Friendzone… o como salir de ella, por Ichigo Kurosaki
Tras la última batalla el nivel de energía espiritual de Ichigo es tan intensa que no podrá regresar al mundo de los vivos. Con su existencia permanente en el Gotei comienza a cuestionarse su relación con Rukia. ¿Cómo pasar desde una amistad a algo más?
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Salía de la división 1 con el haori blanco entre las manos y la vista en él. Su padre junto a él lo observaba con curiosidad, ¿no debería estar feliz? Había luchado arduamente, había sido reconocido como uno de los shinigami más fuertes de todos los tiempos, podía tener una vida en el lugar que lo vio crecer como un héroe. ¿Acaso no era suficiente?
–¿Por qué siento que no estás satisfecho? –preguntó Isshin sacando a Ichigo de su ensimismamiento.
–Lo estoy, viejo, lo estoy –respondió quitando la vista del haori y volviéndose hacia su padre –No es eso… –hizo una pausa –¿Qué pasará con Karin y Yuzu?
–Ellas comprenderán, están orgullosas de ti, hijo. Yo también. –pasó un brazo por los hombros de Ichigo –Quizás debí pensar que, eventualmente, algo así pasaría. No se puede huir veinte años de la sociedad de almas sin que finalmente no te encuentre de las maneras más imprevistas. Supongo que me hice el bobo suficiente tiempo. Te debo una disculpa.
–No es tu culpa, papá –le restó importancia –Como dices, no se puede huir eternamente de la sociedad de almas.
Su conversación quedó en pausa para cuando unas pisadas dirigiéndose hasta ellos los distrajeron llevando la vista hacia quien los alcanzaba. La menuda figura de Rukia se aparecía ante ellos, su mirada tranquila, una ligera sonrisa en los labios y sus brazos cruzados.
–¿Y? –preguntó la morena mirando a su amigo.
Ichigo le entregó el haori, ella lo tomó entre sus manos repasando el número de la división con los dedos, la mirada perdida en ello.
–¿Has aceptado? –alzó la vista hasta su amigo, él asintió –¿Y por qué no te lo has puesto?
–Yo tengo algunas cosas que hacer antes de marcharme –se disculpó Isshin, sabiendo que sobraba en ese momento –Los dejo… –avanzó unos pasos –Logra que se ponga ese maldito Haori, Rukia-chan.
La morena asintió en silencio, lo vio perderse por el pasillo, se volvió hacia Ichigo nuevamente.
–Es un gran honor, Ichigo –le dijo devolviéndole el haori –Créeme que todos estamos complacidos con la decisión del comandante, es lo que mereces. No me vengas con la falsa modestia y acepta tu puesto con todo lo que conlleva.
–Ni siquiera soy un shinigami puro…
–Pero eres un shinigami, uno muy bueno… un capitán y no de cualquier división. El comandante te ha dejado a cargo de su antigua división, eso no lo hace cualquiera. Anda, ponte el haori, quiero vértelo puesto. –le sonrió amistosa. Ichigo sin pensárselo mucho le hizo caso, Rukia le acomodó un poco la parte delantera –Muy guapo, capitán.
Un comentario totalmente inocente. "Muy guapo… capitán" La observó sonriéndole como siempre lo hacía hacia él. Abiertamente y con total sinceridad. "Muy guapo… capitán" Esa última palabra le cobró un escalofrío de nuca a espalda. Podría escucharla de su boca todo el día, viendo en cámara lenta como se movían sus labios al decirla dejando ver sus dientes, su lengua tras ellos. ¡Momento! ¿En qué estaba pensando?
–¿Pasa algo, Ichigo?
–No, no –negó con la cabeza –Solo pensaba…
–¡Esa es novedad! –soltó una carcajada, pero muy por lo que ella esperaba Ichigo no le lanzó una respuesta que incluyera algo que sonara como "perra". –Definitivamente a ti te pasa algo… –se acercó más hacia él y le tomó el brazo con suavidad –Todo va a estar bien, Ichigo, te lo prometo. Sé que será difícil dejar todo lo que conoces… pero te prometo que te ayudaré, no voy a dejarte solo… para eso estamos los amigos.
Ichigo asintió en silencio, otra vez.
–¡Vamos, Ichigo! ¡Estás comenzando a preocuparme! Entiendo que estés melancólico, nostálgico y que todo esto sea demasiado abrumador… ¡Le dije a tu padre que retrasara las cosas con el comandante Shunsui! ¡Sabía que no te lo ibas a tomar bien!
