N/A: Hola! Bueno, nos volvemos a encontrar. Eso me hace feliz, a ustedes?

Primero que nada quería hablarles un poquito sobre mis gustos, y lo que pueden esperar de mi: Soy Fumball y Fubblegum hasta más no poder (a pesar de que mi querido Fubblegum últimamente esté muy falto de amor de la fanaticada, lo amo). Sin embargo, tengo la mente abierta y acepto y disfruto de buenos fics Finnceline y Fiolee también, porque creo que son unas lindas parejas. Lo único que puedo considerar no me agrade son Fionna x Flame Prince y Finn x Flame Princess. No lo sé, simplemente… no son lo mío. Pero respeto a quienes si les gusta ésta pareja y espero ellos me respeten a mí. ¡No quiero ningún review de malas palabras diciéndome groserías por ser una de las pocas locas a quienes aún les guste Fubblegum! (Fubblegum hasta morir xD)

Oh, y obviamente, y también hasta la muerte, Simone x Marshall! Me he enamorado de esos dos como una loca. Y he de admitir que no deshecho del todo la idea de Simon x Marcy. Si tan sólo el Rey Helado no fuera mas feo que una mosca! Argg. Pero si volviera a ser el guapísimo Simon Petrikov (admitámoslo, el viejito era sexy de joven) yo me sumo a ese barco sin pensarlo dos veces.

BUENO, COMO CREO QUE REALMENTE FUERON POCOS LOS QUE LEYERON ESA PESADA NOTA DE AUTOR, A LA HISTORIA:


-¿No les parece que es un momento perfecto para investigar el proceso del ciclo del agua?- Dijo el pelirrosado, con tal vez demasiada emoción.

-Ehmm… ¡Claro que sí, Príncipe!- Dijo la chica rubia, tratando de no desilusionar al príncipe del Dulce Reino de Aaa.- Es muy interesante. Me encanta ver el agua cambiar de estado. Es muy divertido, ¿verdad Marshall?

-Me aburro.

-Marshall Lee está de acuerdo.

Lo cierto es que el príncipe Gumball había tenido esa mañana otra de sus charlas de agrado con la princesa Bonnibel Bubblegum de Ooo. El tema había sido, obviamente, científico. Más precisamente trabajo de campo. Hasta habían hecho una pequeña apuesta, para ver quién era capaz de hacer trabajo de campo más rápido. La Dulce Princesa le llevaba ventaja, había elegido explicar el fenómeno de las Auroras Boreales, con la ayuda de ese chico rubiecito llamado Finn que solía acompañarla alegremente. Gumball eligió hacer un esquema sobre el ciclo del agua, y para eso había tenido que venir al único lugar donde podía encontrar agua en estado de nieve: El Reino Helado.

Ahora, ¿cómo arrastró a los otros dos con él? Fionna vino por voluntad propia para prestarle ayuda, ya que otra vez Cake se encontraba ausente por estar con Monochromicorn, y sin su carnalita la rubia estaba más aburrida que una ostra, y pasar tiempo con Gumball siempre le gustaba. Y Marshall Lee… bueno… hay que ser sinceros, ni siquiera él sabía qué estaba haciendo ahí. Tenía mejores cosas que hacer que ver a Don Nerd Rosadito derretir agua. Además de que aún había sol, y hasta él se cansaba de llevar una sombrilla.

-Fionna, ¿querrías explicarme qué-carajos-estoy-haciendo-aquí?.- Dijo el Rey Vampiro enfatizando cada palabra.

-Bueno… la verdad yo tampoco lo sé muy bien.

-Muy bien, hasta la vista.

-Yo esperaría un poco, Marshall Lee.- Gumball se giró hacia él.- Mira el cielo, parece que se alzará tormenta. Y no estamos lejos de los territorios de la Reina Helada, es probable que tome ventaja de eso.

-¿No te parece raro que lograra escapar con su corona a mitad de la noche? Aún no comprendo del todo cómo lo hizo- La chica con sombrero de conejito puso una adorable expresión de duda.

-Sin duda fue culpa mía.- Gumball se irguió.- Me confié porque ya no parecía peligrosa. Debí tomar mejores medidas.

-No digas eso Gumball. En todo caso, fue un error del cual aprender y no volverlo a hacer.- Dijo la ojiceleste sonriendo.- No hay que confiarse de la Reina Helada… ¿Tú qué piensas, Marshall? Te quedaste callado de repente.

