1.- Pactum

Las altas horas de la madrugada se notaban en el oscuro de la noche sin luna y una bodega en las afueras de la ciudad servía como escondite para una grupo de delincuentes; ente ellos había asesinos a sueldo, secuestradores y narcotraficantes que eran parte de una organización más grande. Todos ellos bebían mientras esperaban una llamada por parte de alguno de sus jefes notificándoles qué hacer con la chica que habían secuestrado aquella tarde.

Era una muchahca joven, de unos veintitantos. Su nombre era Susanna y había sido golpeada de manera brutal. Manchas de sangre ensuciaban su castaño cabello y sus oscuros ojos estaban llenos de lágrimas. Se preguntaba cómo había llegado ahí, a ese oscuro cuarto que olía a sangre y estupefacientes. Estaba amarrada de pies y manos con cintillos de plástico que le lastimaban las muñecas, dejando marcas rojas sobre su bronceada piel. Comenzaba a creer que ese era el fin y lo que más le preocupaba era dejar solo a su padre, con la angustia que debía sentir en esos momentos, al ver que no había regresado a casa. Entonces, recordó la serie de eventos extraños que habían ocurrido en las últimas semanas…

Siempre había sido un paranoica sin razón aparente; tenía un sexto sentido que la ponía alerta ante cualquier anomalía a su alrededor, pero la situación había empeorado en los últimos meses, sobre todo porque comenzó a tener sueños extraños y recurrentes, de los cuales se despertaba con sobresalto e incluso después de eso creía ver cosas extrañas dentro de su cuarto. No pasaba todas las noches, así que nunca le prestó mayor atención, pero cuando salía a la calle sus ojos parecían engañarla porque al ver de reojo a su alrededor, en ocasiones podía observar por breves instantes a una persona que la miraba. Era muy extraño, pero se hizo a la idea de que era producto de su imaginación, además tenía demasiadas cosas por las que preocuparse como para estar soñando despierta con algo que la perseguía.

Eso pensó hasta que un día, unas horas antes de encontrarse con sus amigos para ir al cine, decidió pasar por algo de beber a un café que había cerca del lugar. Era uno de esos cafés-bares que había en el centro de la ciudad donde vivía y al que le gustaba ir a leer por las tardes mientras bebía una cerveza.

Se sentó en una de las mesas y se apresuró a sacar un libro de su bolsa, cuando una voz masculina le habló.

-Edgar Allan Poe… ¿no le dan pesadillas en la noche, señorita? –era una voz sutil y con tono educado. De inmediato, Susanna volteó a ver de quién se trataba. Algo de la pregunta le resultó extraño; había tenido muchas pesadillas últimamente y estaba segura de que no eran por leer cuentos y novelas.

-No. Disfruto mucho de… -hizo una breve pausa antes de continuar, un silencio obligado tras ver al hombre que estaba frente a ella, vestido por completo de negro- …este tipo de historias -era un hombre alto, delgado y de cabello negro, arreglado con un estilo que parecía ser moderno, como de un cantante de rock y mismo que le llegaba a la altura del cuello.

-Ya veo… ¿le molesta si me siento? –hizo una pausa sólo para asegurarse de que la chica accediera, pero él ya sabía que era prácticamente imposible que se negara a su petición, debido a sus artimañas de demonio.

-Adelante… -Susanna bajó su libro. Después de todo no podría seguir leyendo, ya que había sido interrumpida por el misterioso hombre que la observaba con atención mientras se sentaba. Sus ojos estaban clavados en la chica. Eran cafés, pero el tono era casi rojizo, una característica muy poco usual y que llamaba la atención al contrastar con su pálido color de piel. Un escalofrío recorrió la espalda de la chica y no pudo mirarlo a los ojos por más de un instante. Algo en él parecía que no encajaba del todo. Casi de inmediato una mesera se acercó para ofrecerles la carta con una actitud coqueta hacia el hombre de negro.

-Gracias… yo quiero un vaso con agua y… -volteó a ver a Susanna- para la señorita una cerveza… ¿de cuál quiere? –por un momento la chica se quedó atónita ¿acaso era una de esas tácticas para ligarse a una chica?... había algo en ese hombre que le llamaba la atención y su voz interna le decía que le siguiera la corriente.

-Corona, por favor –la mesera anotó en su libreta y se alejó- disculpa, pero…¿quién eres?