–No es eso, Rukia
–¿Entonces qué es…? –se cruzó de brazos y lo miró inspeccionándolo –¿…Capitán Kurosaki?
Oh, por Dios. Ahora sí le venía la hemorragia nasal. No sabía por qué, pero escuchar esa palabra seguida de su apellido no hacía sino querer escucharlo mil veces más en los más diversos tonos de voz que se le ocurrieran. No, Rukia no había hecho ninguna entonación fuera de lo común… quizás algo de burla, pero no era como lo había escuchado Ichigo. Siempre le había gustado la voz de Rukia, una voz profunda y grave para ser de una chica joven… o que aparentaba serlo al menos. Una voz decidida, de esa que se cuela en los oídos y retumba en el pecho. Eso sumado a sus labios moverse articulando la dichosa palabra y todo lo que ella conllevaba…
–Rukia…
–¿Sí?
–Puedes solo llamarme Ichigo –le pidió por su salud mental.
La teniente pestañeó extrañada y luego asintió brevemente.
–Claro, como gustes
Decidió no incomodarlo más de lo que ya estaba. Entendía lo que debía sentir, pero debía tratar de levantarle el ánimo antes que cayera en esos estados depresivos que tan fácil lo consumían y, sabía que lejos de su familia y sus amigos, tendría que estar especialmente pendiente de él. Para eso están los amigos, para cuidar los unos de los otros.
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Pronto Ichigo se dio cuenta que la palabra "capitán" de los labios de otras personas no tenía el mismo efecto que el que tenía si salía desde los de Rukia. Se la había escuchado a los otros capitanes, a los tenientes, a sus subordinados… Nada. Nada más que llenarle el orgullo y hacer crecer su ya crecido ego. Pensó que, quizás, se debió a que la primera vez que lo escuchó con todo el peso de aquello fue desde Rukia. Además ya la palabra comenzaba a gastarse.
"Sí, capitán Kurosaki"
"No, capitán Kurosaki"
"Claro, capitán Kurosaki"
Terminó de leer un informe, del que había comprendido la mitad, y lo dejó nuevamente sobre la mesa. Vio que la pila de papeleo no hacía más que atesorarse en su escritorio y soltó un bufido que solo logró mover los papeles superiores de la torre que lo miraba burlona, según él. Debería buscarse un teniente, algo que también estaba pendiente.
Escuchó tocar la puerta y salió de sus pensamientos.
–Adelante
La puerta se abrió dejando el paso a la única persona que realmente deseaba ver en ese momento. Rukia caminó hasta el escritorio y se sentó frente a él. Miró al alto de papeles y negó suavemente, no en reproche, más bien con preocupación.
–¿Necesitas ayuda? –preguntó.
–No voy a mentirte, sí –respondió apoyando la barbilla en la mesa en actitud derrotada –No es fácil, hay muchas cosas que desconozco. –Rukia tomaba el primer informe y sacaba uno de los lápices sobre la mesa –Renji dice que debí haber pensado en pasar por la academia antes de tomar el puesto.
–Renji es un idiota envidioso –dejó caer la teniente de manera muy dura, sacó la vista del informe para verlo –Mereces el puesto y que necesites algo más de apoyo es circunstancial. Te dije que te ayudaría y lo haré. De hecho –dejó el informe en la mesa, tomó la silla y se sentó junto a Ichigo –Hazte más allá –le ordenó, Ichigo se corrió hacia un lado –Ahora sí –tomó el informe –Vamos leyéndolo juntos, si tienes dudas las resolveremos de inmediato, ¿sí?
Ella volvía al informe y comenzaba a leer en voz alta.
–Rukia –la interrumpió, ella lo miró curiosa –Gracias.
–No hay porqué, capitán Kurosaki –le sonrió amistosa.
Esa dichosa palabra nuevamente. Y no, no pasó desapercibida como tantas otras veces dicha por otras personas. Dicha por Rukia adquiría ese delicioso y perturbador significado. No pudo evitar fijarse nuevamente en sus labios, ahora entreabiertos, húmedos, que dejaban escapar sus palabras articuladas de manera tan embelesadora. Mientras ella seguía leyendo el informe con su voz aterciopelada, él seguía mirándola embobado. De su boca pasaba a sus ojos, sus mejillas, su naricita respingona, su cabello, ese mechón que caía entre sus ojos acariciándole la piel, la línea de su mandíbula, el lóbulo de su oreja… por Dios le iba a dar algo. Se acomodó en el asiento con una sensación bastante desagradable… o agradable, dependiendo de cómo se tomase. Pero algo le estaba pasando entre la boca del estómago, el pecho y otra parte menos políticamente correcta.
