Disclaimer: El mundo de Harry Potter no es de mi pertenencia, sino que de J.K. Rowling, así como los personajes. Lo único que me pertenece es la forma distinta en los escenarios ocurridos desde "Harry Potter y el Cáliz de Fuego" hasta "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte". Es decir, los episiodios de Drarry y Romione.
Prólogo.
Finalmente llegaba el cuarto año en Hogwarts, completamente aliviado, Harry terminaba de armar sus maletas a la espera en que el Señor Weasley fuera por él a la casa de los Dursley.
Increíblemente, no había sido tratado mal por su primo, Dudley, incluso, le había invitado a jugar varias veces en su consola de videojuegos. Sin embargo, su tío Vernon seguía igual, pero el ver un cambio en la actitud de su primo, hizo menos terrible sus vacaciones en Little Winging.
Según decía el mensaje enviado por Ron, el Señor Weasley estaría alrededor de las cinco de la tarde en casa de sus tíos, miró el reloj por quinta vez en el día, aún quedaba poco más de dos horas. Chasqueó la lengua y se lanzó en su cama. Sus tíos estaban en la sala viendo la televisión, ese día viernes, mientras que Dudley había salido con unos amigos de su escuela.
Harry pasó una mano por su rostro, su respiración se hizo de a poco más profunda, logrando dormirse.
Se veía a sí mismo, en el bosque prohibido. Apoyado en un árbol, lanzando y atrapando una manzana roja con la mano derecha, disfrutando verla girar en el aire. Escuchó un ruido, dejó caer la manzana al suelo, apegó su espalda en el tronco, guardó silencio y esperó.
Nada.
Lentamente, giró su cuerpo para poder mirar atrás del árbol, esperando por si alguien o algo aparecía.
Nada, no había persona alguna ni animal tampoco.
Suspiró, volvió a su posición anterior, pero se sobresaltó al ver unos ojos grises fijos en él. Quiso gritar de la sorpresa, pero la blanca y fría mano de aquella persona le cubrió la boca. Harry sintió un escalofrío recorrer su espalda, no tardó y tomó la mano del chico y la quitó de su boca.
—¿Qué pretendes, Malfoy? —inquirió Harry, regulando su respiración producto del susto— ¿Matarme del susto?
—¿Por qué me dejaste esa nota en mi libro de pociones? —Draco frunció el ceño, apretó sus labios, se acercó un poco más a Harry, rozando su nariz con la de él, haciendo que el calor de su aliento chocara con la boca del chico— ¿Qué es lo que tú pretendes, Potter?
—No sé de qué nota hablas —posó sus manos en el pecho del rubio y empujó, buscando alejarlo de él—.Ya, suéltame y déjame…
—¿Cómo no vas a saber de qué nota hablas si tú estás aquí? ¡En el jodido punto de encuentro!
Draco soltó finalmente al chico de gafas, alejándose unos pasos de él. Harry arregló su ropa, su jersey y remera, limpió su boca y miró al Slytherin con el ceño fruncido.
—Para serte sincero, idiota, yo también recibí una nota, no en mi libro de pociones, pero sí lo encontré entre mis cosas, en mi habitación.
Pateó la manzana a un lado, lejos de ellos dos, metió sus manos en sus bolsillos y desvió su vista a la luna, o lo poco que podía verse de ella por los árboles.
—Me voy. No sé y tampoco me importa si quieres quedarte acá esperando a quien de verdad te mandó la jodida nota —dio un paso tras otro, pero se volteó para mirar una última vez a Draco—. Lo que yo creo, es que planeabas hacerme una broma, tú y tu grupo de idiotas. Yo no estoy para tu juego.
Harry caminó rápido, buscando alejarse lo más posible de Draco, pero este último corría atrás de él, intentando alcanzarlo.
—Yo no estoy jugando contigo —la voz del Slytherin sonaba sincera, pero Harry no estaba esperando ninguna explicación, por ende, no pretendía detenerse, pero el rubio se interpuso en el camino, evitando que siguiese el camino hacia el castillo—. Por favor, Potter, no seas estúpido.
—El único estúpido eres tú, el que me está dando explicaciones cuando yo no las he requerido.
—Es solo para que te des cuenta de que no todo gira en torno a ti, que no todas mis malas acciones son para perjudicarte, y que tampoco toda la atención de Hogwarts es para ti, sino que también es para mí, por si no te diste cuenta.
—No me interesa, solo quiero irme.
—Pues vete, yo quiero saber quién fue el hijo de puta que se atrevió a hacerme venir a estas horas de la noche a este condenado bosque.
Draco pasó las manos por su cabello, bufando, se encogió de hombros y caminó, pasando por el lado de Harry.
—Si quieres, vete. Si quieres, quédate… —Le extendió una mano, como si hubiese dado por hecho que Harry se quedaría con él—. Tú eliges.
—Harry, Harry, despierta —la voz de la tía Petunia logró despertarlo, de golpe, desvaneciendo de esa manera la imagen de Draco con la mano extendida—. Ya llegaron por ti.
Se sentó en su cama al momento en que su tía dejó su habitación. Acomodó sus anteojos sobre su nariz y suspiró, apoyando sus codos en sus piernas, agachando la cabeza.