-Oh… le ruego disculpe mi falta de modales. Mi nombre es… -hizo una pequeña sonrisa pícara, como si recordara algo que le hiciera gracia- Sebastian Michaelis.

-Oh… así que no eres de este país –otra vez evitó su mirada y se fijó en su ropa: unos pantalones de color negro que parecían hechos a la medida y hacían juego con sus botas altas del mismo color. También llevaba una moderna chamarra de cuero que olía tan fino como su calidad, con el cierre a un costado y abrochado hasta unos centímetros por debajo de su cuello, dejando ver su pálida piel detrás de la oscura camisa.

-Me temo que no. En realidad… -hizo una pausa, como si tratara de simplificar la explicación- digamos que vengo de Inglaterra. De hecho, la he estado buscando por un largo tiempo, señorita –entonces, Susanna comenzó a sentir una vibra extraña proveniente de Sebastian; algo inexplicable y que le erizaba la piel. Ese no era un hombre común y corriente, pero antes de que pudiera preguntar algo, la mesera llegó con lo que habían pedido- Gracias –le sonrió con amabilidad a la mesera y se acercó un poco más a la chica que estaba sentada frente a el- y como le decía… por fin la pude encontrar.

-Creo que te equivocaste de persona.

-No. Se lo aseguro. Sé que usted es Susanna Serafer, última descendiente de tal familia y la primera mujer después de casi cien años –Sebastian dijo con seriedad, pero la chica comenzó a reír.

-¿Qué? -seguía riendo- estás confundiendo con alguien más… o ¿es esto una broma? ¿un intento fallido de secuestro exprés?

-No, señorita. Usted es esa persona y tengo algo para probarlo –metió la mano a su chamarra negra, sacando un folder con muchas hojas dentro. Parecía ser un expediente de esos que salen en las películas de detectives- si lee esto, se convencerá de que no miento. No he venido hoy con la esperanza de que me crea, pero estoy seguro de que con el tiempo se dará cuenta de que es verdad. Tómelo, no pasa nada. Se lo puede llevar, yo tengo una copia y he memorizado todos los datos que hay ahí… además, en menos de una hora tendrá que irse a reunir con sus amigos y no creo que le dé tiempo de leer todo el informe para entonces.

-¿Qué dice? –ella se alarmó de verdad- ¿cómo sabe que…? ¿me ha estado siguiendo?

-Relájese. No pienso hacerle nada… tan solo estoy cumpliendo con la última voluntad de su abuelo, quien me envió hasta aquí para buscarla.

-Sí claro –Susanna adoptó una actitud cínica mientras tomaba de su cerveza- mi abuelo, que de seguro me está buscando y…

-Aunque no lo crea, así es… en realidad el señor Richard ya murió, y el encargado de buscarla soy yo… -se acercó más y dijo en voz baja- ¿alguna vez se ha preguntado qué fue de su familia biológica?

-¿Pero cómo…? –esta vez sí se asustó la chica y sintió que su sangre se había congelado; ella era adoptada y sólo su familia sabía de ello. Nadie más tenía información de cómo había sido todo, ya que lo mantenían en secreto y la única persona que podía haberle dicho algo, ya había muerto.

-Todo está aquí –Sebastian señaló el folder- le recomiendo que lo lea y… yo la buscaré en un par de días para hablar con usted –se recargó en el asiento y sonrió con satisfacción. Parecía como si encontrara divertido ver la angustia de la chica.

-Yo….- tomó el folder y lo metió en su mochila mientras sentía la fija mirada de aquel hombre misterioso sobre ella. Empezaba a sentirse más intranquila, pero antes de poder hacer o decir algo, sonó su el celular.

-Al parecer ya se tiene que marchar, sus amigos la buscan. Descuide, yo pago la cuenta. La veré después –sonrió con amabilidad e hizo un gesto cordial con la cabeza mientras la chica se apresuraba a salir del lugar. Ese encuentro no le había agradado para nada.

Era una de esas experiencias que pasan en las películas, no a una persona ordinaria, cosa que lo hacía más aterrador, sin mencionar al extraño sujeto. La salida con sus amigos había sido ideal para olvidarse de esa experiencia con el extraño hombre de negro, pero cuando llegó a su casa tuvo una corazonada; un presentimiento de que debía estar preparada y entonces comenzó a leer el documento en su cuarto.