–A ti te pasa algo –dejó caer ella finalmente –¿Vas a decirme qué es o tendré que sacártelo a la fuerza?
–No, no, nada
–¿Nada? ¿Entonces por qué me miras así? –exclamó.
–Yo no te estaba mirando
–¿Cómo que no? Pareciera que me asechabas como un gato al ratón.
–Ideas tuyas, enana
Rukia bufó y volvió a sumergirse en el informe. Ichigo intentó hacer lo mismo, ponía atención a las anotaciones que realizaba su amiga, le consultaba por algunos términos, procederes, correcciones. El resto de la tarde se les pasó bastante rápido y para cuando era la hora de la cena ya habían terminado con más de la mitad de las tareas.
–Y con este terminamos por hoy –sentenció la chica dejando el informe sobre una mesita lejana donde habían dejado los que estaban listos –Vamos a cenar antes que Nii-sama monte en cólera.
Se puso de pie y se estiró dándole la espalda. Ichigo tuvo el impulso de ir y tomarla por la cintura, así por la espalda, enterrar la nariz en su cuello, respirar ese aroma dulce que despedía su cabello y que, extrañamente, nunca antes de hoy se había dado cuenta. Quería sentir cuan estrecha era su cintura si la tomaba con ambas manos rodeándola, cuan cálida era su piel y si ese calor traspasaba su ropa.
–¿Vamos?
Rukia se había volteado hacia él, mientras que Ichigo seguía sentado, un codo apoyado en la mesa, senda mano en la mejilla y los ojos perdidos en ella.
–¿Ichigo?
–Sí, sí, vamos.
El capitán se puso de pie rápidamente y abrió la puerta.
–Las damas primero –le dijo dándole el paso.
Rukia pasó primero volteándose al verlo para cuando él cerró la puerta. Iba a lanzarle una broma al respecto, pero se contuvo. Ichigo extrañamente era así de amable con ella, al menos en ese sentido más caballeroso. Le pareció simpático y lo dejó pasar.
–Debiste decirme que tenías problemas con los informes, Ichigo –le dijo mientras caminaban fuera de la división 13 –¿Hace cuánto que llevabas acumulando trabajo? ¿Una semana? ¿Dos?
–Un mes casi –respondió con total honestidad, la teniente bufó en desaprobación –Estabas ocupada con lo tuyo, no puedo andar tras tuyo todo el día por cada cosa mínima que desconozca.
–Que sepas que si tú te retrasas, aun cuando sea solo tu división, retrasas a todo el Gotei. –lo reprendió –Y no me molesta ayudarte, lo hago con gusto… –se adelantó un poco para mirarlo a la cara –Tú me ayudaste cuando estuve en el mundo de los vivos, lo mínimo que puedo hacer es devolverte la mano.
Ichigo se detuvo para mirarla, asintió.
–Tienes razón, Rukia.
–Como siempre
Le dio la espalda para seguir caminando. Ichigo la seguía con la mirada. Rukia era de esas mujeres que tenían un caminar marcado, no de esas que parecieran flotar, tampoco esas que estampaban los pies al piso… simplemente marcaba, su cuerpo marcaba cada paso. El cabello se le movía ligeramente, podía distinguir un sutil rebote en sus caderas marcado aun más por la tela del uniforme que acompañaba el vaivén de sus pasos. Sus manos caían sueltas a los lados de su cuerpo, siguiendo el paso ligeras, delicadas. Sintió el deseo de rozar con sus dedos la piel desnuda de su cuello, esa que quedaba a la vista ahora que su cabello era corto. ¿Estaría templada o tan fría con lo estaban ahora sus propias manos?
–¿Puedes dejar de mirarme de ese modo? –exclamó –Es molesto
–No te estoy mirando de ningún modo, solo te miraba porque estás delante de mí.
Rukia frunció el ceño, Ichigo la alcanzó para quedar junto a ella. Caminaron ahora en silencio, él le echaba miradas de tanto en tanto tratando que ella no se percatara que no podía quitarle los ojos de encima. Nuevamente su atención quedó prendada en ese punto de su cuello, ese del nacimiento del cabello. Un escalofrío lo recorrió al imaginar cómo se sentiría su piel. En un arrebato llevó su mano a ese sector y rodeó el cuello de la chica por detrás con la mano.
–¿Cierto que tengo las manos frías? –le bromeó
–¡Quita, neandertal! –chilló palmoteándole la mano hasta quitarla de su cuello –¡Estás congelado!
–¿De verdad? –rápidamente puso su otra mano en el mismo lugar.
