Disclaimer: Los personajes de Digimon no me pertenecen
Summary COMPLETO: Miyako, Hikari, Sora y Mimi son las mejores amigas. ¿Qué pasará cuando los hombres comiencen a hacer estragos en sus vidas? ¿Su amistad sobrevivirá?
Miyako y Takeru llevan meses saliendo, ¿Por qué Hikari parece no superarlo?
Kari es su amiga del alma, ¿Va a perdonarle a Sora estar jugando con su hermano y el mejor amigo de éste?
Mimi dice confiar en ellas ciegamente, ¿Por qué entonces les oculta a cierto pelirrojo?
Miyako sabe que lo que hizo en verano está mal, ¿Cómo va a contárselos a sus amigas?
Últimos días del verano, la brisa caliente haciendo que las hojas bailaran con lentitud. Una casa donde habitaba una familia. Una habitación. Cuatro chicas.
Una de ellas tenía el cabello de un color canela muy corto pero brillante y llamativo, piel ligeramente tostada y ojos grandes color rubí. Hikari tenía una figura muy menuda y podía parecer fácilmente una niña si no se le observaba con cuidado. Cuando te fijabas bien en ella podías notar esas ligeras curvas, esa mirada más madura y esos ademanes de señorita. Fotografía, la danza y los gatos eran sus cosas favoritas en el mundo. Eso y el frapuccino de caramelo que ordenaba en las tardes de café con sus amigas.
La segunda era la mayor, tenía un cabello anaranjado hasta sus hombros, ojos color ambarino y una enorme sonrisa en su cara la mayoría del tiempo. Sora era de piel apiñonada, piernas torneadas, cuerpo atlético y caderas anchas. Sin duda el cuerpo de alguien que ama mantenerse en forma. Futbolista de pequeña, ahora una tenista reconocida a nivel estatal por su gran juego. No puede decirse que sea muy femenina pero sí que es alguien maternal y madura. Es la que ordena el capuchino descafeinado con dos de crema y dos de azúcar sin falta.
Luego se encontraba Mimi, con sus bonitos ojos color miel y su cabello naturalmente castaño largo y ligeramente ondulado. Ella era de piel blanca, figura estilizada y curvilínea, casi como la de una modelo, y porte de princesa. Hermosa, inocente y peligrosa pues es más lista de lo que parece. Cree en los cuentos de hadas pero aun así se las arregla para ser señorita popularidad. Enamorada del color rosa, tintura para el cabello y de las películas melodramáticas con malas actuaciones en ellas. Mimi es la chica del latte de vainilla y canela.
Por último estaba la chica alta y delgada de cabello lila despampanante y pequeños ojos miel escondidos tras unas gafas vintage. Una muchacha de largas y delgadas piernas y cintura estrecha. Sería alguien desgarbada si no fuese porque su llamativo cabello y su personalidad parlanchina la hacían verse fabulosa. Sueña con ser piloto de avión pero tiene miedo a las alturas; en realidad Miyako prefiere las computadoras y las revistas de adolescente. Adora hablar de chicos y su pedido siempre es un expreso bien cargado y negro, lo cual explica que siempre esté llena de energía.
Una de ellas ríe y las demás la imitan. Están viendo una película terrible, de esas que llevan a Mimi a las lágrimas, que hacen que Miyako muera de risa, que Kari criticará toda la semana y que Sora ni recordará mañana.
Son las cuatro mejores amigas teniendo una pijamada. Nada se ha interpuesto entre ellas desde el jardín de niños, ni siquiera la diferencia de edad o los problemas del pasado han podido derrumbar su sólida amistad. Son inseparables y lo saben.
Sin embargo los problemas comienzan a surgir en todo grupo de amigas.