Era un extenso informe sobre una familia en particular y que, según los alegatos de aquel hombre, era la suya. Todo era demasiado irreal como para creerlo y los datos que alcanzó a leer le impresionaron de tal modo que decidió arrumbarlo en el fondo de su armario, ahí donde nadie lo pudiese encontrar y fuese olvidado con el pasar de los días, pero el rostro del misterioso sujeto de cabello negro no desaparecía de su cabeza.

Un par de días después, una noche de cuarto menguante cuando Susanna caminaba hacia su casa, se topó con otro recordatorio de aquel encuentro. Venía de visitar a una amiga y decidió ir a pie hacia su casa en vez de usar el automóvil, a fin de cuentas no estaba tan lejos y los paseos nocturnos le encantaban. Se puso sus audífonos y apretó play en la canción que más le gustaba en ese momento, caminando con paso firme hacia su hogar.

No había ruidos en la calle. Pasaban de las 12 y algunos coches se escuchaban a lo lejos. La chica estaba sola y la luna brillaba con claridad en el oscuro cielo, justo sobre ella. Hacía frio pero el aire le traía sensaciones desconocidas y agradables, como si estuviera a la expectativa de algo.

-No debería caminar sola en la noche…

-¡Dios mío! –pudo exclamar justo después de dar un brinco hacia un lado después del sobresalto. Era Sebastian que de repente apareció junto a ella. Vestía por completo de negro, pero esta vez llevaba un traje elegante con un pequeño grabado en la oscura corbata y un patrón estilo gótico por todo el saco. Su piel lucía más blanca que la primera vez que lo vio y Susanna llegó a pensar que incluso podría tratarse de un vampiro. Había algo sobrenatural en él.

-No, me temo que no podría estar más equivocada… -dijo con una voz seductora.

-Muy gracioso…. ¿por qué me sigues?... es perturbador –dijo Susanna mientras guardaba su celular en la bolsa trasera del pantalón y agarraba con fuerza las llaves. Tal vez podría herir a ese tipo si se aceraba demasiado, pero si su intuición era correcta, eso no sería suficiente para detenerlo.

-Le ruego me disculpe. No era mi intención asustarla, pero no debería andar sola por la noche… hay más gente que la busca y sus intenciones no son nada buenas.

-¿Y las tuyas lo son? –alzó la ceja inquisitivamente.

-Tampoco, pero soy su mejor opción –él sonrió con malicia y siguieron caminando en dirección a la casa de la chica- y bien ¿leyó el documento?

-No terminé de leerlo… -dijo ella con frialdad, recordando todos aquellos datos que vio en los papeles, las fechas, nombres, descripción de eventos e historias que narraban las tragedias en esa familia; algo demasiado abrumador para ella.

-Eso es porque aún no está segura de ser usted parte de esa familia... pero tengo en mis manos la prueba de que sí lo es… -tomó unas hojas de su saco- tengo un examen de ADN.

-¿Pero có…? Oh… la cerveza…

-Así es. Después de que se fue, me tomé la libertad de usar esa botella para obtener su ADN y confirmar que verdaderamente era usted… aunque yo ya lo sabía, pero resulta ser un hábito muy molesto en toda su familia el no reconocer las cosas más obvias... –dijo arqueando las cejas.

-¿Qué has dicho?

-Disculpe mi atrevimiento…

-Como que sea… -sacudió la cabeza para olvidarse de su comentario- respecto al documento, no tengo razón para interesarme leerlo, esa familia no es mía. Además, tú no eres una persona normal… -lo miró con recelo- ¿qué eres en realidad? –él rió por un momento con un poco de malicia, como si hubiera esperando esa pregunta desde hacía mucho tiempo.

-Muy observadora, señorita. Supongo que esa… herencia familiar comienza a despertar… o ¿son meras conjeturas?

-Deja de dar rodeos y contesta mi pregunta.

-Vaya, vaya -volvió a reír- lo haré, pero no porque me lo pida… usted no tienen ningún poder sobre mí en estos momentos –dijo con un tono muy peculiar-contestaré a eso porque me gustaría ver su reacción –en ese momento volteó a verla fijamente con los ojos brillantes, esos que eran propios de su forma natural de demonio, rosados, brillantes y felinos.