Rukia se quedó muy tranquila y cerró los ojos. Ichigo sintió como la temperatura de la chica descendía abruptamente y su mano se le congelaba.
–Déjalo, Rukia –le dijo tratando de separar la mano del cuello de su amiga, la vio suspirar y su aliento gélido se mezcló con el ambiente.
–Creo que ahora tienes las manos realmente frías, capitán Kurosaki.
La temperatura comenzó a subir lentamente, ella sonreía triunfante, sus labios se habían vueltos rojos de pronto, como si la sangre luchara por calentar su congelada piel. Su aliento seguía creando vapor cada vez que exhalaba. Estaba tan hipnotizado por ese vapor que escapaba de entre sus labios, esos labios rojos que no se había dado cuenta que ya podía retirar su antes congelada mano del cuello de Rukia. Se sorprendió cuando ella le pasó su mano por la mejilla como si lo examinara con la suave caricia.
–A ti te pasa algo… –afirmó dejando escapar más de su aliento.
Ichigo despertó de su ensoñación con los labios de su amiga y la miró a los ojos. Ella retiró su mano.
–Vamos a cenar –finalizó la chica retomando la marcha.
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Rukia no se movió del comedor, aun cuando Ichigo se había ido a su habitación hace bastante. Agradecía a su hermano la amabilidad de permitir que su amigo se quedara con ellos de momento, aunque Byakuya no parecía complicado con la presencia del nuevo capitán en la casa. De hecho no había puesto límites de tiempo para su permanencia, ni menos había desagradables comentarios. Incluso habían charlado durante la cena. Supuso que los últimos eventos habían terminado por saldar las viejas rencillas entre ellos.
–Muy pensativa, Rukia
La chica miró a su hermano, ni siquiera había notado que no se había movido de su lado. La observaba con curiosidad muy disimulada, pero ella había aprendido a leerlo con los años. Aceptó la taza de té que le ofrecía como invitación a hablar.
–Gracias –dijo suavemente mirando su té, Byakuya seguía esperando que se decidiera a hablar –Me preocupa Ichigo
–Eso lo sabía ya antes que lo dijeras
Rukia sonrió de lado, movió la taza entre las manos aprovechando de templarlas mientras recordaba lo que había ocurrido camino a casa. Soltó un suspiro.
–Ha estado actuando algo extraño, sobre todo hoy.
–Ha de ser el trabajo, no es algo a lo que esté acostumbrado.
Ella asintió queriéndole dar la total razón, pero sabía que había algo más, algo que no podía descifrar aún.
–Podrías ayudarlo, Rukia
–Lo he hecho, Nii-sama. Me pasé toda la tarde ayudándolo a ponerse al día con unos informes. No es que sea descuidado, es que realmente no sabe cómo hacerlo. Y sin un teniente que sepa de las funciones se vuelve aún más complejo… Sus subordinados lo admiran muchísimo, pero eso no es funcional para el Gotei.
–Si te pasas todo el día en el cuartel con Kurosaki dejas de lado tus funciones también, cuidado con eso.
–Puedo sobrecargarme algo, descuida –lo tranquilizó.
Byakuya bebió de su te, Rukia seguía meditabunda.
–Hay una manera en que puedas ayudarlo sin descuidar tu labor… -interrumpió el silencio el mayor de los Kuchiki. Rukia alzó la mirada para verlo –Pide tu traslado a la división 8. –La chica no articuló palabra. –¿Ya lo habías pensado? –ella asintió –¿Por qué no lo has hecho?
–Tengo dos razones –volvió a bajar la vista a su taza –Ichigo no me lo ha pedido.
–Ni lo hará
Rukia sonrió levemente.
–Y no quiero dejar al capitán Ukitake con todo el trabajo.
–Sentaro y Kayone pueden con ello. Además ya viene siendo tiempo que alguno de los dos ascienda de puesto para que finalmente dejen de pelear por todo y nos den un respiro al resto de las divisiones –comentó calmado y volvió a beber de su taza, Rukia lo observaba en completo silencio. –¿Rukia?
–No quiero imponérselo…
–No se lo impongas, pregúntaselo –dejó caer como si fuera lo más normal del mundo. –Eres su amiga, los amigos se apoyan. Y Kurosaki es muy orgulloso para pedir ayuda… –ella asintió –Y tú muy orgullosa como para mostrarte realmente preocupada por él. –hizo una pausa –Ukitake comprenderá la situación.