-Perdón Kari, no podré ir a tu recital mañana. –se lamentó Miyako. –Mamá quiere organizar una comida en casa de la abuela Inoue y como acabo de regresar del campamento insiste en que la familia quiere verme. –toma aire. –Ya le he dicho que es ridículo, sólo me marché un mes…
Hikari asiente sin darle demasiada importancia mientras se mete una palomita a la boca.
-No hay problema, Takeru podrá contarte como estuvo.
Miyako hace una mueca de incomodidad de la que Sora y Mimi se percatan, sin embargo Hikari no se da por enterada porque es la parte en la que Tom Cruise está huyendo a toda velocidad y esa chica adora la acción estrafalaria en las películas malas.
-Ehh…- Inoue titubea. –Hikari, que le he pedido a Takeru que vaya a la comida en mi casa y me ha dicho que sí. –allí es cuando Kari se gira y mira a su mejor amiga. –Ha dicho que a ti no te importaría.
Hikari Yagami traga saliva y hace un esfuerzo sobre humano por sonreír.
-Por supuesto que no me importa, Miya-chan. –alega ella. –Ni siquiera tengo una parte tan grande en este musical.
Pero le importa. A Hikari le importa y mucho porque aunque lleve casi seis meses tratando de ignorarlo ya no puede con esto y siente que el mundo se le va a caer encima. Miyako está saliendo con T.K. Takaishi, su mejor amigo en todo el mundo.
Porque puede que las chicas y ella fueran las personas más unidas en el planeta pero eran muy distintas y eso les traía problemas a veces. Con T.K, sin embargo, era fácil entenderse. Nunca se habían peleado, se comprendían el uno al otro como nadie más en el mundo, con sólo una mirada o un gesto sabían lo que el otro estaba pensando. Eran inseparables.
Le costaba trabajo compartir a alguien tan especial para ella con Miyako, claro, pero pensó que iba a superarlo pronto, después de todo estaba feliz por sus amigos. Pero no lo había superado. Seis meses después seguía sintiendo celos de su mejor amiga por quitarle a su mejor amigo.
-Oh Dios… -susurra Sora en su oído. –Mimi ya está llorando.
Kari mira de reojo como la castaña se secaba las lágrimas con su cobija favorita y suspiró.
-¿Te molesta si voy por un vaso de agua a tu cocina? –pregunta la pelirroja con una sonrisa escapando de sus labios.
-Sírvete. –afirma Hikari como buena anfitriona.
La pelirroja se levanta con facilidad del felpudo de su amiga y decide caminar hasta la cocina por un vaso. Conoce la casa a la perfección, después de todo sus dos mejores amigos llevan viviendo allí toda la vida.
Se acomoda el pijama para evitar incomodidades y llega hasta la cocina. Toma un vaso del segundo estante a la derecha, el naranja porque sabe que es su favorito y que le hará rabiar ver que alguien que no fuese él lo había usado.
-¿Bocadillo de medianoche?
Ella se altera al escuchar la voz en la oscuridad pero de inmediato se recupera al ver de quien se trata. Taichi está parado frente a ella con una sonrisa traviesa impresa en su cara y mirándola con diversión.
Ella suspira porque no sabe que decir.
-Sora, quería hablar contigo. –se animó a decir el hermano mayor de Hikari. –Sé que me pediste que no te presione pero…
-¿Pero qué, Tai? –pregunta la pelirroja de inmediato. –Ya te he dicho que tu amistad es muy importante para mí y que sólo estás arruinándola.
Él se acerca a ella y pone una mano en su cintura. La sensación es conocida para Sora, casi familiar. El tacto del moreno sobre su piel nunca ha sido novedad, son amigos de toda la vida y es natural que como tal haya contacto físico de vez en cuando.
Sin embargo lo que si la tomó por sorpresa fue el beso que Taichi le plantó en los labios.
-Taichi, basta. –pidió Sora Takenouchi. –Ya te dije que no podemos hacer esto.
-Y yo ya te dije que no necesitamos el permiso de nadie. –Tai volvió a besarla.
