Advertencias: AU. Secuela de Black Mirror (si no lo leéis no vais a pillar nada). Lemon. Incesto Sirius-Bellatrix. Violencia.
Disclaimer: dejo esto y ya para todo el fic. Nada de lo que reconozcáis me pertenece, sino que es de JK. Mía es la idea de liarlos, de este AU tan extraño, de este Sirius tan jodidamente sexy (jiji)... si queréis usar algo de lo que es "no-famoso" avisadme, por favor.
N/A: Sé que no debería estar escribiendo esto... pero lo siento mucho, no he podido resistirme. Me ha entrado la neura por escribir algo sobre esta pareja (que continua siendo mi favorita). He agotado en los fics que hay sobre los dos en español, así que no me queda más remedio que hacerlos yo jeje. Hace tiempo que tenía la idea para este fic, por lo menos la base, pero el caso es que ha costado un montón encontrar una mínima línea de argumento.
Akasha también tuvo una idea... hacer una especie de fic paralelo a éste, Sirius-Bella, solo que el de ella sería en plan coña. Espero que se anime a subirlo a la vez que hago yo éste. La rogaré y suplicaré, no lo dudéis.
Dedico este fic a Bellatrix Black, porque fue por ella (por uno de sus reviews) por lo que se me ocurrió hacer esta historia continuando así BM. Le doy las gracias, no solo por la idea, que me parece muy atrayente, sino por estar apoyándome en cada una de las historias que hago sobre Bella ;)
BLACK MIRROR II: BLACK FAMILY
I. RECUERDOS
Bellatrix se detuvo, respirando pesadamente, apoyándose en la pared a recuperar el aliento. El mortífago encapuchado que iba delante de ella se volvió al dejar de escuchar sus pasos, y se acercó a ella.
-Te dije que te quedases en casa.
-Déjame –masculló, clavando unos ojos desafiantes en la máscara que cubría el rostro de su compañero.
-No puedes seguir. Haz el favor de volver.
-Claro que puedo –replicó enfurecida ella, negándose a aceptar que el hombre, su marido, tenía razón.
Sirius Black negó con la cabeza, dándose la vuelta y comenzando a caminar de nuevo. No pensaba ayudarla. Dejaría, que, por idiota, se agotase hasta que ella le rogase que la llevase de vuelta a la casa que compartían desde hacia varios años como matrimonio. Rió suavemente, sabiendo que era un ingenuo. Ella jamás le suplicaría, aunque se cayese al suelo sin poder dar un paso más. Pero no se daba cuenta de que una mujer en ese avanzado estado de gestación –casi nueve meses- no podía permitirse hacer lo mismo que una normal, ni siquiera porque su Señor se lo pidiese. Y entra las cosas que no podía hacer se encontraba esa misión, que empezaba por una larga caminata a través de un bosque.
De todas formas, ya había desistido, para qué engañarse: Bellatrix anteponía el Señor Tenebroso a todo... a su salud, a la de su futuro hijo, e incluso a él. No le importaba. Era algo que ya sabía que ocurriría cuando se casaron. De hecho, ya lo sabía de antes.
Sin fijarse en el repetitivo paisaje que le rodeaba, siluetas de árboles y arbustos entre sombras, dejó vagar su mente.
Hacia ya mucho tiempo que se había sumergido en esa vida, hacia ya mucho que había matado a su mejor amigo a sangre fría. Ya casi no sentía remordimientos por ello. El tiempo, y las matanzas y la sangre, se habían encargado de cerrar su mente a esas heridas que conseguían hundirlo. Había aceptado que era algo que ya había ocurrido... y el pasado es algo que debe quedar atrás.
El vivía en el presente, para su Señor, para la familia que ahora tenía.
Esbozó una leve sonrisa que quedó oculta tras la máscara blanca. Recordaba vívidamente como dos años después de negarse a casarse con él, Bellatrix había aceptado su proposición. Le había pillado completamente de improviso. Tal vez, si lo pensaba, fuese lo que había estado esperando ella.
Ahora llevaban diez años casados, y tenían dos hijos... y, bueno, Bella volvía a estar otra vez embarazada. Se sintió tentado de volverse de nuevo a ver si ella aguantaba el ritmo, pero su orgullo le contuvo. Bellatrix había desoído sus consejos; no pensaba seguir insistiéndola. Fingiría que no se preocupaba por ella.
