-¿Y, crees que con esto Sucrette se enamorará de mí?- preguntó un emocionado chico, con un visible sonrojo en el rostro.
-Esto…- Alexy titubeó, incómodo. No quería romper las ilusiones de su pequeño amigo, pero, francamente, era poco probable que Su se enamorara sólo con eso. El problema era que Ken siempre llevaba todo al extremo, como la vez en la cual lo animó a pedirle una cita, y Ken, en lugar de limitarse a decir "¿quieres salir conmigo?", acabó declarándole a Sucrette que "ella era el amor de su vida, ahora y siempre y por siempre". Eso asustaría a cualquiera. –Bueno…No creo que se enamore, pero tal vez estaría más interesada en ti.
-¿Interesada en mí?- repitió el chico, abrazando la ropa que Alexy acababa de escoger para él.
-Sí, bueno… ¡te aseguro de que te quedará genial! ¡Mis ojos nunca mienten cuando se trata de estas cosas!
Ken afirmó con la cabeza; contagiado con la alegría del otro. Observando la ropa que tenía entre manos, sus manos empezaron a acariciar la tela, como si se tratare de un gran tesoro, hasta que, de pronto, dio un respingo, e inmediatamente bajó el rostro con tristeza.
-¿Ken?- lo llamó el peliazul, pero su amigo no daba señales de escucharlo.
-Es… es una lástima- gimoteó al fin, enseñándole la etiqueta con el precio de las prendas –Ámber se llevó casi todo mi dinero.
Lástima. Es eso lo que Alexy sentía por Ken. No se podía ser tan desafortunado en esta vida.
-¡Oh, vamos! Te lo compraré yo. Es tu recompensa por haberme acompañado de tiendas. ¿Sabes? Eres la primera persona que no se quejó ni una sola vez por acompañarme. ¡Hasta mis padres terminan enfadados cuando vienen conmigo!- mencionó Alexy con una risita, aunque, en el fondo, sentía un poco de molestia. Ese dinero lo había reservado para unos cascos nuevos, una pena.
-N-no es necesario, de verdad- gimoteó el otro, pero, por el brillo en sus ojos, era muy notoria su felicidad.
-Anda, insisto, niño.
-¡G-gracias!
Y, prácticamente, se le tiró al cuello, abrazando con afecto a su peliazul benefactor. Alexy le correspondió el abrazo, divertido, casi olvidándose del déficit en su cartera que ocasionaría la ayuda brindada. Pero bueno, al menos el niño estaría feliz.
-¡Pero ya no me llames niño!
-¿Eh? Pero si es lo que pareces- y lanzó una risa que enfadó más al otro chico.
-Sólo lo olvido por el regalo- exclamó ofendido.
-Pero, vamos. Ver a alguien vestido como un duende de navidad no es algo que asuste mucho- Alexy estalló en risas -¡No vas a decir que vas a golpearme!
Ken se sonrojó. Obviamente, era incapaz de algo así. Era demasiado pequeño con relación a su musculoso amigo. Además era su primer amigo, la primera persona además de Sucrette en acercarse a él.
-Voy a probarme esto- mencionó, enfadado, dejando estancado el asunto.
Alexy estuvo a punto de decir "Ken, el probador infantil está del otro lado", pero se contuvo con una risita ahogada.
Bueno, no tendría cascos nuevos. Pero, al menos, hizo todo lo que pudo por ayudar a su amigo. Tal vez así no se sentiría tan mal cuando su hermano le confiese a Ken que él también está enamorado "del amor de su vida". Y, tal vez, la ropa sí daría resultado y Sucrette terminaría enamorada de Ken, en lugar de preferir a Armin.
Alexy soltó una risa amarga. Si fuera por él, habrían dos Sucrette para que ni su hermano, ni su mejor amigo terminasen con el corazón roto. Bueno, ¿a quién quería engañar? Prefería mil veces que la chica se fijase en el chico de lentes. Su hermano se recuperaría de una decepción amorosa, pero Ken…
"Por eso no me gustan las mujeres" rezongó antes de verlo salir del probador, embutido en una playera blanca, que lo hacía ver aún más flaco de lo que era.
-Bueno, cualquiera se equivoca- comentó Alexy, acercándose al chico- De todas formas, aún quedan muchas tiendas por visitar.
Sí, bueno, ahora que ya lo terminaste de leer y ya no hay peligro de que salgas corriendo, pongo una advertencia: posible OoC (Out of Character, es decir, fuera del carácter del personaje).
