No modifique nada de la historia, solo retoque algunas cosas, se perfectamente que aun hay errores y de verdad lo siento por eso, espero que lo disfruten así como yo.

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Dedicado a la persona que con sus maquiavélicos pensamientos me hizo pensar a Shion de esta manera, espero te guste ASALEA19 va dedicado a ti que gracias a tus ideas salió esto, sin más espero que a todas les guste y comenten.

Posdata: Shion sigue siendo mío.

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"Shion es sexy" pensamientos del personaje.

Shion es sexy— comunicación vía cosmos.


Provocaciones

Había sido convocada por el patriarca. Ese hombre la volvía loca y no en un buen sentido. Su vestido se contoneaba al son de sus caderas, pero que no impedía apreciar las curvas de su cuerpo, sus largas piernas, su estrecha cintura, sus bien dotados senos y su cabello largo rizado color chocolate que Shion le recalcaba era muy inusual en el santuario, pero lo que más le recalcaba eran sus extraños ojos rojos.

Era una doncella al servicio del templo principal, y era en cierto modo la preferida de Shion, pero solo la preferida para sacarla de quicio. Insufrible, el patriarca era un hombre insufrible, ella pensó que con los años que se cargaba seria: serio, altivo, orgulloso, imponente, bueno si tenía esos adjetivos y lo cumplía muy bien, pero a la vez era: juguetón, travieso, insoportable, hasta infantil. Le gustaba ponerla en apuros y enojarla.

Ella suspiro derrotada, debía cuidarlo por orden de su superiora, pues ella ya se iba a retirar y ella la supliría como la doncella en jefe al servicio del papa, por esa razón es que pasaba mucho tiempo con Shion, pues él comenzó a tratarla y le tomo mucha confianza hasta el punto de tutearse. Toco la puerta y no hubo respuesta, así que entro a la alcoba del hombre que regia el santuario, el que estaba por encima de todos, lo encontró en su cama sin camisa y solo con un pantalón ajustado, respirando con dificultad. Había poca iluminación en el ambiente, pero eso no le impedía apreciar los músculos de su espalda, así que a paso lento para no tropezar se acerco a la cama.

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—Shion, Shion despierte, vamos —lo mecía suavemente ¡Este hombre hervía en fiebre!

Un quejido salió de él —¿Qué pasa? ¡Qué dolor! Me duele todo, hasta el pensamiento me duele —Shion se quejaba con su voz profunda y enronquecida, con una mano en su frente. Este hombre era una amenaza, era tan provocador.

—¿Por qué no me llamaste antes? ¡Esperaste hasta que prácticamente te estabas muriendo ¿verdad?! —respondió ella quitado esos pensamientos inadecuados.

—No me regañes mujer —el semblante del lemuriano se miraba muy mal.

—Espera, enseguida vuelvo, voy por algo para bajarte la fiebre —salió de la habitación a paso rápido, cuando volvía traía un recipiente con agua y una infusión para que no sintiera tanto dolor.

Cuando entro nuevamente abrió la boca sorprendida, lo miraba con la vista inquieta ese hombre lo hacía apropósito de eso no había duda, lo miro detenidamente tal vez no, tal vez era que la fiebre que se cargaba era muy fuerte que tubo que quitarse los pantalones y tirarlo a media instancia, supuso que no traía nada de nada bajo la fina sabana que lo cubría. Golpeo su frente con la palma de su mano, y su piel normalmente bronceada se coloreo de un tenue rosa en sus mejillas, tenía unas ganas de golpearlo, pero a la vez tenía ganas de… interrumpió ese hilo de pensamiento, no era correcto que ella pensara de esa forma del patriarca.

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—Shion eres un desgraciado —susurro por lo bajo.

Suspiro otra vez y puso un paño húmedo en la frente masculina, aparto un mechón del cabello del patriarca, que se había adherido a su mejilla por el sudor.

Su ojos rojizos desfilaba por las insinuaciones que se proyectaban en la sabana sobre el cuerpo masculino, aparto un rizo chocolate de su hombro y puso las cosas en una mesa cercana a la cama. Su cara estaba roja, no debía pensar cosas impuras sobre el patriarca, pero como evitarlo si lo veía así, pues Shion dormía boca arriba con sus cabellos desparramados en la almohada entre las penumbras de sus aposentos.

Como en esos días calurosos como solo lo eran en Grecia él Solía dormir (cuando lo hacía, pues trabajaba hasta altas horas de la noche), lo hacía sin nada más que una delgada sabana sobre su cuerpo con su piel brillaba por el sudor.