Ya era algo común esa máscara de indiferencia.
Miró al horizonte, sabiendo que aún quedaba un buen trecho por andar. Maldita fuera Bellatrix y su fanatismo. ¿No podía entrarle en la cabeza que tenía que descansar?
Sabía que estaba siendo sobreprotector, que ella sabía cuidarse perfectamente sola... pero, cuando se trataba del Señor Tenebroso, Bella parecía olvidarse absolutamente de todo lo demás, y su vida empezaba a girar en torno a una sola cosa: la misión que él le encomendaba.
Ella podría cuidarse sola, pero el niño que llevaba no, y parecía olvidarse también de eso.
Sirius no recordaba exactamente cuando se dio cuenta del sentimiento de sobreprotección tan fuerte que era capaz de profesar. Suponía que había comenzado cuando Bellatrix le dijo que estaba embarazada de su primer hijo, de Mizar. A partir de ese momento se había preocupado más por ella, por que no le faltase de nada. Recordaba sus discusiones porque ella se sentía agobiada... posiblemente con razón. Apretó los labios, aunque su gesto no se vio por la máscara. No parecía darse cuenta de que si ella no estaba dispuesta a anteponer su familia al Señor Oscuro, alguien tendría que hacerlo.
Y, por mucho que había luchado contra ese sentimiento, no había podido reprimirlo.
Una traición al Señor Oscuro...
Negó con la cabeza para quitarse esos oscuros pensamientos de la cabeza. Estaba en mitad de la misión. No podía desconcentrarse. La situación era demasiado favorable como para fallar ahora.
Su mente volvió a vagar hasta esos días anteriores a su boda con Bellatrix.
- No quiero darte a elegir entre Él y yo. Sé perfectamente a quién elegirías... –detalló Sirius en voz baja-. Sólo quiero tener la seguridad de que he ganado algo con esta elección.
- ¿Y qué quieres?
- Cásate conmigo.
Sonrió, recordando. La había encontrado más hermosa esa noche que nunca. Quizá por el sentimiento encontrado que lo embargaba. El haber matado a James por ella. Sólo por ella.
- ¿Qué quieres que te diga, Sirius? –replicó, dándole un tierno beso en la mejilla-. Aún tienes muchas cosas que demostrarme.
Y ella lo había rechazado. Su risa había resonado fresca en ese jardín de muerte, y Sirius se había prometido esforzarse, y demostrarle todo lo que ella quisiera.
Con el tiempo había llegado a convertirse en uno de los mortífagos más cercanos a Voldemort. Participaba en las misiones más peligrosas, y había contribuido personalmente a la destrucción del edificio del Ministerio de Magia hacía ya más de un año. Había resultado un golpe devastador para la comunidad mágica que luchaba contra el Señor Oscuro. Habían muerto decenas de trabajadores en el atentado. Víctimas que se sumaban a las que había prácticamente todos los días.
Y los mortífagos eran más poderosos y numerosos que nunca.
Sirius aceleró el paso, y escuchó la respiración pesada de Bellatrix detrás suyo. Esa noche también había respirado así... junto a él, mientras la tenía abrazada, después de hacer el amor. Y es que no había podido resistirse.
Había venido de improviso, una noche en la que se suponía que no iban a verse. Había entrado en su casa mientras él estaba en el sillón tumbado leyendo, y de pie, clavándole una mirada penetrante de ojos grises, le había dicho que se casaría con él.
Recordaba su reacción. No se lo había creído.
Tras la primera vez que se lo pidió, volvió a intentarlo al año siguiente, en esa misma fecha. De nuevo había obtenido la misma negativa. Demostrarle cosas... pero nunca le decía qué debía demostrarle. Al año siguiente se había repetido la escena otra vez, y ella le había dicho que no.
Así que... ¿por qué había de creérselo ahora? El escepticismo era algo que a esas alturas Sirius tenía muy desarrollado. Tan solo hacía dos meses que le había vuelto a pedir matrimonio, que había vuelto a ser rechazado. Ahora ella venía y le decía que sí, que se casaría con él... sin que se lo esperase.
Jugaba con él. Era tan típico de Bellatrix.
