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Disclaimer: Harry Potter y sus personajes no me pertenecen.

Aviso: Este fic participa en el Minireto #2: "La otra cara de la moneda" del foro "Un Pequeño Rincón".

¡Medusa, Marsha, medusa!


El (secreto) deseo de Ra

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Ra no está muy seguro como es que ocurre todo el asunto. En realidad, ni siquiera está seguro de querer saber cómo es que el asunto ha sucedido pero así son las cosas y de estar navegando como siempre ha pasado a estar envenenado.

Puede ser que Ra sospeche un poco de Isis.

Todo porque en cuanto esa serpiente fuera de su creación le ha clavado los colmillos por alguna razón se ha acordado de la filosa sonrisa que la diosa deja ver a veces. Esa mujer es como el peor mal augurio, pero hecho divinidad. Además, para nadie es un secreto el avaricioso deseo de Isis y Horus, su hermano, de estar en la cima del panteón.

Sí, sin lugar a dudas, el Dios Sol sospecha de Isis y de Horus. Más que nada de Isis.

Entonces, en cuanto Isis aparece enfrente de él, toda astuta con sus cabellos claros brillando y una sonrisa puntiaguda en su rostro, Ra solo maldice y se recuerda tener más cuidado de ahora en adelante. Cuando Isis le ofrece su ayuda para curarse del mal que lo aqueja, Ra no tiene más dudas y solo confirmaciones, porque Isis le ha puesto una condición.

Isis ha exigido saber su nombre.

Su nombre, el que es desconocido por todos. Su nombre, el cual le permite a quién lo sepa estar arriba, ser alguien tan importante como él mismo y que, sobre todas la cosas, hará que este casado para siempre. Y por nada del mundo, Ra desea que esa persona sea Isis.

Entonces, Ra termina negándose al pedido de Isis. Porque es así de cabezota.

Negarse a la magia de Isis, termina por ser un completo caos. El resto de los dioses se encuentran temerosos ante lo que pueda suceder, y el Dios Sol sufre ante su enfermedad; se vuelve débil y todo es dolor, de tal manera que su cuerpo perfecto muestra una marca. Una advertencia.

En la frente de Ra, oculta por su cabello negro y sudoroso, ha aparecido la cicatriz en forma de rayo.

Ante esto, a Ra no le queda de otra que llamar a Isis, de acceder a su pedido aunque sea regañadientes y con resignación. Pero, entre toda esa bruma cegadora que lo atosiga, tiene una epifanía alucinante. La solución perfecta.

—A Horus — dice en un gruñido doloroso—. Solo se lo diré a tu hermano.

Es como magia, Isis acepta su trato a regañadientes. Si Horus acepta decir su propio nombre, el de Isis y conocer el de Ra, el dios Sol les concederá su deseo de estar arriba. Y Horus aparece, todo arrogante y hermoso, con la mirada brillante.

—Solo era cosa de preguntarme —se burla el dios joven—. Soy Draco.

Ra tan solo sonríe, sintiendo los lazos dorados y su poder palpitando. Y diablos, tuvo que permitirles a Geb y Nut tener descendencia hace mucho tiempo, porque él ama como Draco brilla.

—Harry —dice sonriente Ra.

A veces Isis – Lily, se recuerda – hace cosas maravillosas.

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Entonces, esta soy yo metiéndome con el mito egipcio de como Isis engañó a Ra para saber su nombre secreto y así estar en lo alto del panteón egipcio junto a su hijo Horus. Por supuesto, cambié unas cuantas cosas. ¡Además! Tuve que editarlo porque llegué a la mitad y pasé los 600w. Quién sabe, quizás lo siga después.

¡Lo que me tiren! Que sea de buenas maneras, ¡chao!