Ante esto, ella dio un respingo, pero controló las ganas de salir corriendo. Ese tipo no era un humano y ella no quería ni imaginarse lo que era, sólo se preguntaba en qué se había metido ¿qué clase de familia era la suya? Este sujeto debía tener algo que ver con ellos y de seguro no era nada bueno.

-Olvídalo, no quiero saber. Entre menos me involucre en esto, mejor y déjame sola. No me interesa ser parte de una familia llena de oscuridad y mucho menos si se relaciona con seres extraños como tú.

-Seguro que se va a arrepentir después

-¿Me estás amenazando?... tu tampoco tienes poder sobre mí… -de inmediato se arrepintió de decir eso; el aura de Sebastian cambió y sus ojos de demonio volvieron a mostrarse mientras sonreía.

-En realidad es usted una chica interesante… está bien, la dejaré… pero le sugiero que termine de leer ese documento. Una vez que se asoma a las tinieblas, es imposible que no le sigan. Y tenga cuidado, hay personas que la están buscando.

-Adiós –dijo Susanna intentando abrir la puerta de su casa y el hombre caminó hacia el otro extremo de la calle, no sin antes decir.

-Si alguna vez me necesita, sólo llámeme. Yo acudiré y quizá le ofrezca un trato endemoniadamente tentador.

Dicho esto, Sebastian desapareció, dejando a la chica llena de dudas y con la tentación de terminar de leer el informe, eso sin mencionar el sobresalto que acababa de sentir después de ver esos ojos, esa mirada que no pudo sacar de su mente con tanta facilidad. Parecía que sus presentimientos y pensamientos más oscuros comenzaban a materializarse.

Siempre había vivido con la duda de quiénes eran sus padres, qué tipo de familia biológica tendría y qué parecidos con ellos habría y ahora la respuesta estaba en sus manos, en ese folder lleno de papeles y fotografías que le aterraba abrir en esos momentos. Sin embargo, se armó de valor y terminó de leer los papales esa misma noche.

Todo era fuera de lo común, como si la familia Serapher hubiese salido de una novela de Stephen King. Había una serie de eventos dramáticos que se relacionaban con una sociedad secreta; básicamente este grupo se dedicaba a asesinar a los miembros de la familia desde hacía varias generaciones, aunque no había registro de lo que le había sucedido a los padres de Susanna.

Era una familia acaudalada, socio mayoritario de una compañía farmacéutica de AstraZeneca y con sede en Inglaterra, aunque no se especificaban los detalles.

Ese sujeto, Sebatian Michaellis parecía haber obtenido la información de primera mano, sin embargo eso era imposible: las fotografías y datos eran de principios del siglo XX y el hombre no parecía pasar de los treinta y tantos años. Todo se volvía más confuso e irreal. Además, Susanna comenzó a sentir algo extraño dentro de ella, como si una enorme angustia la invadiera y sus sentidos la traicionaran. Sociedades secretas, persecuciones y un sujeto como Sebastian no podían significar nada bueno, y entonces todas esas teorías conspiracioncitas que volverían paranoico a cualquiera tuvieron más sentido que nunca y la chica deseó con todo su ser que no fuera verdad; que todo ello no la hubiese encontrado, mucho menos alcanzado.

Esa noche no pudo dormir bien. Cada que lograba conciliar el sueño, las pesadillas la atacaban y éstas eran más lúcidas que de costumbre. Símbolos extraños, fuego a su alrededor, sombras observándola y personas que nunca había visto en su vida la juzgaban. Además sintió varias veces que hablaba con alguien, pero sorprendentemente al otro día amaneció sin cansancio, como si hubiera dormido doce horas seguidas; quizás era tiempo de visitar al neurólogo...

El transcurso del día fue demasiado normal y cotidiano. Asistió a clases de alemán, comió con su papá y por la tarde salió a hacer algunas diligencias domésticas, pero cuando regresó a casa, justo al bajar del auto y sacar las llaves de la entrada, sintió como un brazo la rodeaba de la cintura mientras una mano le tapaba la boca con cinta gris. Intentó zafarse y en el proceso logró golpear a uno de ellos y enterrarle un bolígrafo a otro, pero todo fue en vano; eran tres tipos que intentaban inmovilizarla y al final terminaron por golpearla para dejarla inconsciente.

Cuando por fin despertó, estaba amarrada a una silla, con el cuerpo adolorido y en un cuarto oscuro donde sólo se podía ver a escasos metros de donde colgaba un foco parpadeante. No pasó mucho para que uno de los hombres que la raptó se acercara y le diera dos golpes en la cara sin razón alguna.

