tan olvidado.
Johanna giró un instante la cabeza, tiempo suficiente para ver como su hija se dedicaba a dibujar un mismo dibujo en el cristal de la ventanilla que no conseguía descifrar...
Regulando el retrovisor para enfocarlo en la carita de la pequeña, esbozó una nueva sonrisa antes de volver a intentar hacerle hablar:
-¿Mi chica se ha enfadado conmigo?
Kate al punto empezó a mover la cabeza de un lado a otro
-Entonces no te gusta el sitio... ¿es eso?
La pequeña volvió a negar con la cabeza
-¿Entonces... que le ocurre a mi pequeña guerrera?
Y al punto de escucharle a su madre formular la pregunta se llevó ambas manitas a los ojos intentando retener las lágrimas que luchaban por salir a relucir.
A Johanna la vida se le había empezado a hacer cuesta arriba 8 meses atrás, cuando ese retraso injustificado de Jim aquel mediodía se acabó transformando en una llamada de teléfono que lo convirtió en una ausencia crónica.
Por suerte Kate estaba ese fin de semana en casa de Beatrice y eso le dio el margen justo de 2 días para reconstruir una historia, ella sabía que poco convincente que poder contarle a su hija...
Sin embargo añadir a eso la pérdida del habla de Kate fue otro golpe que tuvo que aprender a encajar.
Mike le ofreció cogerse un año sabático manteniendo puesto y sueldo mensual, pero ésta no sólo lo rechazó, sino que acudía al buffet cada mañana con una sonrisa en la cara, convirtiéndose en esa especie de confidente a la que todos acudían cuando algún tema les rondaba en la mente y eso la hacía grande y admirada entre sus compañeros.
El camino de gravilla les llevó hasta las primeras casitas y aparcando el coche salió Johanna, para acto seguido ir a abrirle la puerta a Kate.
Ésta sin embargo, ya había descendido de su asiento y con la barbilla alzada oteaba las vistas del valle mientras el contraste de paisajes y colores le llevaba a abrir los ojos como platos.
-¿Te gusta?- le preguntó mientras sacaba la maleta del capó del coche arrastrándola con una de las manos y ofreciéndole la otra a su hija.
Ésta asintiendo, entrelazó sus todavía pequeños dedos con los de su madre y fue tomando nota de cada uno de los detalles.
-Mamá... esto no me gusta
Al ver a su madre retocarse el maquillaje en el espejo retrovisor sin prestarle demasiada atención, optó por seguir dejándose notar.
-Este sitio huele… mmm... como a vaca, lo noto.. Y seguro que no tiene niños de mi edad, y no esta Haley – dijo refunfuñando
Martha no pudo controlar la risa.
-¿A vaca? Ay hijo, un día me matas de un ataque de risa – replicó llevándose los dedos índice a los lagrimales para controlar que no se corriese el maquillaje.
-Estoy enfadado, y no pienso salir de casa y voy a estar tooodo el día de la tele a mi play –el tono de voz dejaba entrever el enfado del niño y el chofer miro a Martha que le dio a entender eso… que eran cosas banales.
Una vez que el coche paró y el chofer les recogió las maletas antes de marcharse, Richard se hizo a la idea de que verdaderamente era en ese pueblo, donde iba a transcurrir su verano y sin tan siquiera echar una ojeada a las vistas, se colocó las gafas de sol.
-¿No vas siquiera a decir que te parece? –preguntó Martha una vez que se hubieron instalado en una de las casas mejor preparadas del pueblo.
Además de las dos plantas, contaban con un ático, un jardín con su propia piscina climatizada y una terraza lateral. La casa de hecho estaba pensada para un máximo de 10 personas, por lo que les sobraba espacio.
Rick seguía enfadado y dando un portazo mientras echaba el pestillo se encerro en una de las grandes habitaciones. Martha optó por darle su espacio. Sabía que todo se debía a la amiguita que el pequeño se había echado ese año en clase y a tener que separarse de ella todo el verano. "Ha salido a su madre", pensó cara si Martha
Y tras deshacer las maletas y recolocar cada cosa en su sitio, se adentró en la cocina para echar un vistazo a la nevera.
¿Tener que cocinar? NO, eso le quitaría tiempo para relajarse y descongestionar su saturada cabeza. Ya le habían dicho que tenía que cogerse unas vacaciones, así que buscando en los panfletos que descansaban encima de una de las mesas buscó algún bar o restaurante en ese pueblo de montaña al que poder echar mano
Mientras Johanna se había instalado en una casa algo parecida pero ubicada dentro del núcleo del pueblo.
Katherine en todo momento le había ayudado a recolocar las cosas y ahora se encontraba sentada con las piernas colgando sobre ese sofá de felpa azul eléctrico, mientras esos grandes y apagados ojos verde avellana llevaban su atención más allá de las imágenes reflejadas en esa enorme pantalla de plasma.
-Cariño, bajo a la cocina a preparar la comida, si me necesitas me llamas
La pequeña miró a su madre mientras le asentía con la cabeza.
Una vez con mamá fuera de vista, dio un salto para bajar del sofá y cogiendo el mando con ambas manos apagó la tele mientras extendía en el suelo la manta que le había comprado papa el año pasado por su cumpleaños.
Colocándose sobre ella en forma de ovillo, empezó a acariciar la cabeza de esos caballos blancos que se dibujaban sobre un fondo de tonalidades azules y verdes.
Y haciendo eso recordó los paseos a caballo con papá, pues debido a los avances dados en equitación, había prometido comprarle un par de caballos para poder salir a montar juntos. Eso los había unido más si cabía.
Por eso desde que Equus y Starlight llegaron a la familia, Kate se había hecho íntima de ellos y paso a considerarlos, mimarlos y dedicarles el mismo tiempo que a cualquiera de sus amigos.
A mamá no le gustaban los caballos, pero si el resto de animales, y por eso tenían a Thor ese pastor alemán que era como el hermano pequeño.
Sin embargo las pasadas navidades la propia Kate había pedido que los abuelos se hiciesen cargo de los caballos, ya no había seguido manteniendo las fuerzas y la ilusión para seguir dando sus clases de equitación. En clase las cosas no iban mucho mejor, había dejado de ser la novia de Christopher y éste la había reemplazado por Karina, una niña rubia de ojos color azabache con la que Kate no terminaba de entenderse. Todos sus amigos creían firmemente que Kate había perdido el habla y se alejaban poco a poco pensando que podría perjudicarles el relacionarse con una niña así. Solo Beatrice y Espósito permanecían a su lado y seguían contando con ella incondicionalmente.
Echaba mucho en falta papá… todavía recordaba esa tarde cuando al llegar del cole e ir a darle un regalo a mamá, escucho como le contaba a los abuelos que papá nunca más volvería a casa, que nunca más volvería a poder estar con ellas. Que ahora estaba en un sitio diferente… un sitio inaccesible para ella..