Su patriarca era un instigador, por querer que ella lo viera así ¡pero que decía! Él era el santo padre, la cabeza del santuario y estaba hirviendo en fiebre, no debía pensar así, pero vio su piel perlada de sudor, su rostro sonrojado. Un quejido salió de los labios de Shion y ella dirigió su vista a él y paso nuevamente el paño húmedo en su frente y él volvió a quejarse.

La fiebre no cedía, así entre quejidos Shion se dio media vuelta quedando boca abajo tirando el paño húmedo de su frente al suelo, un brazo colgaba de su cama con la sabana a mitad de su espalda, sus cabellos sobre una parte de su espalda y su hombro se adherían a su piel por el sudor, respiraba con dificultad por suerte la sabana seguía en su lugar, su espalda estaba más caliente lo pudo sentí con solo acercar su mano. Su fuerte espalda también estaba perlada de sudor y un nuevo quejido se apodero de Shion.

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—Provocador —salió de sus labios rosas, en apenas un susurro.

—Sabes que no lo soy. Deja de verme así y no te aproveches de un hombre convaleciente —Shion le respondió con voz ronca y profunda. Estando boca abajo no tenía fuerzas para girar su cuerpo.

—Si tienes razón, a tu edad no deberías esforzarte mucho abuelito, vamos bebe esta infusión te hará sentir mejor —dijo ofreciendo la sustancia.

—Abuelo ni un quinto, aunque tenga doscientos y tantos años, mi cuerpo ahora es joven ¿que no lo ves? ¡No quiero esa cosa de seguro sabe horrible!

—Si, si, lo que diga su ilustrísima "si que noto tu cuerpo joder, deja de provocarme" —pensó para sí la chicabébela, no me importa que sabor tenga es para que te sientas mejor.

—Ahora que mosco te pico, o es que acaso la fiebre ya me está afectando, tú tratándome con el respeto que me merezco… —elevo un poco su cabeza, pese que aun estaba boca abajo y miro con desprecio el liquido— ya dije que no quiero esa cosa.

—Gracioso, lo aria más seguido si no me sacaras de mis cabales, me pregunto si a la doncella principal le dabas tantos dolores de cabeza como a mí, debes descansar entendido. Además… —le lanzo un cojín suavemente— eres un provocador ¿Por qué estas sin ropa degenerado? Si otra doncella venia, capas la matas de la impresión de ver al santo padre en estas fachas —respondió poniendo la infusión a un lado, pues sabía que no aria tomarla al terco del patriarca.

—No soy degenerado me estorbaba, sentía que me quemaba y sabia que te enviarían a ti yo lo dispuse así, pues tú tienes mi confianza y con respecto a la doncella principal, la respuesta es no. Esa mujer me da escalofríos —respondía con su voz profunda y ronca que le erizaba la piel, Shion levanto levemente su cabeza y enfoco su vista en ella, le dedico una débil sonrisa, sus labios estaban rojos por la alta temperatura.

—Te lo agradezco, por tenerme confianza y eres muy sabio a esa mujer no hay que hacerla enojar —lo miro detenidamente— date la vuelta —Shion negó con la cabeza, solo giro su rostro para estar más cómodo.

—¡Date la vuelta degenerado! Ya sé que tienes buena retaguardia, pero acomódate —le ordeno a la vez que volvía a humedecer el paño, el volvió a negar con la cabeza y abrió sus ojos, estaban vidriosos y su nariz estaba roja.

—Así estoy cómodo, no me moleste y deja de verme el trasero ¡depravada! —y se dispuso a descansar sin hacer caso omiso a ella.

Depravada, ella depravada, más vale que el patriarca cerrara la boca, porque entonces no respondería de sus actos.

—¡Eres necio! —respondió la joven enojada por el ultimo comentario de Shion.

—Ya me lo han dicho. Después de todo soy Aries.

—Cínico, no pongas trabas anda —lo mecía del hombro para que se diera vuelta.

—Déjame, así estoy bien —Shion arrastraba las palabras, de hecho contestaba medio dormido.

—Vamos colabora —no hubo respuestas del lemuriano, un suspiro frustrado salió de sus labios rojos— te comportas como un niño.

Shion respiraba pausadamente. Lo empujo y le dio vuelta, el brazo que estaba colgando de la cama quedo sobre su pecho, ella lo aparto y lo acomodo lo mejor que pudo, despejo su rostro de los cabellos que se le habían adherido debido al sudor, había entreabierto sus labios rojos por la fiebre, para respirar mejor.

