Año Nuevo.

-Abre la maldita puerta Konan –Le dije a mi amiga que se tambaleaba de un lado a otro intentando meter la llave en la perilla –Sabes que, dámela a mí –Intente tomar las llaves y entregarle las bolsas que llevaba en ambas manos. Ella solo puso uno de sus dedos sobre mis labios haciéndome callar.

-Déjamelo a mí pechos –Comentó mi amiga entre risas fallando ya cinco veces hasta poder abrir la puerta. Suspire aliviada.

Entramos entre tropezones al departamento en el que vivíamos las dos. Deje las bolsas sobre una mesa de café que teníamos en medio de la sala.

-Feliz año nuevo –Escuche decir de mi amiga quien se sentaba sobre el sofá de cuero blanco en forma de L. Me reí y me senté a su lado. Estábamos demasiado mal ¿La razón? Nos encontrábamos celebrando año nuevo dos horas antes en la casa de Sasori, que después de sonar el reloj y todos gritáramos año nuevo, decidimos irnos de allí y pasar por una licorería para beber en casa –Estoy muy ebria –Dijo Konan mientras se acomodaba su vestido corto de color azul que estaba adornado con pedrería en la parte delantera.

-Creo que nos hemos excedido –Dije mirando las bolsas repletas de cerveza, vino y aguardiente. Mi amiga golpeo mi pierna llamando mi atención.

-¿Y si llamamos a alguien a que nos ayude con esto? –Mire como sus pestañas subían y bajaban rápidamente. Oh no.

-¿Lo llamaras verdad? –La miré y ella solo río –No Konan –Asegure y ella se agarró de mi brazo.

-Por favor Hina –Se veía graciosa –Llevo días sin verle.

-Pero lo viste hace dos días –Ella dejo de moverse y me miro.

-¿Enserio? –Asentí.

-Oh vamos Hina –Volvió a agarrar mi brazo –Por fa –Suspire. Ella era una gran amiga y debía de dejarla; gracias a ella es que vivía en un apartamento pequeño pero bonito y así mismo ella cuidaba de mí cuando las chicas se metían conmigo.

-Bueno –Dije y ella se levantó de un salto.

-Te adoro Pechos –Odiaba ese sobrenombre. Camino directo a nuestra habitación y me quede allí sola ¿Y si abría el vino?

Me levante del sofá y saque de una de las bolsas una botella de vino escogido especialmente por mí. Pase frente a un espejo que teníamos contra la pared donde nos veíamos antes de salir algún sitio. Me fije en el vestido que había comprado justo dos días antes de que decidiéramos salir.

Era de color negro un poco más abajo que el de Konan; seis centímetros sobre la rodilla. Era ajustado al cuerpo y venía en V dejando un poco mis senos a la vista. Agradecía que este tuviera una malla justo al medio que disimulaba. Caminé hasta la cocina y puse la botella sobre el mesón.

-Konan ¿Sabes dónde está el sacacorchos? –Grite.

-Espera un momento –Supongo que ya estaba hablando con su novio. Escuche sus pasos acercándose hasta donde me encontraba y me señalo con su dedo un cajón de la parte superior. Intente estirarme pero al igual no alcanzaba; fue cuando sentí una nalgada.

-KONAN –Grite mientras me alejaba y acariciaba mi trasero.

-A ver bajita –Me saco la lengua y sin necesidad de estirar toda la planta de sus pies tomo el sacacorchos y me lo entrego. La mire y ella sonrío.

-Sígueme diciendo –Le dijo ahora al teléfono ¿El novio de Konan? Era un chico gentil, animado y gracioso. Pero no me esperaba que fuera tan diferente a lo que me cría. Konan tiene un piercing bajo su labio, así que pensé que el chico debería de ser igual que rudo y también poseedor de algún piercing. El día de lo conocí mi alma desapareció.

El chico tenía más de cien piercings sobre su cuerpo, que incluso me pude fijar en que tenía dos sobre su clavícula.

-¿Quieres probar? –Pregunté a mi amiga quien ahora ya había colgado.

-Claro –Me dijo y saque dos copas esenciales que solo usábamos cuando eran: Cumpleaños, fiestas, fines de semestre, cumpleaños de mascotas, gana una competición la universidad y como ahora, año nuevo. Serví en una copa y se la entregue.

-Adivina –Dijo recibiendo la copa y dispuesta a beberla.

-¿Qué? –Serví en mi copa.

-Pain se encontraba en una reunión familiar –Mire a mi amiga con la boca abierta.

-¿Pain con su familia? –Tape la botella y mire como mi amiga jugaba con su cabello y me miraba con sus ojos ámbar.

-Y sin piercings –Abrí mis ojos de nuevo.

-¿Sin piercings? –Grite y ella asintió. No lograba imaginármelo sin todas esas cosas sobre él -¿Y qué te dijo? –Camine al sofá en donde nos sentamos las dos.

-Bueno, vendrá y –Ahora tenía una sonrisa pícara sobre su rostro –Traerá a un negro de dos metros para ti –Me espante.

-Konan –Le reproche y ella río.

-No te preocupes, vigilare que no te parta en dos –Y comenzó a carcajearse mientras que yo me quedaba congelada y sudando –Era broma –Sentencio y yo suspire aliviada.

-No me hagas tener un infarto –Le dije y ella solo me sonrío.

-Bueno, solo traerá a tres personas –Espere que continuara –Su familia está unida junto con otra que al igual tienen dinero y dicen ser beneficiaros para los pobre, pero en verdad son cerdos asquerosos.

-Lindas palabras –Dije y bebí de mi copa. El sabor a mora acaricio mi garganta. Delicioso.

-Y como sabes, a esta edad nadie disfruta de una fiesta de ancianos –Reímos las dos –Oh y esto sabe magnifico –Me mostro su copa.

-¿Cuándo me equivoco? –Ella bufo.

-A veces –Luego vi como ella abría sus ojos –Ahora que recuerdo, encontré esto –Y me paralicé. Allí estaba lo que había escondido hace varios años y tenía pruebas sobre mi pasado -¿Es un anuario no?

-¿De dónde lo sacaste? –Le pregunte y lo cogí entre mis manos sintiendo la tapa gruesa de este con el escudo de mi escuela secundaria.

-Mientras buscaba el teléfono, mire bajo la cama y lo encontré –A veces a Konan la mataba la curiosidad -¿Podemos verlo? –Trague saliva. La verdad no lo deseaba, pero una parte de mí decía que sí. Levante la tapa.

-Aquí viene lo más duro –Resople.