La boda no se había hecho esperar.
La iglesia, antigua y enorme, de aspecto incluso tétrico; el masivo número de invitados que habían acudido a la ceremonia, que se había festejado por todo lo alto; la cena, con abundancia de exquisitos manjares que él mismo había elegido para la ocasión; el alcohol que había corrido entre los comensales, que habían terminado borrachos diciendo incoherencias... También recordó con una sonrisa cuando había estrenado a la novia en la playa, vestida de blanco.
FlashbackSe habían escabullido del baile. Estaban hartos de ser amables.
Sirius apoyó sus manos en los hombros de Bellatrix, sus dedos rozando los bordes de su vestido de novia. Impecable.
Estaba muy hermosa. Su piel y el color de la tela eran semejantes al marfil. Su pelo espeso y negro ejercía un contraste tal que le hacía desearla como nunca.
Era la primera vez que la veía vestida de blanco.
-Esta máscara no es la mía –musitó Bellatrix en la oscuridad, perdiendo la vista en el mar oscuro, en calma. El sitio de la boda lo había elegido su madre, y todo el mundo los había felicitado por ello. El patio del castillo se hallaba cerca de una cala pequeña y solitaria.
-Lo sé. –Sirius se adelantó varios pasos, pasando al lado de Bellatrix-. Pero a veces se agradece.
-¿Qué clase de confesión es ésta?
-Un pensamiento en voz alta.
-Quizá deberías guardártelos.
Bellatrix se descalzó, hundiendo sus pies en la fina arena y avanzando hasta el mar. Sirius, silencioso, no tardó en seguirla. El olor a salitre, traído por la brisa que revolvía el cabello de la mujer, lo inundó.
Se detuvo a la orilla del mar, viendo como ella entraba tras mirarlo una sola vez sin decir nada. Él no intentó retenerla. Contempló su silueta iluminaba por la luna adentrarse en el agua.
Creía entender lo que Bellatrix sentía por el mar. Era una fuerza incontrolable y oscura, llena de poder que no entendía pero respetaba. ¿Cómo no iba a sentirse atraída?
El vestido se empapó, enredándosele en torno a su cuerpo, que se estremeció ante el contacto con el agua fría.
Cuando ésta le llegó a la cintura, dejó de avanzar.
Sirius perdió el sentido del tiempo. Se limitó a vigilarla, sin apartar los ojos de ella. A veces la figura desaparecía por unos segundos con el movimiento de las olas, y su corazón bombeaba un poco más deprisa, tan solo hasta que volvía a localizarla.
El viento empezó a hacerse más fuerte, destrozando el recogido de Bellatrix. Su cabello se agitó, rozándole la cara y el cuello, antes de caer enredado sobre su espalda.
Una fuerza salvaje... igual que ella.
Casi sin darse cuenta, tan ensimismado que estaba, volvía a estar a su lado. Sintió su beso salado, húmedo y corto. El agua caló sus ropas cuando Sirius la abrazó.
-Estoy embarazada.
Fin del FlashbackFue como si el tiempo se hubiese paralizado. Sirius se había quedado mirándola silenciosamente, intentando ver... si tal vez ella lo engañaba. Pero no. Menos de nueve meses después había tenido a su primer hijo, el que era el heredero de la fortuna Black.
Las cosas no habían sido sencillas desde entonces. Alternar el cuidado de un crío con las misiones no había sido tarea sencilla. Bellatrix se había negado a abandonar su servicio al Señor Tenebroso, tal como hacían muchas mujeres de Sangre Limpia. No es que Sirius se lo hubiera pedido de todas formas. Si se era sincero, lo único que lo ataba a Voldemort era Bellatrix.
Su hijo tenía ahora diez años. Había crecido acunado por sus ideas. Igual que su hermana, Denébola, que había llegado un año después. De común acuerdo, habían decidido no tener más hijos. No tenían ni tiempo ni ganas, y los que tenían eran más que suficientes para mantener el linaje.
Pero el destino jugaba malas pasadas, y ahora Bellatrix volvía a estar embarazada. Pocas veces la había visto Sirius de tan mal humor como esos meses.
-Estamos llegando.
-Me doy cuenta –replicó hastiada a lo que sólo había sido un intento de avisarla. Sirius suspiró, y aceleró el paso.