Pero volvió a girarse, ella volvió a poner Shion boca arriba y él volvió a protestar en su inconsciencia, y quiso volver a girarse, ella se lo impidió sosteniéndolo por sus hombros, empujándolo nuevamente en la cama, Shion aun inconsciente frunce sus puntitos y dijo algo que ella no logro entender (en su idioma natal tal vez), tiro una patada que llevaba el propósito de quitarse la cobija, ella profirió un grito ahogado y cubrió su rostro, espero unos segundos y vio por entre sus dedos, pues sus manos se habían negado abandonar su rostro rojo como un tomate, incluso estaba más roja que Shion.

Suspiro aliviada. La sabana no se cayó del cuerpo como ella pensaba, solo se había deslizado hasta debajo de su ombligo ¡Por dios este hombre era una amenaza para su salud mental! Con manos temblorosas agarro la orilla de la sabana y la deslizo por el cuerpo afiebrado de Shion hasta ponerlo cerca de su cuello, pero Shion era necio, incluso dormido, de un manotazo volvió a empujar la sabana, ella lo miraba furiosas ¿que se creía este hombre?, anciano o no, no iba a tolerarlo mucho tiempo, aunque de anciano no tenía ni un pelo.

Así paso en vela la noche, aliviando la fiebre de Shion, para la madrugada se había quedado dormida, sobre la silla en que supuestamente vigilaba a Shion. Como todo santo de Athena se recupero muy rápido, por la mañana Shion se sentía mejor, pero, eso no era lo importante, sino mas bien la chica frente a él, la miraba con una expresión de ternura e insana diversión.

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—Vaya, ¿está es la persona que me cuidaría mientras estaba convaleciente? que dejada —oyó que Shion le decía con burla, abrió sus ojos rojos con molestia y miro a Shion sentado en la cama, aun habían rastros de fiebre por sus sonrojadas mejías y nariz.

—Aun estas mal, sigue descansando —respondió con los nervios de punta, pues la sabana esta por su vientre, ya que él estaba sentado y recostado contra el espaldar de la cama.

—"Tan de mañana y ya busca pleito"—pensó con un creciente enojo

—¿Qué te pasa Karina? ¿Por qué me miras así?

—¡Eres un exhibicionista! —increpo, viendo al lado contrario de Shion. Él solo sonrió.

—¿Perdón? Como que exhibicionista, dime, has visto una parte de mi cuerpo que no se ve en los hombres que entrenan aquí, no te hagas que nunca los has visto pasear sin camisas por el coliseo.

—Sí, eso lo sé, pero ellos no lo hacen con mala intención.

—¿Y yo si lo hago? —pregunto con malicia.

—Eres insufrible —no tenia caso, mejor dejar eso de lado— debes tomar un baño, así que hazlo —ella se puso de pie y recogió la ropa que Shion había tirado el día anterior, pues no tenia como refutar la pregunta del patriarca.

—¿Por que eres así? Yo no hago nada.

—¡A bañarte he dicho! —respondió enojada.

—¡Si, señora! usted manda —le contesto, mientras de reojo miraba sus bien dotados senos y no era un pervertido, pero que otra cosa podría hacer, cuando era ella quien se inclinaba para recoger saber qué cosa del suelo y mostraba levemente sus atributos gracias al escote de su vestido.

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El tan solo ato la sabana a sus cadera, no la ato a su cintura, noo claro que no, el muy desgraciado lo hacía apropósito, el nudo rosaba muy cerca de su…. sacudió la cabeza fuertemente, no caería, después de todo no era correcto, él era el santo padre del santuario.

Shion la miraba divertido, como le encantaba provocarla, le gustaba mucho ella, porque no mejor simplemente aceptaba que él le gustaba también, era muy orgullosa, negó levemente e ingreso a su baño (más bien piscina).

Ni bien llevaba un minuto dentro del baño y la pobre doncella ya quería matarlo.

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—Karina oye aun estoy convaleciente, ¡ayúdame! —grito desde dentro del baño.

—¿Qué? Estás loco, puedes solito —también grito desde el otro lado de la puerta.

—No me alcanzo la espalda, los huesos me duelen ¿Qué esperas? Sino manada a otra de las doncellas.

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Eso la enojo, ¿acaso sería tan descarado? Entro con la frente en alto y muy seria, Shion la miraba por sobre su hombro, sonriente, sentado en las muy cristalinas aguas dándole la espalda, giro el cuerpo y la miro con una sonrisa torcida, extendiéndole una esponja que apretaba para que saliera espuma, Karina lo sabía, lo hacía a propósito, de eso estaba segura.

