Josephine.
24 de junio de 1995
«¡No, no, no! ¡Todo menos él! ¡Él no!»
Aquellas palabras se arremolinan en mi mente, pero sé que no son mis palabras; las imágenes a mi alrededor comienzan a tornarse borrosas, enfocándose solamente en una en particular, el cuerpo de Cedric Diggory tirado en el campo de quidditch, siento mi respiración volverse pesada, pero sé que no es mi respiración.
Tengo la extraña certeza de no estar en mi propio cuerpo, sino en el de alguien más.
Una indescriptible sensación de dolor comienza a expandirse por mi pecho, las lágrimas luchan por salir de mis ojos, pero sin saber porque las contengo.
Aún en shock por aquellas aplastantes emociones que sé no son mías, pero que aún así experimento, comienzo a caminar guiada por alguna persona que me sostiene, pero no me atrevo a mirar, y cuando estoy segura de que nadie nos ve las lágrimas por fin caen, nublándolo todo.
—Tranquila Alice —Oigo mi voz ¿Consolarme?—, tranquila.
1 de septiembre de 1994
—Jo, ¿Estás bien? —Alice está frente a mi, y la expresión en su rostro emana preocupación.
La miro confundida, mientras trato de recordar que pasó. —Si, claro que estoy bien.
Dirijo mi vista hacia la ventana, y de reojo la veo mirarme, sé perfectamente que no me cree, mas no puedo decirle exactamente que es lo que pasó.
La puerta del compartimiento en el que ambas vamos se abre, dejando a la vista a Cedric y a Ryan Diggory.
—Lo siento, creímos que estaba vacío —Se disculpó el primero antes de volver a cerrar la puerta y alejarse, es entonces cuando lo recuerdo todo.
—Alice... —susurro, y sin poder evitarlo la miro preocupada—, él...
Trato de continuar, pero me es imposible, y lo único que consigo es que ella me mire aún más preocupada que antes. —¿Él qué? Jo, dime que ocurre, me estas asustando.
Pero, ¿Cómo se supone que se lo diga? Puede que solamente lo haya imaginado.
—No, no es nada... —Digo aquellas palabras más para tranquilizarme a mi que a ella, y aun dudando ella asiente y comienza a leer el libro que llevaba en las manos.
«Cedric morirá».