Desde hacía unos meses habían empezado los ataques más importantes, los que de verdad decidirían el resultado de la guerra. Sus espías se multiplicaban, los traidores también, y empezaba a ser mucho más sencillo encontrar los escondites de aurores y miembros de la Orden del Fénix.
Y ahora Voldemort había convocado a un pequeño grupo de ellos para atacar el escondite de uno de estos aurores y su familia. Según sus informes además de Marlene McKinnon encontrarían a tres personas más, pero siempre podía haber alguien más para aumentar la protección.
Era una bruja poderosa, muy buena en su trabajo. Sirius paseó su vista por las figuras de los mortífagos que iban delante suyo.
-No tienen nada que hacer –musitó, y una risa suave lo sorprendió a su lado.
-¿Acaso lo has dudado alguna vez? –preguntó Bellatrix. El hombre notó su voz agitada, pero adivinó que no era por el cansancio. La hora de la caza se acercaba.
-¡Ahora silencio! –exclamó otro mortífago, posiblemente Malfoy, aunque Sirius no reconoció la voz.
Estaban entrando en la urbanización donde se escondían. Pequeños adosados, con un diminuto jardín a la entrada, construidos de ladrillo oscuro. Sería sencillo. Tan solo tenían que tener cuidado con los posibles hechizos que rodeasen la propiedad, y lo demás sería coser y cantar. Cuando llegaron al número 34, se separaron siguiendo las órdenes de Lucius. Sirius fue con Bellatrix, varita en mano, por la puerta trasera.
Una de las órdenes era intentar no llamar la atención. Era importante que no viniesen más aurores hasta que ya estuviese el trabajo hecho, y ellos se hubiesen ido.
Cuando escuchó la puerta delantera abrirse, y el ruido de pasos en la casa, abrió él también la puerta de golpe . Se quedó levemente sorprendido al ver a una chica de unos quince años en pijama que lo miraba fijamente incrédula desde un sillón. El grito de horror que soltó la joven resonó por toda la casa, alertando a los que había en el piso superior.
El efecto sorpresa se había echado a perder.
Bellatrix empujó a Sirius, apartándolo de su camino, y lanzó la maldición asesina a la joven, cuyo grito se extinguió tan rápido como su vida.
-Muévete –le ordenó Bellatrix, y el hombre creyó ver su fulminante mirada tras la máscara. Apretando firmemente la varita, se volvió a adelantar. No habría más errores esa noche.
Se encontró peleando a la auror, McKinnon, contra Lucius y el que parecía Snape, aunque no estaba dispuesto a asegurarlo. La mujer debatía por su vida plantando una resistencia como seguramente no había hecho nunca, y ni se fijó en la entrada de los dos nuevos mortífagos.
-¡Subid arriba! –exclamó Lucius, y Sirius se apresuró a tirar de la mano de Bellatrix para sacarla de allí.
McKinnon se volvió entonces, y los vio aterrorizada:
-¡Edward, saca a Henry de aquí!
Sirius se encontró con un hombre de edad avanzada cortándoles el paso en la escalera. Él sonrió confiado, pero Bellatrix soltó una carcajada.
-No bromees con nosotros –se burló, sabiendo que no era rival para ellos.
-No me despreciéis –contestó, lanzando un hechizo tan rápido que Sirius tuvo que usar todos sus reflejos para detenerlo-. ¡Vais a pudriros en Azkaban!
Sin duda, su posición era ventajosa. Por encima de ellos, podía controlar todos sus movimientos, por no contar con que una escalera estrecha era un terreno demasiado pequeño para que dos personas estuvieran en el mismo peldaño luchando.
Bellatrix contraatacó inmediatamente, pero el anciano esquivó la maldición asesina, que destrozó la barandilla. Aún así, ambos se fijaron en su punto débil. Cojeaba de la pierna derecha.
-Ahora –masculló la mujer, lanzando una maldición tan rápida que el hombre tuvo que esforzarse por esquivar... Y no pudo ver venir la de Sirius. El rayo verde se estampó en pecho, petrificando su cara de sorpresa.
Y su cuerpo cayó, pesado, escaleras abajo.
