( en cursiva ) … pensamientos.

-... ( sin cursiva ) … diálogos

Cuando cambias la vida

Ha cambiado, y mucho

Una joven se miraba al espejo de su habitación, su gigantesca habitación.

Se paseaba de un lado a otro con cautela y con sutileza. Parecía una de esas modelos que desfilan en las pasarelas más importantes del mundo.

Y la verdad era que podría pasarse, sin ningún problema, por una de ellas.

Su pelo "negro" era largo, liso y reluciente. Sus ojos ambarinos brillaban con intensidad aunque dejaban ver una mirada un tanto frívola. Sus labios eran delgados pero con el contorno muy marcado y ella se los solía pintar de rojo para que parecieran más gruesos. Su sonrisa era envidiable y sus dientes blancos. Su piel era lisa, sin imperfecciones y ni muy morena ni muy blanca. Su figura moldeada y perfecta, con pechos redondos, piernas largas, brazos finos y delicados y caderas resultantes. Su clase al vestir no pasaba desapercibida. Y si a todo eso le añadíamos dinero, gusto e inteligencia se podría decir que era la mujer perfecta.

Volvió a mirar su reflejo en el espejo y sonrió satisfecha. Sus labios hoy estaban rosa pálido, contorno de ojos morado y un poco de colorete en las mejillas. Llevaba un conjunto lila de chaqueta y falda hasta las rodillas. El bolso y los tacones eran morados oscuros y también llevaba un gorro crema muy sencillo para protegerse del sol que conjuntaba con la camisa de debajo de la chaqueta. Se puso sus gafas de sol negras y se dispuso a salir de su habitación. El sonido de los tacones resonaba por la casa. Tuvo que andar por un gran pasillo y como si conocieran el ruido que los tacones hacían al bajar por las escaleras, un mayordomo de estatura media y uniforme negro salió de la nada para abrirle la puerta a la chica. Ella simplemente asintió y salió de su lujosa mansión por las grandes puertas blancas de la entrada. Bajó unas escalinatas de mármol y llego hasta su limosina. El chófer la abrió la puerta y entró dentro para después acomodarse en los asientos.

Hacía una semana había conseguido atrapar a un séquito de mortífagos y llevarlos a azkabán por lo que recibió mucho honores y…recompensas.

Y ahora iba a hacer lo que más la apetecía en ese momento, gastarse todo el dinero en ropa. Ir de compras la alocaba y la encantaba. Quizá se encontraría allí con alguna amiga y se irían juntas a comer…no sabía, ya vería el plan. Su coche se paró sobre los grandes almacenes Harrots. Empezó a comprar y a comprar. Iba de tienda en tienda, mirando y cogiendo lo que más le gustara.

Todas las personas allí veían a la joven como Hermione Granger, la rica, joven, atractiva y cliente habitual, Hermione Granger. No sabían que era una bruja, por supuesto, y tampoco como era antes. Solo los más allegados conocían la verdadera razón por la que cambió aquella persona, la razón por la que abandonó todo y a todos y decidió empezar una vida desde cero.

Hermione había cambiado y a todos les sorprendía cuanto. Su frivolidad atacaba a el que se atreviera a molestarla cuando ella no creía necesario. Aquellos ojos que muchas veces expresaban tranquilidad, sentimientos y seguridad ahora estaban vacíos, como un ser humano sin nombre. Para ella ahora lo primordial era la fama y el dinero, en su agenda no quedaba apenas hueco para la verdadera amistad ni para la familia. Al parecer Hermione ahora era feliz así.

Todo empezó hacia ya cinco años, justo después de la batalla final. Harry logró vencer la pelea y aunque pudo verle sano y salvo tan solo fueron unos pocos segundos. La chica de cabellos castaños vio desde lo lejos el resplandor verde salir de la varita del muchacho y atravesar el cuerpo de Voldemort mientras este caía. Ya corría hacia él sonriente cuando otra luz la cegó. Era blanca y muy brillante y empezó a envolver a Harry con fuerza. Con la luz se disipó, lo único que quedó del joven fueron sus gafas que cayeron medio rotas al suelo.