Ella solo atinaba a ver que el agua jabonosa resbalaba de su mano por su muñeca y seguía en forma de hilos por su fuerte brazo resbalando por su piel mojada. Le arrebato la esponja viendo para otro lado, pues el descarado estaba como si nada a pesar de estar como dios lo trajo al mundo, el seguía sonriente, ella se sentó en el filo de la tina, solo sumergiendo sus piernas en el agua, su vestido se lo arremanso hasta arriba de sus rodillas y Shion bien quitado de la pena se posiciono entre sus piernas.

Ella comenzó su labor, primero sus cuello, luego sus hombros, sus brazos. Su mirada vagaba entre los fuertes músculos de su espalda y se pregunto cuándo es que entrenaba, pues nunca nadie había visto al santo padre entrenar y dudaba que el cuerpo de él fuera así de trabajado por naturaleza, eso era un misterio. Sus manos no temblaban, pero, su pulso estaba acelerado.

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—Gracias Karina, pero si no querías, ¿por qué no enviaste a otra? — Respondió juguetón, ella le dio un jalón de pelo interrumpiéndolo, él solo se quejo, pero el semblante provocador que tenia y que la linda de Karina no podía ver por estar a su espalda no se borro de su rostro— ¿podrías lavarme el cabello?, es mucho trabajo para mí en estos momentos, lo siento pegajoso.

—Para evitarte ese trabajo, lo que te puedo ofrecer es cortártelo.

—Que cruel, si no quieres solo dímelo si, otra doncella puede hacerlo.

—Bueno si así lo quieres ¿Qué esperas para llamar? —El miro desconcertado y ella triunfante — ¡vamos!

—Insisto, que cruel, sabes que mi confianza es para ti, no me fio de las nuevas.

—¿Miedo de que se te echen encima?

—Me he vuelto un poco desconfiado desde lo de ares, no me culpes, usurpo el cuerpo de mi subordinado y me asesino, quien quita y el próximo que me quiera matar sea una doncella.

—Dramático, ¿y por qué no dudas de mi? —pregunto ella, mientras comenzaba a lavar la cabellera de Shion inconscientemente.

—Porque veo en tu corazón que eres buena persona, eso y eres la única que tolera que la tutee, las otras salen espantadas como si he dicho una blasfemia, va ni que tuviera una enfermedad contagiosa.

—Debes entender, que el santo padre las tutee, es como si un dios les dijera que las ama ¿entiendes?

—Pero solo soy un humano, a veces los humanos necesitan algo tan simple como el hecho de hablar con familiaridad con otra persona, y el idiota de Dohko no se viene mucho por aquí, así que, te agradezco que estés a mi lado.

—¡Vaya! que honor, gracias —él rió, ella termino de lavarle el cabello y se reprendió mentalmente, pues había dicho que no lo aria, bueno lo hecho, hecho estaba.

—Vamos, sal de aquí o te enfermeras más.

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Ella salió en busca der unas toallas y ropa para que Shion se cambiara, casi se le cae la mandíbula, cuando vio salir a Shion con la dichosa sabana a sus caderas y sus cabellos escurriendo agua, mojando la tela, haciendo que se pegara a sus caderas y piernas. Su corazón se encogió y latía muy rápido, debía de tranquilizarse, sino Shion lo notaria y seria su fin.

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—¿Por qué no esperaste?

—Dijiste que saliera y te hice caso.

—Toma, sécate el cabello —ella le extendió una toalla, él la tomo y comenzó secar su larga melena y mientras lo hacía, la miraba sonriente.

¿Por qué sonreía? Algo le decía que era mejor no saberlo, así que mejor olvidarlo. Miro a la mesa frente a ella y se preparo para la futura batalla, ¿ya había dicho que Shion era terco? ¿No? Pues lo era, mucho.

—Shion debes tomarla y no hagas esa cara no eres un niño, anda —Karina le ofrecía un nuevo preparado para que Shion lo bebiese.

—Ya dije que no lo quiero mujer, aleja eso de mí, no lo tomare y punto —respondió cruzándose de brazos, tirando la toalla en el suelo, lo que provoco que Karina se le secara la boca y le temblaran las piernas ese hombre delante suyo era toda una visión para deleitarse, pero retomo el control de sí misma.

—Si lo harás —le mostro la infusión humeante.

—No lo haré — y el amablemente la alejo de sí.

Ya estaba había perdido los estribos —¡Que si!

