Hola!

Hoy quería compartirles una historia que tenía desde hace unos meses en mis documentos pero que no había podido corregirla y bueno, hoy en noche de insomnio lo hice. Esta dividida en dos capítulos y esta primera parte es algo así como un resumen de la temporada de Stars desde el punto de vista de Usagi. Hay menciones de Mamoru y Seiya pero este fic es definitivamente 100% UsagixSeiya.

Espero que les guste, pueden dejarme su opinión por review o PM. La segunda parte la subiré mañana.


Realidad/Alterna

por Moonlightfairyprincess

Cuánto tiempo más iba a vivir así? Desde qué Mamoru le dijo que se iría a Estados Unidos no había tenido un sólo día de paz.

Aún recordaba esa tarde. Una cita en el parque, común, que le daría un giro de ciento ochenta grados a su vida. Con todo lo que ya le había pasado le era difícil predecir que el deseo por superarse de su novio le fuese a cambiar toda la existencia.

Pasó días de dudas: ¿Podría soportar la distancia? ¿Mamoru la extrañaría? ¿Podrían hablar lo suficientemente seguido? ¿Le gustarían las Americanas? Lo único de lo que estaba segura era de que lo extrañaría con su alma entera y que lo esperaría.

Nunca ha tenido las agallas de confesarle a Seiya que lo recuerda desde el aeropuerto. Eso sólo serviría para multiplicar su ego. Pero lo hace, recuerda los gritos de las fanáticas y a los tres chicos bien uniformados. Recuerda que pasó a su lado mientras iba colgada de Mamoru hacia la sala de inspección. Le latió el corazón en los oídos pero aun no sabía si fue por sentir la esencia de Seiya por primera vez o por su compromiso con Mamoru.

Mamoru se fue y, sin ella saberlo, murió. Con la pérdida de su semilla estelar empezaría entonces el verdadero calvario. Las dudas que la comían viva por las noches, la angustia que no la dejaba pensar por el día. Buscar distraerse, encontrarse buena para nada más que para extrañar a su príncipe con todas sus fuerzas.

La historia oficial de como Seiya y ella se conocieron es que fue durante el rodaje de un comercial. Lo es porque también fue la primera vez que Eternal Sailor Moon y Sailor Star Fighter se vieron las caras. Cómo olvidarla, imponente en su fuku de cuero negro y aún así se veía tan ajena a su apariencia. Seiya una vez le confesó que le daba pavor transformarse una vez que adoptó su figura terrestre por el trauma de la ultima batalla en Kinmoku.

Seiya vino a traerle paz y al mismo tiempo más caos, irónicamente. Sus constantes coqueteos, su manera de llamarla que odió y terminó amando, su inagotable energía (¡Estudiante e ídolo de miles!), su perseverancia para siempre dar lo mejor de sí, su eterna disposición. Adoraba a Taiki y a Yaten (perdón, a Maker y a Healer), pero esos dos le pusieron un mundo de obstáculos. Seiya solamente se abrió a ella sin más.

Y aunque las noches sin dormir y la falta de aire seguían presentes en su vida ya no era cosa de todos los días. Las batallas la dejaban drenada y cuando no atacaban, Seiya se encargaba de exprimirle cada gota de energía. Hacer pucheros en la escuela, esconderse de sus fanáticas enardecidas y practicar softbol la cansaban lo suficiente para dormir de tendido y sin pesadillas.

Fue así que sin querer empezó a mirarlo como algo más. Ya no era el cantante famoso y engreído que se sentaba tras de ella para decirle 'Bombón' cada vez que el profesor se distraía. Era el chico que hablaba con ella, que se reía con ella, que comía como ella y que la aceptaba como ella era: gritona, enojona, llorona, glotona. Con él hablar de Mamoru dolía menos. Podía permitirse esos silencios de duda y él se daba cuenta siempre diciéndole que se animara para llevarla a bailar.

Ahora acepta que lo que más le gustaba era esa mirada azul cristalina. En ella no se reflejaban ciudades futuras ni una corona sobre su cabeza. Seiya no representaba futuro escrito sino uno aventurero, cada día era diferente.

No iba a mentirse así misma. Se enamoró de la voz del cantante Seiya Kou, de los flirteos adorables de su amigo Seiya y de la comprensión de Sailor Star Fighter. Siempre abogando por ella, siempre cubriéndole la espalda. Le había prometido protegerla y nunca jamás le falló.

Las dudas ahora eran peor. El silencio de Mamoru ya no le hacía perder el sueño, lo hacía el ruido de Seiya. Ya no le angustiaba que su novio no la telefoneara o que no se dignara a responderle sus cartas, lo hacía el hecho de que Seiya estaba herido por su culpa. Aún así no podía quitar ese portaretrato de su cómoda ni tampoco podía no escribirle ni no pensar en Chibiusa. Se sentía miserable de tener que perdonarle a Mamoru su abandono solo por tener la oportunidad de volver a ver a su futura hija.

El acoso del enemigo cada vez era peor. Cuando vinieron por ella parte de sí se alegró: tendría la oportunidad de detener la masacre que las Starlights vaticinaban y podría encontrar paz. La princesa del planeta de las flores no se lo permitió.

Entonces cuando la batalla decisiva estuvo por venir tuvo mucho miedo. Ya no llamaba a Mamoru, deseaba que Tuxedo Mask se apareciera. Antes de amar a Mamoru, amó su Alter Ego. Increíblemente Seiya, sin querer, le había cumplido su deseo.

La rosa. El peligro. La capa ondeando. Los ojos azules mirándola. El quejido del enemigo por ser interrumpido. Todos los elementos estaban allí, su cansada cabeza hilvanó todo sin prestar atención en los detalles: la larga coleta azabache, la corbata amarilla, el porte delgado. Su Tuxedo Mask con el rostro cubierto ahora tenía la imagen de Seiya Kou. El hombre que seguía salvándola aún después de haber encontrado a su princesa.

Se preguntó antes de reaccionar si Seiya terminaría por reemplazarlo todo. Y entonces atacó.

Pero ella no estaba hecha de piedra. Serenity sangraba de dolor dentro de Usagi. Su eterno amor: Mamoru, Tuxedo Mask, Endymion, la había dejado a su suerte sin ningún miramiento. Cómo si no tuviesen un pasado juntos, como si no hubiese un presente y como si no compartieran una hija y un reino en el futuro. ¡Qué cruel era! ¡Cómo lo extrañaba! ¡Cómo dolía no ser fuerte como él para olvidarlo todo! ¡Cómo desearía desentenderse de él y aceptar la propuesta que Seiya acababa de hacerle!

«Déjame reemplazarlo» había dicho él. Qué bobo ¿No se daba cuenta que ya lo había hecho?

Sus amigas miraban. Había de todo en sus ojos: tristeza, desaprobación, miedo, coraje, apoyo.

Rei no le facilitó las cosas al ir a su casa esa misma noche. Siempre había atesorado sus sabios consejos pero esa noche no deseaba hacer lo correcto y aún así dejó que hablara. Cuando mencionó a Mamoru no lo pudo soportar más, no había manera que pudiese ocultar su corazón hecho trizas, le dijo todo.

Era obvio que Rei le daría el beneficio de la duda a Mamoru y saldría a investigar. Ella no quiso saber mas del tema, confirmar lo obvio iba a ser doloroso. Su cabeza, autoprotegiendose, se enfocó en pensar a Seiya: heroico, perseverante, tan guapo. Durmió con su canción repitiéndose una y otra vez en su reproductor.

Las cosas estaban por empezar apenas, lo sabía aunque poco podía imaginarse todo lo que englobaba aquel «comienzo».