Desde ese momento ella se hundió en la soledad y el martirio. No quería ver a nadie. Cuando un día Ginny la animó a salir a dar una vuelta conoció a un chico muy simpático. Se llamaba Roger Hawet y era auror en el ministerio. Era alto, pelo castaño, ojos negros y con una sonrisa cautivadora. A partir de ese momento empezaron a salir más juntos y al final terminaron de novios. Ella le quería mucho aunque no creía que tanto como llegó a amar a Harry.

Pero la joven recibió otro golpe duro en su vida. En plena misión, los mortífagos secuestraron a Roger durante unas horas y más tarde acabaron con su vida. Después de eso las cosas cambiaron. Unos meses de retiro la hicieron ver a Hermione que tenía que comenzar una nueva vida, quizá así lograría cambiar su destino de sufridora. Lo peor de todo es que el día que ella decidió como el primer día de su nueva existencia se encontró con Cho Chang quien tras una charla con ella, se ofreció a ayudarla.

Y ahora no había más que contar. Una nueva vida, así había que definirlo. Se cambió el color de pelo, se lo alisó, se compró ropa nueva, empezó a ganar y ganar dinero sin parar, cuido su figura y salió con muchos hombres.

Se había alejado de sus amigos, apenas veía a sus padres y tenía como mejor amiga a la arpía de Chang…sí, definitivamente, Hermione había caído en una locura crónica. Pero es que había perdido primero a su mejor amigo y el amor de su vida y después…después a un gran hombre dispuesto a amarla. Eso era demasiado.

Hermione Granger se había hecho la chica más popular del mundo mágico y tenía bandadas de chicos a sus pies, bandadas de fans, bandadas de dinero y bandadas de regalos.

Los Weasley habían intentado hacerla entrar en razón pero ella se negaba y solo les lanzaba desprecio con la mirada. Todos se sintieron indignados y abandonaron la lucha aunque estuvieron dispuestos a volverla a aceptar cuando Ron y Ginny la hicieran entrar en razón, porque ellos no desistían. De vez en cuando intentaban hablar con ella pero no conseguían mantener una conversación por más de 5 minutos. Eso les dolía aunque creían ciegamente que cuando Harry regresara recapacitaría y entraría en razón.

Pero…¿regresaría?

Ha regresado

Hermione caminaba por la calle. Había llamado a sus mayordomos cuando empezó a notar que no podía cargar con todas las bolsas y tenía a dos mayordomos detrás cargados de bolsas mientras que ella solo llevaba su cómodo bolso. Aún la quedaba bastante dinero pero decidió que no sería mala idea sumarlo a su ya gran suma que tenía en el banco. Quedó con su chófer a la salida de un parkin y después de dejar las cosas en el maletero y subir al coche se dirigió rumbo a su mansión, a la salida de Londres.

Cuando llegó volvió a subir los malditos escalones.

-"Hubiera sido más practico poner aquí una rampa, estos malditos escalones me matan-pensó. Como si tuviera telepatía con el mayordomo del uniforme, justo cuando ella llegó frente a la puerta de la lujosa casa, esta se abrió dejándola paso al amplio vestíbulo.

-¿Han llegado ya los dos que mandé?-preguntó con desgana viendo como su chófer cogía un carrito y ponía en él las bolsas. Al parecer Hermione pensaba que eran demasiado "inferiores" como para ir en el mismo coche que ella y les había mandado volver en metro, autobús o taxi.

El hombre del uniforme negro se quedó callado. Hermione arqueó las cejas y soltó un suspiro de indignación.

-Comuníqueles en mi nombre cuando vuelvan que están despedidos por impuntuales, que no se crean que pueden aprovecharse de que les he llamado para tomarse un descanso-la tembló un poco la voz al decir todo esto pero lo disimuló. Se quitó un poco las gafas mirando al mayordomo por encima de la montura negra-¿entendido Jefree?

-Claro señora-contestó él.

-Señorita, Jefree, no lo olvides-y subió pesadamente las escaleras dirigiéndose a su habitación. El mayordomo suspiró con disgusto. Siempre le tocaba a él despedir a los empleados de la señorita Granger.

