Ámame cuando menos lo merezca, ya que es cuando más lo necesito.
Nick acarició la frase que estaba plasmada en el libro. Y se mordió el labio. Se había leído todos los libros de la caravana y quizás, la única mención al "amor" que había encontrado era aquella frase que por un lado y era en un libro de poesía
Quería una referencia a las relaciones que podían tener los Grimm con las criaturas, su tía iba a casarse con una pero... Un steinadler era menos peligroso que un blutbad.
Monroe, que estaba en la caravana, se acercó a Nick y apoyó las manos en los hombros del policía.
-¿Encontraste algo? –susurró
Nick le leyó la frase y luego se echó hacia atrás. Monroe se agachó y apoyó la barbilla en su hombro.
-Eso es muy romántico… -le dijo
-No contesta las preguntas que tenía… Ni me ayuda a tomar una decisión.
Monroe besó el cuello y luego se lo mordió con cuidado.
-Nick… Tú me quieres, yo te quiero… Jamás te haría daño, no tienes que seguir buscando en esos libros.
-Lo sé…
-¿Entonces? ¿Por qué no dejas esto y vienes a mi casa? Haré la cena, tomaremos helado y veremos la tele hasta tarde –le susurró al oído.
Nick cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás. Amaba muchísimo a Monroe pero… No dejaba de preocuparse. Temía lo que pudiera pasar, temía que por su culpa Monroe pudiera perder el control… Alzó la cabeza cuando Eddie le dio la vuelta a la silla para mirarlo.
-No quiero que pierdas el control Monroe. No quiero que hagas algo de lo que puedas arrepentirte.
El blutbad negó ligeramente con la cabeza, le levantó de la silla y le dio besó. Siempre se sentía eufórico cuando le besaba, sentía como sus pulsaciones subía como el vello se le erizaba. Se separó un poco y se transformó en la criatura que era. Nick le miró cohibido.
-Jamás te haría daño –le dijo antes de volverle a dar un beso -. Jamás, no importa que me convierta en esto. Jamás te haría daño Nick. –dijo volviendo a su forma humana.
-Te amo blutbad –susurró Nick mientras le abrazaba.
Eddie sonrió y le envolvió con sus brazos.
-Te amo Grimm.
