Por primera vez ne mucho tiempo esto no es un reto, sino que forma parte de una actividad llamada "Mes Taito", que, como su propio nombre indica, será un mes relacionado con la pareja de Taichi x Yamato. En este caso, estamos en la primera fase la cuál hemos bautizado como "Primeras impresiones", y esta es mi pequeña aportación al evento.
Aviso que serán dos capítulo, cada uno desde el punto de vista de cada uno de ellos. Y aviso también que no esperéis amor en este fic, porque son muy jóvenes y solamente es lo que pensaron la primera vez que se vieron y se hablaron.
Espero que lo disfrutéis.
Digimon no es mío, solamente juego con sus personajes.
Primeras impresiones
P. V. O. Taichi
La primera vez que lo vi tenía 8 años y él estaba sentado bajo un árbol en el patio. Había estado toda la mañana escuchando del chico nuevo que había llegado a la escuela, de lo guapo que era por las niñas de mi clase y lo serio que era de parte de ellos. Decían que era rubio y con ojos azules y que no parecía japonés. Realmente no le había prestado mucha atención; solamente me importaba poder salir de las aburridas clases y poder salir a jugar a fútbol. Pero allí lo vi, a lo lejos.
Estaba solo, aunque según los rumores no me sorprendí porque no debía de ser muy sociable. Era cierto que no parecía japonés, pensé en un chico de algún país nórdico de esos súper rubios que aparecen en la televisión. Los niños alrededor lo miraban al pasar pero nadie parecía atreverse a acercarse más de lo necesario. Estuve a punto de ir donde estaba él para descubrir qué era lo que les impedía hablarle cuando me llamaron mis amigos. La palabra capitán hizo que me olvidará de él aquel día.
Los siguientes días fueron iguales. Yo siempre lo veía sólo y en ese árbol. Tenía cierto aire melancólico, como si estuviese obligado a estar allí y anhelase estar en cualquier otro lado. Siempre estaba con la mirada ausente, mirando a la nada, y tocando alguna triste melodía con una armónica, aunque no supe qué instrumento era hasta el tercer día cuando pasé más cerca de allí.
Fue el viernes, a la salida de clase, cuando hablé por primera vez con él. Yo salía charlando con Sora cuando lo vi, sentado en el muro que había justo a las afueras de la escuela. Mientras todos los niños corrían hacia sus madres, él estaba allí, quieto, con la vista puesta en algo a la lejanía; no parecía estar siquiera esperando a nadie. Su mochila estaba colocada a su lado, tirada más bien, y no le hacía caso alguno mientras los chicos y chicas pasaban correteando por su alrededor.
Sora me llamó y señaló a su madre, que la había venido a buscar. Le dije que ese día iría andando a casa y se despidió de mí para irse. Yo, en cambio, me encaminé hacia ese chico que llevaba toda la semana viendo y aún no había hablado con él.
Anduve hasta el muro y dejé caer mi mochila al lado de la suya y él ni se inmutó. Me senté a su lado y no me hizo caso alguno, como si no estuviera allí. Finalmente carraspeé y me miró, aunque ni siquiera giró la cabeza; se limitó a hacerlo de reojo.
—¡Por fin han acabado las clases! —dije para hacer conversación—. Menos mal… ¡tenía ganas de no hacer nada el fin de semana! ¿Tú no?
El chico alzó una ceja, como si no comprendiese por qué estaba hablándole, y se encogió de hombros. Pero no apartó sus ojos de mí, y eso me dio pie a seguir hablando.
—Eres nuevo, ¿no? —pregunté con algo más de confianza—. No te había visto por aquí.
Él asintió y volvió a fijar la vista en la lejanía. Eso me empezó a poner nervioso. ¿Qué le pasaba a ese chico? ¡Estaba tratando de ser amable con él! Comenzaba a entender por qué los niños no se habían acercado a él… Pero yo no pensaba dejar que me intimidase. ¡Yo era Taichi Yagami! Era valiente y no iba a asustarme que un niño fuese inusualmente serio. Así que seguí hablando.
—¿Y por qué estás aquí sólo? —cuestioné—. ¿Tu mamá llega tarde?
—Mis padres están separados —respondió y pude escuchar por primera vez su voz—. Y yo vivo con mi padre.
—Vaya… —murmuré, cortado—. Lo siento.
—¿Por qué? —fue la seca contestación, mirándome solamente un instante—. Tú no tienes nada que ver.