Cuando pidió ese empleo le habían hablado de una chica humilde, con dinero que no deseaba del todo. De una chica simpática, amable, muy agradable e inteligente. Y él estaba ante una persona fría y calculadora. Se podría llegar a decir que sin corazón. No renunciaba a ese empleo porque ya era bastante mayor como para conseguir otro pero la actitud de su señorita le molestaba, irritaba y hasta le daba pena.

-¿Dónde está la joven de la que todos me hablaron?-se preguntó mientras se internaba en la cocina a supervisar la cena del día.

Mientras en la habitación la joven de cabellos "negros" y ojos miel supervisaba sus nuevos conjuntos y modelos contando cada uno y viendo si faltaba algo. De repente sonó su móvil y ella lo cogió esperanzada sin si quiera mirar quien era. Esperaba una llamada muy importante por lo que se llevó una gran decepción al escuchar la voz de su "amigo" Ron al otro lado del teléfono.

-¿Hermione?-preguntó el joven pelirrojo.

-Vaya Ronald, con que por fin aprendiste a utilizar el teléfono, te felicito-dijo ella con sarcasmo y visiblemente decepcionada y disgustada.

-Si bueno lo necesito para…

-Ron sabes que no tengo tiempo, así que rapidito si no te importa-Ron puso una mueca de enfado al otro lado del teléfono.

-Bueno es que esto es difícil, no se como te lo vas a tomar-dijo el pelirrojo en tono borde aunque se controló un poco. Hermione suspiró aburrida. Puso más atención a un nuevo vestido color vino y de textura tan suave y fina como la seda

-No te importa como me lo tome, así que ¡venga! No tengo todo el día y menos para perderlo con esta estúpida conversación.

-Ha regresado-contestó simplemente el chico de ojos azul cielo. Hermione habló confundida

-¿De que demonios hablas?¿Qué ha regresa…?-pero en ese momento fue interrumpida ya que llamaban a la puerta-¡Adelante!-gritó.

-Señorita, discúlpeme, pero es muy importante que baje abajo-le dijo con su típico tono monótono Jefree.

-Un momento Jefree. Ron-dijo dirigiéndose al pelirrojo al otro lado del teléfono-te tengo que dejar, me ha surgido algo, no puedo seguir hablando contigo.

-¡Pero Mione va hacia allí, estará llegando…-pero la joven le interrumpió.

¿No me has entendido Ron? ¿NO-PUEDO-HABLAR-OK? Te dejo-y cerró bruscamente su móvil sin dejar a Ron replicar-Bueno Jefree, ¿que era eso tan importante?-parecía incluso feliz de haber terminado la llamada.

-Sígame, señorita.

Hermione siguió al hombre. Antes de salir del pasillo ya se escuchaban voces en el vestíbulo. Los identificó como llantos lejanos. Miró entre extrañada e indiferente al mayordomo que apenas colocó su vista en ella en todo el recorrido. Al llegar a la gran escalinata, Hermione no pudo más que abrir la boca ante la situación. Un chico de unos veintitantos intentaba animar a otro que soltaba lágrimas de rabia e impotencia. La cocinera había salido de la cocina junto con más amas y todas miraban la escena compungidas.

¡¡¡Tú!-exclamó con los ojos rojos el hombre que lloraba y señalando a Hermione. Hermione bajó las escaleras. Al principio la invadió el temor y la pena pero luego recordó su papel e intentó aparentar lo más indiferente posible.

Vamos Hermione, llevas 5 años haciéndolo.

¿Qué haces todavía aquí?-le preguntó cruelmente al criado. Este la miró furioso.

M-e…me h-as des-pe-d-ido-dijo. Le temblaba la voz y también temblaba él-Eres una arpía…¡Despedirme por llegar 5 minutos después que usted! A quien se lo ocurre.

A mí, caballero, y ahora hágame el favor y salga de mi casa-la chica le señaló la puerta con una mirada de autosuficiencia y el brazo completamente recto. El hombre volvió a temblar ligeramente y se acercó un poco más a la chica quedando a tan solo dos pasos de ella.

Me voy, pero antes tenga la conciencia tranquila ya que acaba de destruir a mi familia- y dicho esto se dio la vuelta mientras el otro sirviente despedido salía por la puerta pero al parecer no pensaba quedarse allí ya que volvió a darse la vuelta, encaró a una Hermione orgullosa y la escupió en toda la mejilla y no le llegó a los ojos por las gafas negras que la protegían. Salió disparado por la puerta mientras Hermione se limpiaba con la mano el gapo de la mejilla y salía corriendo hacia el joven del escupitajo.

