Siempre se me olvida, aunque creo que ya lo sabemos todos: los personajes no son míos, por lo menos no los importantes. Lean por favor, y dejen un review si quieren que lo continúe. ;-)
Se trata de otro fic ambientado en algún momento de la tercera temporada.
Entre líneas
Prefacio
El rostro de cada uno de los miembros del jurado era sereno pero en algunos de ellos se lograba colar cierta expresión de simpatía; sin embargo, aquella simpatía fácilmente podía confundirse con la lástima inspirada por una mujer joven y sana, destinada a pasar la mejor parte de su vida en una celda en el mejor de los casos, o a ser ejecutada después de una muy larga espera, en el peor.
La doctora Brennan puso atención a cada uno de los detalles a su alrededor, mentalmente pensaba en la mejor forma de describir la escena en algún capítulo de su novela. Sonrió con discreción, tenía gracia la forma extraña en que su mente funcionaba, pero no lo consideraba criticable dadas las circunstancias. De todos los juicios en los que había estado presente, ese era, sin lugar a dudas, el de mayor importancia.
Los expertos de la fiscalía, aunque muy poco acertados en sus conclusiones, se mostraron seguros y convencieron con un lenguaje coloquial del que ella carecía. A ningún miembro del Jeffersonian le estuvo permitido participar en un carácter distinto al de testigo presencial de los hechos y la defensa se vio muy limitada en cuanto a recursos.
Un murmullo general fue seguido por decenas de personas al ponerse de pie, Temperance giró ligeramente el rostro y a un par de metros de distancia recibió un guiño envalentonador de Booth. En cada juicio al que asistían juntos ese gesto se repetía, pero en esa ocasión, le faltaba la seguridad habitual y, por supuesto, generalmente deseaban un veredicto de culpabilidad como recompensa a sus esfuerzos. Querían al malo tras las rejas, pero esta vez era distinto.
Cuando la juez abrió el sobre, las piernas de Temperance temblaron ligeramente, aunque aquella le pareció una respuesta fisiológica normal causada por el estrés al que estaba sometida. A pesar del silencio exigido en esos momentos, una oleada de murmullos apagados llenaba la sala como el zumbido propio de un enjambre de abejas. Levantó el rostro y respiró profundamente tratando de mantener su presión arterial estable.
—En el juicio del estado de Virginia contra Temperance Brennan, el jurado encuentra a la acusada culpable del homicidio en primer grado del Doctor Jeffrey Colbert, por lo que se le sentencia a la pena de muerte por inyección…
La ahora condenada dio un leve paso hacia atrás para conservar el equilibrio. El zumbido en sus oídos la ayudaba a ignorar las voces a su alrededor y mantenerse firme. Para cuando fue capaz de controlar las nauseas alguien ya le sujetaba un codo con más fuerza de la necesaria. Se dejó abrazar y por encima del hombro de Booth vio a Ángela llorar recargada en el pecho de Hodgins; a Russ y su padre de pie, visiblemente conmocionados; y un pequeño mar de rostros más, conocidos y no, que reflejaban por igual curiosidad y pena.
—Apelaremos —declaró su abogada con convicción profesional, mientras reunía sus papeles y los metía sin orden alguno dentro de un costoso portafolios de piel color negro.
Temperance asintió.
A lo lejos su padre movió los labios y en silencio dijo: te quiero. Ella asintió.
—No me importa cómo —susurró Booth en su oído, apretándola con más fuerza de la necesaria—, te voy a sacar de esto, ¿entiendes?
Un par de policías se acercaba a ella y cuando logró separarse de su compañero, éste la miró a los ojos de forma penetrante, apretó sus brazos y, como si fuera de crucial importancia obtener de ella una respuesta, repitió urgentemente:
— ¿Entiendes?
Pero ella sólo tuvo tiempo de asentir antes de ser llevada de nuevo a una celda.
