Hello moonies! tanto tiempo siendo solo lectora! dejé de escribir debido al trabajo pero bueno, esta idea me viene dando vueltas en la cabeza así que aquí el inicio de esta historia que espero les guste, la hice con mucho cariño, ustedes disculparán ando un poco oxidada con esto de la escritura jajaja.

Los personajes pertenecen a la gran Naoko Takeuchi, creadora de Sailor Moon. La historia es original mía. Disfruten y espero sus reviews!

El bosque frondoso era el pacífico escenario de fondo que daba a la mansión de mármol gris la atmósfera perfecta para distraer la atención de los horrores que dentro se desataban.

La duquesa Neherenia Moon, una mujer viuda desde hacía 15 años, con el corazón tan amargo que no permitía que nadie se le acercara más allá de lo estrictamente necesario, era hermosa por fuera, su cabello negro como la noche, su piel blanca como la nieve, labios rojos como las rosas y hermosos ojos grises que hipnotizaban como serpiente. El rumor de que era la mismísima Blancanieves siempre la perseguía y halagaba. Sin embargo su negro corazón contradecía todo lo que la pureza de Blancanieves significaba y eso también era conocido.

Compraba esclavas de cualquier lugar, chicas negras, blancas, rubias, pelirojas, no importaba de donde las consiguiera, estaba obsesionada con ser adorada por todos. Si los hombres que la rodeaban se giraban a ver a alguna de sus esclavas esa chica podía darse por muerta. En especial le gustaba castigar a las chicas con latigazos que les abría la piel y dejaba bien marcada para que no olvidasen quien era la duquesa.

Este día daría un baile, el mejor de la temporada según Neherenia misma. El inicio de la cosecha, una que por cierto sería muy abundante debido al buen clima, todo el pueblo estaba invitado y eso suponía que todos debían acudir a la mansión Moon, para sus sirvientes significaba el trabajo más duro, debían atender a todos y cada uno de los invitados como si fueran el mismísimo rey. Era el momento en el cual Neherenia compartía a sus sirvientas con el resto de los invitados, el único día en el cual los hombres podían estirar sus manos hacia las mujeres y por supuesto éstas no debían negarse bajo ningún pretexto.

Había varias esclavas nuevas lo que pondría a los hombres como lobos al acecho, chicas atractivas que habían sido ataviadas especialmente para la ocasión. Escotes apretados que ofrecían sus pechos desbordantes, corsé apretado, tanto que algunas estaban al borde del desmayo, cabellos adornados con cadenas doradas sin ser de oro pero que les daban la apariencia ostentosa para llamar la atención… si, este día muchas de ellas serían violadas por más de uno y eso solo sería el inicio de su sufrimiento.

Neherenia era una mujer poderosa, el rey Diamante era su primo, nadie podía tocarla, eso solo la hacía ser más aterradora de lo que ya era.

El baile de máscaras dio inicio, los invitados comenzaron a llegar uno a uno, carrozas iban y venían, los invitados no paraban de llegar, personajes de la aristocracia hacían acto de aparición con sus mejores prendas y joyas, máscaras increíblemente ornamentadas. Hombres elegantes, guapos, mujeres hermosas. En esa sociedad nadie podría adivinar quién era puro de corazón y quien un demonio de ahí que siempre se usaban máscaras en los bailes de Neherenia, solo ella podía ir sin máscara, un rostro tan bello no debía ocultarse, y a modo de ofrenda tampoco debían ocultarse los rostros de las esclavas.

La fiesta cada vez mas animada por el alcohol no dejaba muchos escondites a las esclavas, algunas ya habían sido tomadas, otras estaban tratando de esconderse tras las cortinas lo que significaba que serían azotadas más tarde por la mano de Neherenia. Una pequeña chica de cuerpo frágil fue tomada por sorpresa por la mano amenazante de un hombre robusto, la arrastró hasta el establo donde la arrojó sin ninguna delicadeza al heno. La chica suplicaba piedad con ojos rojos de tanto llorar, temblaba de miedo, sabía que al ser arrebatada de las manos protectoras de su padre el destino la había arrojado al fuego del infierno pero no se imaginó que sería esclava de una mujer tan perversa como la duquesa.

El hombre ya bajaba sus calzoncillos dejando al descubierto su miembro, ella en cuanto lo miró cerro sus ojos apretándolos lo más fuerte que pudo, sintió como el hombre la jaloneaba por el cabello para poner su cara justo frente a su miembro y exigía que abriera la boca, no quería abrir los ojos, no quería abrir la boca, no quería estar en ese lugar y rogaba, no sabía a quién exactamente, pero rogaba que su plegaria fuera escuchada.