"Maldición", pensó, volviendo a pasar las manos por su rostro, un poco frustrado por el reciente sueño que había tenido.
¿Malfoy? ¿En serio había soñado con Malfoy? ¿En qué mierda estaba pensando? Tampoco es como si él hubiese planificado en qué soñar, pero consideraba sus sueños algo raros. Recientemente había soñado con… Con un hombre, en una casa, y estaba la serpiente…
Su cicatriz comenzó a doler punzantemente. Se quejó mientras la tocaba con la palma de su mano. Mientras respiraba profundamente, el dolor cesaba. No sabía qué sueño era peor de recordar, si el sueño con Cola gusano, o si el sueño con el idiota de Malfoy.
—¡Harry, hombre! ¡Baja ya!
El tío Vernon y su "dulce" voz lo llamaba. Se puso de pie, abrió la puerta de su habitación y habló:
—Un momento, por favor.
Sin cerrar la puerta, volvió a su cama para tomar sus maletas, así podría ir bajando las cosas de a poco.
—Santa mierda —masculló Draco, dejando de lado el libro que había tomado de la biblioteca de su madre. Ni siquiera lo estaba leyendo ni sabía de qué trataba, solamente quería despejar su mente.
No había podido conciliar el sueño. No porque tuviese pesadillas, sino porque su padre no había dejado de decirle que iban a ir a la final del partido de Quidditch. A Draco le gustaba el Quidditch, en verdad que sí, pero no sabía si la idea de ir con su padre fuese la mejor.
Detestaba su compañía. Si hubiese sido idea de él ir a ese partido, habría preferido ir con su grupo de amigos.
Sabía cuáles eran las intenciones de su padre al momento de ir a ese partido. Las conocía a la perfección, pero no las compartía y rechazaba rotundamente la idea de tener que formar parte de aquello.
Estaba cansado de tener que ser siempre parte de los aborrecibles planes de su padre y el resto de personas que conformaban su familia, aquellas personas a las que pareciese que le faltaba el cerebro.
Caminó hasta el ventanal de su habitación, apoyándose en el vidrio, mirando el enorme patio de su casa.
—Cómo me hubiese gustado ser un chico normal, sin tener que formar parte de algo que no estoy de acuerdo.
Eso susurraba cada que tenía oportunidad, cada que podía mirar su reflejo en el vidrio de la ventana.
No podía tener amigos verdaderos, solamente "amigos" que lo seguían por ser un Malfoy, otros que lo respetaban por la cantidad de veces en las que se metía en problemas y lograba zafar.
—Harry Potter.
Y era exactamente eso lo que le molestaba, no poder hablar bien con Harry Potter, no poder llevarse bien con Harry Potter… No ser amigo de Harry Potter.
Una mierda le importaba a Draco la leyenda de "El niño que vivió".
Golpeó la ventana, haciendo retumbar la misma. Se dio media vuelta y se acostó en el piso alfombrado de su habitación.
Una mierda le importaba, porque él, cuando lo vio por primera vez, antes de lograr reconocerlo, le había llamado mucho la atención ese color verde que emanaban los ojos de Harry, que parecían estar admirados por tanta magia, que parecían estar buscando incesantemente algo, que no podían dejar de revolotear de un lado para el otro.
Pero su padre le había dicho que debía acercarse a él, pero con esa actitud de superioridad que siempre le inculcó.
Obviamente, eso a Harry no le pareció pertinente.
No sabía cuánto duraría el apoyo que debía brindarle a su familia. No sabía si sería capaz de seguir haciendo aquello…
—A estas alturas, lo que haga siempre será mal visto.
Resignado, alzó su cabeza, mirando el cielo que se dejaba entrever por su ventana, disfrutando los últimos rayos de sol de la tarde, dando paso, de a poco, a la noche.
Sintió el aroma a la comida, seguro que la cena ya estaría lista, pero no tenía hambre. Se puso de pie, tomó el libro de su madre y salió de su habitación, dispuesto a ir a devolver aquel libro.
Bajó por las escaleras y caminó por el largo pasillo, disfrutando del sonido que hacía el choque de sus zapatos con el suelo, pasó junto al despacho de su padre, donde escuchó un grito proveniente de su madre. Se quedó quieto, sabía que estar escuchando conversaciones ajenas no estaba, bien, pero Narcissa Malfoy había dicho su nombre…
—¿Por qué, Lucius? ¿Por qué no dejas a Draco en paz? ¡Solamente eres joven una vez y tú quieres que él pase su juventud complaciéndote a ti y a los seguidores del Señor Tenebroso!
—Estas son cosas que debo hablar con mi hijo, no contigo. Tú eres su madre, compórtate como tal.
—¡Eso estoy haciendo, pero tú no lo dejas en paz!
—¡Tú también sigues al Señor Tenebroso, compórtate como lo que eres, no como lo que quieres ser!
Silencio. Draco relamió sus labios y siguió con su camino. Lucius Malfoy había vuelto a dejar sin palabras a su madre, una vez más, cuando ella intentó que Draco fuese libre de pensar y accionar.
Gracias por su tiempo. El primer capítulo será publicado el día sábado 6 de Agosto.