-No tengo nada que decir, creo que es mejor no meterse con la Reina.- Volteó la mirada hacia donde estaba el Castillo de Hielo.- De todos modos, ha estado tranquila últimamente. ¿Para qué buscarse la roña viniendo aquí, dónde la provocaríamos? No tengo ganas de encontrarme con esa ancianita malhumorada.

"La cual vive en mis pensamientos desde que despierto hasta que apoyo la cabeza para dormirme" Agregó mentalmente, en silencio.

Desde que había ayudado a Simone a escapar de la celda del Castillo hace dos semanas, la Reina Helada no había aparecido por allí. Algunos Príncipes creían que al fin había dejado de perseguirlos. Pero otros, como Fionna y Gumball que trataban con ella más seguido, estaban seguros que solamente se estaba tomando un descanso. Para pronto volver a atacar y con más fuerza.

-Creo que Lee tiene razón, pero ya estamos aquí, terminemos antes de que venga la tormenta.

-Termina tú, chico rosa. Yo me vuelvo a mi casa, mis canciones no se escriben solas.

-Marshall, creo que deberías escuchar al príncipe, tiene razón.

Pero, como todos sabemos, cuando Marshall Lee escucha "Gumball tiene razón" lo que en realidad entiende es "Es hora de que hagas todo lo contrario a lo que diga Gumball". No es su culpa, su cerebro lo procesa así.

-Perfecto, entonces nos vemos mañana, Fionna.

El pelinegro alzó vuelo por el cielo nevado. El sol había acabado de ponerse, así que con toda la dicha del mundo cerró su sombrilla. Ah, qué alegría volver a tener sus dos manos.

-(¬¬) Se va a convertir en paleta de vampiro.

-¡Entonces es nuestro deber como amigos ir a buscar a Marshall!

-Bueno, él no es exactamente mi amigo…

Fionna puso cara de cachorrito.

-Uff, está bien, vamos a buscar al Rey de los Testarudos.

-¡Genial! ¿Qué hora es? ¡Hoora de Aventura!

-Dirás Hora de Rescate.

-Es igual, no me arruines el entusiasmo.


Volar en ese cielo frío casi oscuro era un placer completamente. Casi no importaba el frío, porque el cielo con todos sus colores valía la pena. Por primera vez en casi dos semanas, Marshall Lee sintió su corazón agrandarse de alegría y despreocupación. ¿Gumball quería que se perdiera de esto? Pobre tonto, se nota que no puede volar.

Era todo tan relajante.

¡Pru ru ruum!

Ese ruido hizo que abriera los ojos y saliera de su hechizo.

El cielo anteriormente despejado se había oscurecido de nubes con una rapidez impresionante. El ruido seguramente había sido un trueno. Todo el placer de vuelo desapareció en un instante.

¡PRU RU RUUM!

"Genial, cara de chicle tenía razón."

Pero ese pensamiento quedó incompleto, al caerle en la cabeza uno de los primeros trozos de granizo. Uno bien grande. El Rey perdió la concentración. Y al momento cayó estrellándose contra el suelo helado.

No sabía qué era más doloroso. El dolor en su cuerpo por la caída, el dolor en su cabeza por el golpe del granizo, o el dolor en su orgullo al reconocer que el Dulce Príncipe tenía razón. Maldición.

Pero pronto perdió la facultad de pensar al caer más granizo con más fuerza.


-¡Gertrude! ¿En dónde estás?

La Reina Helada entró a la sala principal de su castillo. Gertrude, la pingüina, estaba teniendo un chat en la computadora con su primo Gunter. El tema era cuál de los suyos era peor -_-

-¡Ahí estás, Gertrude! ¿En dónde dejaste el peluche?

-¿Poack?

-¡El peluche!

-¿Poack Poack?

-¡El peluche con el que me has visto últimamente! ¡El que tiene escrito "Hambo"!

-Poack- La pingüina levantó la aletita para señalar un rincón, donde estaba dicho peluche.

La Reina Helada se apresuró a tomarlo.

-¿Poack Poack?

-¿Qué por qué este peluche es especial? No seas tonta, no es especial, es sólo un peluche.

-¿Poack Poack Poack?

-¡Es que no me gusta tener mis cosas desordenadas!

-¡Poack!

-Ay, cállate. Ni siquiera sé por qué somos amigas, somos Polos opuestos.

- Poack (¬¬). ¿Poack Poack Poack Poack?

-No creo conveniente que salgamos, hace una tormenta de mil demonios.

-Poack.

-Bien, si es sólo para buscar peces puedes ir tú. No tengo ganas.

-Poack.

Gertrude se despidió de Gunter, apagó la computadora, y salió fuera del castillo.

