No eras una persona a la que le resultase sencillo socializar, no es que te llevases mal con la gente, ni que no tuvieras con quien hablar, simplemente no confiabas en las personas... Pero todo ésto parecía haberseles olvidado a tus compañeras de la clase A, que te habían involucrado forzosamente en la especie de planificación de su futura 'cita a ciegas'.
No te sentías cómoda rodeada de gente que no conocías, acababas por ponerte tan nerviosa que, o bien te afectaba volviéndote muda o tu boca cobraba vida propia y no dejaba de decir estupideces... ¡No había maldito término medio!
Lo peor de todo es que, tanto Petra como Hanji parecían absolutamente emocionadas por la maldita idea...
"¿Acaso no hay suficientes chicos en esta maldita secundaria como para que tengáis que cazar a los de otra? Y en todo caso... ¡¿Por qué tengo yo que verme arrastrada en todo esto?! ¡No estoy interesada en encontrar pareja!" Estabas de los nervios...
"¡Piensa en ello como un experimento para que superes tu fobia social!" Replicó Hanji golpeando emocionada con las manos en el pupitre. Le ibas a dar tú experimentos...
"¡Oh vamos [Nombre]! ¡Prometo que será divertido!" Suplicó Petra batiendo tanto sus pestañas que resultaba difícil no pensar que en cualquier momento podría echar a volar por la ventana abierta del aula.. ¡Maldita sea, si tan sólo hiciera eso... todos tus problemas se acabarían en ese mismo instante!
"Divertido para ti, ¡que llevas soñando con poder conocer 'al príncipe de hielo' desde que nos volvimos estudiantes de secundaria! No entiendo que tan emocionada puedes estar de ponerte a voluntad propia en el radar de un bastardo jugador, ¡eres demasiado ingenua! ¡Ese tipo de chicos no es de los que busca una relación como tú, Ral! ¡Acabará jugando contigo para después desecharte de forma cruel!" Estabas cansada de discutir por algo tan absurdo como esto, sabías que esas dos no te dejarían ninguna vía de escape, no tan decididas como parecían estar.
Cansada como te encontrabas, te levantaste y te marchaste sin siquiera despedirte de ellas poniendo rumbo a tu aula, al menos podrías sacar fuera de tu mente tus frustraciones entrenando con Annie, ella lo entendería...
Horas más tarde:
*Timbre de final de clase*
Reiner, tu compañero de mesa, se había sobresaltado ante el tremendo y sonoro *Pum* que habías provocado al golpear tu cabeza repetidas veces contra tu pupitre.
"Ey ey, [Nombre] Pareces más decaída que de costumbre, ¿Va todo bien?" Dijo poniendo una mano en tu hombro y zarandeándote de forma cuidadosa.
"Nada va bien Rei... Dime, ¿hoy vas al dojo de los Leonhart?"
El enorme rubio pareció sopesar algo por unos instantes, antes de asentir levemente con la cabeza.
"Perfecto, parece que hoy mi rival no va a asistir asi que, por favor ... ¡quedas encargado de sacar toda ésta mierda de mi aunque sea a base de golpes!" Sollozaste antes de despedirte para ir a trabajar, dejando al chico en clase, aún desternillándose de risa por tu teatral respuesta.
LLegaste justo a tiempo al maid café, entrando como un vendaval a los cambiadores, cuanto antes acabase el turno de hoy y pudieras huír a refugiarte en la tranquilidad de la guarida (como a veces llamabais al dojo) y descargar de paso toda tu ira, mejor.
Pero la escena que apareció ante ti, detuvo instantáneamente tus pasos... ¡Ya estaban otra vez!
Ay, señor...
"¡Por el amor de dios Ymir! ¡Detente! ¡Eso es acoso sexual! ¡Tienes suerte de que Christa sea indulgente contigo! porque de ser yo, ¡te habría pateado el jodido trasero!" Tus gritos sólo causaron que la aludida en cuestión te devolviese la mirada sin el menor interés, sonriendo maliciosa y apretando más su agarre sobre la pequeña rubia, visiblemente incómoda.
"¿Celosa?" Dijo la chica estrujando los senos de su más que colorada víctima.
"¡¿QUIEN LO ESTARÍA!?" Y así es como comenzó tu jornada laboral. Sigh.
Pese a que no te llevabas mal con tus compañeras y el ambiente de trabajo en el Neko no Footsteps ('NF Maid para abreviar ) era de sobra agradable, te costaba bastante no sentirte fuera de lugar, bien sabido era que éste no resultaba ser, por decirlo de alguna manera 'tu elemento'... Pero la paga era sorprendentemente abundante y si conseguías buenas propinas, al final de mes el sobre de tu sueldo resultaría ser tan rechonchito que la cartera ni se doblaría.
Y para alguien como tú, que vivía sola en un destartalado piso a punto de caerse a pedazos en cualquier momento, sin familia en la que apoyarse y teniendo que hacerte cargo de todos tus gastos por tu cuenta, ya que no tenías nada... Éste trabajo había resultado ser todo un bote salvavidas. Sobre todo tras haber sufrido dejándote la piel en muchos otros, antes de haber encontrado una vacante aquí.