-El jefe dijo que no debíamos matarte… pero no dijo nada de que te golpeáramos o te rompiéramos unos cuantos huesos. Esto va a dejar cicatriz… -dijo un hombre alto y corpulento mientras señalaba la venda manchada de sangre en el brazo.

-Supongo que podemos divertirnos con ella –dijo otra voz justo detrás de Susanna, quien estaba muy asustada y confundida, pero no podía hablar debido a la cinta.

-¿Qué dices?... no te entiendo- se buró el primer hombre- déjame ayudarte –le arrancó de un solo movimiento la cinta y le partió el labio al hacerlo- mucho mejor.

-Si lo que quieren es un rescate, mi familia no tiene dinero…

-¿Qué no tiene dinero? –una voz femenina se escuchó del otro lado del cuarto- tonterías… pero eso no importa ahora, nos han pagado muy bien por secuestrarte, al parecer tu familia le robó algo a nuestro jefe y ahora lo quiere de vuelta.

-No sé de qué hablan… mi familia…

-Tu familia no es lo que tú crees que es… desde luego, hablamos de tu familia biológica, los otros idiotas que te adoptaron no nos importan.

-No los llames así –dijo con un hilo de voz

-Miren, ahora quiere hacerse la importante… yo tengo el control aquí ¿entiendes? –uno de los hombres se acercó y la golpeó en el rostro.

-Cuidado, el jefe la quiere viva. No sé para qué, si de todas formas la va a matar –al escuchar eso Susanna se alarmó y comenzó a sudar. Parecía que todo estaba perdido- lamento que tu familia haya muerto en vano por protegerte… no es que sea algo fuera de lo común, claro está, pero nunca entenderé ese estúpido instinto maternal –la mujer se acercó a la chica y la observó- ¿no sabes nada de lo que pasó?

-¿Tu lo sabes? –los recuerdos del informe le llegaron a la mente. Todo estaba detallado… todo menos lo que sucedió con sus padres. Esa parte del informe era muy vaga y no cuadraba para nada con la versión que su familia adoptiva le había dicho. La angustia la invadía y le dolía todo el cuerpo.

-¿Qué si lo sé? –comenzó a reír- ¡Yo los maté! –los ojos de Susanna se abrieron como platos al escuchar eso. Nunca conoció a sus verdaderos padres; su concepto de ellos no era del todo bueno, pero aun así escuchar eso de viva voz de la asesina era espeluznante, incluso para ella, quien procuraba dejar las cuestiones violentas en las películas de acción o libros de terror-Como te dijimos antes, ustedes tienen algo que le pertenece a nuestro jefe… y llevamos tiempo tras ustedes, pero tus padres lograron esconderte antes de que los pescáramos.

-¿Esconderme? –estaba más confundida que nunca y algo la tenía mareada, nublándole el pensamiento. De seguro la habían drogado.

-Es evidente que no entiendes nada…- se burló la mujer de ojos verdes- sólo para que no te quedes con la duda te lo diré. Llevábamos tiempo tras tu padre y cuando por fin lo pudimos rastrear hasta este país, muy lejos de casa, descubrimos que tenía una pareja e incluso una hija, pero cuando los tuvimos en nuestras manos, en ese mismo lugar donde estás ahora, tú hacías falta ¿lo recuerdas, John?

-Como si hubiera sido ayer- se acercó- tu mamá gritaba de placer cuando estuve con ella.

-¡Qué asco! –fue lo único que pudo decir Susanna después de escuchar tal atrocidad.

-Descuida, tu y yo la pasaremos igual de bien –John sonrió, mostrando sus dientes amarillos y la mujer de cabello castaño se interpuso entre él y la chica cautiva.

-Sí, sí, puedes divertirte lo que quieras, pero antes quiero que sufra un poco con la historia –hizo una pausa y miró directo a los ojos de la chica- los torturamos durante dos días y nunca dijeron dónde te habían escondido.

