Ella era todo lo que pedía, desde que la vi en aquella cafetería en Filadelfia. Me había cautivado con solo un "Me hiciste esperar mucho tiempo" que al principio no le encontraba un significado concreto pero igual la tome en mis brazos y me disculpe con aquella extraña bailarina del reino vampírico. Salimos de la cafetería y estuvimos juntos desde entonces, compartiendo momentos felices, sentimientos, historias, dolores por mis deslices, hasta que Ella tuvo una visión. Si, ese era su don. Veía el futuro, pero sus visiones eran subjetivas, solo veía las decisiones que la gente tomaba. Pero esa visión era para cambiar el rumbo de nuestras vidas, aunque yo tenia otra definición para esta vida mitológica, Ella decía que nosotros, los vampiros, si podíamos tener una vida o alma. En su visión, había visto una familia, para ser mas específicos el clan Cullen, que estaba conformado por el "jefe", la esposa, y sus tres hijos, y se alimentaban de sangre animal, ellos mismos se llamaban a si mismos "vegetarianos".

Viajamos por toda Canadá y Estados Unidos buscándolos y alimentándonos como su forma de vida, hasta que llegamos a un pequeño pueblito llamado Forks. Era verdaderamente hogareño para los vampiros ya que el 97% de los días el cielo estaba cubierto por nubes. Los encontramos en su residencia y nos aceptaron y trataron como dos hijos más.

Fue todo así desde ese entonces, juntos como familia, como amantes, novios, como ustedes los quieran llamar.

Ella. Ella era mi todo. Mi pasado, mi presente, mi futuro. Sin Ella no quería una vida. Sin Ella no quería existir. Sin Ella no era nada. Nunca fui nada sin Ella.

Porque Ella era mi otra mitad, mi media naranja, como ahora lo llaman.

Porque yo sin Ella no concebía una existencia digna y feliz... Sin Ella, sin mi Alice.