El pequeño secreto

Era ya tarde, Yamuraiha se levantó con mucha dificultad, le dolía el cuerpo, y la cabeza. Observo a su alrededor, su cuarto estaba hecho un desastre, nada habitual en ella, se puso de pie, las piernas le temblaban, y para su sorpresa, se encontró totalmente desnuda.

—¿Pero qué?

Se sentó sobre la cama, intentando recordar, la anoche anterior habían hecho una enorme fiesta en el reino, había bebido, pero no demasiado, o eso creía.

El desorden de su habitación le indicaba lo contrario.

Encontró las conchas que cubrían sus pechos en el suelo, junto a toda su ropa, cansada como estaba utilizo la magia para arreglar su habitación, ya averiguaría después que habría pasado, esperaba que nada malo. Y salió a hacer sus deberes.

Le sorprendió mucho no encontrarse con sharrkan entrenando, así que se aventuró a investigar.

—Hola Masrur, ¿y el problemático del espadachín donde esta?

El fanalis le miro como siempre, inexpresivo, pero sus ojos se dirigieron a la torre donde descansaban los generales.

—Sigue dormido —Dijo Masrur.

—Vaya, bueno es típico de ese vago, bueno gracias Masrur, con permiso

Masrur asintió con la cabeza, era lo más parecido a un saludo que tendría de él, Yamu se sentía un poco incomoda con el Fanalis, no se acostumbraba a su seriedad, pero sabía que Masrur hacía lo mejor que podía, además era su amigo, y compañero. Así que le dedico una amable sonrisa y se fue a practicar.

OoOoOoO

Sharrkan no pudo dormir en toda la mañana, a pesar de que anoche había tenido una de las peores borracheras de su vida. Estaba acostado con la ropa todavía puesta y sobre las sabanas, intentando pensar en que haría.

No se había despertado allí, en su habitación, no, de hecho cuando despertó, con resaca por cierto, estaba cómodamente acurrucado en el pecho de una mujer, y no cualquier mujer, sino que era Yamuraiha.

La sangre se le helo cuando se dio cuenta de que ambos yacían desnudos en la cama, como pudo se levantó, recogió sus cosas y se vistió, no sabía si Yamu recordaba algo, o si no, lo único que pudo pensar fue en salir rápidamente de allí, por conservación propia.

¿Y cómo se supone que paso?

Intentaba recordar algo, pero su mente estaba en blanco, pero si estaba desnudo y en la cama de Yamuraiha, y si ella también estaba desnuda, no tenía que ser un genio para saber qué había pasado.

¿Qué haría el rey Simbad en estos casos?

Se preguntó mientras fruncía el ceño y sus dientes rechinaban, no podía recordar nada, pero sabía que había ocurrido y eso lo estaba matando.

No podía contarle a nadie, porque se metería en problemas y quedaría como un pervertido, pero tampoco podía guardárselo, Yamu hablaría, y si no lo hacía, el por su honor de hombre, tenía que hablar y pedirle perdón, o recibir su golpiza, lo que fuera.

Se levantó y se vistió, decidido a afrontar su responsabilidad.

Encontró a la bruja en el patio del palacio, estaba practicando unos de sus tantos hechizos, así que se acercó con cautela.

— Yamuraiha… —La llamó con voz titubeante, no sabía cómo abordar el tema.

—Perdona, pero no estoy de humor para discutir Sharrkan, me harías el favor de dejarme entrenar, mañana vienen un grupo de magos de Magnoshutatt, y necesito prepararme.

Sharrkan se molestó, una vena le resaltaba en la frente al tiempo en que apretaba los puños, él estaba tan preocupado por habla con ella, y ella lo mandaba al infierno de forma tan condescendiente.

¡No señor!

Se acercó a ella, pero la bruja decidió ignorarlo, así que hablo:

—Oye, necesito hablar contigo… sobre anoche

Yamurahia se volteó exaltada, su rostro reflejaba el pánico interior que la consumía, se apresuró a agarrar al espadachín por el cuello de su traje y lo jalo con fuerza.

—¡Ni una palabra, nunca!... ¿Entendido?

Sharkkan la miró confundido, ¿Acaso lo recordaba?, bueno eso era un alivio, pero una parte de él se sintió incomoda ante la petición de la chica, ¿Es que acaso quería dejar las cosas así, sin más, como si no hubiera pasado nada?

Él iba a protestar algo, pero al verla tan avergonzada decidió no hacerlo, ya que, de alguna forma, quizás fuese lo mejor, se suponía que se odiaban, así que mejor dejar las cosas así.

—Está bien —Agarró las manos de Yamu e hizo que le soltara— Ni una palabra —Luego sonrió de la forma más encantadora que sabía, y la soltó, para emprender su camino a su campo de entrenamiento.

Yamurahia lo vio alejarse sintiendo un nudo en la garganta.

Él sabe…

Las piernas le temblaron ante el pensamiento, ¿Cómo podría Sharrkan saber lo que paso anoche? ¿Habría pasado algo con él? Era una buena e incómoda pregunta, pero él no estaba en la mañana en su habitación, así que eso la consolaba un poco, quizás fue solo testigo de algo, o se había ensuciado y la llevo a su recamara, donde le ayudo a desvestirse pero no a vestirse.

Cualquiera de las opciones le hacían sentir mucha vergüenza, tanto que no pudo continuar entrenando, así que se fue a la biblioteca, sería mejor intentar relajarse.