Bueno, es mi deber como traductora de fanfics aclarar antes de comenzar que la siguiente historia no me pertenece a mí, sino que fue escrita por SinnersLikeUs y los personajes y la canción Magnet en la que se basa, definitivamente no son de ninguno de nosotros.


Una maldición dicha en voz alta y el sonido de un fuerte golpe hicieron que Len Kagamine corriera por las escaleras hasta el piso superior, hacia la habitación de su hermana gemela.

- ¡Rin! ¡¿Qué sucede?! -preguntó el chico de 14 años de edad al abrir la habitación de su gemela. Tuvo que reprimir el impulso de reír al ver lo que había ante él.

Rin estaba en el piso enredada con el montón de sábanas y almohadas con las que insistía en dormir. Su despertador estaba sonando mientras ella forcejeaba tratando de salir del confinamiento en el que estaba atrapada. Lo fulminó con la mirada y logró sacar brazo para señalar al estridente aparato.

- Apágalo, por favor.

Obediente, Len se situó a su lado y presionó el botón correcto antes de regresar junto a la puerta. Durante esos breves momentos Rin debió haber hallado la forma de liberarse, pues ya estaba de pie frente al espejo.

- Así que... Primer día de clases... -comentó Len despreocupadamente- Al menos para ti.

Rin le sacó la lengua. Él era el más inteligente de los dos. De hecho, era tan inteligente que había podido saltarse un año en la escuela.

- ¿Emocionada? -le preguntó. Ella sólo se encogió de hombros.

- Eso creo.

El gemelo varón apenas pudo agachar la cabeza al ver que le lanzaba un cepillo.

- Ahora, ¡Sal de mi habitación para que pueda cambiarme!


Una larga media hora después, los dos estaban de pie frente a la casa vestidos con sus uniformes de la escuela, listos para irse. Comenzaron a caminar y se toparon con Miku Hatsune.

- ¡Rin! -la llamó ella, mientras prácticamente se le lanzaba encima.

Ellas habían sido amigas prácticamente desde siempre. Rin le echó un vistazo. Tenía un cabello largo y hermoso color turquesa, bonitos ojos verdes y era alta y delgada.

Era mucho más hermosa de lo que Rin se atrevía a esperar para sí misma.

Le devolvió el abrazo sonriendo.

- ¡Miku! ¿Cómo has estado?

Sonriendo, Miku soltó a su amiga para poder caminar con ella y con su hermano.

- Bien, creo.

Se interrumpió y tuvo la sensación de que algo andaba mal y le lanzó una mirada de "Quiero saber qué está pasando y quiero saberlo ahora". Miku sólo sonrió culpable en respuesta.

- Como sea. ¿Cómo estuvo su verano? -Rin suspiró.

- Bien, aunque no salí mucho. En realidad estuvo algo aburrido. -Len asintió mostrado que tenía razón.

Nadie dijo nada más, pues ya estaban ante el gran e imponente edificio: Secundaria Samasetto. O, según Len había dicho la noche anterior, El punto sin retorno.

Rin tragó saliva.

No obstante, Miku estaba mirando su alrededor. Parecía no tener problema con tirar de la manga de Rin llevándola a rastras adentro.

- ¡Vamos! -dijo animada.

Eventualmente Len las guió a sus casilleros zigzagueando entre los demás estudiantes perdidos. Las chicas estaban felices de ver que los suyos estaban juntos. Después de dejar sus pertenencias, Miku se giró hacia su amiga.

- Hum... Bueno, tengo que reunirme con alguien. -murmuró en tono culpable. Rin palideció.

- ¿Me vas a dejar sola? Los de primer grado debemos permanecer juntos. -argumentó. Miku se sonrojó.

- ¡Oh! -exclamó Rin- Entiendo. ¿Es algún pretendiente?

El rostro de Miku se enrojeció aún más.

- ¿Q-qué? ¡P-por supuesto que no!

Pero Rin se estaba riendo.