—¡NO! —y por su puesto él lo noto, pero no solo por eso se dejaría doblegar.

—¡SI!

—No he dicho y es mi última palabra —si que era terco, pero ella no se daría por vencida.

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Peleaban y empujaban como una pelota de pimpón la infusión. Él la sujetaba de la muñeca y retiraba de si ese horrible liquido, ella muy enojada se lo acercaba nuevamente, la chica retrocedió un paso debido a la fuerza de Shion y el avanzo otro paso y al siguiente paso, ella se enredo en su largo vestido. Shion estaba dispuesto a frenar la caída y no es que se iban a lastimar, pues caerían en algo blando, pero un golpe en la puerta lo distrajo y callo con una Karina muy sorprendida en la cama mullida, el problema, solo que se llevaron las cosas que ella había puesto la noche anterior en la mesa al lado de la cama con un gran estruendo y derramando la infusión en el piso de la habitación.

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Milo iba rumbo a los aposentos del patriarca, pues se había enterado que el santo padre está muy mal de salud, iba rumbo a su objetivo, toco la puerta y de repente oyó un estruendo, obvio que se preocupo, algo habría pasado.

Milo era impulsivo, así que abrió la puerta de un tirón, sus ojos se abrieron con sorpresa y picardía, la escena que se montaban el santo padre y la doncella al servicio de Shion.

Y la situación es la siguiente: ella estaba recostada en la cama de Shion con sus largos rizos chocolates esparramados en las blancas sabanas, con los pies apoyados en el suelo y Shion prácticamente encima de ella, solo separados por el espacio que daba el brazo de Shion apoyado con su codo para no aplastarla, y que conste esa distancia era mínima, pues su otro brazo sujetaba la muñeca de ella sobre la cama, una rodilla apoyada en el colchón y la otra pierna apoyada en el suelo y entres las piernas de Karina, el patriarca solo portaba una sabana en su cadera. Había un vaso tirado en el suelo.

Milo cerró los ojos con expresión de culpa, pero se mantuvo firme en la puerta. Karina temblaba ¡pero de furia! Shion estaba como si nada, ahora Milo los miraba sorprendido y divertido.

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—No es lo que piensa "a qué horas piensas levantarte" —que les pasaba a estos hombres que no reaccionaban ni uno ni el otro.

—Maestro Shion, lamento interrumpirlos ya mismo me retiro.

—¡Buenos días Milo! No te preocupes ¿Que deseas?

—Enserio, me retiro, no quiero importunar.

—No la haces —respondió muy tranquilo Shion.

De un empujón con su mano libre Karina empujo a Shion, obligándolo que se levantara y la soltara, logro ponerse de pie y enfilaba a la salida con todo el orgullo que le quedaba, pero la voz de Shion la detuvo.

—¿No me ayudaras a cambiarme? Estoy convaleciente —estaba hecha una furia, ese hombre era una cara dura, volvió sobre su sus pasos, plantándose frente al patriarca

Agarro una almohada, la cual se la lanzo a Shion en la cara —¡CLARO QUE NO! —altiva le dirigió una mirada enojada a Milo que seguía en la entrada y que con ademan galante se hiso a un lado, indicándole con una mano que podía seguir su camino.

—A bueno, en ese caso que tengas un buen día —Shion la despedía como si nada, agitando sonriente una mano y con la otra afianzaba la sabana a su cadera. Karina salió de la habitación realmente furiosa.

—Milo ¿Que te trae por aquí?

—Venia a ver como estaba, pero veo que se encuentra ya repuesto —la risa del escorpión inundo la habitación por unos segundos.

—Agradezco tu preocupación muchacho.

—Su ilustrísima, no debería alterarla de esa forma —comento mirando la puerta por donde segundos atrás había salido Karina.

—Muchacho, te hace falta tanto por saber.

—Humildemente acepto su consejo gran maestro.

La risa de Shion se escucho mucho más divertida que la de Milo —Tranquilo hijo ya se le pasara.

—Tomo nota del gran maestro.

—Muchacho, me haces ver como un provocador y no lo hago adrede —giro su cuerpo ya dispuesto a cambiarse, si bien aún tenía fiebre, pero debía retomar sus labores.

El santo dorado de Escorpio abandono el lugar con una carcajada llena de picardía.

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He decidido que a partir del siguiente cap. hare una confesión así sabrán algo sobre mí por si les interesa y además es divertido.

Demás decir que si quieren decir algo son libres de hacerlo,

¡Las invito a confesarse la verdad os hará libre!