La Reina Helada se sentó en su trono, pensando sin pensar por el silencio. Sus ojos se dirigieron, otra vez, al peluche viejo en sus manos.

"Marshall & Simone"

Simone.

¿Quién era Simone? ¿Qué tenía que ver con ella? Maldito vampiro sabía algo que ella no.

Realmente no recordaba mucho de su vida. Como recordaba, siempre había sido igual. Secuestrar algún príncipe, estar con Gertrude, coleccionar cosas de ninjas, pero nada más. Sabía que había algo que faltaba. ¿Por qué no recordaba nada? ¿De dónde salió?

Ese peluche tenía una clave en alguna parte, lo sabía. Otro objeto que le daba desconcierto era un anillo que había en la Sala del Pasado que tenía grabado "Simone y Bernie". No tenía idea de quién era Bernie, pero, ¿sería la misma Simone que la del osito?

No saber nada la inundaba de tristeza.

Sintió sus ojos humedecerse del vacío doloroso.

-¡¿Por qué no puedo recordar nada!?- Gritó en un arrebato de furia, y antes de poder arrepentirse había lanzado lejos el viejo peluche, haciendo que saliera por la ventana (¿Quién dejó la ventana abierta?)- ¡NO!

Se lanzó por la ventana, sin importar que hubiera una tormenta de lo peor. Empezó a buscar por la nieve el peluche frenéticamente, sin prestarle atención a las pequeñas rocas de hielo que empezaban a lastimarla. Lo encontró después de un rato.

Se levantó, y le quitó la nieve con una mirada de tristeza. Mirando la sonrisa del peluche se sintió mucho más sola de lo que se sentía habitualmente.

-¿Pero qué es lo que pasa conmigo?

Una fuerte ráfaga de viento le arrebató de las manos al peluche.

-¿Uh? ¡Maldita sea, espera!

Se levantó un poco las faldas de su vestido para intentar alcanzarlo.

-Maldición…

Pero cada vez que se acercaba el viento volvía a arrástralo un poco más lejos. Con una mano se sostenía las faldas y con la otra se cubría la cabeza, para que el granizo no le hiciera tanto daño. Después de un rato logró alcanzarlo.

-¡Ajá! ¡Te tengo! ¿Pensaste que podías escapar de mí? Jamás. Eres un peluche y yo una Reina, nunca me vencerás… ¿Pero qué demonios es eso?

Al incorporarse notó frente a sí un bulto oscuro que resaltaba en el blanco del suelo helado. Se acercó un poco más, y notó que se trataba de una persona inconsciente, a la cual el granizo estaba hiriendo. Se acercó un poco más para intentar identificarla.

Su rostro cambió a una expresión de sorpresa.

"Pero, ¿qué demonios está haciendo aquí el Rey de los Vampiros? Ja, ahora se congelará por tonto. Eso le enseñará. Mejor regreso a mi castillo."

Intentó darse vuelta y dar dos pasos.

" ¿Pero qué…? ¿Acaso siento compasión? No, eso es ridículo. Que el vampirito se congele, no me importa".

Pero por impulso volvió su mirada a él. Sí que se veía lastimado, y si se quedaba ahí… moriría de hipotermia. No, que rayos, ¿a ella qué le importaba? Una molestia menos. La compasión era para los débiles… Sin embargo… Algo en su interior le hacía imposible regresar así.

"Maldición".

Haciendo fuerza, volvió y como pudo levantó al chico. Le pareció que Marshall Lee se aferraba fuertemente a ella. Sintió su respiración en el cuello, lo cual le causo un escalofrío. ¿Pero qué demonios? Era imposible que sintiera un escalofrío. Y seguramente se aferraba a ella sólo por el instinto de sobrevivir.

Este estúpido parásito.

"Me voy a arrepentir"


N/A: Sólo tengo dos cosas para decir:

1) En mi historia anterior olvidé mencionar que concluí que, si Marceline tiene un padre Encarnación del Mal llamado Hunson Abadeer, Marshall Lee tendría una Madre Encarnación del Mal llamada quizás… ¿me recomiendan un nombre con H?

2) Me basé en la relación de Bubblegum y Marceline para la de Gumball y Marshall Lee. Osea, Bonnie y Marcy se pelean bastante aunque muy en el fondo se consideren amigas, y yo creo que los muchachos también.

Oh, y la pinguinita de la Reina, he visto que en otras versiones es una osita, pero he visto más veces una pinguinita. Y la mayoría de las veces llamada Gertrude, en comparación con Gunter, ya que ambos son nombres que suenan del mismo estilo.