-Necesitas el mío. –se molestó Sora. –Y yo no te he dicho que vaya a aceptar algo así.
-Pero quieres hacerlo. –la tomó de la cintura. –Sólo tienes miedo.
La besó una vez más y ella se estremece cuando él la toma con más fuerza. No puede separarse de Taichi, sus labios son magnéticos y ella puede permanecer ahí el tiempo que fuese.
Sin embargo sabe que está mal. Desde que su amigo le declaró su amor hace no tanto se ha estado repitiendo que besarle no es correcto si no está segura de sus sentimientos por él, pero es que no puede evitarlo. Taichi la envuelve de una manera hipnotizante y extraña.
-Alguien nos puede ver. –habla finalmente la chica, llevándose la mano a los labios y poniendo distancia entre ambos. –Así que detente.
El moreno de apellido Yagami tuvo que obedecerla y marcharse de la cocina, dejándola finalmente sola. Ella rememora las últimas semanas en las que no ha podido mantener su promesa de alejarse de Tai en lo que aclara su mente. Simplemente no puede permanecer lejos del que es su mejor amigo y significa tanto en su vida. Le quiere… no sabe si de la misma forma en que él a ella pero le quiere, eso es seguro.
De vuelta en el dormitorio de Kari la película ha terminado en una explosión de efectos especiales y de actuaciones sobre valoradas, lo que deja a las chicas con la obligación de expresar sus opiniones al respecto. Generalmente es Hikari quien más se ofende al ver los malos finales de las películas y quien critica todo a diestra y siniestra, sin embargo ahora mismo la chica sólo puede asentir a los comentarios de las demás, dejando a entrever que su incomodidad después del comentario de Miyako no se ha esfumado después de todo.
Mimi, quien obviamente conoce a Hikari, se da cuenta casi inmediatamente y decide cambiar el tema a uno que no deje tan en claro lo poco que su amiga más joven está prestando atención.
-¿Son capaces de adivinar quien cumple años dentro de dos semanas? –pregunta con una sonrisa deslumbrante que muestra sus blancos dientes.
Sora asiente comprendiendo la necesidad por cambiar de tema.
-Koushiro. –responde la pelirroja sin siquiera esforzarse por hacer memoria. –Como si no lo supiéramos.
Mimi sigue sonriendo sin prestar atención al sarcasmo de su amiga tenista.
-He pensado que deberíamos hacerle un regalo la cuatro. –dice de pronto. –Pero de pronto me he dado cuenta que no tengo idea que regalarle a un genio de computadoras que parece tener todo lo que necesita.
Miyako, que ha estado en el mismo club de informática que el joven desde que tiene memoria, toma la palabra.
-Koushiro-san no parece ser alguien que esté muy interesado en recibir regalos, Mimi.
-¡Tonterias! ¿Quién no ama un buen regalo?
-Tal vez debas darle algo común y corriente que regalarías en cualquier cumpleaños. –opina Kari, un poco más serena que minuto atrás. -¿Tal vez una tarjeta?
Mimi enmarca las cejas y mira a su amiga como si se tratara de su peor enemigo. Tuerce la boca en una mueca que da a entender lo poco coherente que le resultó el comentario de la joven Hikari.
-¿Crees que Mimi Tachikawa regala tarjetas de cumpleaños? –pregunta enfadada. –Por Dios, Hikari.
-¿Entonces qué piensas que será un buen regalo?
La castaña bufó.
-No sé, pero estoy dispuesta a averiguarlo.
Mimi pone en su cara esa expresión que no daba lugar a réplicas así que ninguna de las otras tres jovencitas dijo nada. Miyako por su parte, se para de su lugar muy sigilosamente y prende el computador sin que alguna se de cuenta.
Hikari está limándose las uñas, se le ve un poco menos molesta que hace unos minutos así que no tenían de otra más que darle a Mimi Tachikawa el crédito que merecía. Había aligerado el ambiente.