¡¡¡Pues que sepas imbécil que ya me encargaré yo…-pero de repente abrió los ojos y se calló al instante. Se quedó quieta, sin habla mientras miraba enfrente suyo, bajando las escaleras.

No puede ser. Aquí no. Respira, tranquila, debe de ser una de tus alucinaciones.

Pero parecía tan real.

Hermione volvió a mirar hacia allí. Luego volvió a recordar su conversación con Ron.

-"Ha regresado"-contestó simplemente Ron…Ha regresado…Ha regresado…¡Mierda, mierda, mierda! HA REGRESADO.

Suspiró. Parecía que el corazón se la iba a salir del pecho. Él se sacudió un poco su cabello negro inconscientemente y ella sonrió ante ese gesto recordando…¿recordando?

-Mione no puedes recordar ahora, no ahora. Has cambiado y se lo demostrarás. No volverás a ser como antes. Él te abandonó.

Se fijó en sus nuevas gafas de una fina montura negra. Su cuerpo seguía igual de perfecto que el día de la batalla. Ni mucho músculo ni poco, simplemente lo adecuado. Al parecer la ropa que llevaba era de Ron, o al menos la camisa, que ella había visto como Ronald la usaba. Llegó hasta donde estaba ella en trance observándole y sonrió nervioso.

Disculpe…¿sabe si aquí vive Hermione Granger?-le preguntó a ella misma.

-No me reconoció-pensó la joven dolida.

Sí-contestó ella. Harry giró el cuello bruscamente ya que tenía la vista fija en el mayordomo que esperaba en la puerta. Abrió mucho los ojos y miró a la joven de arriba abajo, como examinándola.

¿Her…H-erm-ion-e?-preguntó muy sorprendido.

La misma-confesó la chica. Harry esperó a que ella se abalanzara sobre él y le abrazara como siempre hacia, pero no lo hizo. La siguió mirando evaluándola.

Está enfada conmigo-pensó el moreno-debe de pensar que la dejé sola todos estos años. ¿Cómo pudo cambiarse el color de pelo? Me encantaba su castaño y ella lo sabía y… ¿cómo pudo aliárselo? También sabía que su pelo indomable me atraía.

¿Entras?-preguntó Hermione. El chico se sobresaltó al escuchar la frialdad que tenía en su tono de voz al pronunciar esas simples palabras y un escalofrío recorrió su cuerpo cuando la chica se quitó las gafas y le miró. Él asintió lentamente y pasó hacia el vestíbulo. Tuvo que cerrar la boca para no quedar en ridículo ya que estaba muy asombrado. Recordó la mirada que le echó Hermione en la entrada, parecía tan fría y tan distante.

Jefree-escuchó de repente su suave voz, aunque en ese momento tenía algo que le faltaba de sus años en Hogwarts y algo que, precisamente, no le hacia sentirse cómodo al joven de ojos verdes-prepara té y llévanoslo al jardín-el mayordomo asintió con la cabeza y se fue por una puerta de la derecha que Harry creyó identificar como la cocina de la mansión.

Hermione le conduzco por la puerta de la izquierda que daba al inmenso salón. Después de atravesarlo salieron al gran jardín donde no faltaba nada. Hermione tenía una cancha de tenis, una piscina inmensa que en verano se destapaba y en invierno se hacía cubierta, un gran trozo de parcela con césped donde había un par de árboles con una hamaca que colgaba de dos, una fuente muy bonita, muchas flores y un circulo en medio del césped donde habían colocado una especie de toldo blanco que se sujetaba por unos soportes negros con detalles y debajo del toldo, en el centro del círculo una mesa redonda de madera con seis sillas y una zona según salías del salón con baldosas grises simulando piedras donde había un toldo, una mesa de madera, sillas, dos sillones individuales muy cómodos con una mesa entre medias de mimbre y en un rincón una pequeña sombrilla que daba sombra a una cesta para gatos. También había una gran barandilla para que no te cayeras y unos escalones por los que bajabas al jardín.