Me apareció un tic en la ceja. ¡Ese chico era odioso! No solo no respondía sino que cuando lo había era completamente borde. Estuve a punto de levantarme hasta que me di cuenta de un detalle. Él había dicho algo de que sus padres estaban separados, y era nuevo en esa escuela. Seguramente su padre lo había cogido y se había mudado, estando rodeado repentinamente por cosas desconocidas, sin sus amigos de su antigua ciudad, y sin su madre. Entendí entonces que estuviese resentido con el mundo y no quisiera ser amable con nadie. Así que me senté cómodamente, saqué mi mejor sonrisa y me dispuse a hacer que aquel niño dejase de estar a la defensiva conmigo.
—¿Sabes? Yo también estaría enfadado si tuviese que dejar mi escuela e irme a vivir a un sitio nuevo —comenté como que no quería la cosa—. Debe de ser una auténtica lata.
Eso pareció llamarle la atención porque frunció el ceño y giró completamente la cabeza para mirarme. Fue como un punto para mí así que seguí.
—¡Pero esto no está tan mal! —aseguré—. Las clases de matemáticas son un rollo pero la señorita Hiroki, la de historia, nos lleva dulces los viernes para que empecemos el fin de semana bien.
El rubio pareció interesado en todo lo que hablaba y sonreí más al verle ir bajando sus defensas.
—¡Y el señor Muru es genial! —exclamé, con ánimos renovados—. Ya lo conocerás porque está de baja, pero sus clases son muy divertidas.
Le hablé de los profesores, de los malos y los buenos, de todo lo que debía hacer para caerles bien y los trucos con cada uno de ellos para que no te sacasen a la pizarra. Y luego fui a por los niños.
—Satoshi es idiota —casi gruñí—, pero lo notas nada más verle. ¡Solo porque su padre tiene un barco! ¡Pues vaya! Ni siquiera me gusta navegar…
El chico rió y por primera vez le vi una expresión que no fuese seriedad o aburrimiento. Aplaudí mentalmente, viendo que iba abriéndose a mí y parecía que no iba a seguir gruñendo todo el rato.
—Bueno, y yo soy capitán del equipo, así que si quieres entrar podemos hacerte una prueba —ofrecí, y luego recordé una cosa—. ¡Ah! Pero quizá prefieras algo de música porque he visto que tocas.
El chico se llevó una mano instintivamente al bolsillo y sacó su armónica. Asentí y la señalé.
—Tocas muy bien, seguro que a la señorita Huzu le encantas —aseguré—. ¡Ya sabes! La de música.
Un bocinazo cortó mi discurso y ambos miramos al mismo tiempo al aparcamiento. Estaba vacío, todos se habían ido ya, salvo un coche oscuro en el que un hombre había bajado la ventanilla y hacía gestos al chico de mi lado. Él se levantó y cogió la mochila con intención de irse.
—Parece que te han venido a buscar ya —dije yo.
—Es mi padre —explicó escuetamente.
—¡Qué bien! —me levanté también y cogí mi mochila—. Yo también debería irme; no tengo casi nada hasta mi casa pero mamá debe de estar preguntándose dónde me he perdido.
Él asintió y empezó a caminar hacia el coche.
—¡Oye! —lo llamé y él se giró a mirarme—. ¡Me llamo Yagami Taichi, por cierto!
—Ishida Yamato —respondió con menos ímpetu que yo.
—¡Encantado, Yamato! —no dudé en coger confianza y llamarle directamente por su nombre—. Mañana los chicos y yo hemos quedado en el parque para jugar. A las 6. ¡Espero que puedas ir!
Pareció pensárselo unos segundos pero después asintió, y supe que él aparecería al día siguiente. Cuando entró en el coche, lo despedí con la mano y me encaminé hacia mi casa, tenía una enorme sonrisa en la cara y el nombre de Ishida Yamato bailando en mi cabeza. Había logrado entrar un poquito a través de esa armadura, y estaba seguro de que al final confiaría en mí.
—Yamato… —murmuré llegando a mi hogar.
Íbamos a ser grandes amigos, de eso estaba seguro.
Y hasta aquí la parte de Taichi. Espero que os haya gustado y si habéis llegado hasta aquí pero no sois del foro o no estáis participando en la actividad...¡os invito a que lo hagáis! Ya sabéis, Foro "Proyecto 1-8", topic "Yaoi-yuri" en la actividad "Mes Taito".
¡Nos leemos!
Mid*