¿Y que sacrificabas a cambio? Enfrentarte a 'tu miedo' durante unas cuantas horas.
Tener que hablar con desconocidos, algunos que intentaban ligar desesperadamente contigo para tu incomodidad, mientras te paseabas por el exitoso negocio ataviada con trajes que, aunque hermosos, te resultaban de lo más vergonzosos y fetichistas, dado las tórridas miradas que te dedicaban algunos de los clientes a veces, y si es que te dabas cuenta.
Finalmente la jornada de trabajo de hoy había finalizado, ¡YEY!
LLegaste al dojo tan rápido como pudiste, convirtiendo tus piernas en gelatina por el terrible esfuerzo al que cruelmente las habías sometido.
"¡Creí que no vendrías Nin-nin!" Rió el enorme rubio, mientras seguía en duelo con el chico silencioso, Bertolt Hoover.
"¿De verdad aún sigues llamándola así?" El moreno parecía consternado ante la noticia.
"Oh vamos, es un mote adorable que le pega, ¡simplemente mírala!" señaló en tu dirección antes de detener un golpe de su adversario, que por poco tenía escrito el nombre de su cara. Poco después osó añadir
" Échale un sólo vistazo y bastará para convencerte de que a día de hoy ¡sigue pensando que de mayor será una ninja!"
Ésto sólo causo que tanto tu como el joven moreno suspiráseis derrotados a la vez, mientras Reiner reía bajo vuestro aburrido escrutinio. Los únicos recuerdos de infancia que asolaban tus memorias involucraban a estos dos chicos y a Annie.
Desde que podías recordar habíais sido amigos de infancia, y siendo la más alocada e hiperactiva del grupo... Casi desde el primer momento, te habían bautizado con ése mote, ya que siempre que te preguntaban que querías ser de mayor, tu única y tajante respuesta era : ¡UN NINJA!
Aunque a eso había que sumarle para tu vergüenza, que te habían pillado correteando incontables veces por el vecindario con una bufanda tapando tu boca, mientras hacías supuestos 'jutsus' que te habías inventado a la vez que alertabas a todos de tu presencia, con el grito de guerra de ¡NIN-NIN!
Éste recuerdo te trajo una pequeña sonrisa a los labios, mientras ponías tus brazos sobre las caderas. Los dos muchachos se detuvieron a observarte de reojo, sopesando lo que podría estar por suceder...
Poco tiempo de descanso les concediste antes de echar a correr en su dirección, ¡a punto de patear sus malditos traseros!
Bert, había fintado hacia su derecha, evadiéndote con éxito. Pero no se podía decir lo mismo del pobre Reiner, que aún riéndose no tuvo tiempo de armar guardia ante tu ataque.
Lo tiraste al suelo, inmovilizándolo con todo tu peso y doblando sus brazos tras la espalda, mientras que te medio sentabas complacida sobre su musculoso cuerpo, sin soltar tu agarre.
El chico ante esto, sólo se le ocurrió añadir más leña al fuego..."¿Ves? Te lo dije Bert, tiene futuro como maldito ninja, ¡AY!"
Apretaste más tu agarre, para poco después estallar todos en sonoras carcajadas bajo la estoica mirada de Annie, que había decidido sorprenderos con su presencia en ése preciso instante.
"Hacéis mucho barullo aquí abajo" Dijo apartándose un rubio mechón de pelo de su cara.
"¡La culpa es de Reiner!" Dijistéis Bertolt y tú al unísono.
"¡La culpa es de Nin-nin!" Se defendió Reiner a la misma vez que vosotros dos.
Os mirásteis unos a otros y en ese momento, incluso Annie se unió a vuestras risas, interrumpiendo la paz que se supone que reinaba en el dojo.
"¿Cansados?" Inquirió la rubia tras haberos calmado y recuperado el aliento.
Todos asentisteis de forma efusiva con la cabeza, para poco después seguirla por uno de los pasillos que comunicaban 'vuestra guarida' con su vivienda.
Cogió unos cuantos refrescos de la nevera y os indicó que os acomodáseis en su sala de estar.
Para cualquiera que no conociera a estos tres chicos como tú, a simple vista resultarían personas frías y calculadoras, personas sin corazón que miran a los demás por encima del hombro, como si se creyeran los más poderosos Titanes sacados de ésas historias griegas tan famosas de las que últimamente no dejabais de hablar en clase de literatura.
Pero para tu suerte y debido a tus circunstancias, el destino parecía haberte brindado la oportunidad de conocerles a fondo, por lo cual te sentías profundamente agradecida.
Pese a sus personalidades y al 'frío y distante' comportamiento que solían mostrar ante los demás, esos tres resultaban ser personas con un fuerte sentido del compromiso, y más importante aún... de la amistad.
Éstas personas, eran las únicas en las que confiabas plenamente, y en inumerables ocasiones, habían resultado ser tus únicos pilares de fuerza.