Byakuya tenía razón. No podía descuidar su división por hacerse cargo de las necesidades de la de Ichigo. Pero tampoco podía esperar que él aprendiera de un momento para otro las funciones de un capitán cuando ni siquiera se había criado en un ambiente que siquiera se le pareciera un poco. El funcionamiento del Gotei no era algo que se aprendiera de la noche a la mañana. A ella le había llevado años acostumbrarse, y un año solo a ser teniente… y seguía aprendiendo.
Agradeciendo el consejo de su hermano mayor, Rukia se dirigió a la habitación de Ichigo. Tocó un par de veces y no tuvo que esperar mucho para cuando su amigo abrió la puerta con cara de preocupación. Eso era, por eso la miraba de esa manera. Era su neandertal manera de pedirle auxilio.
–¿Puedo pasar?
–¿Cuándo has preguntando eso antes?
Quiso plantarle la cara, pero decidió llevar la fiesta en paz por esta vez. Ingresó en la habitación y se sentó en uno de los cojines que estaban junto al futón que ya había abierto. Supuso que intentaba en vano dormir.
–Ichigo…
El muchacho se sentó en el futón y la miraba atentamente. Ahora realmente la miraba, no era esa mirada perdida que había traído toda la tarde.
–Quería preguntarte… no estoy imponiéndote nada… ni tampoco presionándote a nada… es solo una posibilidad… quiero ayudarte… eres mi amigo… no lo veas como que trato de controlarte…
–Rukia –la interrumpió y ella cayó en que no estaba siendo clara.
–Ichigo, ¿te sentirías más cómodo si pudiera acompañarte más en la división?
–No quiero distraerte de tus cosas, Rukia. Has sido de mucha ayuda, de verdad, pero no quiero ser una más de tus cargas en este lugar. –iba en serio, odiaría que ella se llevara una reprimenda por su culpa e ineficiencia.
–No, no lo he dicho bien… No quiero, de verdad, que sientas que esto es invalidarte o ser impositiva, simplemente lo estuve pensando… hace un tiempo en realidad… –tomó aire y se armó de valor –¿Quieres que solicite mi traslado a tu división?
Sus ojos se clavaron en los violeta de su amiga frente a él. No era que no confiara en él, lo sabía. Tampoco que lo creyera poco capaz, ni menos que lo estuviera controlando. Ella solo quería ayudarlo. Habían sido hasta entonces una dupla increíble cuando se trataba de batallas y hollows, eran grandes amigos, tenían un genio de mierda y cada tanto explotaban… pero era la relación más sincera que había tenido con alguien jamás. Quizás esta tarde había sido una muestra de lo que sería trabajar con ella codo a codo.
–Lo quiero
Ella le sonrió ampliamente. Ichigo comprendió en ese momento que había sido la respuesta adecuada. La observó con ese gesto tan agradado, sus ojos brillantes, sus mejillas sonrojadas. Sus pequeñas manos apoyadas en su regazo. Nuevamente esa sensación des-agradable que comenzaba a formársele en el estómago. Tuvo el impulso de abrazarla. Sí, abrazarla lisa y llanamente. De envolverla en sus brazos, apegarla a su cuerpo y…
–Gracias, Rukia –agregó poniéndose de pie.
–Ah, sí. Claro –dijo ella incorporándose para salir de la habitación –Mañana haré los arreglos, sería bueno que solicitaras de manera formal al capitán Ukitake que me releve del puesto, así podríamos tener la resolución dentro de esta misma semana.
–Así lo haré –la había encaminado a la salida. –Buenas noches.
–Nos vemos mañana.
Cerró la puerta y soltó un suspiro. ¿Qué mierda había sido eso? Se llevó las manos al rostro y se lo frotó con nada de delicadeza, luego pasó el contacto al pelo y se rascó la nuca. Se paseó por la habitación tomando aire profundamente y soltando en bufidos. No, no estaba enojado, estaba tratando de poner en orden lo que estaba pasando… o lo que estaba sintiendo.
Pero no había demasiado que aclarar.
Solo que no quería admitirlo.
Menos decirlo en voz alta… pero acá iba.
Se miró en un espejo.
–Habiendo tantas mujeres, Ichigo Kurosaki, tantas –se dijo mirando su reflejo –Teniendo bastante aceptación entre el género femenino –agregó saliendo del papel de desinteresado por un segundo –Siendo casi una leyenda en este lugar –se volvió serio –Tenías que enamorarte de la única enana plana que cree que eres lo más cercano a un moco y que te tiene completamente abandonado en la friendzone… –se sonrió bastante idiota –Baboso.
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No creía que alargaría la temporada de fics 2016, pero ya que surgió la idea había que aprovecharla. Ya saben, comentarios al review de abajo, siempre se agradecen!