Su "amiga" le llevó hacia los sillones y le ofreció asiento. Él se sentó todavía mirando el inmenso jardín. Jefree trajo el té y lo dejó en la pequeña mesa de mimbre. Hermione cogió una taza y se sirvió.

Sírvete-le dijo sin a penas inmutarse. Harry se sirvió un poco de té y dio un pequeño sorbo.

Parece que te va muy bien Mione-dijo después de unos segundos de silencio.

No me quejo- respondió ella sin mirarle-tengo todo lo que cualquiera podría desear-esta vez si le miró pero fue un contacto muy corto. Harry creyó que le estaba gastando una broma y por eso le miraba así y le trataba con esa frialdad.

¿Qué paso antes? ¿Por qué trataste así a ese hombre Herms?-la joven de cabellos "negros" tembló ligeramente.

Eso no es asunto tuyo-le respondió fríamente-y aunque lo fuera te digo que se lo merecía-esto lo dijo con aires de triunfo y superioridad.

¿Me estás gastando una broma?-preguntó el joven molesto y extrañado.

¿Por qué debería hacerlo?-le preguntó también la chica levantándose y paseando por el trozo de baldosas.

Porque tú antes no eras así, has cambiado-escuchó el ruido de una porcelana rota y miró a la chica que recogía rápidamente los trozos de porcelana. Escuchó una maldición. Al parecer se había cortado con la porcelana.

Hermione déjame…-pero fue interrumpido por el grito de Hermione.

¡Jefree-llamó-ven aquí y recoge esto!-al minuto llegó el mayordomo con un cepillo y un recogedor y cuando recogió la porcelana, con una reverencia, se alejó. Harry llegó hasta ella y la cogió la mano para mirarla pero esta se soltó bruscamente.

¡Supongo que para ti todo será muy fácil, perdido todos estos años, vagando por ahí, sin mandarnos cartas, sin una mera noticia tuya y ahora vienes aquí y me reprochas que haya cambiado! Pues señor Potter claro que lo he hecho y si ha pasado a ti no debería importante-se tranquilizó y se limpió una solitaria lágrima que caía por su mejilla-ahora vete-dijo y se dio la vuelta mientras empezaba a bajar las escaleras y se perdía por el jardín. Harry la miró una última vez antes de que Jefree le tocara el brazo con delicadeza.

Señor, tengo que atender las órdenes de mi señora-dijo el mayordomo cortésmente. Harry asintió. Le condujo a la salida de la casa.

¿Le puedo hacer una pregunta?-le preguntó el hombre a Harry.

Eso ni se pregunta, Jefree-respondió él ,aún con la imagen de Hermione en su retina.

¿Conocía usted a la señorita Granger antes de que cambiara?-Harry le miró directamente a los profundos ojos negros del mayordomo.

Por supuesto. Éramos muy buenos amigos, los mejores-tocó ligeramente su hombro y con una triste sonrisa bajó los escalones. El mayordomo sonrió y habló para sí mismo cerrando la puerta.

Entonces trendé que concertar más citas para usted a esta casa-murmuró sonriente

Bueno…aquí está el primer capítulo de esta nueva historia. Hacia algún tiempo que lo tenía preparado, este capítulo y también el segundo están ya listos. Sé que subí hace nada mi anterior One-Shot pero como ya tenía hechas las dos cosas pues decidí que no tenía porque tardar en subir esta historia también.

Por supuesto este fic es un HHr aunque si algún RHr o de cualquier otra pareja quiere leerlo no hay problema, yo he leído RHr o HG (que los odio a muerte) alucinantes y lo he admitido aunque no me guste esa pareja para nada.

Bueno el primer capítulo no está mal aunque admito que el segundo es un poco aburrido porque cuenta cuando Harry llega a la Madriguera y el porque no regresó antes. A partir del tercer capítulo se anima más la cosa.

Como siempre, tengan piedad de esta joven escritora principiante y agradezco aquí los reviews que de momento me dejaron en mi "¿Un sueño?" Pipu- Radcliffe y JakeGranger.

Gracias por molestarse en dejarme reviews, ¡no saben cuanto se lo agradezco! ¡Y de veras que seguiré escribiendo aunque sea por ustedes:P jejeje

Se despide con cariño:

Elen-Grantter