La temprana muerte de tu madre había azotado tu corta existencia dejándote prácticamente destruída y sumida en la desesperación... Y tras ello, Annie y su padre te habían acogido como un miembro más de su familia. Hasta que cumpliste la edad suficiente para encontrar un trabajo, y pudiste así dejar de depender de su amabilidad, pese a las muchas protestas del padre de Annie.
No podías soportar la idea de suponer una carga para alguien, y menos aún para aquellos que habían hecho tanto por ti sin pedir jamás nada a cambio.
Al principio había sido muy difícil encontrar el equilibrio perfecto entre las clases, los trabajos de mierda a los que te habías visto forzada a aceptar en orden de pagar tus facturas y todo lo demás. Cosa que para los chicos no había pasado inadvertida, y en muchas ocasiones se presentaban sin avisar por tu apartamento, dispuestos a ayudar con lo que fuera necesario o incluso cargando con cena, para que no gastases de tus escasos ahorros.
Para ti, sus visitas convertían el viejo edificio en el que residías en el cálido hogar que nunca habías pensado que volverías a tener jamás.
Y ahora, aquí reunidos los cuatro, era la mayor sensación de paz y felicidad que encontrabas en tu extraña vida.
"Y bien, ¿ que has hecho ahora?" preguntó el chico moreno sacándote de tu ensoñación.
"¿EH?" Sobresaltada, dirigiste tu mirada confusa al muchacho.
"Reiner nos alertó de tu 'estado' de gato asustadizo" Annie alzó la mirada, observándote sin dejar de sorber por la pajita de su refresco.
"Ah... pues, ¡ 'las arpías' con las que me llevo de la clase A, están organizando una goukon con los chicos de la secundaria N y me han metido en ello! Olvidad lo de arpías..." Suspiraste deprimida.
"Pese a todo esas chicas me caen bien" sollozaste ahogando tus penas en el burbujeante líquido del refresco frente a ti.
Los tres se miraron sorprendidos poco antes de suspirar con cansancio prácticamente a la vez.
"Si sigues teniendo problemas con ése tipo de cosas y no quieres ir, simplemente no lo hagas. No veo donde está el problema." La rubia se cruzó de piernas mientras argumentaba sus pensamientos.
"Además... ¿Nin-nin con chicos? ¡Acabará pidiéndoles a gritos un duelo para demostrar su hombría!" Todos, incluída tú os reísteis ante el comentario de Reiner, que había refrescado en vuestras memorias el gracioso recuerdo de la primera vez que los chicos y tú jugasteis juntos.
-Flashback-
Habías pedido permiso al señor Leonhart para acercarte al parque del vecindario, ya que Annie no estaba en casa y te aburrías por no tener con quién jugar.
Y para cuando llegaste, te encontraste con un pequeño chico moreno, sentado en un columpio, completamente en silencio mientras que un niño de cabello rubio y pequeños ojos parecía estar intimidándole, debido a sus escandalosos gritos y aspavientos.
Ante ello, tu instinto de justicia tomó el control de todo tu pequeño cuerpo, y tu mal hábito de decir estupideces dado a tu dificultad para socializar, también decidió que era el preciso instante de entrar en acción.
Con un movimiento que el tío (como llamabas al padre de Annie) te había enseñado, alejaste al chico rubio del moreno aún en el columpio.
Sujetándolo por el cuello de su camiseta y sacando provecho de la palpable diferencia entre vuestras constituciones, aprovechaste su enorme peso de tal manera que jugase en su contra. Lo desequilibraste, situada de espaldas a él y tirando de su camiseta mientras te inclinabas hacia delante pateando sus pies en el proceso.
El chico, cayó hacia atrás pasando sobre tu espalda para acabar en el suelo, estupefacto y provocando un sonoro estruendo que resonó por todo el parque.
"¡Te reto a un duelo! Si gano dejarás de acosar a ése chico, ¡asi que si eres un hombre, lucha conmigo y demuestra tu hombría!" Le habías gritado con toda la fuerza de la que disponían tus pequeños pulmones, mientras plantabas un dedo acusador frente a su cara.
Ambos chicos se miraron el uno al otro incrédulos, antes de que una pequeña risa por parte del moreno silencioso se sumase a las carcajadas del chico rubio aún en el suelo.
Tus mejillas se encendieron tanto o más que un semáforo en señal de stop. El moreno ayudó a incorporarse al chico que habías pateado, que sonriéndote te explicó como habías malinterpretado la situación.
En realidad ambos habían estado argumentando sobre personajes de un anime... Y como Bertolt no era un niño de ademanes muy efusivos, habías saltado precipitadamente a la conclusión equivocada.
-Fin del Flashback-
Suspiraste justo antes de explicarles lo increíblemente insistentes que podían resultar esas dos chicas, y que te caían realmente bien como para negarles un favor... Maldita sea, ¿por que tenías la sensación de que por culpa de ésto estabas firmando una futura condena?
A/N: En el siguiente capítulo nuestra protagonista se enfrentará a la infame Goukon! Por favor, hacedme saber vuestras opiniones por medio de vuestros fav/follow o review, ¡Así sabré si queréis más! xDD