-Tu padre fue el primero en morir –dijo el otro hombre que había permanecido silencioso por un rato- murió a golpes. Una desgracia, porque no pudimos vender sus órganos en el mercado negro…

-Así es, y tu madre duró medio día más que él y nunca nos dijeron qué había pasado contigo. Al menos pudimos deshacernos de ellos, pero nos tomó más de 20 años encontrarte y en unas horas desaparecerás de este mundo. Ah, y no te preocupes por tu padre adoptivo. Tenemos planes para él también… mientras tanto, festejemos, hoy podemos celebrar nuestra victoria sobre la familia Serafer. Te dejaremos un rato sola, para que medites sobre la inutilidad de tu existencia… pero cuando regresemos, te llevaremos con el jefe.

Todos salieron del cuarto y Susanna no supo qué pensar. En cuestión de días su vida había cambiado. Parecía como si todo lo que consideraba cierto y seguro se desvanecía poco a poco. Nunca creyó tener un pasado que la persiguiera, mucho menos que la pusiera en una situación así y eso sin mencionar la historia de sus padres, a quienes despreció por tanto tiempo. De repente, sintió un gran enojo por todo lo que estaba pasando. El dolor en su cuerpo era punzante y comenzaba a sentir nauseas por el mareo y somnolencia que tenía, pero la adrenalina causada por el enojo la mantenía despierta y alerta.

Su vida no había sido fácil hasta entonces, pero tampoco se podía quejar; era una vida común y corriente, con eventos desafortunados, alegres, traumáticos y especiales, como cualquier otra persona. Quizás con más recuerdos tristes que los demás, pero nada como lo que parecía ser su verdadera realidad.

Sintió el enojo dentro de sus venas, una sensación que nunca antes había experimentado a tal grado; rabia e impotencia apenas podía describir lo que sentía, y al mismo tiempo se sintió culpable por haber pensado mal de su familia biológica y ser responsable de lo que le pasaría a su padre. Esta vez estaba en grandes problemas y no era capaz de hacer nada…

Minutos después, John entró al cuarto donde Susanna estaba. Tenía una sonrisa perversa y era claro que no tenía buenas intenciones. Llevaba una pequeña caja consigo y Susanna no quería ni imaginarse qué era lo que seguía. Deseo estar muerta. Una salida fácil y rápida, sin remordimientos inmediatos, pero de repente algo dentro de ella se despertó. Algo muy parecido a la ira nacida de su desesperación.

-Mientras sigas viva, el jefe no tiene objeciones con que me divierta un poco contigo –se acercó demasiado al rostro de la chica, que estaba furiosa; de haber podido le hubiera arrancado los ojos.

-Qué asco y que patético que sólo así puedas estar con una chica… -sintió un golpe en la cara

-¡Cállate! … en unos minutos vas a suplicarme por…

-Esto no se va a quedar así… juro que si hoy muero, regresaré así sea del mismo infierno para hacer tu vida miserable.

-Hablas mucho niña –le tapó la boca con una cinta y sacó un cuchillo- me agrada el color de la sangre ¿a ti no? –comenzó a cortar su ropa y a dejar hijos d sangre sobre la piel por donde pasaba la navaja- así me gusta… y ahora, sólo el toque final- tomó la caja que llevaba hacía unos momentos y sacó de ella una jeringa con un líquido rosado- Deus est mortuum et nos occidimus eum… -las palabras resonaron en su cabeza, como si taladraran sus tímpanos y la desesperación comenzara a ahorcarla.

¿Qué eran esas palabras? ¿Una plegaria? ¿Un juramento? Pero rápidamente torno su atención a la jeringa. De seguro era algún tipo de droga para hacerle las cosas aún más "fáciles" a John. Y en cuanto sintió la aguja penetrando en su piel, el odio comenzó a sentirse más intenso en su estómago. Sus manos sudaban y las lágrimas salieron otra vez por sus ojos. Sintió como si una masa de energía se formara en sus entrañas y se pasara a sus brazos; un odio genuino que podría destrozar cualquier cosa y de repente todo cambió a su alrededor; las paredes, el techo e incluso John se veían diferentes, como si se hubiera puesto unos lentes para ver mejor. Lo detalles eran más definidos e incluso había sombras a su alrededor, siluetas oscuras que parecían observarla. No se movían ni hacían nada para ayudarla.

La chica sintió miedo pero el odio dentro de ella era más fuerte; sentirse tan vulnerable e impotente ante tal circunstancia le volvía a llenar los ojos de lágrimas.

"Lo juro… juro por lo más preciado que los haré pagar. Por mí y por mi familia. Los destruiré así sea que tenga que vender mi alma al diablo" pensó y sintió el sabor de la sangre en su boca, producto de uno de los tantos golpes que había recibido ese día.