De pronto sintió como su cabello era liberado del jaloneo, ni siquiera se atrevió a abrir los ojos, su cuerpo seguía temblando esperando lo que fuera que le iba a pasar. Sintió una mano decidida en su codo que la levantó. Se atrevió a abrir los ojos por primera vez, estaba tan oscuro que solo distinguió la silueta de un hombre muy alto y fuerte, usaba una capa y un antifaz, ni siquiera podría haber visto su rostro, estaba tan oscuro y que no podía ver aun teniéndolo tan cerca, pero si podía distinguir el aroma masculino a limpio, se preguntaba si él la poseería como el hombre que ahora yacía inconsciente a sus pies lo intentó, pero no intentó nada, solo la besó, un beso tranquilizador, le limpió las lágrimas con sus dedos, no supo cómo ni porqué pero respondió al beso de forma tímida, con labios temblorosos y asustada hasta la médula.

Él pasó sus dedos por sus párpados húmedos, sus mejillas, acarició su cuello con tal delicadeza que la hizo estremecer, bajó hasta tocar suave, casi como la seda, sus pechos apretados. Él sabía que estaba mal lo que estaba haciendo, la chica casi había sido violada por el conde del sur, pero no podía evitar la atracción que sentía por ella, de no ser porque era de Neherenia ordenaría su inmediata liberación y la llevaría a su mansión para hacerla suya. Había notado su belleza desde que llegó al baile, sabía que le esperaba una vida triste en esa mansión pero no podía hacer más por ella, ya que había sido invitado por la relación que existía entre sus padres y el rey Diamante.

Escuchó el leve, casi imperceptible, gemido que la chica estaba tratando de ocultar, eso lo sacó de sus pensamientos para darse cuenta de que estaba acariciando por completo el seno izquierdo de la chica mientras la besaba con pasión y la apretaba con su mano disponible contra él. Tuvo que obligarse a detenerse cuando escuchó pasos acercándose, no quería que su comportamiento llegara a oídos de su padre, pero tampoco quería dejar a la chica con el cuerpo inerte del conde, los pasos cada vez se acercaban más.

El conde estaría inconsciente al menos por otras dos horas, se había asegurado de darle en el punto exacto para dejarlo inconsciente el tiempo suficiente, no tenía más remedio, sin decir una sola palabra llevó a la chica hasta el conde y la sentó a horcajadas sobre el hombre, con el movimiento de su mano le pidió que se moviera brincando sobre el cuerpo inconsciente, él se escondió aún mas en las sombras hasta el punto de ser invisible incluso para la joven que al escuchar pasos acercarse hizo exactamente lo que el desconocido le pidió, para su sorpresa era Neherenia que quería asegurarse de que sus esclavas estaban dando buen servicio a sus distinguidos invitados.

-Buen trabajo Serenity, asegúrate de satisfacer al conde.

La escuchó alejarse riendo, dejó de moverse hasta que la escuchó la suficientemente lejos, se apartó con asco del conde, estaba dispuesta a marcharse pero regresar a la fiesta significaba ser tomada por otro hombre y no quería arriesgarse, ¿Qué debía hacer?

-Así que ¿tu nombre es Serenity? Es un hermoso nombre

-¿Dónde está? ¿Quién es usted? Es decir… gracias por salvarme del conde pero creo que no debió arriesgarse, Lady Neherenia podría enterarse y sería peligroso para usted

- Incluso el sonido de tu voz me estremece

Si, era el mismo efecto que la voz aterciopelada de él provocaba en ella. Estaba por responderle cuando sintió los fuertes brazos de él rodeando su cintura y atraerla hasta su fuerte cuerpo, sus labios acallaron su cerebro y se dejó envolver por la pasión que sus cuerpos encendían. Mucho tiempo estuvieron tumbados en el heno, no sabía cuánto tiempo había transcurrido hasta que sintió el frio que anuncia el amanecer.

El misterioso desconocido nunca metió sus manos bajo sus faldas ni fue más allá de las caricias sobre la ropa, Serenity podía sentir como respetaba su cuerpo y eso la hizo tener una esperanza de que el mundo que rodeaba a Neherenia no era tan oscuro. Sintió como el hombre junto a ella se levantaba.

-Debo irme y tú también, la fiesta ha terminado y no temerás porque alguien más quiera aprovecharse de ti, lamento haberte robado tantos besos y caricias pero no me arrepiento de ellas, si tan solo no fueras de Neherenia te haría mía sin pensarlo.

Sus palabras fueron como una rosa acariciando su piel, su esperanza, una esperanza pero ¿de qué?, ni siquiera ella lo sabía solo quería seguir en los brazos de ese hombre al que ni siquiera le conocía el rostro.

-¿Me dirá su nombre mi lord?

-No, es mejor que no lo sepas, debo irme antes de que amanezca, pero debes saber que si estoy cerca de ti te cuidaré.

-No se vaya

-Debo hacerlo y tú también antes de que el conde despierte o te hará cumplir para lo que te trajo aquí en un inicio, es mejor que crea que lo ha hecho y que el alcohol le ha nublado los recuerdos. Vete ya.

-Si mi lord y gracias.

Hizo una reverencia pero antes de que saliera él la volvió a atraer por la cintura hacia su cuerpo, apretándola por última vez contra él, besándola con pasión, después la dejó ir a lo que sin duda sería su infierno y el de él al dejarla partir.

¿Qué les ha parecido? primer capitulo aquí va! espero sus comentarios ;)