Okay, okay… y es, en este preciso momento, cuando hago un repaso mental de todos los "por qué" no debería subir la historia o esperar para hacerlo… Y ahora, en este momento, es cuando me digo; "¡A la mierda todo, vieja!" y la subo igual… El tema es que, estando una de vacaciones, puede prometer que publicará cada cierta cantidad de días… ¡Y cumplirlo! O al menos, se puede cuando estas en secundaria y de lo único que tienes que preocuparte es de terminar todas las tareas a tiempo, aunque eso yo no lo hago porque… o sea, ¡Soy yo!, ¡Soy Rose!... Yo no hago deberes aburridos… Ok,no.

Chicos, hagan su tarea.

Bueno… Hace exactamente un año, cuatro meses, tres semanas y cinco días… O algo así, subí un One-Shoot (((¿Se escribe así?))), en el que todos eran humanos. Po estaba enamorado de una chica pelirroja (((Tigresa))) y por fin se atrevía a hablarle. Esa cosa se llamaba "Esa Chica"… Bueh, bueh, un poco cursi, pero no me culpen… ¡Era para San Valentin!...

La cosa es que… Como vivo aburrida, me puse a pensar y me dije; ¿Y si le escribo una continuación?... Bueno, no sé si cuenta como continuación, pero sí está ambientada en la misma época, mundo, colegio, humanidad, etc… En fin, serán pocos capítulos, cinco cuando mucho, y no muy largos.

Todos tenemos una historia que ocultar. Todos tenemos algo que guardar. Nadie es lo que parece… Tigresa no es la excepción y Po lo sabe.


Capítulo uno.

El agua contra su sonrojado rostro aparta aquella voz ronca y áspera. El recuerdo se esfuma, llevando consigo el ficticio olor a alcohol y colonia barata sobre una camisa mugrosa y llena de quien-sabe-qué.

Sus manos, con la pintura descascarándose sobre las masticadas uñas, se tensan a los bordes del lavabo. Sus dientes presionan con fuerza sobre los resecos labios. Solo fue un sueño. Levanta la mirada hacia su reflejo y la vista se le vuelve nublada por unos cortos segundos, puede sentir sus piernas temblar, a punto de fallarle. La sensación en su pecho es la misma de quien contiene la respiración a contra de su voluntad, es la misma que sintió cuando aquella enorme mano se posó sobre su boca y nariz, impidiéndole gritar. Decide sentarse en el suelo, apoyando la espalda contra la tina, y flexionar las piernas en posición de loto. Aún se escucha el sonido del agua correr por el grifo abierto y eso le relaja.

Cersei, una gata de pelaje anaranjado y atigrado, maúlla para llamar su atención.

Tigresa baja la mirada hacia el animalito, esboza una pequeña sonrisa y suavemente le acaricia entre las orejas, provocándole un bajo ronroneo. La gata restriega la cabeza por el pecho de su dueña y vuelve a maullar, preguntando a su manera qué es lo que anda mal. El animal no es tonto y ha notado que algo le pasa. Pero la chica guarda silencio, sin detener las caricias entre las orejas de Cersei, hasta que unos golpes de nudillo contra la puerta le llaman la atención.

Desde afuera, la voz de Tai Lung, su hermano mayor, le apura en salir, alegando que llegará tarde al colegio. A Tigresa realmente poco le interesa ello, así como poco le interesa el regaño que su padre le dará de llegar tarde a su clase de historia… Pero está segura que a su hermano le interesa llegar temprano al trabajo luego de dejarla a ella en el colegio, por lo que, en un acto de caridad y profundo amor fraternal, se apresura en atar sus rizos en una coleta y terminar de lavarse los dientes.

Por un momento, piensa en que le gustaría poder hacer un mejor trabajo con su cabello. Tal vez alisarlo un poco, tal vez hacer que al menos se vea peinado. Pero no. Sus rizos son tan pronunciados y largos (le llegan hasta las caderas) que se ve obligada a recogerlos. Muchos le alaban por aquel maravilloso cabello, pero es porque no entienden la tortura que ella sufre cada mañana.

Se asegura de cerrar bien el grifo y de que Cersei no quede encerrada en el baño (cosa que ya le ha pasado un par de veces) antes de bajar las escaleras. Tai Lung le espera en la puerta. Sus ojos, de un suave tono almendrado, le observan con severidad y sus delgados labios tensos hasta no ser más que una línea. No son hermanos biológicos, por lo que en nada se parecen. Ella es bajita, él es alto. Ella es pelirroja, de tez blanca, mientras que él es de tez morena y cabello negro. El padre de Tai Lung falleció cuando este apenas era un bebé. La madre de él es también madre de Tigresa, pero ella es adoptada.

Mei Li, una mujer de tez tostada y ojos imposiblemente claros, con cabello castaño claro y corto, adoptó a la pequeña Tigresa de cinco años junto a su nueva pareja… Y al año se separaron.

Tiene otro hermano; Peng, de cuatro años… Al cual Tigresa no ve por ningún lado. Ya tendría que estar esperando en la puerta, con su uniforme azul del jardín y su pequeña mochila de monito en su espalda.

