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Capítulo uno: Un puñal por la espalda.
Miró hacia atrás y apenas puedo creer todo el tiempo que pasamos en mutua compañía. Me resulta difícil de creer, ¿cuándo fue que cambiaste tanto y en qué momento decidiste cortar los lazos que nos unían? No entiendo. Jamás vi venir lo que sucedería porque ingenuamente, creí en tus palabras. Creí que lo que compartíamos duraría para siempre. Pero me demostraste que tristemente no se puede confiar en los demás, ni siquiera en aquellos que consideras como un pilar en tu vida. ¿Por qué? Aún no sé cómo explicarlo, la vida tiene formas muy extrañas de enseñarte que estás rodeado de porquería.
Pero sabes que, ahora sé que más vale un minuto de vida franca que cien años de hipocresía.
Porque mi enemigo no es aquel que tengo delante con la espada en la mano sino aquel que está a mi lado con el puñal en mi espalda.
"ѕαяα∂α"
...
— Boruto... ¡Cuidado! — advirtió entre gritos el capitán del equipo 6. Boruto percibió el grito desgarrador de su capitán. No se esperaba el chico que debajo de la tierra saldría una mano tratando de agarrar su tobillo para jalar a Boruto debajo del suelo. Afortunadamente, él saltó arriba de un árbol para impedirlo.
— No se preocupe Konohamaru-sensei. Todo está perfectamente controlado. Mitsuki atrapó a uno de los enemigos con su brazo elástico — informó formando una amplia sonrisa.
Y efectivamente, Mitsuki enredaba sus largos brazos alrededor del cuerpo de uno de los encapuchados criminales que el equipo 6 tenía por misión capturar.
Sarada por otro lado peleaba furiosa cuerpo a cuerpo con otro integrante de los tres que pertenecían al grupo delictivo. Su especialidad era el combate a corta distancia y era una rival muy peligrosa debido a su fuerza sobrehumana. Fue Sakura quien le enseñó a su hija a concentrar su chacra en sus puños para golpear con una fuerza descomunal cualquier objeto.
Ahí en el bosque estaban las siete personas luchando por ganar. Nadie podía dar por hecho quien de los dos bandos era quien llevaba ventaja. Konohamaru hacía varios movimientos con sus manos formando jutsus para ayudar a Boruto en su enfrentamiento con el que parecía ser el líder de los otros dos delincuentes y también el más fuerte. Su elemento fuego suponía un gran peligro para alumno y maestro.
El criminal capturado por Mitsuki se volvió líquido negro, escurriéndose entre sus brazos largos logrando por supuesto liberarse.
— Es lodo. Jamás había visto una técnica así — mencionó consternado el peliblanco. Pero también estaba emocionado por enfrentarse a un hombre tan peculiar y fuerte. Eso le ponía más adrenalina a la situación. Mitsuki se alejó con prudencia del charco oscuro en que se había vuelto su contrincante. Pero mientras se alejaba, detrás de él una pequeña porción de ese charco que había salido lanzado se estaba transformando en una espada. Mitsuki no lo sabía por lo que la espada de lodo flotando se preparó para atacar la espalda del joven chounin.
Sarada bloqueó hábilmente el puño lanzado de su enemigo, no Iba a ser un golpe cualquiera ya que en los nudillos de sus dedos el delincuente portaba picos de metal que había hecho gracias a su elemento natural. Sarada esquivó el golpe haciendo su rostro a un lado y en su defensa lanzó una descomunal patada al abdomen de su enemigo que lo arrojó cientos de metros hacia atrás proyectándolo en una roca luego de quebrar a su paso decenas de árboles. El hombre hizo una abolladura por el impacto. Un grito de dolor hizo voltear hacia atrás a la morena muy alarmada. Abrió los ojos desmesuradamente cuando vio a su compañero de equipo ser atravesado en el hombro por el filo de una estaca.
— Mitsuki...— siseo asustada — ¡Mitsuki! — grito eufórica poniéndose a correr a gran velocidad por las ramas de los árboles para darle alcance al malherido de Mitsuki. Llegó Sarada furiosa para tratar de ayudarlo pero cuando solo le faltaban unos metros para encontrarse con su compañero, la porción que quedaba del charco de lodo fue tomando forma humanoide la cual se interpuso en su camino para evitar su llegada.
Sarada comenzó una lucha incesante contra el hombre al que le faltaba un brazo porque la porción de lodo que se había convertido en espada correspondía a esa extremidad. Mitsuki observó con su habitual tranquilidad la pelea hasta que Sarada harta de seguir perdiendo el tiempo mientras su compañero se desangraba, activo el sharingan. El peliblanco vio esto con admiración como cuando veía a Boruto hacer una proeza. La única mujer puramente Uchiha buscaba hipnotizar con su órgano óptico a su oponente pero no lo consiguió. Su enemigo sabía lo peligroso y letal que podía ser esa técnica ocular una vez que se activaba como en este caso, así que recurrió a la salida más simple: huir.
Se escurrió de nuevo como lodo antes de que la kunoichi hiciera contacto visual con la víctima, la cantidad de lodo trasformado en espada y que atravesaba a Mitsuki volvió a su estado natural y se mezcló con el lodo restante para transformarse en un humano completo. La figura completó su forma, de inmediato salió corriendo como un rayo veloz entre los árboles.
— ¿Mitsuki estas bien? — se acercó preocupada la ninja colocándose a un lado suyo.
— Si. Por supuesto — respondió agitado el muchacho viendo hacia donde había escapado el criminal — pero no debemos dejar que se escape.
— Espera. ¿Pero tu brazo? — señaló temerosa la profunda herida en su hombro. El joven envolvió con su mano esa parte del hombro para evitar más sangrado.