Sora cambia frenéticamente los canales del televisor. A pesar de que sus amigas la conocen muy bien apenas y se han dado cuenta que la pelirroja es victima de una ansiedad que la corroe y prueba de esto son las uñas que ha estado mordiéndose por casi diez minutos.
Mimi apunta cosas distraídamente en una libreta con un bolígrafo rosado y mientras lo hace coloca una cara muy pensativa y se lleva dicho aparato para escribir a los labios mientras enmarca los ojos. Como si intentara resolver un misterio.
Miyako aprovecha la distracción de todas ellas y se enfrasca en el ordenador. Sus amigas están en contra de lo mucho que la jovencita más alta de ellas se la pasa sentada frente al monitor y se indignan diciendo como las ignora por dicho aparato, sin embargo a Inoue poco le importa esto y decide desafiar el juicio de las otras tres y revisar todas sus redes sociales.
De pronto le llega una alerta inesperada. Miyako con curiosidad revisa de qué se trata y tan pronto como ve el nombre de cierta persona que casualmente acaba de etiquetarla en 6 fotografías, siente su piel helarse y su corazón galopar inestable. Sora, que en ese momento resultaba estar mirando hacia ella se da cuenta de esto.
-Parece que se te ha aparecido un fantasma. –se mofa ésta.
-¡Miyako! ¿Con el ordenador otra vez? Tú no cambias más. –Mimi se pone de píe rápidamente y se acerca a la joven de cabello lila. –Trae acá.
Miyako ha puesto ahora los ojos enormemente agrandados pero no dice nada. No sabe qué decir.
-Han etiquetado fotos tuyas. –Observa Hikari que le ha quitado el ordenador a Mimi. -¿Es que sales mal?
Inoue trata de articular palabra alguna pero su garganta esta atorada con una verdad desastrosa que no puede salir.
-Pero si son fotos del campamento. –puntúa Sora, quien se asoma por encima del hombro de Kari.
Miyako acaba de regresar del campamento de verano al cual se inscribió, decidida a no trabajar en la tienda de sus padres durante todas las vacaciones ya que a sus recién cumplidos dieciséis se ha cansado de dicha labor. El campamento, relata ella, estuvo de lo más aburrido aunque al parecer, y según las fotos, ha hecho buenos amigos.
En cuatro de las seis fotos Miyako aparece con un grupo de jóvenes, todos sonrientes. En otra aparece sólo ella a punto de dar un mordisco a un enorme emparedado que no parecía caber en su boca. En la última aparece con un muchacho de cabello negro y profundos ojos azules.
-Parece que la has pasado bien. –dice Mimi. –Y que has hecho migas con mucha gente.
La peli lila por fin espabila y responde, tratando de sonar casual.
-Sí, todos han sido realmente amables conmigo aunque dudo verlos de nuevo pronto. –confiesa fingiendo muy bien una total indiferencia.
-¿Por qué? –indaga Sora.
-Ninguno de ellos resulta vivir en Odaiba. –responde Miyako. –Varios prometieron pasarse a visitar pero suena como una de esas promesas vacías que haces por compromiso, ¿No lo creen?
-Tal vez. –contesta Kari. -¿Quién es el chico de los ojos azules, Miya? Es lindo.
Miyako tuerce la boca y sus amigas hacen como que no lo notan.
-Se llama Ken. –dice ella. –Vive en Tamachi.
Sora expresa una sonrisa.
-Es cerca de Odaiba.
-Sí pero dudo volver a verlo. –suelta tajantemente Miyako. –No congeniamos casi nada. Sólo hablaba de soccer. Daisuke y él sería buenos amigos y con lo poco que soporto a Motomiya esto explica porque Ken y yo no nos llevamos tan bien.
Las otras tres dejaron el tema en paz.
Gracias por leer ojala les guste esta idea que traigo.