La droga que le inyectaron comenzaba a hacer efecto y se sentía más alerta que antes; tal vez las sombras eran parte de una alucinación, pero sintió excitación y ansiedad dentro de ella, algo que no era normal. Su corazón se aceleró y estuvo a punto de desmayarse, entonces una voz se escuchó dentro de su cabeza.

-Si así lo deseas, puedo hacer que estas personas desaparezcan; puedo hacer que tus deseos de venganza cumplan.

-Es más que venganza… es odio… repudio y desprecio por esto… por esta estúpida realidad en la que me tocó vivir. Yo nunca lo pedí y no me iré dejándolo ilesos – la voz rió después de que Susanna contestara.

-Eso me gusta…

-Esto es muy enfermo… pero… ¿Cuál es tu precio? –ella preguntó de manera seca, como si fuera otra persona, pero dentro de sí, se sentía como si esa faceta hubiera estado siempre con ella y fuera natural. El miedo había quedado atrás, ahora era el momento de actuar.

-Simplemente su entera existencia, señorita.

-Si tengo que pagar ese precio, entonces no me limitaré a estas personas… es demasiado –el volvió a reír- su muerte no significará nada si hay algo más atrás de ellos. Quiero destrozarlo todo… que se arrepientan de haberme cazado por tanto tiempo. A mí y a mi familia.

-Quizás lo que busca vaya más allá de su imaginación ¿está dispuesta a llevarlo hasta el final?

-No me resigno a ser ultrajada ni a morir por razones que ni siquiera he podido digerir. Debo hacer algo, no quiero que mi vida dependa de estos idiotas.

-Puedo estar a su completa disposición; ser su mayordomo; su mano derecha para alcanzar lo que anhela –su voz era como terciopelo en la mente de Susanna- y cuando cumpla con mi parte del trato…

-Te apoderarás de mi alma ¿no es así?

-Su mortalidad e inmortalidad a cambio de los servicios de un demonio ¿qué dice?

-Acepto… pero… haz que sufran por lo que me han hecho a mí y a mi familia. Quiero que les duela y que sientan los castigos del mismo infierno en este momento.

-Como usted desee –había regocijo en su voz- pero antes debemos sellar el contrato con una marca… entre más concupiscente sea el lugar, más potente será el vínculo.

-En la yugular….

En ese momento, Susanna sintió algo tibio sobre su cuello. Tal vez fue la mano del demonio, pero después de uno instantes, esa sensación cálida empezó a quemarle y después empezó a arder como nada que hubiese sentido antes. Fue un dolor de pocos segundos que le parecieron eternos.

Después de eso, la chica volvió a ver colores a su alrededor, estaba de regresó en la bodega donde estaba encadenada, pero el tipo que tenía encima ya no estaba. Una sombra negra lo aventó hacia el otro lado de la habitación y lo próximo que vio fue un chorro de sangre que se estrelló en la pared. Se oyeron golpes y lamentos a su alrededor; gemidos de angustia y súplicas lúgubres que causarían pesadillas a cualquiera, pero ella no podía ver nada. Tal vez era por el dolor que sentía o por la droga que le acababan de inyectar, pero su espalda se arqueaba en la mesa, intentando zafarse de la mesa y sintiendo un inmenso calor en sus entrañas, un deseo que nunca antes había sentido y que comenzaba a volverla loca con cada segundo, mientras se intensificaba la sensación se regocijaba con los lamentos de esas personas que quisieron hacerle daño.

Tal vez pasaron unos minutos o unas horas… lo último que Susanna pudo ver fue a Sebastian acercándose a ella con una sonrisa maliciosa y una jeringa en la mano. En ese momento creyó que su vida terminaría en manos del demonio que la había traicionado y todo se volvió oscuro; más negro que la noche de luna nueva.

Notas de la autora:

Pues bien, este es el primer capítulo, apenas comienza todo y prometo que tendrá acción, romance, misterio e incluso ataques de ansiedad, así que continúen al pendiente para las próximas actualizaciones. Es la primera vez que escribo sobre kuroshitsuji y cualquiera queja, sugerencia, jitomatazo, háganmelo saber.

También quiero agradecer a mi beta reader, OneHellOfWritter quien me ha ayudado mucho revisando el fanfic y dando me muchas ideas.

¡Saludos!