Sirius tiró de Bellatrix bruscamente, pegándola contra la pared. El cuerpo la pasó rozando, y estuvo a punto de llevarla con ella. Se miraron unos tensos segundos, sabiendo perfectamente lo que podría haber pasado de haberse caído por las escaleras en su estado.
El mortífago había subido un par de peldaños cuando se escuchó un grito de dolor desde abajo. Posiblemente McKinnon acababa de ver caer el cadáver del anciano, porque empezó a gritar el nombre de Henry como una desquiciada, perdiendo completamente el control. No tardaría mucho en morir.
-Busquemos al que falta –dijo Sirius, avanzando por el pasillo, empezando a abrir cada una de las puertas que encontraba. Estaban todas vacías. Miró extrañado a Bellatrix... ¿Habría escapado?
-Se ha tenido que esconder. Los armarios.
Se separaron y empezaron a revisar todas las habitaciones, buscando en todos los escondites que podrían albergar a un ser humano. Justo cuando Sirius salía al pasillo tras mirar en la última habitación, vio resplandecer una luz verde. Se apresuró a la habitación de la que había salido la luz, y se encontró a Bellatrix de pie, mirando fijamente el cuerpo sin vida de un niño de unos cinco años. Yacía en el suelo, con el pijama puesto, caído como un muñeco de trapo. Aún tenía lágrimas de terror en sus ojos vacíos.
Sirius se quedó quieto junto a su mujer, sin atreverse a mirarla... o, mejor dicho, sin querer mirarla. Su sangre se había vuelto hielo.
-El anciano habría hecho mejor sacándolo de aquí que plantándonos cara.
-Hemos tenido suerte de que no lo hiciese –respondió Bellatrix, quitándose la máscara. Dejó a la vista un rostro aún joven y hermoso, perlado de gotas de sudor. Se dio la vuelta para marcharse. Tenían que salir de allí rápido, y esperaba que a esas alturas Malfoy y Snape hubieran terminado ya con McKinnon. Otro mortífago más los esperaba en el jardín, vigilando.
-¿Bellatrix?
La mujer se volvió. Sirius seguía mirando el cadáver del niño. Soltó un bufido, hastiada.
-Estoy cansada, Sirius. No estoy de humor para escuchar lo mismo de siempre.
-Sólo respóndeme a una cosa.
-¿Qué?
-Si hubiese sido...
Bellatrix puso los ojos en blanco. ¿Por qué era tan previsible?
-¿Uno de nuestros hijos?
-Sí –respondió-. ¿Lo hubieras hecho?
-¿Para qué me preguntas cosas que ya sabes?
-¿Lo hubieras hecho? –insistió Sirius, girándose y cogiéndola con fuerza de la muñeca para que ella no se fuese.
-Si nos hubiese traicionado, sí.
El silencio, y la mirada que se intercambiaron lo decía todo. Bellatrix se soltó de su garra, y se encaminó hacia la puerta. Antes de salir se detuvo un momento.
-¿De verdad crees que me cuesta hacer esto?
N/A. Bueno, una noche sin internet escribiendo, y termino el capítulo : ) Espero que os guste. Como hice en la primera parte, quiero que a Sirius se le pueda reconocer aunque sea malo. Al igual que ya hice cuando dudó por James, aquí dudará por su familia... Parece ser capaz hasta de traicionar a Voldemort por ellos. En el próximo introduciré a los hijos propiamente dichos, y comenzará la misión (esa que tanto me costó pensar por una serie de requisitos que necesitaba) por la que Bellatrix y Sirius establecerán sus diferencias. De todas formas, adoro verlos casados xP Esa una pareja tan... tan... genial. Me encanta.
Los dos trocitos en cursiva pertenecen al capítulo 4 de la primera parte, por si no os acordáis y no los habéis reconocido jeje. La verdad es que hace ya tiempo desde que la escribí.
Y creo que no me queda ya nada más por decir, excepto que tendrá 4 xapis en principio. Los próximos serán más largos; éste era una especie de introducción a como anda todo el mundo mágico. Espero que no os hayáis aburrido muxo XD Turnaré el subir éste con SDY (es lo próximo que haré, terminar el xapi 13 ahora que he recuperado mi portátil) y con el del Salón de té. Algún one-shot... posiblemente caerá, como siempre xD ¡Dejad reviews, porfa!
Joanne