- ¡Entonces ve, está bien! Pero quiero conocer a ese muchacho, ¿Sí? -ni siquiera notó la mirada de reproche que le lanzó la peliturquesa.

- Bien. -dijo tranquilamente dividiéndose del grupo antes de alejarse corriendo por el pasillo.

Rin suspiró.

- Bueno, supongo que ahora sólo somos tú y yo. A menos que también tengas una cita ardiente.

Dijo eso último de forma sarcástica. Su hermano no salía con nadie y ella lo sabía. Él sonrió.

- Nop. Soy sólo tuyo. -ella sonrió tomando su mano.

- Genial. Ahora ¡Llévame al aula 305!


- Mi nombre es Gakupo Kamui. Este año seré su profesor de física y es mi primer año de enseñanza.

Gakupo comenzó con su discurso como había estado haciendo todo el día. Llegado a ese punto ya ni siquiera le importaba si sus alumnos lo estaban escuchando. Casi era su hora de descanso y él estaba obligado a seguir haciéndolo hasta entonces. En el momento en el que terminó su clase la campana estaba por sonar y él acomodó sus notas para la siguiente clase, donde tendría que repetirlo todo... Otra vez.

Suspiró frotándose el puente de la nariz y se sentó en el escritorio mirando a sus alumnos.

Eran bastante tranquilos, después de todo. Parecían ser muy inquietos, pero sólo estaban charlando alegremente entre ellos. Dos chicas, una con cabello rosado y una con el cabello recogido en dos coletas se estaban susurrando entre ellas y ambas se sonrojaron cuando la de coletas besó a su amiga en la mejilla.

Decidió ignorar esa muestra de afecto pública y se dedicó a dar golpecitos en el escritorio con su bolígrafo, mirando su propio reflejo en la ventana. Se veía cansado. Y apenas era el primer día...

El sonido de la campana lo sacó de sus ensoñaciones. Una clase más y entonces tendría su descanso. La idea lo reanimó casi como si nada más importara.

Uno a uno, los alumnos del siguiente período fueron llegando. Después de un rato todos tomaron asiento y Gakupo comenzó a pasar lista. Todos respondieron hasta que llegó el turno de Kagamine Rin.

- ¿Kagamine Rin? -volvió a preguntar y esperó. No hubo respuesta.

- Está aquí. -dijo una pelirroja con el cabello rizado frente a la clase- Eh... Ella se pierde con facilidad, no es su culpa.

En ese momento la puerta se abrió de un portazo golpeando la pared. Gakupo hizo una mueca al ver una impresionante grieta.

La muchacha era pequeña. Su rubio cabello corto estaba alborotado -probablemente por haber estado corriendo por los pasillos-, el lazo blanco que llevaba en la cabeza se veía sucio y la falda de su uniforme era demasiado corta como para hacerla lucir recatada y su blusa estaba arrugada.

Por alguna razón la encontró hermosa y no podía dejar de mirarla, y ella sólo se quedó ahí, mirándolo.

- ¿Asumo que usted es Kagamine Rin? -preguntó volviéndose hacia su lista de asistencia provocando que un destello rojizo se filtrara en las pálidas mejillas de la muchacha, quien asintió- Bien. Como es su primer día, sólo le daré una advertencia. Pero la próxima vez que llegue tarde no seré tan indulgente, ¿Entendido?

- ¡S-sí, sensei! -le respondió haciendo una reverencia antes de correr a sentarse junto a la pelirroja que había hablado antes.

Gakupo sacudió la cabeza decidido a terminar su clase aunque lo asesinaran. Simplemente ignoraría a la extraña chica que había resentido su interés... Con ella observándolo todo el tiempo.

Sintió su propio rostro ruborizarse, aunque no había razón para ello. Él era el profesor, sus estudiantes debían mirarlo. Era completamente normal.

Mientras tanto, Rin se había hundido en su asiento, avergonzada. Esa era la cuarta clase a la que llegaba tarde ese día, pero la primera en la que se sentía intimidada al mirar a un profesor. Cruzó los brazos. Ese sería un largo año...