— Está bien. No es nada grave, no tocó ninguna arteria así que no me desangraré — aseguró obsequiándole una sonrisa sincera a la chica — mejor guarda tus energías para buscar a ese tipo porque vamos a ir detrás de él — confiado saltó hasta la rama de un árbol y se fue siguiendo el rastro de su enemigo. Sarada preocupada por el estado de salud del chico fue a seguirlo. Sabía que no estaba bien y confiaba en que Boruto junto con su sensei lograría derrotar al delincuente faltante o sea al líder pues el que enfrentó ella ya estaba noqueado, es decir recargado inconsciente en una roca.
Mitsuki siguió corriendo como su capacidad se lo permitía. Presentía que lo estaba siguiendo la heredera Uchiha. Se notaba que era muy valiente y que tenía mejores agallas que ninguno.
Mitsuki ladeó su cara hacia atrás para verla. Aun no desactivaba su poderoso sharingan. Ralentizó el paso para estar a la altura de la chica. En eso cuando creyeron tener al enemigo lejos, detrás de un árbol saltó un cuerpo sobre Mitsuki tumbándolo de la rama en que estaba trepado. Fue tan rápido el ataque que Sarada no pudo ni siquiera evitar la fuerte caída del ninja desde esa gran altura. La cabeza de Mitsuki fue a estrellarse contra la roca en medio de un arroyo. Sarada estaba a punto de bajarse en su ayuda pero desafortunadamente el cuerpo que había lanzado a Mitsuki seguía sobre el árbol.
Tomó a Sarada por las piernas y con su jutsu de lodo creó unos lazos para atarle las piernas, Sarada con su fuerza inhumana se deshizo de ellos fácilmente, observó de frente a su enemigo. Lo que no sintió es que detrás suyo una sombra se posó y la atrapó por sorpresa, astutamente le cubrió los ojos con firmeza con su par de manos desconcertando a la chica, de esa forma evitaba que su sharingan hiciera daño a su oponente, por más que forcejeó Sarada no podía retirar esas manos de su rostro era como si un imán muy potente se adhiriera a su piel. Estaba desesperada pero su desesperación no se extendió por mucho tiempo, debido a que el enemigo frente a ella se convirtió en un enorme puño de lodo que se hundió en su abdomen hasta sofocarla. A causa de la falta de aire terminó cayendo inconsciente. Solo así fue que ambos adversarios la dejaron libre.
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El tiempo que pareció ser eterno se detuvo hasta que ella empezó a moverse un poco aturdida. Más se dio cuenta que no podía abrir los ojos ni mover sus manos. Se estremeció. Algo cubría su par de iris negras.
Sus pies estaban despejados de cualquier atadura, ¿podía huir entonces? Se irguió sobre el colchón de lo que parecía ser una cama, permaneció sentada en la orilla del mueble. Escuchó entonces unos pasos que a su parecer estaban bajando unos escalones. Tuvo el mal presentimiento de que alguien la obsevaba detenidamente. La intimidaba. No sabía dónde ni con quien estaba.
—Ya despertaste pequeña Uchiha — una voz fría y a su parecer con tinte burlón, puso a Sarada nerviosa.
— ¿Quién eres? — exigió saberlo con su habitual soberbia.
— ¿Hablas en serio? — Cuestionó incrédulo — ¿jamás te habló tu padre de su gran sensei? Aquel que le enseñó a dominar hasta las técnicas más oscuras.
— Acaso tu eres...— arqueó la cejas asombrada, también asustada — Orochimaru.
— El mismo — se río débilmente, burlándose de la expresión de miedo de la chica.
— ¿Cómo llegue aquí? — cambió de tema, recuperando el tono de inferencia de su voz — ¿Por qué no puedo ver? Eso no impedirá que me escape. — advirtió con el orgullo herido.
— ¿Porque crees que te cubrimos los ojos? Sin tu habilidad más fuerte no podrás ganarnos. Necesitamos de ti, por eso no dejaremos que te vayas.
— ¿¡Que quieren entonces!? — exigió saber enardecida agitando su cabeza hacia donde creía provenía la molesta voz.
— Lo sabrás muy pronto — sonrió alejándose de los barrotes de la oscura prisión que encerraba a Sarada.
— Hm — bufo inconforme apretando el ceño. Nadie podía tratarla de ese modo. Se la pagarían. Sino fuera porque lo que ataba a sus manos parecía robarle el chacra, desde cuando que hubiera roto las cadenas para atacar.
Orochimaru cerró la puerta metálica del sótano pero permaneció fuera de la puerta. Voces se alcanzaban a escuchar hasta la pequeña prisión de Sarada.
— Ya despertó — comunicó el viejo sennin.
— Que alivio — habló calmado una voz medio ronca — Por un momento creí que moriría asfixiada.
— Le pegaron muy fuerte, hijo.
— Era necesario para traerla hacia aquí — contestó con firmeza.
— Bien hecho. Tu nunca fallas...— reconoció orgulloso colocando una mano sobre el hombro — Mitsuki.
— ¿Mitsuki? — Se alteró con brusquedad la chica del clan Uchiha — ¿acaso es el mismo Mitsuki? — se empezó a cuestionar desde prisión poniéndose entre furiosa y temerosa.
Su voz es similar — reconoció pensando.
— ¿Qué diablos tramas? Maldito traidor — escupió las palabras en un baño de lágrimas de decepción por enterarse de la mala noticia, y de frustración por no poder salir huyendo. Las lágrimas cristalinas de Sarada continuaron asomándose como cascada detrás de la banda de tela roja que cubría sus ojos.
Todo parecía producto de una pesadilla, como los que provocan los genjutsus cuando te adentran en ellos. Pero esto no era consecuencia de uno de ellos...era la cruel realidad.
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¢σηтιηυαяá...