—¿Y Peng?

—Vamos. Es tarde —Tai Lung ignora su pregunta.

Se nota de mal humor. Toma las llaves que cuelgan de la pared junto a la puerta y sale de la casa seguido por su hermana.

—Tai, ¿Dónde está Peng?

—Mamá se lo llevó.

—¿Se lo llevó al jardín?

—No.

—¿A dónde se lo llevó, Tai?

—¡Tigresa! —El chico voltea, se nota que a punto de explotar. La paciencia nunca fue un rasgo suyo— Está con mamá. Está bien. No preguntes más, por favor. Llevo toda la noche sin dormir y realmente apreciaría algo que silencio. ¿Entendido?

—¿Pero qué…?

—¿Entendido?

Tigresa no insiste. Sigue a su hermano hacia afuera mientras se coloca los cascos de sus auriculares, celular bien sujeto en sus caderas, bajo el borde de la falda del uniforme. El contacto con su alrededor le es algo simplemente aburrido y no quiere soportar el mal humor de Tai Lung, suficiente tiene con el propio. Prefiere perderse en la letra de My Girl, montada sobre la Ducati de su hermano y con sus brazos firmemente sujetos a la cintura de este.

Su agarre se tensa de vez en cuando, para deleite de Tai Lung, pero rápidamente se relaja al oírlo reír. No teme a la velocidad. Disfruta del viento chocar en su rostro, alborotando los pocos mechones que quedan sueltos de su cabello. Por unos segundos, piensa en soltarlo de la coleta… Pero lo piensa mejor y llega a la conclusión de que sería demasiado trabajo echado al tacho.

Las miradas se voltean a verla cuando Tai Lung frena bruscamente junto al asfalto del colegio. Algunos chicos que admiran la moto, algunas chicas que admiran al chico que monta la moto. A Tigresa le trae sin cuidado. Se baja del vehículo, con un familiar y vergonzoso temblor en sus piernas.

—Eres un bruto.

—Y tu una quejica — El chico sonríe— Anda… No pelees con nadie y no te embaraces.

Tigresa arruga el entrecejo como muestra de desagrado, emitiendo un sonido similar a un gruñido que el chico no alcanza a oír. Aunque sabe que eso, viniendo de su hermano, es lo mismo que un "cuídate" de cualquier persona normal.

—Hasta la tarde —Masculla.

—Espera —Le detiene Tai Lung, antes de que voltee.

—¿Qué?

—Yo… esto… A la tarde te digo, ¿Si?

Entonces, Tigresa no se espera que su hermano la jale del brazo y le bese en la frente. No porque jamás haya recibido alguna muestra de afecto por parte de él, sino porque estas suelen ser bastante escasas. El contacto dura tal vez más de lo que debería, pero ella no se queja. Se siente bien. Últimamente ha notado a Tai Lung bastante tenso, aunque no ha hecho por preguntarle, sabe que si él no se lo ha contado es porque no quiere hablarlo con nadie.

Cuando se separan, él alza una mano y acaricia la mejilla de su hermana antes de sonreír.

—Anda, entra. Tu padre se pondrá furioso.

—También es tu padre, Tai… Bueno, o algo así.

Como respuesta, el chico tan solo esboza una rápida mueca. No es un tema que le agrade. Sin darle tiempo a su hermana de replicar, arranca la Ducati y desaparece de allí tan rápido como le es posible, dejando apenas tierra y hojas en donde se habría estacionado hacia unos segundos.

Tigresa no se queda mucho tiempo parada en el lugar. Es consciente de las miradas que recibe por parte de todo individuo femenino allí presente, la mayoría seguramente especulando entre ella y aquel chico tan… ¿Guapo? Quiere reír al pensar en su hermano como guapo. No, Tai Lung no es guapo. O al menos no lo es para ella. No, para ella Tai Lung siempre será aquel niño molesto que siempre le ponía bichos en el pelo y la encerraba en el sótano luego de ver una película de terror.

Con la mirada fija en el suelo, aferra sus manos a las correas de la mochila y apresura el paso hacia el interior del edificio. Su mente aún sumergida en el mal humor de su hermano. Está segura que se trata de su madre y el hecho de que la mujer se haya llevado a Peng no le da buena espina. Contiene las ganas de gritar. Enfadada con su madre, preocupada por su hermano menor y aún más enfadada por la actitud de Tai Lung. ¿Por qué a ella jamás le cuentan las cosas? Siempre la deja de lado, como si no mereciera saber qué es lo que pasa en su propia casa.

Y podría continuar así toda la mañana, maldiciendo mentalmente y atropellando a cualquiera que se le ponga delante… Pero por motivos ajenos a su comprensión, todo aquella desaparece de su mente al ver al chico de alborotados cabellos negros y ojos verdes esperándole en la puerta del salón.

Él sonríe, ella se sonroja.

Ella saluda con un movimiento de mano, y él corresponde con un tímido "Hola, Tigresa".

Continuará…